Esta historia va de tatuajes. Sucedió hace ya diez, doce, quince años. Tengo una provecta edad y me falla el circuito de la memoria de Papez. Era una de esas noches de guardia toledanas. Invierno. El Hospital, hasta la bandera de catarros y patología crónica. Cuatro de la mañana. La Puerta de Urgencias, petada hasta arriba. Pacientes peregrinando sin rumbo con el gotero por los pasillos. Bronquíticos de cara color azul ahogándose en fluidos propios, llenando ocho boxes de críticos. Un individuo de etnia romaní con un absceso anal quejándose de que el galeno no le ha hecho el tacto rectal. O quejándose de todo lo contrario, ya no recuerdo. Pisa fuerte, Manolo, que paga el Estado. Ya les digo que hace muchos años y tengo una piel tersa y suave como el culito de un niño porque no discuto trivialidades ni guardo en el caché de memoria más que lo justo.
De repente se monta un pollo cuando dos policías traen a un individuo pegando gritos. Está muy alterado. Es delgado y nervudo. Estamos curados de espantos.La Puerta de Urgencias de un Gran Hospital público es la cloaca por la que entran al sistema sanitario infinidad de procesos que terminan judicializados. Malos tratos, farlopa, tráficos, intentos de suicidio, reyertas, de todo.
Me llama la atención el tatuaje que lleva el menda . Es el arcabuz, la pica y el mosquetón. Inconfundible. Un tatuaje borroso, mal delimitado, tiene ya unos años.
El adjunto que me tutela me pasa el embolado. Lleva veinte horas sin parar y le empieza a vencer el cansancio. Me encasqueta a mí el paciente a mí y se dedica a otros menesteres. Yo soy sólo un residente. Intento por medio de los agentes de la autoridad saber qué es lo que sucede. Me dicen que está detenido por xxxx.
Pido a los agentes que le quiten las gemelas. Le digo unas palabras, creo que adecuadas, a esa persona y a los pocos minutos les pido a los agentes que le quiten las esposas.
El resto de su historia clínica y humana, por obvios motivos, no lo voy a contar.
Lo que le pasaba fundamentalmente ése individuo –caballero legionario paracaidista- es que la Sociedad lo estaba tratando como escoria, un vulgar tiñalpa, como un mierda supernumerario. Yo le traté con respeto, con cariño . Como lo que era, un soldado con trescientos y pico saltos, que sólo necesita un mínimo de reciprocidad por parte de ésa “Soziedad” a la que él ha defendido. Y un resbalón lo tiene cualquiera. Necesitaba más un abogado que un facultativo.
Esta carta va de tatuajes. Como el tatuaje que me llamó la atención ésa noche. Hoy día, ves a iconos de la generación actual (futbolistas, jugadores de básquet, atletas) llevando 5, 6,9 tatuajes. A Algunos de ellos no les queda libre ni un centímetro cuadrado de superficie corporal sin tinta. Y debe de haber un motivo antropológico y sociológico en el fondo: tatuarse es una manera de afirmar la “singularidad” del individuo. De distinguirse de entre la masa. ¿Una forma de asegurar nuestra individualidad frente a la turba?. No lo sé. Que deduzcan otros. Que inventen otros.
Lo que sí puedo entender es que algunos tatuajes SI tienen sentido real. Por ejemplo, el de ciertas tribus maoríes, el de un marino que haya dado la vuelta al cabo de Hornos, o el de un soldado como el de ésta historia. El resto, sobra. Como dice el general legionario Dávila,” Aquí no cabe un tonto más”.
Vivimos tiempos en los cuáles, al menos en mi sesgada opinión, los valores morales están mal delimitados. Borrosos. Ese mazdeísmo propio de cuando éramos niños de dividir el Mundo entre “buenos” y “malos” ya no me funciona.
Ahora todo es relativo. Es el mundo del sofismo frente al mundo de los héroes épicos. La eterna lucha entre el hombre espartano versus el hombre epicúreo. Ganan los segundos por goleada. Manda el carpe diem frente al esfuerzo. Lo terrenal frente a lo místico. Ya no hay capacidad de retardo de la satisfacción. Vivimos deprisa y todo tiene que ser “ahora”. Estamos en un mundo con un gran desarrollo de la “teknos” (la técnica), como decían los clásicos pre socráticos, frente a una caída de la “areté” (los valores morales).
