Los desastres navales de Santiago de Cuba y Cavite pusieron fin a la permanente  presencia naval española durante cuatro siglos en el Atlántico y en el Pacífico. La Armada española mantuvo las líneas de comunicación abiertas y fue el nexo de unión, el cordón umbilical, de la España peninsular con las Españas de allende los mares. Esta ingente labor no suficientemente conocida y valorada fue posible gracias a los hombres de mar y guerra de la Armada española, hombres forjados en la adversidad y con los que nuestra Patria tiene una deuda aún no reconocida en toda su amplitud. Hoy la historia comienza a hacerles justicia y así en este próximo año de 2017 conmemoraremos el 300 aniversario de la Real Compañía de Guardiasmarinas, centro de enseñanza modélico y del que procede la actual Escuela Naval Militar que recoge todas sus tradiciones centenarias y que  se enorgullece de haber sido la cuna de los oficiales de la Armada desde 1717, fecha en la que  el Intendente General de la Armada Patiño ordenase la creación de la Real Compañía de Guardiamarinas. Desde entonces, con diferentes denominaciones y ubicaciones, la Escuela Naval Militar ha sido y es el único centro docente donde los oficiales de la Armada española reciben la formación científica, humanística, militar, marinera y moral necesaria para el desempeño de sus cometidos a bordo de buques y unidades.

1717 fue un año clave para la Armada española y uno de los mayores  hitos de ese año fue el  que supuso la Real Compañía en la sistematización de la formación de oficiales y el impacto que ello tuvo en la propia concepción de la Armada, en el prestigio que adquirió en diversos campos de conocimiento y en la valiosa aportación de sus alumnos a la creación de instituciones científicas. Ya El 7 de febrero de 1717  se contaba con los 37 primeros futuros alumnos en su mayoría vascos y que habían embarcado en Pasajes en los navíos San Luis, San Fernando, San Pedro y San Juan Bautista, arribando a Cádiz el 13 de mayo.

Con anterioridad a esta fecha los oficiales de la Armada solían proceder, bien del Colegio de Pilotos de San Telmo de Sevilla, donde también aprendían disciplinas militares, como Artillería, bien de los cadetes de Galeras de Cartagena, llamados Guardias de Estandarte, o bien de escuelas navales extranjeras; de hecho uno de nuestros almirantes, Blas de Lezo, nacido en Pasajes, finalizó en 1701 en Francia los estudios de oficial de Marina.

Fue tal el prestigio que la Real Compañía adquirió en escaso tiempo que poco después de establecida la Academia, el Zar Pedro el Grande de Rusia envió a Cádiz 22 jóvenes aristócratas con objeto de formar la plantilla de la Armada de su país que fueron dados de alta en la Academia el 15 de agosto de 1719. También se instruyeron en esta Academia, jóvenes hispanoamericanos en número aproximado de 180, muchos de ellos hijos de españoles desplazados a aquellas tierras con ocasión de destino, o hijos de españoles que habían contraído matrimonio con nativas. Cuba, Argentina, Perú, Colombia, Méjico, Venezuela, Guatemala, Chile, Bolivia, Santo Domingo, Uruguay, Puerto Rico, Ecuador y Honduras enviaron a España grupos selectos de sus juventudes, que deseaban dedicar su vida a la Armada. De Filipinas llegaron cuatro. El mayor contingente vino de Cuba, de donde procedía casi medio centenar y otra cuarta parte del centenar llegó de Argentina. Y es que desde su establecimiento a principios del Siglo de las Luces, la Real Compañía de Guardiamarinas se convirtió en uno de los principales generadores del conocimiento en España, en particular en ciencias como la cartografía, la náutica, la artillería, la meteorología, la geodesia, la ingeniería, la hidrografía, la oceanografía o la astronomía.

La Armada recoge hoy todo este legado y a lo largo de este próximo año son numerosos los actos que se van a realizar para recordar a tan insigne institución. De todos ellos pueden tomar debida cuenta en la página web de la propia Armada. Llama la atención, al menos a mí me lo parece, que en las instrucciones correspondientes de justificación de los eventos a realizar se resalte en demasía la influencia de la Real Compañía en los aspectos científicos, y su influencia en la sociedad española, más que en los propios navales militares. Nada tengo que exponer al respecto por ser absolutamente cierto si bien en este sentido a mí me produce algo de tristeza que siendo evidente cuanto se expresa resulte que hoy ya en el siglo XXI esa sapiencia militar naval se quiera mantener con la adquirida de la Universidad civil cuando es obvio que nunca fue necesaria sino más bien todo lo contrario. El afán político de eliminar todo tipo de autonomía militar alcanza cotas inexplicables. Prueba de ello es la innecesaria adscripción de la ENM a la Universidad de Vigo, asunto del que ya se ha escrito en este BLOG.

En la presentación que hace la Armada de los 300 años de la Real Compañía de Guardiasmarinas se citan algunas de las personalidades históricas más relevantes que en esa institución estudiaron lo que es una tarea evidentemente dificultosa pues fueron muchos los que por ella pasaron y que destacaron en la vida nacional. Así nos recuerdan a Churruca o Gravina en el ámbito puramente militar o a Jorge Juan y Ulloa en el científico. Bien está, más debo decir que pienso que en el devenir de nuestra Patria no veo la razón para obviar al Almirante Carrero Blanco, Presidente del Gobierno, y asesinado por ETA, del que no se dice nada y desde luego echo en falta en el campo de la ciencia a quien fuera uno de los científicos españoles más importantes del siglo XX : el Contraalmirante Otero de Navascués quien hizo de la Junta de Energía Nuclear el tercer centro de Europa en energía nuclear avanzada después del Reino Unido y Francia y sin duda merecedor del premio Nobel. No todo es mirar al pasado y más en concreto al siglo XVIII pues la Armada del presente es heredera de la que se forjó en la ya citada Real Compañía de Guardiasmarinas y tiene un presente que seguro se reflejará en los diversos actos que en este año venidero se celebrarán.

Juan Chicharro Ortega General de División (R.)