A  LOS  CALLEJEROS  NO  LES  GUSTAN  LOS  MILITARES. Enrique López-Sors Vergara, Coronel de Infantería (R), Diplomado de Estado Mayor

Me encuentro en La Coruña, ciudad de mis preferencias; aunque no sea la natal, si lo es de mis mayores por la línea paterna; aquí yo cursé el bachillerato y dicen los sociólogos que esa etapa es determinante  para el sentimiento de la procedencia de uno; a lo largo de mi vida profesional poco tiempo he estado destinado aquí, sólo un par de veces con ocasión de ascenso y por poco tiempo, más bien como «parada y fonda» con vistas a otro destino. El caso es que la ciudad me gusta, me muevo por ella saboreando recuerdos y con ellos a personas que ya no están entre nosotros, y me parece que yo casi tampoco debo estar porque ya nadie – o casi, para no ser tajante,  – me conoce directamente, por lo que en ese punto me siento extraño o forastero, pero si se producen algunos saludos de personas que me relacionan con mi hija neocoruñesa y su «tribu»; o sea, que soy un muerto viviente pero no muerto del todo: vivo y soy
reconocido a través de mis descendientes; el Ministerio de Hacienda  preferiría el «difuntiño» total por eso de la pensión pero que se fastidie ya que me paga menos de lo que me asignó el Boletín Oficial, merced a esa tremenda injusticia llamada «Pensión Máxima» que iguala a todo quisqui pero a unos la merma es mayor que a otros, con el resultado de que preparación, estudios, , esfuerzos, entrega, sacrificios, diplomas, cursos, años de servicio, cotización, etc., son humo y lo que cuenta al final es esa pensión máxima para todos igual; un filosofo, creo que fue Ortega, dijo algo así: «tan injusto es que seamos desiguales en lo que tenemos que ser iguales como seamos iguales en lo que tenemos que ser desiguales»; lo cual me lleva a elucubrar si la misma regla se aplica a los señores políticos.
Me disculpo por esta divagación más o menos sentimental y entro en la idea inicial que me impulsó a pensar en lo del callejero y escribir algo sobre ello.
El punto de partida está en los  paseos y en otros movimientos que hago , por esta ciudad, observado que, como en todas, los callejeros han sufrido el barrido de la memoria histérica y han eliminado a todos los militares que  figuraban en las placas; bueno, no todos porque se ha salvado el capitán Troncoso; se podía esperar un patinazo   municipal al estilo de la alcaldesa que hizo fascista un almirante que dejó este mundo antes de que naciera ese movimiento político; pero no, debe haber un asesor histórico en el Ayuntamiento que advirtió que Troncoso no era franquista ni enemigo del pueblo: si era un militar que arribó como pudo a La Coruña tras el fracaso de la Armada Invencible; debió suponer que los ingleses lanzarían sobre España una Contra-Armada aprovechando la debilidad consecuencia de las graves pérdidas sufridas por la Invencible y además el ansia de siempre de hacerse con un puerto en el norte de la Península Ibérica, de modo que impulsó la defensa con la construcción de  fortalezas y baterías  en la bahía para defender el puerto, como también una muralla frente al mar; y se produjo el ataque previsto por el capitán Troncoso pero la ciudad rechazó al atacante y en ese combate una mujer, conocida como María Pita, entró en la Historia  con paso firme y olor a pólvora.
Me ha sorprendido la eliminación del cabo Santiago Gómez de la importante vía que llevaba su nombre. Un individuo de tropa, a mi modo de ver y -considerando además que por algo se rinde homenaje al  «soldado desconocido» cuya tumba está rebosante de héroes –  , enriquece un callejero plagado de capitanes, coroneles y generales; encima, encaja con el populismo imperante en la casta política ahora en el poder que seguramente considerarán al soldado o marinero de reemplazo como ciudadano forzado  a vestir un uniforme y emplear armas en beneficio de la oligarquía en el poder; no sé como tomarán que en estos momentos está volviendo a implantarse el servicio militar de diversas formas en países muy democráticos, principalmente  nórdicos.
A esta eliminación de personajes pertenecientes a la milicia, se agrega una variante: limitar la supresión al empleo militar; supongo que habrá más casos pero solo expondré los dos que conozco. Al comandante Franco, hermano de quien todo el mundo sabe, lo cambiaron a «Aviador Franco» en no sé qué población; cierto que era aviador, no le podrían poner bombero ni escultor, pero de lo que se trata es de que ni «huela» a militar. El otro caso que aporto encima es risible, aún más con la incultura histórica,  y demás disciplinas tan general  hoy,  pero aquí lo está el hecho: un colegio o instituto de alguna población andaluza lucia  el nombre de «Gran Capitán» que fue cambiado por «Gonzalo Fernández de Córdoba», y se quedaron tan contentos; y seguramente los poco instruidos alumnos no sabrían quien era uno ni otro.
Es curioso que esta tirria no quede en los militares franquistas o posibles pretendientes a serlo como el Gran Capitán o el antes mencionado almirante. Parecería lógico que los ideológicamente afines al bando perdedor de la guerra civil, aprovechara la oportunidad de alcanzar el poder político en varias ocasiones para dedicar placas a sus militares y a sus héroes – que sin duda los habría –  pero no: ni generales de reconocida categoría como Rojo o Miaja, por citar algunos, ni de los no procedentes de la carrera militar como «El Campesino»o Líster merecieron ese honor.
Otro aspecto curioso de esta cuestión es que por parte de la izquierda más radical  se otorgan rangos militares a quienes no lo han sido de profesión ni de formación, salvo el venezolano Chaves; ahí están el comandante Castro, el comandante «Che» Guevara, el subcomandante Marcos…; alguno de ellos en alguna población han sido dignos, según sus munícipes, de figurar en el callejero local.
Pues como los callejeros los hacen los políticos, la deducción es que a los políticos no les gustan los militares; a todos los políticos, sea cual sea su postura ideológica, salvo cuando necesitan recurrir a ellos por alguna razón; se exceptúan normalmente familiares y amistades acrisoladas. A modo de ejemplo recordaré la diablura que le hizo un micrófono abierto al Sr. Rajoy, Presidente del Gobierno en aquel momento, cuando este soltó aquello de «vamos a ver el coñazo del desfile»; podía haber justificado su ausencia alegando una terrible tromboflebitis hemorroidal,  por ejemplo. Los militares agradecimos su sinceridad ya que no abundan los políticos sinceros.

