LA AUTORIDAD DE AZORÍN EN LA CUESTA DE LA VEGA Rafael Dávila Álvarez

Cuando uno escribe hay que hacerlo a diestra y siniestra y si no mejor paseas, que a nadie le importa lo que tú cuentas.

Pues eso; paseaba en coche por la Cuesta de la Vega, despacio que a pesar de las curvas el paisaje es de ver por amplio y verdoso. Tres coches delante que se detienen; el primero es de la policía nacional, pero sin luces encendidas, sin aspavientos sonorosos ni luminosos, y la razón de la paradita, en plena cuesta, dirección única, capacidad una, es que, sin bajarse del coche, le piden los papeles a un emigrante de los muchos que por allí te indican donde hay un hueco para aparcar a cambio de una moneda. El parón se convierte en atasco, pero a la autoridad eso al parecer le importa poco. La fila de coches detenidos se alarga desde la placita de Azorín a la Catedral de la Almudena. Estoy a la altura del escritor y pienso en lo que diría su paraguas rojo sobre el acto de la autoridad competente que pide papeles para nada porque allí nada hay que papelear, que el problema no es ese, sino el atasco que acaban de formar, que es que España siempre está atascada por autoridad de la no ley. El emigrante saca algo de una cartera, sonríe, habla, gesticula, sin que nadie se altere ni se le ocurra a ningún conductor mostrar su, al menos, extrañeza por la inapropiada —cola de coches, puro atasco— forma de intervenir de la autoridad. Que lo mejor de su actividad es que no se bajan del coche y la ventanilla del mismo parece una de esas de la Administración en las que antes te faltaba un sello y ahora siempre te falta la razón, que se ha convertido en un bien preciado para el ciudadano y exclusivo del administrador-

Me entran ganas de preguntar, después de unos largos diez minutos de parón, si aquello va para largo. Pero la autoridad de la autoridad competente, desde el coche, sin bajarse para nada, me hace pensar que, si pregunto, por preguntar, aquello puede terminar en diligencias. ¡Buenos días caballero, sería usted tan amable…! El tono no sé transmitirlo.

Así que mientras medito, continúa el diálogo amable entre emigrante y policía —que no se baja del coche— y los otros nosotros, los conductores de la larga cola, que aumenta, esperamos pacientes de impaciencia, sin atrevernos a que se lean nuestros pensamientos y menos a mostrarlos.

—Adiós.  Se dicen, que parecen conocerse de tiempo atrás. Aquí no ha pasado nada, sino un saludo cordial que ha provocado una larga cola y la irritante espera.

Estar desde la ventanilla de mi coche viendo la escultura de Azorín es un sosiego en el incomprensible atasco. Tanto como ver controlar a la autoridad desde la ventanilla del coche a modo de mostrador.

Parar por parar, pedir por pedir, y esperar por esperar, es aguantar, y aguantar por aguantar, sin poder aclarar las razones por las que la autoridad te hace perder el tiempo y la paciencia; no sé cómo a eso se le llama. Azorín acabó cambiando su identificativo paraguas rojo por uno negro y ahora el rojo se pone otra vez de moda. Porque el rojo, el color rojo de verdad, ese nunca ha desaparecido, que es como darle una gorra y un pito a Azorín.

Cuando los coches reanudaron la marcha el emigrante nos saludó como disculpándose.

Él no tiene la culpa de que por enésima vez, los del coche con sirena, a los que conoce, le pidan el papel o los papeles que le han gestionado ellos mismos.

Azorín entre rosas rojas, convertido en espectador de broncíneas grebas, sonríe y dice algo inentendible, que sería capaz de soltar en un arrebato aquello de rémoras de la autoridad.

Menos mal que por allí estaba el crédito, como alivio, de José Martínez Ruiz. No fue tiempo perdido el del atasco y medito en la cada vez mayor congestión cuando hay que decidir, adoptar, regular, disponer y arbitrar.

¡Qué autoridad la de Azorín! Desde la Cuesta de la Vega.

Me despedí de él con cara de pacienzudo votante y don José me espetó.

-Seguís siendo dóciles en la rutina y solo espero que sigáis siendo bravos en la lucha por vuestra Patria. Que os la están quitando desde una ventanilla y con el membrete oficial.

