LOS PERIÓDICOS Y SU FUTURO. LEER ES SABER General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Hace unos días tuve la oportunidad de tener en mis manos casi todos los periódicos de ámbito nacional que, todavía a diario, se publican en España.

Los leí con avidez, incluso a sus columnistas, quizá lo mejor y más atractivo de sus páginas.

Destacables todas sus secciones, completa y profunda su información, (alguno con sorprendente altura en internacional), es indudable su necesidad para analizar la actualidad con seriedad y mantener sólido criterio. Además es irrisorio su precio comparado con lo que ofrecen. Un café es más caro que el periódico. Increíble.

Leo a diario la prensa escrita, no toda, y hay que reconocer que tenemos unos periódicos brillantes y su nivel de información, cultura y entretenimiento es muy alto. Pero… Ya sabemos lo que ocurre. O no lo sabemos porque nos movemos como autómatas al ritmo no de la prensa sino de unos telediarios convertidos en sucesos y unas redes sociales manipuladas y sectoriales.El futuro de la prensa nacional

El futuro de la prensa escrita es incierto ya que falla lo primigenio, que los niños desde temprana edad vean en casa, a diario, ese periódico que pasa de mano en mano, pieza inseparable de la mesa del cuarto de estar. ¿Todavía hay cuarto de estar?

Lo que hoy quería contarles es muy sencillo. Ese día, con los periódicos en mis manos, me subí a un tren de cercanías de Madrid, un trayecto de cerca de cuarenta y cinco minutos, y los deposité en lugares visibles de uno de los vagones para comprobar si alguien aprovechaba para leerlos. Cinco conocidísimos periódicos situados estratégicamente y al alcance de cualquiera. El tren casi lleno. En un principio sin asientos libres. Conforme pasaban las estaciones había más sitio y los periódicos eran más visibles. Llegó un momento en el que incluso hubo sitio para sentarse. Al comprobar que nadie hacía intención de coger ninguno de los periódicos, me acerqué a por uno de ellos, muy popular, le eché una ojeada y lo dejé en un asiento libre. Mucho más visible.

Terminaba el recorrido (exactamente 47 minutos) y ni ademán de coger un diario, nadie estuvo interesado en su lectura, y les aseguro que estaban bien colocados, muy a la vista.

En ese recorrido fui, disimuladamente, observando a la gente. Había de todos los tipos, júniors y séniors, todos trabajadores y estudiantes del sur de Madrid, a donde pertenecía la línea de cercanías que tomé. Nadie se miraba ni miraba a otro lado que no fuese el móvil. Alguno leía un libro electrónico y solo una persona en todo el vagón leía un libro. Nadie llevaba periódico. Antes repartían en las estaciones unos gratuitos. Ahora, al menos en las líneas de cercanías del sur de Madrid, han desaparecido.

Me bajé decepcionado del tren. Por comprobar lo que ya sabía.

Quién o quiénes son los que conforman la opinión del pueblo español no lo sé. Sí que los años me dicen que autodidactas hay muchos, pero instruidos pocos. Sin leer, estudiar, o profundizar, no se alcanza criterio. Leer no es fácil. Me refiero a leer, es decir, pasar la vista por lo escrito o impreso comprendiendo la significación de los caracteres empleados.

Les recuerdo que esa conocida frase que dice que sobre gustos no hay nada escrito es un monumento a la incompetencia y al desconocimiento. Sobre gustos hay mucho escrito, pero lo que ocurre es que se lee muy poco… y se manipula mucho y a muchos. Por no leer y por no saber leer.

¿Cómo no van a existir fake news o lo que es peor noticias basura? Leer es la única forma de distinguir entre la verdad y la mentira… y poder ser libre.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

8 febrero 2018

 

 

15 pensamientos en “LOS PERIÓDICOS Y SU FUTURO. LEER ES SABER General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

