UNA DAMA LEGIONARIA DE HONOR ¿O UNA DAMA LEGIONARIA SIN MÁS? General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Hoy mi testimonio va a ser un poco más largo de lo habitual. Lo entenderán ustedes al terminar su lectura.

He dudado en su publicación, pero como pienso que solo puede transmitir buenos sentimientos me he decidido a ello.

No importa de quién viene este testimonio, solo saber que una anciana me lo mandó cuando yo mandaba la Legión. La había nombrado Dama Legionaria de Honor. Su edad y estado de salud la impidieron venir a recibir su título. Un comandante se ofreció voluntario para llevárselo personalmente.

Había sido enfermera durante la Guerra Civil y estuvo en un hospital de sangre donde atendió a muchos soldados entre ellos legionarios.

Me escribía con frecuencia. Esta es una de sus cartas.

“Hay muy pocas cosas en la vida que te llenen de satisfacción, en un plan jocoso como recordatorio de mi juventud se cantaba “tres cosas hay en la vida salud, dinero y amor, el que tenga estas tres cosas que le dé gracias a Dios”. Yo añadiría “, “y el Honor”. También he oído que cuando hay que cumplir o agradecer es muy socorrido y breve por añadidura: -No sé qué te diga –y en los funerales:-No quiero decirte nada, no tengo palabras.

Ahora me toca a mí expresarme para decirle a Vd. que cuando recibí el Título a mi nombre, con esa presentación, con letra gótica, en color, porque yo en mi vida había visto tal delicadeza hacia mi persona y de la mano de quien viene y si hice algo a favor de unos hombres, sufridos, callados ante muchos dolores, perder miembros y ojos, con su valiente resignación, nos enseñaron que el sufrimiento, mejor callado para no hacer sufrir. La verdad es que no tengo mérito alguno por haber sido una mera espectadora de tanto dolor. Consolé, vendé, di varias veces mi sangre a hombres que no lloraban solamente se les humedecían los ojos y apretaban los dientes. Las enfermeras estábamos como clavadas en el hospital, sin medir la hora y el tiempo.

No había bastantes sanitarios, los médicos y cirujanos iban y venían de Zaragoza a Pamplona, de los pueblos…

Pero volvamos a donde he comenzado. Yo le doy mi palabra, a mi también se me han humedecido los ojos (solo humedecer, General) porque soy legionaria porque Vd. me lo ha hecho saber de su puño y letra y ante tanto dolor y tantos años que el viento se ha llevado, un reencuentro que no se olvida lo que aquello fue.

Muchas gracias Don Rafael ya tengo un lugar en mi casa (el mejor) para colocar el honro que me ha hecho y creo que un día cuando Dios quiera que yo ya no esté en mi casa, mis nietos o bisnietos dirán: -este Título de legionaria, era o es de nuestra abuela que se lo dieron por servir a la Legión y por España.

Solo eso, que para mí será una de las mejores memorias que les deje. Hoy vivo sola, se pierde al marido, los hijos, los nietos, todos tienen su vida, mi casa que estaba llena de alegría, hoy está triste, vacía, llena de recuerdos, hasta llena de soledad. Me paseo por la terraza y voy echando pan para los pájaros y las palomas. Me conocen y vienen a bandadas. Ellas son mi compañía. Mi nieta… trabaja en el hotel… de… Le envío un relato imaginativo que escribí cuando murió mi marido. Se lo dedico. Quise escribir unos versos para la Legión, pero la poesía no es mi fuerte y los rompí. Pero termino con esta estrofa: ¿En quién confía la Nación? En la Legión y de todo corazón.

Un saludo, un abrazo. Muchas gracias por todo lo que se ha molestado por mí. Que sepa que le tengo muy presente.

¡Viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva la Legión!”

 

Este es el cuento que me escribió y dedicó. Juzguen ustedes.

LA SOLEDAD

Había conseguido un empleo fijo, eso me ayudaría a disponer de una vivienda estable y dejar el hostal. Repasé los anuncios de pisos en renta, hasta que en una agencia me ofrecieron uno con condiciones especiales, era para una persona sola y solvente.

Fui examinada y preguntada, con informes, más tres fianzas adelantadas. Por supuesto amueblado. En la entrevista  para ver la vivienda, se personó el dueño, un hombre de unos cincuenta años que me repitió hasta la saciedad las condiciones. El piso para mí, más que suficiente. Después de firmar el contrato, entregar las fianzas y ponerme los rayos x, me invitó a un café donde se explayó para decirme:

-Le dejo caso todo, yo no lo necesito. En el piso vivía mi madre que l final de su vida la tuvimos que llevar a una residencia “de los de la tercera edad”, todos los hijos trabajamos, los nietos también, nos es imposible atenderla, ya le digo, hasta que falleció en la residencia.