Tras lo expuesto, se deduce que el título de esta reflexión debería ser «A los políticos no les gustan los militares». Como me pareció algo fuerte, empecé con los callejeros para llegar razonadamente a esta conclusión sin escandalizar a los pequeñuelos con una entrada tan contundente; pero la recíproca es cierta con las excepciones antedichas: lamentable.

Enrique López-Sors Vergara, Coronel de Infantería (R), Diplomado de Estado Mayor

Licenciado en Geografía e Historia.

Blog: generaldavila.com

23 julio 2020

 

 

 

10 pensamientos en “A  LOS  CALLEJEROS  NO  LES  GUSTAN  LOS  MILITARES. Enrique López-Sors Vergara, Coronel de Infantería (R), Diplomado de Estado Mayor

  1. A las órdenes de V. I., mi Coronel.

    Con los «cambios de nombres» en los callejeros de todas las ciudades, pueblos, aldeas y apeaderos de nuestra España durante estos años de república coronada, podría escribirse toda una antología de la ignorancia y del disparate.

    Enumerar todos los casos requeriría años de investigación y recopilación. A un servidor, siendo chuscos todos ellos, uno de los más ilustrativos de la «cultura» y del coeficiente intelectual medio de los políticos, municipales y no municipales, es el de un pueblo, también del Sur, Bailén, en el que a un Instituto de enseñanza media con el nombre de «19 de Julio» (en recuerdo de la famosa batalla contra la Grand Armé de Napoleón), toda una corporación, de izquierdas, por supuesto, propuso borrar ese nombre, también «pofasista», como alguien escribió en un papel.

    Me gustaría que surgiera un movimiento del mundo de la cultura, que hiciera la caridad de alfabetizar a tanto vividor ignorante y vago como se nos ha colado en nuestras vidas y nos las está amargando.

    ¡¡¡Viva España!!!

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  2. Mi Coronel. Con el debido respeto, a mi modo de entender su ilustrado y veraz comentario. Usía es demasiado respetuoso con quienes NO lo merecen, y es ahí donde ellos y ellas, ellas y ellos se sienten fortalecidos.
    Saben que los militares NO suelen salirse del respeto acreditado, aún viéndose rechazados por “los bastardas y las bastardos” que ocupan puestos inmerecidos. Pero como yo soy clase de tropa, o quizás tropa con clase, me permito expresarme sin temor a lo que piensen de mí los que tergiversan la historia de esta manera tal criminal como lo vienen haciendo las derechas cobardes y las izquierdas oportunistas, chantajistas y vengativas.

    Siempre a la orden para la defensa de ESPAÑA COMO NACIÓN ÚNICA E INDIVISIBLE

    A quienes corresponda y se salve el que pueda, NO el que quiera

    Este encabezamiento figuraba en el muro de San Julían en la Capital de Málaga, allá por los 90, entonces me parecía algo NO justificado, pero ahora, en estos momentos hasta me parece cursi, si nos paramos a pensar de una manera objetiva y razonable haciendo honor a los hechos.