El adjunto que me había pasado al paciente lo hizo a manera de castigo, pero en realidad me hizo un gran favor. No le respondí a sus frases despreciativas acerca de “basura legionaria” “absceso pulmonar”, “alcohólico ”, “tinción de Ziehl” , etc. Me mordí la lengua. Por poco me enveneno. Pero no acabé la Residencia y me busqué otro currele. Ahora duermo en sábanas limpias, y por la noche. ¿Echo de menos la tensión de la urgencia? Por supuesto.
Del legía guardo su número de teléfono, sé su último oficio (taxista sin licencia que lleva a lumis de cliente en cliente), y hablé con él hace dos años, aen un barecillo al lado de la plaza Agatángelo Soler. Una cerveza y empatía mutua .Sé que al grito de A MI LA LEGION, tanto él como yo, nos hermanaremos en un fuerte abrazo si llega el caso. Espero, sinceramente, que no haga falta.
Y cuando la Parca nos lleve a todos, sé que hay otro Universo, otra dimensión en la que la gente buena vive gozosa, a los pies de un Cristo de la Buena Muerte compasivo, misericordioso y real. Pero eso es ya otra historia.
Juan Carlos López Corbalán
Blog: generaldavila.com
25 febrero 2017
Atentamente y con el respeto que merezca cada cual
Tengo el cuerpo tatuado
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Tengo el cuerpo tatuado,
Y con extrañeza me miran
Cuando pasan por mi lado
Esos que a nada suspiran.
Los que van poniendo faltas
Y ellos son mucho peor.
Esos que a nada se espantan
Y van sembrando el dolor.
Con miradas repelentes
Cuando ven mis tatuajes,
Lo asocian con lo indecente
Sin saber que es un lenguaje.
Cuajados del sentimiento,
Por los caminos del mundo
Que alegrías y lamentos
Se estamparon muy profundos.
Yo no oculto los tatuajes,
Ni tampoco los enseño;
Ellos tienen su lenguaje
De amargos y dulces sueños.
Sin embargo son la causa
De miradas con desprecio
Cuando por mi vida pasa
Quien va de listo y es NECIO.
Yo no los quiero ocultar
Porque no siento vergüenza,
Ellos me hacen recordar
Pequeñeces y grandezas.
Fue la vida en mi camino
Gravando los tatuajes;
Al mirar no seas cretino
Ellos tienen su lenguaje.
Original de Ramón Lencero Nieto
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Buenos días Doctor,
Leyendo su entrañable relato, ha venido a mi memoria una anécdota que viví en primera persona con un Legionario que había pertenecido al IV Tercio.
Un buen día, cuando ejercía como director de una oficina bancaria, se acercó a la puerta de mi despacho, un hombre al que se apreciaba estar pasando por un mal momento.
Llevaba en su brazo tatuado al Cristo de la Buena Muerte, y por ello deduje su condición Legionaria.
Solicitaba un anticipo de la minúscula pensión para poder comer, que autoricé de inmediato.
Aquel día, me rondó la idea de que habría que organizar alguna Asociación para dar cobertura a éstas personas. Afortunadamente, hoy la Fundación Tercio de Extranjeros se encuentra ejerciendo esa función de una manera admirable.
Reciba un cordial saludo
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Yo sé positivamente que sí hará falta. Basta mirar los signos de los tiempos.
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Bella história .¡¡¡¡VIVE DIOS!!!!
Hay cosas que no admiten comentarios ,esta es un primor.
Un saludo con taconazo.
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Digo, mi respetado y querido General, que todo extraordinariamente precioso, pero, preocupado, sigo sin saber el porqué de no ser digno uno de mis comentarios en tu magnífico blog del que seguiré siendo asiduo seguidor. Con el mayor respeto y aprecio. Carlos
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Mi dirección electrónica la escribo sin ningún inconveniente: carlosdebusbtamante@gmail.com
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Pues puede haber algún error. Suele ocurrir. Un abrazo
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Varias veces en mi vida he topado con Antiguos Caballeros Legionarios a los que he reconocido por sus tatuajes, he hecho la tipica pregunta (Tercio,Bandera, etc..) y enseguida hemos empezado una conversación, donde más de una vez quienes la han presenciado se han quedado extrañados por la cordialidad de la misma, teniendo en cuenta que la misma se ha desarrollado a traves de los barrotes de un calabozo, pero en ese momento no estaban conversando un agente y un presunto delincuente, si no simplemente dos antiguos legías, independientemente del lado que estuviese cada cual.
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D. Juan Carlos, Leyendo el articulo se me han saltado las lagrimas.¡ Viva La Legion y Viva España !
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