Me dio las llaves y le pedí un inventario del que me haría responsable. Accedió. En la mesa del comedor fuimos apuntando, tantos muebles, una vajilla, tantos cubiertos, tanta ropa de mesa y un etcétera muy largo. Al pasar por una habitación pequeña me sorprendió una máquina de coser, plancha, innumerables cajas de hilos, tijeras… El señor me aseguró que él no necesitaba nada de aquello y que ignoraba su uso. En una cesta bastantes ovillos de lana, una estampa con la virgen y agujas para tejer…, el señor me dijo que allí estaban todos los tesoros de su madre y que me regalaba todo lo que había en el pequeño taller de costura, a él no le hacían falta.

Me apercibí de que era un hombre frío y algo ausente del cariño hacia su madre.

Nos despedimos, me deseó suerte, con su tarjeta y el teléfono por si necesitaba llamarle. Me trasladé desde el hostal con mis pertenencias, comenzando mi vida en aquel piso.

Pasaron los días, una tarde de otoño lluvioso volví a repasar en la cesta de los ovillos de lana ya las agujas, parecía todo preparado para empezar una labor. Calculé qué se podría hacer; quizá un echarpe, conté hasta veinte ovillos, más que suficiente… Aquella tarde monté los puntos. Como las tardes las tenía libres, enseguida terminé con el primer ovillo. No di crédito a mis ojos, en vez de papel en que se empezó a devanar la lana se desarrugaron unos billetes de aquellos de diez mil pesetas, conté hasta diez billetes disimulados, dobladitos en el ovillo.

Me dio un vuelco el corazón. Sospeché que quizá hubiera más dinero oculto. Desdevané ovillo tras ovillo y en todos encontré el mismo hallazgo que en el primero. Pero en uno dobladita una nota o vamos a decir confesión o carta firmada por la que creí era de la señora la carta. Leí despacio, merecía la pena, decía así:

-Me han dejado sola, a veces me parece que llaman a mi puerta y corro para recibir al que creo que viene, pero no es nadie, solo el viento que bate una persiana, solo el viento. Están muy ocupados, quiero mentirme a mí misma, no es que me dejen sola. Y los disculpo, otro día vendrán o me llamarán por teléfono.

Estoy sola y alguna vez me caen lágrimas negras, deben ser del rímel que aún me unto en mis ojos que fueron bonitos.

He querido mucho a mi familia, les he dado de todo, hasta mi inmenso cariño que no han sabido valorar. Mis bienes materiales sin medida. Hoy he sacado del banco lo último que tengo. He esperado mucho a que vinieran a verme. La semana pasada me llamó mi hijo por teléfono: “que vaya pensando en ingresar en una residencia”. No quiero irme de mi casa y tampoco que encuentren dinero para pagarla. Lo voy metiendo en los ovillos, no creo que lo hallen. Lo dejo para quien lo encuentre tejiendo mis lanas, se llame como se llame…

Fue un 25 de Diciembre Navidad de 2001

 

Lo recuerdo como el mejor regalo de Navidad.

Las Damas y los Caballeros Legionarios de Honor solo deben diferenciarse de las Damas y Caballeros Legionarios que han formado o forman en las filas de la Legión en el lugar donde lucen el uniforme. Unos lo llevan por fuera, los otros por dentro y todos deben vestir su alma con el Credo de la Legión.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

18 pensamientos en “UNA DAMA LEGIONARIA DE HONOR ¿O UNA DAMA LEGIONARIA SIN MÁS? General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

