La Legión 1920-2015 (Camino del Centenario) (II) Una muerte Santa y Buena ¡Cristo de la Buena Muerte!

MENA Y LEGION

MENA Y LEGION

Me había propuesto en este segundo artículo, de los dedicados a la Legión en su 95 aniversario fundacional, hablarles de la conocida polémica que se suscitó entre Millán-Astray y Unamuno en el paraninfo de la Universidad de Salamanca el 12 de octubre de 1936. Lo que allí pasó tiene tantas versiones que ya no sabemos muy bien lo que pasó, si es que pasó algo. Según estaba escribiendo, el aburrimiento y la pereza intelectual se apoderaban de mí. He decidido resumir aquello quedándome con lo que cuenta don José María Pemán, que allí estaba, en la tercera de ABC del día 26 de noviembre de 1964. Su opinión es para mí definitiva:

la-verdad-de-aquel-dia_Unamuno-Peman‹‹Ni Unamuno ni Millán-Astray eran hombres a los que les gustara pasar inadvertidos… Los dos estaban acostumbrados a exponer el pecho a cuerpo limpio, el uno a las ideas contrarias y el otro a las balas enemigas… Eran dos españoles›.

Me permito añadir que eran dos vehementes españoles, dos sentidores a la vez que pensadores, recurriendo al término que usa Fernández de la Mora.

Unamuno, casi olvidado, tuvo a su alcance el premio Nobel, que él solo, solo él, dejó desierto. Se definió, en uno de sus raros momentos de humildad, como una M entre una y uno (una-M-uno). Era capaz de escribir poco antes de morir, en un arranque de los suyos y por una nimiedad, al director del ABC de Sevilla: ‹‹ [… entre los hunos-rojos- y los hotros-(blancos de color de pus)-], a lo que  acompañaba de irrepetibles lindezas contra los andaluces. Y en su permanente contradicción saber encajar la respuesta del director, Juan Carretero: ‹‹No es mía la culpa si en España hay hunos y hotros. Y Hunamunos››.

Don Miguel era un lujo de español. Quizá lo español desnudo y sin tapujos, con sus grandes defectos y gigantes virtudes.

Millán-Astray, ha sido objeto de las más injustas críticas que en no pocas ocasiones llevaban oculta una intención más sibilina: atacar su obra, atacar a la Legión. Creador de la obra cumbre del espíritu militar español, el Credo de la Legión es, junto a los versos de Calderón, guía del comportamiento militar. Su ‹‹Espíritu de Compañerismo››, sería suficiente para justificar la trascendencia de su obra: ‹‹Con el sagrado juramento de no abandonar jamás a un hombre en el campo hasta perecer todos››. Era un lujo de español. Era un lujo de militar español. Han querido presentarle como un burdo e inculto soldado, descalificarle y con él a lo que representaba, la Legión, el honor y el valor. No lo consiguieron. Su obra iba a quedar y trascender en los tiempos.1-1aa5a95c6b

Pemán, es la gloria de las letras, incluso de las armas, valiente, un echao pa’lante, capaz de retar a Miguel Primo de Rivera a duelo por un quítame esas pajas. Su palabra, sus versos, son letra de los himnos de nuestra Armada y Ejército del Aire.

Pero cambiemos de tercio.

No hubo polémica entre hombres que en algún momento de su vida, en el definitivo, volvieron su mirada al Crucificado.

Don Miguel, en su mística española, mira al Crucificado de Velázquez: ‹‹… mi religión es luchar con Dios desde el romper del alba hasta el caer de la noche››.

1920-miguel-de-unamuno-1aedicion-cristo-de-velazquez-poesia-17171-MLU20133589713_072014-F¿En qué piensas Tú, muerto, Cristo mío?

¿Por qué ese velo de cerrada noche

de tu abundosa cabellera negra

de nazareno cae sobre tu frente?

… es sueño,

Cristo, la vida y es la muerte vela

Mientras la tierra sueña solitaria,

Vela la blanca luna; vela el Hombre

desde su Cruz, mientras los hombres sueñan;

El Coronel Millán-Astray alista a la Legión al Crucificado, Cristo de la Buena Muerte, el Cristo legionario, al que el pueblo empieza a cantar:

‹‹Dicen que a la Legión se ha alistado un Cristo Crucificadoimage_content_2870348_20150402133516

Ya nadie podrá decir que a la Legión solo viene gente de mal vivir››

Todo espiritualidad en un Credo atribulado de lucha y entrega a los demás.

El sagrado juramento de no abandonar jamás a un hombre en el campo hasta perecer todos.

El morir en el combate es el mayor honor… la muerte llega sin dolor.

¿Quién da sentido a ese mensaje? ¿Para quién el sacrificio? ¿Por quién dar la vida?

Pesan mucho los muertos, sobre las espaldas, pesa mucho la vida de tantos compañeros muertos. Levantan los legionarios sus brazos, al Cielo, con su Cristo valiente. Aquel que ha sentido una vez en sus manos temblar la

MENA Y LEGION

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alegría no podrá morir nunca. Morir no es tan horrible como parece; todo se posee cuando no se desea nada.

