LA LEGIÓN CAMINO DEL CENTENARIO. MI GRATITUD Y MI ADMIRACIÓN A Y POR LA LEGION José María Marín Correa Magistrado del Tribunal Supremo (jubilado)

Inicio estas líneas con un cierto sentimiento de “culpabilidad social”, en el sentido de ir enfrentado con la corriente de desinformación e intoxicación social que sufrimos los españoles desde que un elevado porcentaje de los medios de comunicación social, casi todos los que detentan el poder político en España y quienes se han visto contagiados por ellos, mantienen como criterio cierto el desprecio y hasta el odio contra el bando que fue llamado “nacional” por quienes la vivimos y “faccioso” por otros, para identificar a uno de los contingentes que se enfrentaron en la guerra civil de 1936-1939.

Afortunadamente ese criterio no aparece avalado por quienes han estudiado la contienda con objetividad y libres de perjuicios o de dependencias sin negar que también en la zona conocida como nacional se cometieran crímenes condenables, han puesto de relieve las diferencias no solo cuantitativas (que son innegables) sino también cualitativas de los desmanes y asesinatos perpetrados en cada una de ellas.

Establecidas así las coordenadas de mi personalidad y mis criterios, paso a rememorar aquellos años de mi infancia (nací el 10 de Febrero de 1928) en que conocí, agradecí y admiré a los legionarios. Y en que aprendí a cantar sus dos himnos: el propio de la Legión y el “Nadie en el Tercio sabía”, que cantábamos los muchachos de entonces como propios.

Viví el comienzo y casi toda la guerra civil en Toledo. Me llevaron unos veinte días a Salamanca, a partir del 12 de Octubre de 1936, el verano de 1937 fuimos la familia a Baños de Montemayor (Cáceres), y el verano de 1938 a Ávila. Por tanto viví muy cerca del frente de guerra hasta la ofensiva final que tuvo lugar, en aquella zona en la última decena de Marzo de 1939.

MI GRATITUD A LA LEGIÓN

El día 22 de Julio de 1936, unos milicianos registraron la casa en que estábamos (vivienda de un cigarral, en la que pasamos unas horas por generosidad de sus dueños que habían huido) y con el pretexto de que habían encontrado “armas contra el pueblo”, que eran el sable de uniforme del padre de familia (Médico Militar retirado) y una pistola detonadora, nos pusieron contra una de las paredes de la casa diciendo que había que matarnos. Cuando todo estaba dispuesto para ello, un vecino, también miliciano, llegó y les increpó diciendo que la familia de aquella casa se les había escapado y que nosotros no éramos responsables de nada. Y así nos salvó la vida.

Cuando, semanas después, volvimos a vivir al casco de Toledo, un día en la “cola” de una tienda en que vendían medio litro de leche por persona, asomó entre los botones de mi camisa el escapulario que llevaba al cuello, y la mujer que iba detrás de mí, me dijo algo así como “muchacho ¡guárdate eso, que por menos han matado a gente!”. Eché a correr hasta mi casa, lleno de miedo, y dejé a mi familia sin la leche que me habían mandado comprar.

Mi padre estaba tomando parte de la defensa del Alcázar, y, por tanto su vida, si la conservaba, dependía de la liberación del baluarte. El 28 de Septiembre supimos que fuerzas de Regulares y de la Legión habían entrado en el Alcázar y Toledo estaba “liberado”. Cerca del mediodía,  tuvimos la alegría de volver a ver a mi padre, que había soportado los bombardeos de aviación, de artillería y de cañón, las tres minas y los ataques por tierra. Y más adelante supimos los pocos días que hubieran podido resistir, si no hubieran sido liberados.

De aquellos peligros personales, y de la muerte de mi padre nos libró la Legión, cuya 4ª Bandera llegaba a Toledo diezmada por la resistencia que tuvieron que vencer para entrar en Badajoz.

Nadie dudará del sentimiento de profunda gratitud que desde entonces se mantiene en mi corazón hacia quienes con su amor a España y alentados por su valor y su noviazgo con la muerte, fueron los sujetos activos de esa liberación: los legionarios.

MI ADMIRACIÓN POR LA LEGIÓN

Por aquel entonces, vivíamos en el piso bajo de la casa núm. 3 de la calle de Santa Isabel, camino obligado para ir al Seminario, convertido en cuartel de las fuerzas que estaban de retén en la defensa de Toledo y de las que venían a Toledo a disfrutar algunos días de descanso.  Por tanto, muy frecuentemente pasaban hacia ese cuartel o desde ese cuartel unidades del Ejército, bien como retén, bien para descansar. A todos queríamos, a todos aplaudíamos. Pero la marcialidad de los legionarios, sus mangas remangadas en los días del invierno toledano, sus cánticos de redención “nada importa su vida anterior”, y de amor a España “tendrás como sudario la bandera nacional” de aceptación de la muerte como una novia, eran para nuestras mentes infantiles algo muy nuevo y un ejemplo atrayente.

Y también me enteré de por qué y por quien había sido creada la Legión. Un legendario Coronel, tuerto y manco en acción de guerra. Y cuanto había intervenido el General Franco en su consolidación. Y lo decisivo que fue el heroísmo de los legionarios en su intervención para la pacificación del Protectorado de España en Marruecos.

Más adelante, cuando ya supe oír e interpretar el significado del “Parte Oficial de Guerra del Cuartel General del Generalísimo”, tantas veces ampliado genialmente por las crónicas del “Tebib Arrumi”, veía a los legionarios sufriendo la tremenda guerra de minas de la Ciudad Universitaria de Madrid; o arrastrándose por las tierras andaluzas o trepando por los riscos de la provincia de Santander  y de Vizcaya, o regando con su sangre las aguas del Ebro,  para llevar a tantos y tantos lugares de España y a tantos y a tantos muchachos como yo, la tranquilidad hasta entonces turbada por una situación anárquica, y pan para saciar un hambre, cada vez más extendida en la zona llamada “roja” o gubernamental.

Y, por fin la paz. Y volver a sus acuartelamientos originarios, ampliados con otros en la península. Y sus participaciones, siempre admirables, en los desfiles. Y su veneración por el Cristo de la Buena Muerte.

Y, otra vez, salir de sus cuarteles para defender la paz y practicar tareas humanitarias más allá de nuestras fronteras, haciendo que la Bandera de España ondee con gloria en territorios en que también, como yo, se agradece y se admira a nuestra Legión.

¿Cómo, a mis 91 años, no voy a estar agradecido y a admirar a la Legión?

José María Marín Correa. Magistrado del Tribunal Supremo (jubilado)

Artículo perteneciente a los «testimonios legionarios» publicados en el Blog: generaldavila.com con motivo del Centenario de la Legión.

17 FEBRERO 2019

13 pensamientos en “LA LEGIÓN CAMINO DEL CENTENARIO. MI GRATITUD Y MI ADMIRACIÓN A Y POR LA LEGION José María Marín Correa Magistrado del Tribunal Supremo (jubilado)

  1. A las órdenes de V.E., mi General.

    Este bellísimo y emocionante testimonio sí que es Memoria Histórica Viva auténtica y objetiva. Porque la narra persona de absoluta solvencia e imparcialidad, sin la más remota y leve muestra de sectarismo de ninguna especie.

    Las experiencias que se viven de niños, y más una tan tremenda e impactante como es una guerra, y haberse visto en riesgo de una muerte violenta inminente, permanecen en la memoria para siempre sin que con los años se desvirtúe el recuerdo.

    Muchas gracias al Excmo. Señor Magistrado por esta muestra de hombría de bien, y por compartir tan rica experiencia. Así como al blog de V.E. por hacérnosla llegar.

    ¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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  2. D. José María,
    Se me ocurren muchos adjetivos para describir su excelente testimonio. Si me lo permite, lo calificaría de entrañable y lleno de admiración al Tercio.
    Camino del Centenario.
    VIVA LA LEGION!!

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  3. Sube la moral de los que hemos servido en La Legión ver agradecimientos de personas ajenas a ella.

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  4. Me he emocionado leyendo este testimonio. Cuanta «gente legal» hay en España !. Muchas gracias y un fuerte, pero que muy fuerte, abrazo legionario
    Gral. Zorzo

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  5. De nuevo, camino del centenario, habrán de ser los legionarios los que pongan paz y orden en España.
    «El esplendor y gloria de otros días
    tu celestial figura ha de envolver
    que aún te queda la fiel Infantería
    que, por saber morir, sabe vencer».
    Recuerden lo que les digo, porque llegará.

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  6. Vaya hombre valiente y que experiencias tan extraordinarias. Tenia que ser toledano!. Enhorabuena por este articulo tan bonito.
    Loli, vaya padre que tienes!

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  7. Admirable y emotivo testimonio el de D.José María Marín Correa. Historia viva que jamás se debería olvidar, ya se sabe que todo pueblo que no conoce su historia está obligado a repetirla.
    ¡Por una España Unida! ¡Viva la Legión Española!

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  8. Muchas gracias. Con su permiso y el del General Dávila lo reenvío a familiares y amigos para que conozcan de primera mano las vicisitudes que los españoles de bien, en zona roja, tuvieron que sufrir, y vean la falacia de la malhadada Ley de Memoria Histórica. ¡Arriba España y viva La Legión!. Julio de Felipe

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  9. V.E. ¡Qué grata sorpresa y qué buenos recuerdos me trae a la memoria que tan emotiva evocación haya estado a cargo del Ilmo. Sr. D. José María Marín Correa!

    En mis comienzos en el mundo del derecho, tuve el honor de recibir formación de una gran «plana» de grandes e inolvidables magistrados y mejores personas a los que siempre estaré agradecido, Ilmos. Sres. D. José María Marín Correa, D. Santiago Romero de Bustillo, D. Manuel Teba Pinto, D. Benito Recuero Saldaña, D. Alfonso Martínez Escribano y mi inolvidable maestro y ‘alter ego’, entre otros, en mi carrera profesional Ilmo. Sr. D. Manuel Gómez Burón (q.e.p.d.). Todos ellos, magistrados de la sala de lo Social del TSJA de Andalucía en Sevilla, hicieron escuela y sin ellos, rigurosos y exigentes, lo cual nos exigía un mayor esfuerzo, hoy muchos de nosotros no contaríamos con los conocimientos que adquirimos en la técnica del derecho; pero, sobre todo, recuerdo a aquellos ‘generales del derecho’ como grandes personas y leales servidores de la justicia social.

    Podría dar algunos detalles, pero basta con recordar el entusiasmo con que nos impartían aquellas lecciones magistrales en el marco de jornadas y seminarios formativos. Recuerdo a D. José María gratamente como si hubiera sido ayer como una persona afable y rebosante de humanidad antes de ser elevado al «Estado Mayor del Poder Judicial». Ahora mi recuerdo se ve enriquecido por compartir, además del amor a la justicia, el amor a España, así como el reconocimiento y afecto a nuestras fuerzas armadas, especialmente a la gloriosa Legión Española con motivo de su centenario. Gracias Señoría por esta nueva lección magistral: ¡Viva España! ¡Viva la Legión!

    Diego Jesús Romero Salado
    Abogado y Graduado Social.

    Post scriptum: Gracias D. Rafael por contar con un gran magistrado y mejor persona en su blog. Un fuerte abrazo, V.E.

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