  1. Queridisimo Rafa, amigos, y simpatizantes:
    – Seré breve, porque me has dejado el corazón en un puño, con la historia de esta Dama Legionaria, como tu dices de Honor, pero un HONOR también habría sido para mis compañeras (estoy segura), y para mí, haberla podido conocer personalmente.
    – Sí quiero añadir, a tu preciosa y emotiva historia, que en Ifni hubo otra gran Dama, a quien casi todos queremos, pero que solo yo sé, ya que tras casi cuarenta años que hace que la conozco, conseguí que hace dos años me confesara, (porque se lo tuve que sacar con sacacorchos), que durante la guerra de Ifni, ella estuvo curando paracaidistas heridos, y muy heridos, mientras los proyectiles le pasaban por encima de la cabeza, porque en Ifni, hubo VALENTÍA a raudales pero no permitieron que fueran Damas de Sanidad Militar, porque excepto para los que estuvisteis en ella, la de Ifni, fue la guerra que no fue, y si iban mis compañeras de entonces, hubiera sido más público de lo que fue, que en Ifni estaban matando CLP, y Tiradores de Ifni, que hicieron prisioneras a esposas e hijos de militares, Y QUE FUE UN HONOR COMBATIR, Y MORIR POR ESPAÑA pero también debió ser un horror, aunque JAMÁS escuché quejarse a ninguno de vuestros compañeros que voluntarios pelearon alli.
    – Pero para quien le interese el tema de Ifni, aconsejo el libro al respecto, de ese excelente profesional de las armas, y también bellísima persona, que es el General Vicente Bataller.
    – Esta gran Dama de que hablo, llena de bondad, caridad con el prójimo, y en definitiva VALORES, que me hace el honor de tratarme como a una hija, que honra todo lo que toca, o representa, no quiere bajo ningún concepto, que se conozca la anónima labor que hizo en la guerra olvidada en que esa unidad hermana de la Legión; la BRIPAC, recibió su HERÓICO bautismo de fuego.
    – Y yo, respeto su voluntad, aunque con dolor, porque es una MUJER tan valiente y ejemplar como lo fue su mismísimo marido, a quién tambien os digo, todos hemos querido, y veneramos su memoria.
    – Pero las renuncias de su marido para gloria y engrandecimiento de La Legión, merecen por si solas capítulo aparte.
    – Él NO ESTUVO, «solamente» EN LA LEGIÓN, EL FUE EN LA LEGIÓN, EN ESE NIDO DE ÁGUILAS QUE SIGUE SIENDO GRACIAS A SACRIFICIOS COMO EL DE SU MARIDO, Y TODOS LOS QUE CON VUESTRA ABNEGACIÓN Y DOLOR, FORJAIS LA LEGIÓN HOY COMO AYER, Y COMO MAÑANA.
    ¡¡ POR DIOS Y POR ESPAÑA A MIS REYES SERVIR HASTA MORIR, VIVA LA LEGIÓN !!

    Esperanza González de Fonseca Marco

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  2. Buenos días, mi General. También a todos sus lectores:
    Precioso relato. No existo forma y modo de expresarme: precioso.
    Supongo muchos de nosotros, entrados ya en años —unos más que otros; pero ya peinando canas—, conocemos o vivimos en primera persona ocurrencias, no solo tristes o dulces, sino ya sorprendentes que hace mucho de pensar y reflexionar de cómo un comportamiento personal puede llevar a situaciones como hoy relata mi General.
    Voy a compartir una situación (no recuerdo ahora si en otra ocasión, y en este blog lo narré. Pero permítanme hacerlo ahora) vivida hace unos cinco años, creo.
    Leo todo lo que sale sobre la División Azul de voluntarios. He conocido y aún conozco a un Divisionario. Por su edad, se encuentra en una residencia y, enocasiones voy a visitarle; pero procuro no dar mucho la nota, porque su hija no le hace mucha gracia. Pero este no es mi historia. Quizá otro día la cuente. Pues bien. Como iba diciendo, me gusta leer sobre el tema y guardo un profundo respeto, tanto, que aquellos días miraba la forma de adquirir algún objeto de la División Azul para conservarlo. Contacté con una persona que me vendía, situando yo el precio, dado que manifestó por escrito no tener ni idea de lo que eso era o representaba: un parche de hombro y un par de medallas. Le ofrecí, creo recordar casi trescientos euros. Él aceptó. Le pregunté cómo lo había conseguido y si tenía algún conocido o familiar que haya estado en la División Azul. Me dijo que no. Me dijo que era celador de un hospital (no diré el nombre ni ciudad para preservar el anonimato) y atendía a un abuelo ya moribundo que agarraba con sus manos aquellos objetos que le acompañaron desde que pasó por la División Azul. Aquellos qué, aún siendo materiales para el Celador y de poca importancia —que luego si lo fueron—, para él eran de suma importancia en su vida. No los soltaba y siempre los llevaba con él. Cuando este falleció, el Celador me contó que sus allegados se los arrancaron —literalmente— de sus manos, y aquellos tres objetos, simples para ellos, los arrojaron al cubo de la basura que se encontraba en su habitación. Cuando ya se llevaros al abuelo Divisionario, él, se acercó y los recogió. No sabía que hacer con ellos y se le ocurrió ponerlo a la venta en Internet.
    Al final no me los vendió, porque le pareció poco dinero el que le ofrecí; en fin.
    Hay cosas en la vida, que por muy insignificantes que parezcan, representan un sentimiento crucial —digámoslo así— en la vida, o en un episodio de la vida de aquella persona; y, aquellas personas, las que forman parte de sus vidas, sabiéndolo, deberían tener cuidado y darle importancia.