Don José María Pemán tuvo que palpar muy de cerca el sentir legionario. Mirar a la cara al Crucificado no es fácil. Hablarle de legionario a legionario…

Por ir a tu lado a verte… No son locos, ni marginados, los que así cantan a su más leal compañera, los novios de la muerte.

Soy valiente y leal legionario, eso hay que ser, así hay que ser para dirigirse al Cristo de la Buena muerte, con descaro y devoción, con energía y respeto, mirándole a los ojos con mirada brillante, fija y recta, de ofrecimiento y de súplica: ¡Aquí estoy! ¡Mándame!

Aunque no merezco que Tú escuches mi quejido, por la muerte que has sufrido, escucha lo que te ofrezco y escucha lo que te pido.

Así supo rezar don José María Pemán en una de las oraciones legionarias más bellas que jamás se haya escrito, que jamás hayas leído.

Es el momento del silencio. Quedarse a solas con Él.1333627795703

¡Reza legionario! ¡¡¡Reza!!! ¡Reza ante el Cristo Legionario! La muerte no es tan horrible como parece.

ANTE EL CRISTO DE LA BUENA MUERTE (José María Pemán)
menadetalle2¡Cristo de la Buena Muerte,
el de la faz amorosa,
tronchada como una rosa,
sobre el blanco cuerpo inerte
que en el madero reposa!
¿Quién pudo de tal manera
darte esta noble y severa
majestad llena de calma?
jpeg-72No fue una mano: fue un alma
la que talló tu madera.
Fue, Señor, que el que tallaba
tu figura, con tal celo
y con tal ansia te amaba,
que, a fuerza de amor, llevaba
dentro del alma el modelo.
Fue, que, al tallarte, sentía
un ansia tan verdadera,
que en arrobos le sumía
y cuajaba en la madera
lo que en arrobos veía.
Fue que ese rostro, Señor,
y esa ternura al tallarte,
y esa expresión de dolor,
más que milagros del arte,
fueron milagros de amor.
Fue, en fin, que ya no pudieron
sus manos llegar a tanto,
y desmayadas cayeron…
¡y los ángeles te hicieron
con sus manos, mientras tanto!
Por eso a tus pies postrado;jpeg-57
por tus dolores herido
de un dolor desconsolado;
ante tu imagen vencido
y ante tu Cruz humillado,
siento unas ansias fogosas
de abrazarte y bendecirte,
y ante tus plantas piadosas,
quiero decirte mil cosas
que no se cómo decirte…
¡Frente que, herida de amor,
te rindes de sufrimientos
sobre el pecho del Señor
como los lirios que, en flor,
tronchan, al paso, los vientos!
Brazos rígidos y yertos,
por tres garfios traspasados
que aquí estáis; por mis pecados
para recibirme, abiertos,
para esperarme, clavados.
¡Cuerpo llagado de amores,!
yo te adoro y yo te sigo;
yo, Señor de los señores,
quiero partir tus dolores
subiendo a la cruz contigo.
Quiero en la vida seguirte,
y por sus caminos irte
alabando y bendiciendo,
y bendecirte sufriendo,
y muriendo bendecirte.
Quiero, Señor, en tu encanto
tener mis sentidos presos,
y, unido a tu cuerpo santo,
mojar tu rostro con llanto,
secar tu llanto con besos.
buenamuerte08Quiero, en santo desvarío,
besando tu rostro frío,
besando tu cuerpo inerte,
llamarte mil veces mío…
¡Cristo de la Buena Muerte!
Y Tú, Rey de las bondades,
que mueres por tu bondad
muéstrame con claridad
la Verdad de las verdades
que es sobre toda verdad.
Que mi alma, en Ti prisionera
vaya fuera de su centro
por la vida bullanguera;
que no le Lleguen adentro
las algazaras de fuera;
que no ame la poquedad
de cosas que, van y vienen;
que adore la austeridad
de estos sentires que tienen
sabores de eternidad;
que no turbe mi conciencia
la opinión del mundo necio;
que aprenda, Señor, la ciencia
de ver con indiferencia
la adulación y el desprecio;
IMG_20150907_133107que sienta una dulce herida
de ansia de amor desmedida;
que ame tu Ciencia y tu Luz;
que vaya, en fin, por la vida
como Tú estás en la Cruz:
de sangre los pies cubiertos,
llagadas de amor las manos,
los ojos al mundo muertos,
y los dos brazos abiertos
para todos mis hermanos.
Señor, aunque no merezco
que tu escuches mi quejido;
por la muerte que has sufrido,
escucha lo que te ofrezco
y escucha lo que te pido:
jpeg-63A ofrecerte, Señor, vengo
mi ser, mi vida, mi amor,
mi alegría, mi dolor;
cuanto puedo y cuanto tengo;
cuanto me has dado, Señor.
Y a cambio de esta alma llena
de amor que vengo a ofrecerte,
dame una vida serena
y una muerte santa y buena.
¡Cristo de la Buena Muerte!
(José maría Pemán)

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez