Patriotas a gastos pagados y pensión completa. Andrés Manrique Gutiérrez.- Teniente (R.)

foto-1¡Qué fácil es ser patriota a gastos pagados, pensión completa, indemnización por vivienda y transporte incluido! Si piensan que me refiero a alguien en particular, la responsabilidad es de ustedes.

Juan Soldado defiende a la patria de forma más modesta, por cierto  desde la que se encuentran la mayoría de sus conciudadanos.

Juan Soldado no se engomina el pelo ni conduce vehículo de seis cilindros, pero su patrimonio es inmaterial y va más allá de la posesión de bienes, algo que trastoca las mentes de los españoles desde hace décadas. Familia, camaradas y nobles sentimientos de servicio a España, demostrados a lo largo de su vida, son su patrimonio y avalan su patriotismo. Nunca este sentimiento patriota fue acompañado con el “todo incluido”, ni siquiera con la “media pensión” siempre le resultó suficiente el “desayuno incluido”, incluso a veces el “sólo alojamiento”.

Jamás ningún Juan Soldado pidió algo más que lo estipulado en las Ordenanzas de Carlos III que, aunque no en vigor, su espíritu siempre estará presente. En su Tratado Segundo, Título I, del soldado artº 22, dice: “Ningún soldado podrá exigir en el alojamiento que tuviere, otra cosa que cama, luz, agua, vinagre, sal y asiento a la lumbre”. Nunca lo hicieron, pues la austeridad ha sido siempre uno de sus rasgos distintivos. La austeridad fue siempre su camino, la senda por la que transitaron  siendo pocas las oportunidades que tuvieron para salirse de la trocha y andar por el asfalto.

Juan Soldado,  desde la tronera baja de su atalaya, desde la que ha observado la vida a ras de suelo, desde la cercanía de la contemplación hasta del más mínimo detalle, vio pasar a muchos patriotas de “pensión completa” y “todo incluido”. Ese patriotismo egoísta y mal entendido del que hacen gala algunos españoles, que sin duda tal título les queda grande.

Juan Soldado desde su tronera baja enjugó, en muchas ocasiones, las lágrimas derramadas al ver desfilar a esos patriotas, defensores del interés particular, cuando en la puerta de su casa marcados estaban los zarpazos de la modestia material que se le exigía.

Cuantas veces es más difícil definir un concepto que comprenderlo y practicarlo. A Juan Soldado  en muchas ocasiones incluso le resulta más fácil comprender lo que no es. Patriotismo no puede ser solamente un sentimiento y nada más, en ello se escudan muchos “patriotas a gastos pagados” que vociferan eslóganes pero que son incapaces del más mínimo sacrificio y esfuerzo cuando les son requeridos éstos. El sentimiento ha de ir seguido de la acción, de hechos altruistas cuando corresponda, sin exigir nada a cambio. No se trata de heroicidades, aun cuando éstas son su expresión máxima. John F. Kennedy pronunció el día de su investidura (1961) el siguiente pensamiento: “No preguntes lo que tu país puede hacer por ti; pregunta lo que tú puedes hacer por tu país.” ¡Qué envidia!, piensa Juan Soldado y con esa frase resume su concepto de patriotismo.

Pero no subamos el listón. Para Juan Soldado, y el resto de españoles de bien, el trabajo diario, la contribución a los gastos comunes, el esfuerzo diario de superación y el dar cumplimiento a la Ordenanza suponen el engrandecimiento de nuestra sociedad y sabe que todo ello  redunda en un verdadero patriotismo, de corazón, de sentimiento, del de verdad, sin alharacas y sin pancartas. De no ser así no es más que un patriotismo de gestos y figuración, en definitiva de “pose”. El patriotismo de éstos si supone un verdadero “refugio de canallas” aprovechados y de aquellos que siempre dispararon con pólvora del Rey. Por cierto que rascando en nuestra historia hemos de acordarnos que tuvimos un prócer de la nación que dijo “Yo no soy patriota” y, claro, así terminó aquello.