    Excelente artículo, mi General. Siempre tan objetivo.
    Reciba un saludo muy cordial.

    Víctor Fraga, guardia civil y soldado.

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  3. Mi General. No me da vergüenza confesar que ahora mismo tengo un nudo en la garganta los ojos humedecidos por lágrimas que quiero sujetar. Este relato es tan triste y y hermoso como humano a la vez, es así que yo lo he encajado.

    Atentamente y a la orden: Ramón Lencero Nieto=Rogaciano Goana Nelson

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  4. Mi respetado general. Ante todo gracias por compartir las profundas vivencias y reflexiones de todos aquellos valientes que se atreven a desnudarse. Solo añadir que, Dios está ahí. Esperando con los brazos abiertos a que acudamos los que estamos cansados y agobiados. La vida es un camino duro. El desapego y el despojarse siempre están presentes, de una manera o de otra en todas las etapas de la vida. Y como decía santa Teresa, quien a Dios tiene, nada le falta. Rezo por todos nosotros y sobre todo por aquellos que nobles y generosos han dado lo mejor de sí mismos a lo largo de su vida

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  5. No somos pocos los hijos de enfermeras que pasaron buena parte de la G.Civil, la más incivil de las guerras, en hospitales de sangre dando lo mejor de su juventud. Orgullo de hijo por supuesto.
    El relato de esta Dama Legionaria muestra con crudeza el dolor infinito de una madre al sentir el tremendo golpe del desagradecimiento de un hijo. No se entiende bien no tener tiempo para quien te lo dió todo, además de la vida.
    Me gusta pensar que son casos aislados, pero las residencias de ancianos están llenas de madres y abuelas.
    Algo estamos haciendo muy mal, rematadamente mal.

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  6. Impresionante relato, los dos, el primero y el segundo, Gracias General Dávila :
    Un afectuoso saludo.

    !!Viva España !! !! Viva el Rey !! !! Viva las fuerzas Armadas Ejército y la Legión !!

    Josefa López del Moral Beltrán

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  7. Mi General, como Legionario de Honor —probablemente de los más antiguos, pues me nombró el General Gimenez Henriquez en abril de 1977—
    José Ortega Munilla, académico e Ilustre periodista y padre del universal José Ortega y Gasset, fue el primer Legionario de Honor, nombrado por el propio Millán Astray.

    En efecto, el 23 de diciembre de 1920 el Excmo. Sr. D. José Ortega Munilla se filió al frente de la legión formada en su honor. Firmó la filiación el Jefe del Tercio Millán Astray y la autorizó el Comandante General de Ceuta General de División Bernardo Álvarez del Manzano. Terminada la filiación como legionario, Millán Astray pronunció las siguientes palabras:

    “El señor Ortega Munilla jura con nosotros por tener el corazón de legionario y por ser la más brillante pluma que defiende al soldado, y contrae el compromiso de engancharse para toda su vida. Legionarios: Saludémosle, con la venia del Comandante General, con los vivas siguientes: ¡Viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva la Legión!”

    La agrupación que presido entiende que esta “filiación honoraria” debe considerarse el primer nombramiento de Legionario de Honor y por ello hemos puesto tan ilustre nombre a nuestra agrupación.
    Los actuales Legionarios de Honor nos sentimos orgullosos y herederos de Ortega Munilla porque queremos igualmente, tener corazón de legionario y —contraemos como el— el compromiso de engancharnos para toda la vida.

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  8. Mi General. Un relato precioso el de la Sra. Dama Legionaria, y otro muy triste sobre la soledad. La soledad es el gran tema de ahora, hay demasiadas personas solas, olvidadas de su familia, siento que todo lo que se ha adelantado en tecnologías, lo hemos perdido en calidad humana. Saludos.

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  9. Así es porque así debe ser respetando la voluntad de nuestro fundador y así os lo he hecho ver en mis artículos y testimonios como el que hoy publico. Ser legionario de Honor significa formar parte de la Legión y formar y conformar la Legión de apoyo a la vanguardia legionaria.
    Mi admiración hacia vosotros.

