LOS VERSOS DEL CORONEL
VELÁZQUEZ
EL BUFÓN LLAMADO DON JUAN DE AUSTRIA,1632. M. del Prado
Los retratos que Velázquez realizaba a los personajes de la corte le servían para ensayar nuevos recursos expresivos con mayor libertad que en los oficiales de la familia real de mayor carga representativa.
En este caso el retrato es del bufón llamado “D. Juan de Austria” el retratado, y aunque se desconoce cual fuese su nombre auténtico, no cabría descartar que en verdad se llamase así según la costumbre de aquella (y de ésta) época de adoptar nombres de “famosos”.
Con vestimenta prestada y que le viene grande, Velázquez lo retrata de general, llevando a tierra parte de sus atributos militares en posible alusión a la decadencia política y militar ya presente. Y la libertad expresiva antes aludida le sirve al maestro para experimentar con la textura de las encarnaciones, de las telas (diluidos los colores hasta parecer acuarela), y sobre todo con la concepción de la batalla naval del fondo (alusión a Lepanto) con una técnica en composición y colorido avanzadísima para su tiempo; asunto éste sobre el que volveremos
EN SIGLOS
(Soneto)
“La más grande ocasión”, la noble gesta,
el gran triunfo en Lepanto de Occidente,
cual pretexto lo toma y simplemente
nos muestra su versión; una obra ésta
donde su maestría manifiesta
en cuadro que divide sabiamente.
Que un asunto sería la evidente,
la jocosa intención de su propuesta,
pues que a tiempo parcial, un trasvestido,
un bufón con un mote extravagante
lo hace general, y así lo planta.
Y el otro, casi al fondo, inadvertido,
¿motivo el principal?, donde brillante,
en siglos su pintura se adelanta.
PABLO DE VALLADOLID, 1632-37. Museo del Prado
Una muestra más del genio del sevillano. Aprovechando, otra vez, que nadie le podría recriminar tomarse alguna libertad en la concepción y composición de esta obra, pues se trataba de del retrato de un “hombre de placer” como se llamaba a los que traban de hacer más pasable la vida a los reyes en su aburrida existencia, Velázquez coloca a Pablo en un “sin lugar”. Un escenario sin fondo ni suelo ni profundidad. Parece que levitara, pero el maestro en un destello genial con un atisbo su sombra, lo ancla y lo sitúa en el espacio.
De viaje por España, Manet escribiría sobre este cuadro:
<<Quizá el trozo de pintura más asombroso que se haya realizado jamás es el cuadro que se titula Retrato de un actor célebre en tiempo de Felipe IV. El fondo desaparece. Es aire lo que rodea al personaje, vestido todo él de negro y lleno de vida.>>
Poco tiempo después pintaría su “Pífano”. ¿Casualidad? LIVIANO
(Soneto)
Un “hombre de placer”, “loco discreto”
mostrado en actitud declamatoria,
pues que así su vida fue, que fue su gloria
distraer a los Reyes en su asueto.
Bien abierto el compás, formal y quieto,
mientras fácil fluía su oratoria
su imagen regaló para la historia,
exiguo el escenario, por lo escueto.
Pues nítida destaca su presencia,
no hay suelo ni pared, y pareciera,
liviano, en el espacio levitara;
y en una muestra más de su sapiencia
-y su sombra la causa quiso fuera-
anclado, firme en tierra, lo plantara.
(Continuará)