  1. Cierto, mi querido General, leer es saber… y más.
    En mi reciente época de director y profesor de master universitario pos grado, tuve problemas a la hora de evaluar trabajos escritos de los alumnos por la cantidad de faltas de ortografía, mala expresión y peor comprensión de los problemas a tratar; y eso que se trataba de jóvenes licenciados que teníamos que prepararlos para poder trabajar en la empresa privada o administración pública.
    Tuve que recomendar lectura asidua y dar razones por las cuales se debería leer a diario como
    mejor funcionamiento del cerebro, prevención de enfermedades de tipo neurodegenerativas, estimulación del cerebro y reducción del estrés, como algunos beneficios que se obtienen al leer a diario.
    Pero desafortunadamente los españoles no somos mucho de leer. En un estudio se reveló que un elevado % de los españoles no leyó ningún libro en un año.
    Cada vez se ha ido perdiendo más el gusto por la lectura; un hábito que tiene muchos beneficios para el desarrollo intelectual.
    Poseer el hábito de la lectura no es menor. Diversos estudios científicos afirman que aumenta la agilidad neuronal, favorece las relaciones sociales y hasta es capaz de predecir el éxito profesional, entre otros beneficios.
    Por consiguiente, tiene usted más razón que un santo, leer no es una actividad ociosa, contar con este hábito es sumamente benéfico para todas las personas, ya que tiene consecuencias relacionadas con la calidad de vida de los individuos.
    A continuación presento, a mi criterio, los principales beneficios de leer a diario:
    Aumenta la agilidad y estimulación mental
    Favorece las relaciones sociales
    Reduce el nivel de estrés
    Activa el sistema visual
    Podría predecir el éxito profesional
    Aporta conocimiento
    Amplía el vocabulario
    Se tendrá mayor facilidad para aprender idiomas
    Contribuye a la mejora del pensamiento analítico
    Mejora la atención y la concentración
    Contribuye a la mejora de la escritura
    Brinda tranquilidad
    Es un entrenamiento barato
    Y todo lo anterior está muy bien, pero… ¿como salen de la Universidad nuestros jóvenes?
    Este es un problema que repercute en ellos, como el individualismo, la insolidaridad, problemas para trabajar en equipo, poca autoestima, etc.
    Un fuerte abrazo.
    Pedro Motas

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  2. Sobre gustos hay bastante escrito. Recomiendo: Historia de las ideas estéticas en España de don Marcelino Menéndez Pelayo. No está mal para abrir boca. Siempre a tus órdenes , mi general. Agustin Payno

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  3. Estimado General:
    Nada tengo que añadir a los indudables beneficios de la lectura, hábito -por lo que siguen indicando las estadísticas- muy poco extendido en la sociedad española.
    Es cierto, además, que los telediarios son la versión moderna de aquel periódico «El Caso» y que las redes están manipuladas.
    Sin embargo, la falta de lectores de la prensa escrita ¿no se deberá, en parte, a que cojean de la pata política que los subvenciona o dirige?
    Hace algunos años tuve la oportunidad de trabajar en la Comisión Europea. Y anteriormente fui portavoz de mi colectivo profesional. Puedo asegurarle mi General que lo que se publicó en aquellos años se alejaba bastante de lo que yo había dicho. Y las rectificaciones no siempre fueron correctas.
    Eso me hizo concluir, tal vez erroneamente, que si de lo que yo entendía (hablo de aviación y control de tráfico aéreo y más especificamente de seguridad aérea) se publicaban muchas inexactitudes, de aquello en lo que no era experto iba a leer información carente de rigor.
    Evidentemente, si se pueden contrastar diversos medios el riesgo de desinformación queda minimizado.
    Saludos cordiales,
    José Manuel del Pozo

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  4. Hoy con interner no hace falta le er los periódicos. Leemos todo en el ordenador. Yo leo mucho pero es en las obras històricas que me gusta comprar, pero no los periódicos.