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  10. Buenas tardes;

    No es solamente el señor Lencero Nieto quién tiene la vista nublada por las lágrimas. Juraría que somos más de dos y más de tres los que estamos en el mismo caso, por la anécdota real y por la carta de esa Dama Legionaria, y también claro está por el cuento que incluye y que ella debió escribir con amargura y realismo, desgraciadamente.

    Supongo que casi todos los que leemos éste blog tenemos hijos, y muchos incluso nietos y entendemos de su soledad porque en cierta manera, y por buenos y comprensivos que sean los hijos, vemos nuestro futuro con una cierta aprensión porque el ritmo de la vida ha cambiado, y ya no existen las condiciones en las que vimos morir a nuestros abuelos y a nuestros padres.

    Las casas eran grandes, no tan cómodas quizás como ahora, pero había espacio y personas que no eran sólo empleadas, eran parte de la familia, y que ayudaban a cuidar a nuestros mayores casi con el mismo cariño con el que lo hacíamos nosotros, los hijos y nietos.

    Ahora los ancianos están solos, el que puede se arregla para estar atendido en lo doméstico, pero falta el cariño, falta la emoción que puedan compartir con sus propios descendientes, a veces los hijos y nietos viven lejos, tienen sus trabajos que les ocupa buena parte de la jornada, y les cuesta sacar tiempo para compartir esos últimos años en los que ya poco o nada necesitan en lo material esos ancianos, lo más importante para ellos es el cariño y la cercanía de sus personas queridas, y es precisamente de eso de lo que más precisan, y lo que más echan en falta.

    Yo agradezco a Dios que mi abuela muriera en brazos de sus hijas, y con prácticamente todos los nietos a su alrededor, y como soy hija única con sólo un hermano varón vivo, estuve al lado de mi madre hasta su último aliento y al menos una de sus nietas, quizás la más querida para ella, a mi lado.

    Los años van pasando, y estamos en primera línea, y no vemos nada claro cual puede ser nuestra situación cuando llegue nuestra hora. Por eso nos emociona tanto la historia que nos cuenta hoy, no sólo por la admiración que nos produce, sino porque desgraciadamente no sabemos lo que nos espera y comprendemos a la perfección los sentimientos que expresan esa carta y lo que se puede deducir de ella.

    Ese cuento que esa Dama escribió y le dedicó nos llega al alma, y le damos las gracias por compartirlo, como una muestra más de su generosidad para con todos los lectores del blog. Que Dios le bendiga.

    Mi agradecido y afectuoso saludo, General Dávila

    Margarita Alvarez-Ossorio

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  11. Con permiso de Vuecencia, mi General. Conmovedora historia, he tenido la suerte de conocer a Voluntarios de la División Azul, Paracaidistas y Legionarios que lucharon en Ifni y miembros de Las Fuerzas Armadas que lucharon en la, hoy oculta y olvidada, guerra del Sahara.
    Entre todos ellos estuvieron Las Damas de la Sanidad Militar corriendo los mismos riesgos, o casi, y a las que no debemos olvidar. Los Legionarios también lloran y se emocionan. ¡Arriba España y viva La Legión!. Julio de Felipe

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  12. Ha sido uno de los testimonios más entrañable que he tenido la oportunidad de leer. Qué maravilla!.. Un fuerte abrazo legionario para todas las damas legionarios de honor y para todos los caballeros legionarios de honor
    Enviado

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  13. Apreciado General Dávila.

    Entrañable su testimonio, conmovedora la narración de la Dama Legionaria y muy enriquecedoras las aportaciones que han realizado muchos de los participantes de este blog.

    Como bien apuntaban Dña. Margarita de Armas y D. Lencero Nieto, muchos somos hoy los que tenemos la vista empañada por las lágrimas ya que, al leer estas historias y aportaciones, muchos son los sentimientos encontrados que las provocan: honor, abnegación, compromiso, entrega, sacrificio, soledad… de esos héroes anónimos que, como la Dama Legionaria de su testimonio, o como el padre Huidrobo (del que nos hablaba en una entrada anterior de su blog), lo entregaron todo en el auxilio de sus semejantes, sin esperar nada a cambio.

    Testimonios, historias que hablan de la Grandeza de España y de la de tantos de sus hijos.

    Expresarles mi gratitud a todos ustedes por hacerme partícipe de sus conocimientos.

    Pedro Dalmau

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