Retomando el asunto. Es necesario entonces, para definir justamente al patriotismo, establecer acciones y trabajar en la búsqueda del bien común. ¡Qué fácil es ser patriota a gastos pagados y pensión completa!, se repite una y otra vez Juan Soldado.

“Mi patria es el mundo” dicen otros. Patriotas universales podríamos llamarlos. Si bien algo parecido dijo Séneca, también lo dijo Bakunin, y de éste, Juan Soldado no se fía.

Para Juan Soldado esto de la “patria universal” no es más que una treta cobarde para eludir responsabilidades, ocultarse sin dar la cara a los problemas que se han de resolver de forma colectiva a través de ese sentimiento del “proyecto común “de España, sentimiento del que cada día vemos que se apartan esos que Juan Soldado llama los “sin rumbo”.

Juan Soldado perdona al enemigo pero no olvida su nombre. Acata y cumple, como toda la milicia.foto-2

 

Andrés Manrique

Teniente (R)

7 pensamientos en “Patriotas a gastos pagados y pensión completa. Andrés Manrique Gutiérrez.- Teniente (R.)

  1. Ahí le ha dado mi Teniente. Una vez más me demuestra usted, lo importante que es leer y aprender, para poder llegar a decir con justicia, la verdad, solamente la verdad y nada más que la verdad.
    Cuanto patriota a gastos pagados. Muchos, muchísimos, pero España se va a pique.
    Permítame plagiar su frase «Cuanto monárquico a gasto s pagados»
    Viva España
    Viva el Rey
    Viva La Legión
    Francisco E. Padilla
    Legionario (R)

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  2. Así es, Andrés: Modestia, altruismo, austeridad, sobriedad… valores de los que Juan Soldado hace gala.
    San Agustín, con su incisiva y proverbial claridad, nos dice: “Buscad lo suficiente, buscad lo que basta y no queráis más. Lo que pasa de ahí es agobio, no alivio; apesadumbra en vez de levantar”.
    En estas palabras queda descrita perfectamente la virtud cristiana de la sobriedad.
    Ser sobrio significa vivir con lo suficiente, anhelar un nivel digno de vida sin estrecheces ni derroches, como lo hace Juan Soldado.
    La estrechez produce angustia, y el derroche, agobio. Lo único que alivia y levanta es la sobriedad de vida.
    Juan soldado sabe vivir con sencillez y austeridad y es feliz, porque sabe que la genuina felicidad no radica en el “tener”, sino en el “ser”. Lo que importa es ser más persona con los otros (solidaridad) y más persona para los otros (fraternidad), valores que Juan Soldado ha ejercido en la milicia y como veterano ejerce en la vida civil, porque sabe que el que se conforma con lo que basta sabe levantar el vuelo hacia horizontes amplios y generosos.
    Felicidades por el artículo, muy actual y apropiado.
    Un fuerte abrazo.
    Pedro Motas

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  3. «Prosiguiendo don Quijote, dijo:

    —Pues comenzamos en el estudiante por la pobreza y sus partes, veamos si es más rico el soldado, y veremos que no hay ninguno más pobre en la misma pobreza, porque está atenido a la miseria de su paga, que viene o tarde o nunca, o a lo que garbeare por sus manos, con notable peligro de su vida y de su conciencia. Y a veces suele ser su desnudez tanta, que un coleto acuchillado le sirve de gala y de camisa, y en la mitad del invierno se suele reparar de las inclemencias del cielo, estando en la campaña rasa, con solo el aliento de su boca, que, como sale de lugar vacío, tengo por averiguado que debe de salir frío, contra toda naturaleza. Pues esperad que llegue la noche para restaurarse de todas estas incomodidades en la cama que le aguarda, la cual, si no es por su culpa, jamás pecará de estrecha: que bien puede medir en la tierra los pies que quisiere y revolverse en ella a su sabor, sin temor que se le encojan las sábanas. Lléguese, pues, a todo esto, el día y la hora de recebir el grado de su ejercicio: lléguese un día de batalla, que allí le pondrán la borla en la cabeza, hecha de hilas, para curarle algún balazo que quizá le habrá pasado las sienes o le dejará estropeado de brazo o pierna. Y cuando esto no suceda, sino que el cielo piadoso le guarde y conserve sano y vivo, podrá ser que se quede en la mesma pobreza que antes estaba y que sea menester que suceda uno y otro rencuentro, una y otra batalla, y que de todas salga vencedor, para medrar en algo; pero estos milagros vense raras veces. Pero, decidme, señores, si habéis mirado en ello: ¿cuán menos son los premiados por la guerra que los que han perecido en ella? Sin duda habéis de responder que no tienen comparación ni se pueden reducir a cuenta los muertos, y que se podrán contar los premiados vivos con tres letras de guarismo. Todo esto es al revés en los letrados, porque de faldas (que no quiero decir de mangas) todos tienen en qué entretenerse. Así que, aunque es mayor el trabajo del soldado, es mucho menor el premio. Pero a esto se puede responder que es más fácil premiar a dos mil letrados que a treinta mil soldados, porque a aquellos se premian con darles oficios que por fuerza se han de dar a los de su profesión, y a estos no se pueden premiar sino con la mesma hacienda del señor a quien sirven, y esta imposibilidad fortifica más la razón que tengo. Pero dejemos esto aparte, que es laberinto de muy dificultosa salida, sino volvamos a la preeminencia de las armas contra las letras, materia que hasta ahora está por averiguar, según son las razones que cada una de su parte alega. Y, entre las que he dicho, dicen las letras que sin ellas no se podrían sustentar las armas, porque la guerra también tiene sus leyes y está sujeta a ellas, y que las leyes caen debajo de lo que son letras y letrados. A esto responden las armas que las leyes no se podrán sustentar sin ellas, porque con las armas se defienden las repúblicas, se conservan los reinos, se guardan las ciudades, se aseguran los caminos, se despejan los mares de cosarios, y, finalmente, si por ellas no fuese, las repúblicas, los reinos, las monarquías, las ciudades, los caminos de mar y tierra estarían sujetos al rigor y a la confusión que trae consigo la guerra el tiempo que dura y tiene licencia de usar de sus previlegios y de sus fuerzas. Y es razón averiguada que aquello que más cuesta se estima y debe de estimar en más. Alcanzar alguno a ser eminente en letras le cuesta tiempo, vigilias, hambre, desnudez, vaguidos de cabeza, indigestiones de estómago y otras cosas a éstas adherentes, que en parte ya las tengo referidas; mas llegar uno por sus términos a ser buen soldado le cuesta todo lo que a el estudiante, en tanto mayor grado, que no tiene comparación, porque a cada paso está a pique de perder la vida. Y ¿qué temor de necesidad y pobreza puede llegar ni fatigar al estudiante, que llegue al que tiene un soldado que, hallándose cercado en alguna fuerza y estando de posta o guarda en algún revellín o caballero, siente que los enemigos están minando hacia la parte donde él está, y no puede apartarse de allí por ningún caso, ni huir el peligro que de tan cerca le amenaza? Solo lo que puede hacer es dar noticia a su capitán de lo que pasa, para que lo remedie con alguna contramina, y él estarse quedo, temiendo y esperando cuándo improvisamente ha de subir a las nubes sin alas y bajar al profundo sin su voluntad. Y si este parece pequeño peligro, veamos si le iguala o hace ventaja el de embestirse dos galeras por las proas en mitad del mar espacioso, las cuales enclavijadas y trabadas no le queda al soldado más espacio del que concede dos pies de tabla del espolón; y con todo esto, viendo que tiene delante de sí tantos ministros de la muerte que le amenazan cuantos cañones de artillería se asestan de la parte contraria, que no distan de su cuerpo una lanza, y viendo que al primer descuido de los pies iría a visitar los profundos senos de Neptuno, y con todo esto, con intrépido corazón, llevado de la honra que le incita, se pone a ser blanco de tanta arcabucería y procura pasar por tan estrecho paso al bajel contrario. Y lo que más es de admirar: que apenas uno ha caído donde no se podrá levantar hasta la fin del mundo, cuando otro ocupa su mesmo lugar; y si este también cae en el mar, que como a enemigo le aguarda, otro y otro le sucede, sin dar tiempo al tiempo de sus muertes: valentía y atrevimiento el mayor que se puede hallar en todos los trances de la guerra. Bien hayan aquellos benditos siglos que carecieron de la espantable furia de aquestos endemoniados instrumentos de la artillería, a cuyo inventor tengo para mí que en el infierno se le está dando el premio de su diabólica invención, con la cual dio causa que un infame y cobarde brazo quite la vida a un valeroso caballero, y que sin saber cómo o por dónde, en la mitad del coraje y brío que enciende y anima a los valientes pechos, llega una desmandada bala (disparada de quien quizá huyó y se espantó del resplandor que hizo el fuego al disparar de la maldita máquina) y corta y acaba en un instante los pensamientos y vida de quien la merecía gozar luengos siglos. Y así, considerando esto, estoy por decir que en el alma me pesa de haber tomado este ejercicio de caballero andante en edad tan detestable como es esta en que ahora vivimos; porque aunque a mí ningún peligro me pone miedo, todavía me pone recelo pensar si la pólvora y el estaño me han de quitar la ocasión de hacerme famoso y conocido por el valor de mi brazo y filos de mi espada, por todo lo descubierto de la tierra. Pero haga el cielo lo que fuere servido, que tanto seré más estimado, si salgo con lo que pretendo, cuanto a mayores peligros me he puesto que se pusieron los caballeros andantes de los pasados siglos».