Me pareció que susurraba: ¡Que poco habéis crecido!

Sigo sin saber. Seguimos.

Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

5 junio 2021

 

19 pensamientos en “LA AUTORIDAD DE AZORÍN EN LA CUESTA DE LA VEGA Rafael Dávila Álvarez

  1. Pura arbitrariedad. Igual que la que usaron los Tribunales populares en España, en zona roja, durante la pasada guerra. En juicios sumarisimos condenaban a soldados del bando nacional capturados en el frente, por el delito(sic) de rebelion militar, y les condenaban a larguisimas penas. Todo en contra de la Justicia y de la Convencion de Ginebra de 1929 sobre prisioneros de guerra.
    Todavia estamos esperando que alguien nos cuente con detalle las actuaciones antijuridicas y contrarias a los derechos humanos de aquellos Tribunales populares. Ya esta bien de ha lar solo de los juicios sumarisimos del bando nacional. Hace falta que se nos cuente toda la Historia, y desde luego la del bando rojo la primera. Para eso deberian estar los historiadores y los juridicos militares. Esto pondria en ridiculo a la propaganda que venimos padeciendo desde hace decadas sobre nuestra ultima guerra civil.

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  2. Mi respetado y muy querido General,
    Lleva razón AZORÍN : hacerlo a diestra y siniestra y si no pasear, que a nadie le importa tus pensamientos.
    Dóciles en la rutina y bravos en la lucha por ESPAÑA.
    Ciento cuarenta y ocho años son demasiado pocos para crecer en intelecto. Sigue la eterna CASTILLA sin comprobar obras ni autores. Su lenguaje sigue quieto y parado, Mientras, se examinan en ARANÉS, CATALÁN Y ESPAÑOL los nacionalistas.
    Vuelve Cicerón a la palestra «Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla.»
    Unamuno se lo dice claramente : «MERECEMOS PERDER CATALUÑA».
    Hoy, precisamente han pasado 148 años y el AMOR y EL ODIO siguen en el doble horizonte del falso patriotismo que como las plantas se agarran al terruño dejando LA LIRA , lo intelectivo que emerge en cotidianos proyectos, donde aún, dos y dos siguen sumando cuatro como desde el origen de la creación.
    Claro que J.Antonio conocía autores y obras , dejó lo mejor que se ha escrito sobre el tema catalán.
    ¿Qué decisión tomará el arbitro?
    Seguimos por desgracia sin saber. Y lo peor, ¡ NO SABEMOS SI SOMOS !
    Buen artículo mi General. ¡GRACIAS!
    Cada vez que paso por allí me recuerda aquella «FE EN LA PATRIA GRANDE Y ESPLENDOROSA». Una vez más ¡POR CASTILLA ADELANTE!
    Abrazos para todos y a la orden
    A la orden de V.E
    VIVA EL REY
    VIVAN LAS BOINAS VERDES
    VIVA Y ARRIBA ESPAÑA.

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  3. Hay veces, mi General, que sus artículos parecen columnas sarcásticas de un periodista avezado, que dice sin decir mucho más de lo que parece.

    En ésta España actual se puede esperar cualquier cosa, hasta hacer esperar a una fila de coches para – supuestamente – pedir la identificación de un ciudadano con aspecto de emigrante . Una pena que la policía tenga que hacer un paripé deteniendo la circulación de vehículos durante diez minutos, sin aparente resultado y por lo que se ve sin pedir disculpas a ciudadanos que tienen que aguantar estoicamente el tiempo que les parezca oportuno para llevar a cabo su inútil gestión. Sin siquiera bajarse del vehículo, porque ellos no tienen prisa, saben que lo que hacen no tiene sentido y que por supuesto no tendrá consecuencias, ni para ellos ni para el individuo, que ese al menos consideró que debía un respeto y una disculpa por ser el causante de esa pérdida de tiempo para la fila de coches atascado, que tuvieron que echar paciencia y aguante sin encima poder pedir explicaciones de ese tiempo perdido, que para algunos podía ser importante.

    Vivimos en un mundo sin sentido y sin respeto, donde la autoridad la ejercen sin demasiado entusiasmo los agentes del supuesto orden ciudadano, ya vemos con qué resultado. Todos hemos padecido alguna vez de esos atascos, sin llegar a saber el porqué y sin que se nos den las oportunas explicaciones.

    Recuerdo que en la bifurcación de la carretera de Colmenar, antes del acceso a Mirasierra, una vez nos vimos obligados a esperar una buena media hora porque habían montado un control en las salidas de Madrid, con agentes con pasamontañas y metralletas en mano, que no daba mucho margen para hacer preguntar ni protestar por el trastorno de la espera. Mis hijas (fue una época, la única, que pasé en Madrid, tres años) de los casi 40 que tuvimos que pasar fuera de España, y supongo que debía ser la etapa más aguda de la crisis de terrorismo que sufríamos casi a diario, pero que no tuvieran una pequeña frase de disculpa (mis hijas ese día tuvieron que conformarse con llevar un bocadillo a la escuela, con la esperanza de poder comerlo entre clase y clase) y el gesto adusto con el que, una vez comprobados nuestros documentos y registrado el coche , se limitaron a decir «circulen» me dejaron la sensación de que al menos un poco de educación al comprobar nuestras identidades no hubiera estado de más, y no era tan costoso, digo yo.

    Desde luego yo no tuve al menos el consuelo de tener la estatua de Azorín a la vista, y poder cavilar con él sobre la prepotencia con que las fuerzas del orden actúan, incluso con los ciudadanos más inocentes, porque a veces me he encontrado en una cola de esas que te obligan a formar para hacer controles de alcoholemia y cuando me llegaba el turno me mandaban continuar sin más, imaginen el aspecto de malhechora que debo tener, que a veces hasta he llegado a mosquearme porque debo tener cara de no haber roto un plato en mi vida o de tonta. Porque está claro que ellos conocen muy bien simplemente observando tu fisonomía, la clase de persona que eres, e incluso si has bebido aunque fuera una simple cerveza, cosa que no hago por simple sentido de la responsabilidad, si tengo que conducir.

    Que poco hemos crecido, efectivamente.

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  4. A las órdenes de V. E., mi General.

    Pues eso, que «no se nos puede dejar solos»; porque nos hacemos un lío y para salvar la situación nos amparamos en nuestra pretendida autoridad, normalmente prestada u honorífica, y además con abuso de confianza.

    Muy típico de eso de «Vd. no sabe con quién está hablando».

    Puro folklore nacional. ¡¡¡Viva España cañí!!!

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  5. En la Crónica de Néstor se narra que los antiguos rus solicitaron a los vikingos que les gobernaran «porque nosotros no sabemos gobernarnos» …

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  6. Al que viste de uniforme porque otra cosa NO halló
    ————————————————————————–
    El que viste de uniforme
    porque otra cosa no halló
    jamás estará conforme
    y su proceder deforme
    se hará ver en la sinrazón.

    La policía es un bien
    necesario para la sociedad,
    siempre que su proceder
    se consagre en el deber
    que digna a la autoridad.

    Entregada a la profesión
    de este hacer tan dignatario
    que les concede el honor
    de ser lo que muchos son,
    exceptuando al arbitrario.

    Ciertos hechos son deshonra
    que arrastrada la decadencia
    de los que en ella se nombran
    auspiciados por las sombras
    que están haciendo presencia.

    En los diversos estamentos
    de esta expaña doblegada
    al proceder insurrecto
    de elementas y elementos
    que vienen dando patadas.

    El que viste de uniforme
    porque otra cosa no halló
    jamás estará conforme
    y su proceder deforme
    se hará ver en la sinrazón.

    España día 8 de junio de 2021

    Ramón Lencero Nieto

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  7. Tengo un hermano al que le ocurrió algo así hace unos 3 meses. En el caso de mi hermano, la autoridad competente se empeñó en que el coche en el que viajaba era demasiado caro (a pesar de que no llega a los veinte mil euros) y que debía haberlo conseguido gracias a alguna actividad ilegal. Uno de los policías le preguntó que de dónde había sacado el dinero para comprar el coche (literal) y como su respuesta no debió dejarle satisfecho le hizo salir del coche, le hizo abrir el maletero y tras un registro minucioso, le hizo apoyar las manos en el coche y lo cacheó. No contento con eso, pidió informes sobre él por radio. La obsesión de este policía con mi hermano me hizo recordar aquella novela de un escritor satírico británico en la que un profesor es acusado de asesinar a su mujer y el inspector que lleva el caso está tan obsesionado con meterlo en la cárcel, que cuando la mujer va a la comisaría a decir que su marido evidentemente no la ha asesinado, el inspector le dice al profesor que, aunque su mujer esté viva, tarde o temprano acabará consiguiendo pruebas de que la ha asesinado.

    En el caso de mi hermano, fueron los otros policías del control quienes le dijeron a este policía que lo dejara marchar puesto que todos los intentos de demostrar que mi hermano se dedicaba a alguna supuesta actividad ilegal (cacheo, registro del coche, petición de informes por radio, minucioso interrogatorio…) habían resultado estériles. En su caso, perdió muchos más de 10 minutos y, por supuesto, tampoco hubo disculpa por el tiempo perdido. Ah, mi hermano no es inmigrante, sino español; de hecho lleva una cinta con los colores de la bandera española colgando del espejo retrovisor y una bandera española en el llavero del coche, con un águila de las que ahora llaman preconstitucional. Pero no voy a ser malpensado y no voy a relacionar lo uno con lo otro.

    En cuanto a lo que dice Don Ignacio sobre los tribunales populares republicanos, en este caso hay que citar a Kafka y su novela «El Proceso» en la que el protagonista es acusado de no se sabe qué ni por qué. Los que fueron condenados por esos tribunales se debieron de sentir como K, el protagonista de «El Proceso».

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  8. Precioso artículo mi general y con enjundia.
    A diestra y siniestra… aunque muchos repartan poca estopa a siniestra porque es su ámbito vital.
    Nos cuenta Camilo José Cela en su novela “judíos, moros y cristianos” que caminando por Castilla la Vieja hace años, le preguntó un guardia civil si era vegetariano o masón,
    —No, señor, yo no soy más que coruñés ¿Por qué lo dice?
    —Nada, ¡como llevaba una pluma en el sombrero!
    También aquel día, cuando la pareja de guardias civiles reanudaron la marcha el bueno de D. Camilo les saludó como disculpándose.
    «Seguís siendo dóciles en la rutina y solo espero que sigáis siendo bravos en la lucha por vuestra Patria». Como dices ¡Que razón tenía Azorín cuando susurraba!.
    Pues eso, que me ha encantado.
    Atentamente te saluda con fuerte abrazo.
    Ángel Cerdido Peñalver,

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  9. A la orden de V.E. mi General.
    A la vista de lo ocurrido, que a veces uno piensa que eso solo le sucede a uno, y los demás ni se enteran, me pongo en la situación de tener que contarlo a la tropa y sin florituras ni recurrir a Azorin o a la Ilíada (que a la tropa no le hace mucha falta saber de esas cosas) y resumiendo así se lo cuento. Menudo cabreo sordo se ha pillado el Gral. con unos polis que lo han tenido parado en un atasco.
    Es una realidad encontrarse con esos que les ponen un pito y una gorrilla y se invisten de autoridad. Ante ellos seguimos siendo dóciles en la rutina y no sé si serán bravos en la lucha por vuestra Patria.
    A la orden de V.E.

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  10. D. Antonio Fernández, al policía que narra en su anécdota es evidente que no le gustaban los colores de la cinta colgando del espejo retrovisor. !!!su hermano es un fascista!!! Mis disculpas y un saludo a su hermano
    Serafín Verdejo

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  11. Buenos días Mi General. Su experiencia es de una paciencia total. Le agradezco que la comparta con nosotros y haber si algún día podamos entender lo que está ocurriendo en España. Gracias y saludos para todos.

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  12. Mi General: Magnífico relato. En España somos así, si tenemos “ autoridad”lo tenemos todo, somos los amos y lo hacemos mal. A nivel más alto ocurre lo mismo, creo que no merece explicarlo más.
    “Seguís siendo dóciles en la rutina y solo espero que sigáis siendo bravos en la lucha por vuestra Patria “..
    Azorin, terminaba “ que nos la estaban quitando desde una ventanilla, y con el membrete oficial “
    Realmente que poco hemos crecido.
    Pensemos en este relato y no seamos “ borregos “., será difícil pero merece la pena intentarlo. 🇪🇸🇪🇸🇪🇸

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