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  5. ¡Qué gran tema has sacado a colación, mi General! La lectura. Un ejercicio que solamente puede ser superado por la conversación sosegada con cualquier persona. De todos aprendemos. Del filosofo, del técnico, del labrador o del pastor. Casi tan importante es el leer como el escuchar. Si no estamos muy avezados a la lectura, posiblemente nos enriquezca aún mas la charla. La palabra se refuerza con la expresión. Sin duda, mucho más en el campo con un anciano que sirvió al Rey en Húsares de Pavía u otro no tan viejo que hizo el servicio militar en Regulares1 de Caballería de Larache. O hablar con el jovenzuelo, que ni ha hecho la «mili», te deja el asiento en el Metro. Le dices ¡Gracias!, no estoy tan viejo como me ves, pero te agradezco el gesto, se ve que te han educado en el respeto a los mayores. El muchacho con un gesto de cierto orgullo, te dice: eso lo he mamado en mi familia. La comunicación entre las personas no se pude transmitir con enlaces telemáticos.
    Dentro de este aislamiento electrónico que vivimos o nos mata, palpar el periódico de la mañana de la prensa escrita es el último asidero a los mínimos de comunicación que alimentan intelectualmente al ser humano. Ni la pretensión de Le Monde de llegar a ser un periódico independiente, tampoco se ha llevado con el rigor que sus fundadores soñaron. La vida es así. Mucho más ahora que las cuentas económicas son tristemente deficitarias en los valientes diarios supervivientes. Admiro a la prensa escrita tanto a la que alaga mis oídos, como la que no lo hace tanto. Sabe Dios quien lo dijo: me gustan todos los periódicos: los de partido, los conservadores , los liberales, incluso los que se venden; los peligrosos y despreciables son los que se alquilan. Todavía quedan algunos en EL MUNDO.

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  6. Un magnífico experimento sociológico que podía haber ideado un acreditado sociólogo.
    Nada tiene de extraño, pues aunque muchos lo ignoren, entre las muchas capacidades intelectuales de un militar está la sociología y la psicología prácticas. Si a ello le sumamos el viejo dicho de «sabe más el diablo por viejo que por diablo» los veteranos, como VE, tienen mucho que decir y mucho que enseñar. El solo hecho de que se le haya ocurrido poner en práctica tan original «encuesta» lo corrobora.

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  7. A las órdenes de V.E., mi General.

    Hace ya tantos años que no leo periódicos, que puedo remontarme a lo que algunos llaman período preconstitucional; algo así como si quisieran decir el paleolítico superior. ¿Por qué?. Pues porque recuerdo el momento en que y cómo estalló aquella guerra de papel y se convirtió en lo que un muy ilustre y llorado personaje histórico bautizó como «la perrera». por el escándalo de ladridos, aullidos y mordiscos, y hasta brotes de hidrofobia, con que nos amargaba el desayuno a diario. Cuando ya los enanos comenzaban a salir de sus guaridas y a enseñar los dientes. Cuando cada periódico y revista se convirtió en «La Voz de su Amo», como aquellos antiguos discos de pizarra para gramófono con la foto de una simpática perrita anunciando la marca de fábrica. Cuando por una subvención para ir tirando, los periódicos se convirtieron en panfletos de un sectarismo político insoportable. Cuando alguno, a los asesinatos de ETA llegó a llamarles «ejecuciones». Etc., etc.

    Lo mío siempre fueron los libros impresos, y siempre estoy leyendo como mínimo dos a la vez. Así, si voy de un sitio a otro y se me olvida llevar uno, siempre me encuentro el otro para continuarlo. Me gusta el tacto íntimo, individual, que cada libro tiene, por su tamaño y por su peso; sostenerlo en las manos es una sensación única y entrañable. Es el mejor confidente y amigo, porque no nos oculta nada de lo que lleva dentro. Si antes de terminar de leerlo se nos pierde, siempre existe el recurso de volver a comprarlo. Tampoco me gustan los libros electrónicos, pues es algo frío que me recuerda aquellas antiguas pizarras que utilizábamos los niños en mi época en la escuela, que nos servían como cuaderno para todo. Y si lo perdemos o nos lo afanan en un transporte público, por ejemplo, no hemos perdido un libro, sino los tres mil que lleva dentro, y a ver cómo se puede reponer eso.

    Pienso que no hay mejor ciudad encantada en la que perderse, que una buena biblioteca conseguida y formada por uno mismo a lo largo de la vida. Se puede casi «dialogar» con cada uno de los ejemplares. Todas las disciplinas de la ciencia son imprescindibles, pero la buena literatura narrativa y la Historia, son mis preferidas. Y nada como poder leer a los clásicos directamente en la lengua que fueron escritos. Siempre he pensado que para una mala traducción, mejor la mía. Es como meterse en el pensamiento de quienes los escribieron.

    En fin, que leer es una adicción.

    ¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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