    Putas al poder que sus hijos ya están
    ——————————————————————————————————
    Putas al poder
    que sus hijos ya están,
    eso ponía en un cartel
    del Muro de San Julián,
    recuerdo el periodo aquel
    con aires de libertad,
    aunque su tiempo se fue
    hoy lo quiero requebrar,
    porque nunca olvidaré
    aquella peculiaridad.

    Que se me quedó gravada
    en la memoria caliente,
    las palabras auspiciadas
    por la sociedad doliente
    con letras grandes y orladas
    sin los secretos latentes
    de la personalidad errada
    y la mentalidad hiriente
    como las que están alzadas
    aprovechando esta peste.

    Comenzaba este fandango
    de tan negra oscuridad
    empezando a oler el fango
    que trajo la “hurtoridad”
    de los que mueven el barro
    dentro de la suciedad
    promovida por los guarros
    hechos en la impunidad
    que vienen dando descaros
    y enfrentando a la sociedad.

    De esta España que camina
    con rumbo a la perdición
    por las mentes que rechinan
    despreciando la RAZÓN.

    España día 22 de julio 2.020

    Ramón Lencero Nieto

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  3. Buenos días mi Coronel:
    Real como la vida misma. Pero lamentable y tremendamente inculto.
    Y a pesar de las buenas intenciones de mi colega Sr. Hervás «alfabetizar a tanto vividor ignorante y vago» sería misión imposible. Son demasiado burros. Y perdón por nombrar a ese noble animal que me cae mucho más simpático que la mayoría de los políticos.
    Recopilar todos los casos en los que los políticos de izquierdas, creyendo borrar vestigios de la verdadera memoria histórica, han metido la pata hasta el corvejón daría para escribir un libro en la línea de la antología del disparate.
    Terminaré con un ejemplo que conozco:
    En Palma de Mallorca, en la zona de Son Armadans, se encuentra el Centro Aragonés -que he tenido el honor de presidir muchos años-, exactamente en el número 8 de la calle Soldado Marroig -hoy Enric Fajarnés-.
    Pues bien, nada tuvo que ver el citado soldado con el bando nacional en la guerra civil. Sino que se trata de alguien que vivió en el siglo XVIII.

    ¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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  4. Enrique un aplauso, me he reído con ganas, conozco tu ironía y por lo tanto lo esperaba. Cuentas cosas muy curiosas y los pobres gallegos no son culpables del todo.
    La incultura en España es así, al menos, en los que deciden el nombre de una calle, tanto al ponerlo como al quitarlo
    A los políticos, con minúscula, desde luego no les gustan los militares, y casi podríamos decir, casi, que a nosotros ellos tampoco .
    Un abrazo y continúa escribiendo, Gracias.🇪🇸🇪🇸🇪🇸

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  5. Pues sí; mi amigo Luis acaba más arriba de dejarme sin la idea que tu comentario me ha sugerido; se lo perdono por la amistad que nos une, que cristalizó en un unas charletas en Zaragoza y que nos vino por vía marital; ellas, «de la ursulinas» en Toledo -cuestión que aquí imprime carácter- con lo cual no cabe discusión posible.
    Pero a lo que vamos, repito con Luis: Si a los políticos no le gustan los militares; A LOS MILITARES NO LE GUSTAN LOS POLÍTICOS. Tú mismo has señalado las honrosísimas excepciones.
    Y terminaré por presentarme, aunque si visitas el blog ya me habrás calado: Félix, infante de la XXIII. Si tu número es más bajo quedo «a tus…en el primer tiempo»; si es más alto, «puedes bajar la mano»
    Un abrazo, y sigue escribiendo

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  6. Y abundando en el anecdotario que «los habituales» van desgranando para poner en ridículo lo que ya lo es por sí, aunar sectarismo e incultura quisiera, si me lo permitís, aportar un trabajillo de 2008 al sucedido que revive el amigo Rafael; ya entonces, la noticia estaba extraída «de la prensa de 10 de abril de 2008»
    <>

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  7. Casi me ofendo Félix, pero no te preocupes, por supuesto que nos unen las Ursulinas y ese es el motivo, de nuestra felicidad .
    Puedes bajar la mano, eres amigo, además si quieres te diré mi número , es el 3497. (míralo en tu sable). Mi promoción es la XI, está ya amortizada y yo también.
    Por cierto, también es de mi promoción, el autor del magnífico relato de hoy. Quedamos pocos , pero daremos guerra el tiempo que Dios quiera.
    Don modesto, eres un magnífico escritor y además, casi todo en verso. Un abrazo, Luis. 🇪🇸🇪🇸🇪🇸

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  8. A José Manuel Del Pozo: Gracias, por leer mis comentarios y encima, lo apruebes.
    Por lo que dices hoy, parece que eres ARAGONES, si es así, somos paisanos de lo cual me alegro, y si no, pues un abrazo y aquí me tienes a tu disposición..🇪🇸🇪🇸🇪🇸

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