TOLEDO

3.- POSTALES

          Convento de Santa Fe

 Si bordeamos la Puerta del Sol por su parte circular y continuamos ascendiendo por la pendiente veremos a pocos metros la “Bola del Miradero”, un toledano más, una esfera granítica sobre un pilar en la que comienza una valla metálica que protege al viandante del vacío a su izquierda, más acusado según subimos; y unos cien metros más arriba le sorprenderá una estatua que el Ayuntamiento de Toledo ha dedicado a uno de sus más famosos y queridos vecinos, cuyo nombre está en le mente del lector.

 Un sencillo pero expresivo monumento que a pie de calle, de cuesta más bien, rememora las fulminantes ascensiones del deportista a las más duras cotas del Tour que ganó en 1959; volveremos sobre ello.

 Es ahora la costumbre el acercar los próceres a los simples mortales poniendo a su altura las estatuas, antes sólo al alcance de las palomas; y la cosa está bien, y sobre ello, también, volveremos; pero como cafres y energúmenos los hay a montones, he aquí que por dos veces los “huesos” del ciclista han ido a tierra, literalmente. ¡Que ya hay que ser animal, con perdón de los animales, para hacer eso! Pues lo han hecho, por dos veces, y ¡aquí no pasa ná!, ni se investigan los autores, por supuesto.

 Pero dejemos al buen Federico subiendo su interminable Galibier toledano y centrémonos en la postal de hoy inmediatamente cercana, el convento de Santa Fe, que por muchos años ha sido centro de enseñanza, y que ahora alberga el Centro de arte moderno y contemporáneo de Castilla la Mancha, con lo que eso conlleva. Si su contenido es el que es -para gustos, los colores- merece la pena ver el continente.

En su origen, los Palacios de Galiana donde Alfonso VI huyendo de sus hermanos y antes de reconquistar la ciudad estuvo acogido por su “amigo” Al-Mamún. ¡qué cosas, y que tiempos- fueron construidos sobre edificaciones romanas, después visigodas y formaban parte del Alficén, el cinturón amurallado que protegía la ciudad por ese lado y eran de una enorme extensión. Una pequeña parte fue cedida por Alfonso VI a los francos tras la toma de la ciudad; Isabel la Católica igualmente lo hizo con las Comendadoras de Santiago en la persona de Beatriz de Silva, dama portuguesa luego santa  para fundar el convento de este nombre que aún existente; parte de aquellos han acogido la Biblioteca Municipal y otras el colegio aludido, cuya superficie es ocupada la actualidad por el centro de arte antes referido.

 En fin, un impresionante edificio- un conjunto de edificios más bien- que ha se ha ido modificando para atender a las necesidades de sus ocupantes y que no obstante y en gran parte visitable presenta muestras  sorprendentes de su arquitectura que se han ido desvelando a través del tiempo.

 Vaya hoy mi soneto como pequeño homenaje  al “Colegio de la Ursulinas” de profunda y nostálgica evocación entre tantas familias toledanas.

 A ENSEÑAR (18)

(Soneto)

 Pues los francos, de Alfonso coadjutores

en la toma y gobierno de la Villa,

reciben un solar para capilla;

le llaman Santa Fe los fundadores.

 

Calatravos, después sus moradores,

caballeros de Cruz, espada y silla;

la vida monacal, llana y sencilla

ven sus muros los siglos posteriores.

 

De arte y más de un bodrio hoy anfitriones,

lo fueron de las Madres Ursulinas

que a enseñar sus esfuerzos dedicaron.

 

Y mil, de toledanas, promociones,

aún guardan en sus almas y retinas,

do al saber y la vida se asomaron.

A María José.