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  4. MI TENIENTE,

    Permítame, releo una de las claves de su acertado pensamiento: “… su patrimonio es inmaterial y va más allá de la posesión de bienes, algo que trastoca las mentes de los españoles desde hace décadas”.

    Consultando un afamado diccionario de una lengua extranjera, leo sinónimos de SOLDADO (Juan): perseverar, seguir adelante, no abandonar, ser persistente, ser determinado, seguir algo y mantenerlo, mostrar determinación, no tomar un no como respuesta, mantenerse firme, sostener, seguir el rumbo.

    Previamente concluí una infructuosa búsqueda en la última edición del Diccionario de la lengua española (Real Academia Española).

    Juan Soldado es poesía, y tomando literalmente su perfecta exposición, pero ello trastoca las mentes de los españoles desde hace décadas.

    Gracias.

    A SUS ÓRDENES,
    Francisco de Javier

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  5. Pido disculpas por la tardanza en contestar pues me estoy fuera, aunque en territorios dónde aún se nota la presencia española, y no es fácil encontrar esto del «wifi».

    Espero que este blog sea su blog «de cabecera», como así me consta. Gracias por su lectura y comentarios, todos con reflexiones más importantes que las del propio artículo.

    Don Francisco, me alegra que coincidamos, aunque le diré que España no irá a pique pues somos más los que la defendemos, aunque estemos más callados.

    Don Pedro me quedo con sus reflexiones, lástima que no vayan por ahí los nuevos derroteros.

    Don Celedonio, gracias por traer aquí a Don Miguel de Cervantes pues «adorna y ennoblece» a este blog.

    Don Julio como vemos la espada y la pluma, fuerza e inteligencia, no se dan la espalda, aunque siempre hay quien quiere enfrentarlas.

    Andrés Manrique.

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  6. Tal vez porque pertenecemos a otro siglo, me es fácil comprender el asombro de Juan Soldado, ante la tesitura de que aquí el más grande es el que tiene el coche más potente, la casa más grande, la chequera más gorda, el chiringuito montado en algún paraíso fiscal y la satisfacción de ser «un gran patriota con gastos pagados». Mi enhorabuena al Teniente Manrique por dar de nuevo en la diana, con la pluma y sin necesitar la espada.

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