¿CUÁNTO VALE UN LIBRO? LO QUE VALE LA ESPADA General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

<<Alejandro a Aristóteles saluda. No has hecho bien en publicar las lecciones acroamáticas. Pues ¿en qué nos diferenciamos nosotros de los demás si la doctrinas en las que nos has instruido van a ser comunes a todo el mundo? Yo preferiría por mi parte distinguirme por el conocimiento de los bienes más altos que por el poder. Que sigas bien>>.

Verba volant, scripta manent…, la palabra en el libro cerrado no vuela, solo espera que alguien con una mano pase con cuidado las páginas mientras el lomo reposa sobre la otra. Un libro es algo muerto mientras no se abre. Lo son las bibliotecas que encierran la personalidad del que dejó en las estanterías el resumen de sus sueños, sentimientos, su biografía, solo descifrable para los que saben interpretar el jeroglífico del alma.

En el breve plazo de quince días he visto esparcidos por el suelo del Rastro madrileño los libros de las bibliotecas pertenecientes a dos conocidos militares españoles, ya muertos, uno en la Guerra Civil, el otro recientemente. Por respeto no diré sus nombres. Eran dos intelectuales que han dejado mucho escrito; también oculto en el lenguaje que guardaba el recinto sagrado de sus lecturas de toda una vida. Deshechas, arrojadas al suelo en la inquisición del desprecio o de la necesidad.

La Biblioteca de Alejandría

He sentido una indescriptible tristeza, he sentido todo lo que es morir y enterrar el conjunto de sensibilidades que te acompaña durante toda una vida. Separar los libros de una biblioteca personal es un acto tan cruel como separar a dos personas que se aman. Arrojarlos en el recalentado y sucio asfalto para ser manoseados sin piedad ni ternura, es algo más cruel y bárbaro. He sentido dolor al ver esparcidos los libros, muchos dedicados, subrayados, con recortes de periódico en su interior, notas al hilo de la lectura, fotografías, todo cuidadosamente ordenado, durante toda una vida. No me he atrevido a profanar más el repugnante mercadeo que sigue a la muerte. No he comprado nada por querer llevármelo todo, antes quisiera verlo ardiendo que trocear aquellas historias en manos de unos y otros. Precio único. Daba igual las notas de unos folios que los tomos de la Historia de la Legión. Diez euros era el precio de los pedazos de una vida esparcida por el asfalto del Rastro madrileño.

Dicen que la biblioteca de Alejandría era la memoria de la humanidad. Nadie sabe lo que pasó. La humanidad perdió la memoria con su desaparición, como cuando desaparece cualquier biblioteca que alguien ha construido a lo largo de una vida.

<<Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche>>

Borges se quedaba ciego cuando era nombrado director de la biblioteca de Buenos Aires.

La luz se apaga, los libros se cierran; todo se vende y se compra.

Dijo el poeta, dijo el hombre: <<Yo sigo jugando a no ser ciego, yo sigo comprando libros, yo sigo llenando mi casa de libros>>.

Alejandro de Macedonia tenía bajo su almohada la Ilíada y la espada, esas dos armas.

<<Convencido que la Iliada era viático del valor guerrero –y así la llamaba-, llevó consigo la recensión corregida por Aristóteles, que denominan “del arca”, y la tenía siempre con el puñal bajo la almohada…>>.

Al lado del libro la espada. Todo lo valen, pero ninguno vale nada.

Biblioteca del Monasterio de El Escorial

<<Pues ¿en qué nos diferenciamos nosotros de los demás si la doctrinas en las que nos has instruido van a ser comunes a todo el mundo? Yo preferiría por mi parte distinguirme por el conocimiento de los bienes más altos que por el poder>>.

Los libros de las bibliotecas de dos historias importantes de la milicia estaban esparcidos por el suelo del Rastro madrileño. Todos nosotros hemos perdido la memoria. No sé si también la dignidad y tampoco sé a qué llamamos respeto.

Que ustedes sigan bien.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

31 julio 2018

 

10 pensamientos en “¿CUÁNTO VALE UN LIBRO? LO QUE VALE LA ESPADA General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

  1. Nuestra particular biblioteca de Alejandria era la biblioteca del Valle de los Caidos..Hoy cerrada por el odio cerril y vengativo de nuestra izquierda.Esa biblioteca estaba especializada en la doctrina social de la Iglesia.Se pensaba que habia que entender y ensayar nuevas formulas, visto el desastre de las teorias economicas y sociales del marxismo y del liberalismo extremo.Tambien la Falange queria una tercera via.Hoy preferimos volver a las andadas, pensando que solo en las superadas doctrinas citadas estaria la solucion.¡ Que tremendo error! Lo pagaremos muy caro.Ya lo estamos empezando a pagar.

    La nueva barbarie que nos inunda por todos lados impone sus ideas (sic) por la simple fuerza, sin respeto a las leyes.Lo vemos con la salvaje ocupacion de calles por los taxistas.La autoridad, ausente.Es lo tipico de las revoluciones.No queremos conocer la Historia, pues entonces se acabo la cultura y volvemos a la ley del mas fuerte.Salvajismo en estado puro.

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  2. Si, mi querido General:

    Hay libros que pueden convertirse en algo único para nosotros, libros que nos servirán de ayuda en malos momentos y que incluso, se convertirán en amigos que nos acompañarán a lo largo de toda nuestra vida; a través del recuerdo que nos ha dejado o releyéndolo, podemos encontrar a ese eterno compañero que nos ayuda a crecer, a comprender la vida y a entendernos mejor a nosotros mismos y a los demás.

    Porque, un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora; y porque cualquier libro que nos llegue al corazón, que nos ayude emocionalmente, nos puede servir como libro de autoayuda.

    Los relatos de personas que han sufrido, una catástrofe natural, una experiencia, un atentado terrorista o la pérdida de un hijo, nos ayudan a relativizar y a encontrar el auténtico sentido de la vida; nos ayudan a dejar de lado algunas de nuestras tontas preocupaciones, para entender la auténtica profundidad que tiene el camino de la vida, más allá de mil cotidianidades a las que le damos una importancia que realmente no tienen.

    Y es que si queremos libros de autoayuda, investiguemos, busquemos, dejémonos guiar por nuestra intuición, pidamos la ayuda de amigos lectores; hagamos lo que mi querido General, porque podemos encontrar verdaderos tesoros y auténticas joyas con igual o mayor poder sobre nosotros.

    Y, sobre todo, para que los libros de las bibliotecas de dos historias importantes de la milicia no estén esparcidos por el suelo del Rastro madrileño. Y para que todos nosotros no perdamos la memoria, ni nuestros hijos y nuestros nietos tampoco.

    Porque, en definitiva, conservaremos así la dignidad y el respeto a la historia, a la experiencia y a la ayuda a nosotros mismos.

    Un fuerte abrazo.
    Pedro Motas

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  3. Sensacional mi general. Es usted un erudito y poeta profundo. A ver si hacemos más caso a la cultura militar señora ministra y no dejamos perder documentos de alto valor. ¿No hay un Instituto de Cultura Militar?
    Gracias

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  4. Queridisimo Rafa y amigos:
    A mi también me duele lo que cuentas, y creo que se por donde van «los tiros», en este caso a quien pertenecían los libros, y a mi también me produce dolor, pero solo uno de sus nietos (si es quién yo pienso) tenía interés en la biblioteca de su abuelo, ¿académico, verdad? y habiendo muerto este chico, por lo que cuentas veo que su viuda se ha deshecho de la esplendida biblioteca….
    En mi caso «lo tengo crudo»….mi madre dejó una estupenda biblioteca sobre el Primer Imperio de Francia en la que hay libros que son auténticas joyas, datados en el siglo XIX, y también tengo a todos los clásicos, como un Quijote datado en el siglo XVII, que ella con 14 añitos se habia leido porque era la biblioteca de mi bisabuelo que mi madre heredó. Se había leído con 14 años a TODOS los clásicos que tenemos, digo, no ya solo el Quijote….
    Por eso comparto plenamente lo que cuentas, y es un dolor!!!!, al menos para mi…
    Fuerte abrazo a todos,
    ¡¡¡A ESPAÑA Y A MIS REYES SERVIR HASTA MORIR, VIVA LA LEGIÓN!!!
    Esperanza González de Fonseca Marco

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  5. Mi querido General: Gran artículo,lo que cuenta en él es triste e instructivo.Los buenos libros son insustituibles y profundamente necesarios.Estamos en un mundo donde la verdad no interesa y la quieren sustituir por una mal llamada,por falsa y manipulada,Memoria Histórica y por una verdad-realidad «virtual» que se hace y se deshace según qué intereses…Donde se dice una cosa y la contraria…el GRAN HERMANO para traer el NOM? Los libros no pueden morir,ni el alma de nuestros queridos amigos y seres queridos,ni el militar,ni nuestra querida Patria España,perderiamos nuestra identidad y seguirían con la pérdida de la conciencia…La esclavitud…antes morir con dignidad,heroismo,martirio… No nos podemos rendir. Y la Iglesia Católica al borde de un CISMA…No es una casualidad…Todo programado…ALERTA DIOS PROOVERA A DIOS ROGANDO Y CON EL MAZO DANDO. PAZ Y BIEN A sus órdenes!

    Joaquín de Valenzuela Etayo Franciscano Tercero Hermandad de La Legión Cabo del Somaten

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  6. Mi querido General,
    He tenido una verdadera satisfacción al conocer por internet, espero algún día en persona, a un compañero que aprecia el LIBRO como yo, en estos tiempos en que lo común es la superficialidad y la incultura.
    Tengo algo más de 5.000 libros, muchos de ellos escritos y dedicados a mis antepasados, y los más de la historia de España y de las Guerras Carlistas que guardo con cariño, leo y consulto.
    Siempre el mejor regalo que recibo o que admito es un LIBRO y procuro inculcar a los que me siguen esa afición.
    Mi asignatura pendiente es escribir “EL LIBRO” para así cumplir las tres cosas que hay que hacer en la vida: escribir un libro, plantar un árbol y tener un hijo; las dos últimas ya cumplidas, tal vez no he cumplido la primera por ser aún pronto para este viejo soldado con 83 “santiagos” en sus espaldas.
    A tus órdenes y como siempre con un afectuoso saludo me despido con el grito “A España servir hasta morir”
    Luis Montesino-Espartero
    Coronel de Caballería (XIpr) – Marqués de Morella

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