Se acerca una fecha dolorosa y negra para la historia de España. No hay receta alguna para el dolor y no debe ser el olvido el que nos cierre los ojos ante lo que hoy, después de diez años, seguimos sin entender. Muchos quieren olvidar aquel día y sus consecuencias, pero somos más los que, con la memoria como monumento, seguimos preguntándonos el porqué…No es un porqué de acusaciones o de interrogantes que busque intereses espurios; el que se quedó en el camino de la vida antes de llegar a su estación final ahora ya sabrá las razones, pero los que todavía aquí guardamos vigilia, no tenemos descanso ante lo que fue una didáctica perversa y despreciable de la muerte. Miramos al Cielo mientras rezamos; también a la tierra mientras interrogamos sin saber muy bien a quién. No hay respuesta ni consuelo.

Para las 192 víctimas todo acabó el 11 de Marzo de 2004 y para sus familias, amigos -para todos- empezó una vida nueva construida con la duda y la desesperanza.

Aquel día empezaba en España una crisis que tardará generaciones en superarse. Una  crisis que afecta al sentir y al futuro de un pueblo que sufre el  abandono y el menosprecio cuando ve el reparto de irresponsabilidades que descaradamente se hacen  los que gobiernan y los que opositan a gobernar.

Ha sido el peor homenaje rendido a las víctimas de un pueblo sencillo y trabajador al que mucho le cuesta el constante madrugar hacia ningún lugar que no sea la mentira, la agria discusión, la permanente duda o los constantes y desvergonzados abusos económicos.

Unos y otros llevan demasiado tiempo enzarzados en una discusión inútil en la que nos quieren involucrar como siervos de la gleba.

Si el máximo representante de la gobernanza de España dijo que los responsables de aquella masacre “no estaban en montañas ni en desiertos lejanos” sus palabras no deberían de haber quedado en el simple papel. Nadie desde ese puesto se inventa una conspiración y suelta esa acusación como tinta de calamar para enturbiar el ambiente, ¿o sí? La exigencia del cargo debe obligar moralmente a explicar las razones y más cuando hay tanto horror de inexplicable muerte. ¿Por qué dijo eso e insiste en que “lo ideó una mente muy cercana que quería cambiar el rumbo de España”? “El Compromiso del Poder” debe ser algo más que un libro y desde ciertos puestos hay que ser responsable hasta de las comas que pronuncias. No podemos permitirnos las dudas…

Tampoco debió ser mucha “La Soledad del Juzgador” cuando desde su próxima intimidad se aireaba  un proceso judicial secreto y de graves consecuencias. No parece tal la soledad, que debiera serlo, ni parece justa la justicia cuando se convierte en novela de éxito. Cada día sabemos menos- todos – juzgados y juzgadores, de “La Justicia como Equidad” (John Rawls).

Los nervios del desconocimiento se convirtieron en maldad, “maldad transmitida” por los que quisieron sacar partido del dolor y de la desesperación. Mentira sobre mentira, sólo pensaban en el rédito personal y de partido, de resultados de poder, que era el mercadillo en el que se había convertido el juego político. Entre el desconcierto y el dolor todavía algunos tenían capacidad para pensar en beneficios…Y empezó el insulto como arma algo más que política. Un arma que produjo auténticas bajas de combate.

Fuimos a votar sin saber muy bien lo que hacíamos…Votamos y apostamos por la crisis. Nos zambullimos de lleno en la inmoralidad y el desconcierto donde más que pensar dejábamos que nos inundase el enfrentamiento que nos predicaban; todo para aparentar una normalidad democrática donde había de todo menos actitudes democráticas. Los únicos demócratas se habían quedado en un tren que nunca llegó a su destino. Todo cambió y desde entonces nada es igual porque la duda – no hablamos de conspiraciones- en la honradez democrática, basada en lo moral y ético se ha instalado entre nosotros. Desde la gobernanza de unos y otros se ha hecho mucho daño, el mayor, y se llama «desconfianza» por abuso de poder.

También para lo militar aquel día hubo consecuencias. Llamó la atención de propios y extraños que el Ejército no participase en ninguna labor. Una tragedia de aquellas dimensiones requería de su participación en apoyo, protección, transporte, TEDAX, equipos cinológicos, asesoramiento, equipos médicos, ambulancias, hospitales de campaña…Nada y nadie requirió su presencia para ninguna labor de apoyo. ¿Razones? Yo no las sé.

Sí que sé que, amparados en Resolución de la ONU, digan lo que digan y entiendan algunos lo que quieran entender, el Ejército español estaba en Irak en misión de “Reconstrucción” pero jugándose la vida. Sé que nunca fuimos en misión de combate, y lo sé muy bien, aunque también sé que cuando partimos para Irak todos sabíamos que nos íbamos a encontrar con la muerte de frente.

Allí estábamos cuando por decisión legítima y soberana se decidió que regresásemos deprisa, corriendo y precipitadamente. Nos pusimos en marcha sin reparo ni discusión, así son las cosas y así cumplimos. Pero la irresponsabilidad volvió a aparecer en aquella decisión. Las irresponsabilidades cometidas desde el 11 de Marzo de 2004 también recayeron sobre los soldados y sus aliados. Se puede ser aliado en los despachos pero la alianza que se hace en el campo de batalla es de defensa ante la muerte. Y si la traicionas te puedes encontrar con la muerte de cara. Nosotros precipitadamente dejamos nuestro puesto de combate que otros tuvieron que ocupar.

No fue nada fácil porque nuestros aliados se quedaban en situación delicada al tener que, también deprisa y corriendo, ocupar aquel puesto vacío. Fue una precipitada retirada, una maniobra irresponsable. Si tenía que hacerse se hace pero con el tiempo y las garantías que ello requiere y sin exponer a nadie a riesgos innecesarios.

Nada ayudó que nuestro máximo mandatario se pusiese de ejemplo ante el mundo para aliviar la crisis iraquí, alentando a los países a retirarse de Irak. No lo olvidamos porque lo padecimos como una cesión ante el terrorismo.

Hace de todo esto diez años y muy pocas cosas han cambiado. Dicen que ahora salimos de la crisis pero por ningún sitio se ve la recuperación moral y ética necesaria para afrontar un futuro esperanzador.

Hay un factor esencial para poder abandonar esa crisis y se llama respeto a las víctimas. Son muchos los muertos y heridos que nos hemos dejado en el camino para que, a pesar de ello y sin el debido respeto a ellos, sigamos enfrentándonos cada día por algo tan sensible y atroz como es el terrorismo. Son las víctimas las que reclaman ante la justicia de la vida, aunque algunos piensen y digan que hay que olvidar; víctimas en España ya somos casi todos.

El respeto, la verdad y la responsabilidad son elementos sin los cuales no se puede salir de la crisis. No sólo de pan vive el hombre…

El respeto debe ser una actitud permanente, la verdad una exigencia más allá incluso de los Tribunales y la responsabilidad algo sin lo que nadie debería acceder, ni con el voto, a ocupar un cargo público.

General de División (R)