Con el año que termina llegan los mensajes institucionales. Es interesante repasar las interpretaciones que de ellos se hacen. Algunos oyen pero no todos escuchan y con descarado interés dicen lo que nadie ha dicho. Otros los interpretan como previsiones de los oráculos.
Transmitir que es posible que se realice lo que deseamos es difícil y negar cualquier posibilidad a la esperanza es cruel y falso. Ocurre, quizás, que ya no queda el necesario interés para escuchar, aunque los que hablan y los que interpretan aún se sientan escuchados. Hartos de palabras, los discursos se están quedando en simple ruido a pesar de la repercusión que tienen incluso en la economía. Se trata de generar confianza. Por ahora seguimos generando lo de siempre y seguimos esperando, como siempre. Siempre esperando, esperando desesperadamente.
Paro, corrupción, la unidad de España. Misma situación, demasiado tiempo, tanto que para alguna generación ya es estructural. Música y letra conocidas que deforman con su fuerza gravitacional el espacio-tiempo.Todo depende de la posición de un observador y otro, cada vez más distanciados. Eso hace que los mensajes de esperanza puedan sonar a injusticia. Vivir en permanente desconfianza desemboca en incredulidad.
¿En quien confiar? Obras son amores…
Nadie es adversario de nadie pero leyendo las distintas interpretaciones uno percibe la sensación contraria. A unos irresponsables se les ha permitido y se les permite dividirnos haciéndonos más débiles ante la adversidad. Eso es corrupción. Una corrupción que se enquista, debilita y empobrece.
Cuarenta años apelando a la unidad, 1975-2015. Lo avisó Don Juan, lo cultivó el Rey y será la preocupación del Rey Felipe VI, la unidad de España. Se repetirá el mensaje en la Pascua Militar.
Historias hay muchas, España una, única e indivisible; sí no, ni hay España ni hay Historia. Ni Rey ni República, no habrá nada de nada.
Es necesario regenerar nuestra vida política, recuperar la confianza de los ciudadanos en sus instituciones y preservar nuestra unidad. Pero eso seguirán siendo palabras sí no se hace con firmeza, con la firmeza que da la verdad y sentencia la ley y la justicia.
Nos dicen que es el inicio de una nueva época en nuestra historia. Así lo creemos nosotros también, aunque a veces parezca que nos hemos olvidado de España, arrinconada: Del salón en el ángulo oscuro / De su dueño tal vez olvidada / Silenciosa y cubierta de polvo…
Los mensajes señalan el camino. A las palabras, deben seguirle la firmeza que da la convicción y la valentía que exige la responsabilidad institucional.
Lo que hemos oído nos llena de esperanza. Pongámonos en marcha.
General de División (R)