Morir por mi Bandera. Voluntarios Catalanes

No voy a narrarles una historia erudita de nuestra bandera; está al alcance de cualquiera y escrita por expertos vexilólogos o historiadores de renombre. Esta es otra historia, la de los sentimientos que los soldados han ido grabando en cada uno de sus pliegues, en cada tono cambiante de luces y sombras que muestran sus brillantes colores cuando el sol la ilumina y el viento la flamea.

Hasta hace poco la bandera fue un instrumento militar que se llevaba al combate, aunque su significado y utilidad pasó, desde los tiempos más remotos, de ser una simple referencia para el combate a tener un profundo sentido espiritual.

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Morir y vivir por ella, verla inmortal y vencedora, enhiesta siempre aunque todos vayan cayendo, la convirtió en algo sagrado, el signo del sacrificio otorgado con un beso, el de sus soldados que han jurado defenderla incluso con la vida. Sus colores y atributos llevan la identidad de los individuos a los que representa. Son los sentimientos imprescindibles para el amor y respeto a nuestra historia que se plasman en la palabra soberanía. España cuenta con una larga y gloriosa historia que nos ha llevado a levantar nuestra bandera en cualquier rincón del mundo. Y bien lo saben los que quieren dividir atacando, antes que a otra cosa, a la bandera, usándola como símbolo de enfrentamiento y engañando a las futuras generaciones sobre sus orígenes e historia.

Son muchas las glorias y sufrimientos de nuestra bandera, que no hay honor sin sufrimiento. Transmitir estas sufridas glorias, contar su historia y transmitirla desde el amor y el respeto, hacen grande a una Nación. Una gran Nación, España, que nadie desde los rencores y falsos pronunciamientos conseguirá deshacer, desunirla o empequeñecerla, porque está unida bajo su bandera a través de siglos de historia y sangre por ella derramada. Así será pese a quien pese y pase lo que pase.

La bandera siempre fue el símbolo que representaba los sentimientos del soldado y era el abanderado un veterano de confianza que convertido en alférez daría su vida antes de rendir su enseña. Nunca la bandera se puso en manos de quien no hubiese acreditado el valor y el honor suficiente para llevarla.  Enseña de guerra, señal para atacar o retirarse, signo distintivo que entre el humo de la batalla debería permanecer flameante y enhiesta como muestra de ir venciendo. Famoso fue el linaje de los Aldana y entre ellos Juan de Dios Aldana, alférez del rey de Portugal en la batalla de Toro. Portaba el estandarte en una mano mientras con la otra combatía con su espada. Perdida la mano de la espada siguió en primera línea flameando su bandera hasta que perdida la otra mano recogió la enseña con los sangrientos muñones de sus brazos manteniéndola en alto con su boca hasta caer acribillado a estocadas.

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Nuestra historia está repleta de heroicos ejemplos de sacrificio y valor por nuestra bandera.

Cuando está a punto de comenzar el año 2014 en el que se conmemora el bicentenario del nacimiento de Antón Joan Pau María Prim y Prats, el General Prim, Conde de Reus, Marqués de los Castillejos y Vizconde del Bruch les expongo uno de esos relatos que él y sus tropas protagonizaron. Un catalán universal, un patriota comprometido con su española catalanidad, de amor profundo a su patria y las libertades de los españoles. En octubre de 1859 España estaba en guerra con Marruecos. Las fuerzas de reserva estaban mandadas por el general Prim. Se le encargó que con sus tropas abriese un nuevo camino al ejército para avanzar hasta Tetuán. Iba así a comenzar la conocida como Batalla de los Castillejos. Habían llegado al campamento los Voluntarios Catalanes, unos 500 hombres, vestidos al uso del país, con calzón y chaqueta de pana azul, barretina, botas amarillas, canana por cinturón, chaleco listado, pañuelo de colores anudado al cuello, manta a la bandolera, y fusil con bayoneta. Los mandaban D. Victoriano Sugrañes, un Comandante que a pesar de su juventud, ostentaba tres cruces de San Fernando, y con él algunos oficiales que habían hecho la guerra de Crimea. Prim, como su paisano, pidió que los agregasen a su cuerpo de ejército, y ellos solicitaron marchar en vanguardia en la batalla del día siguiente.

Prim, vestido como casi siempre, con ancho pantalón encarnado, levita azul, kepi de paño; con su sable curvo, montado en un caballo árabe, se presentó ante ellos y delante de miles de soldados les dirigió en catalán la siguiente arenga:

<< Catalanes: Acabáis de ingresar en un ejército bravo y aguerrido, en el ejército de África, cuyo renombre llena ya el universo. Vuestra fortuna es grande, pues habéis llegado a tiempo de combatir al lado de estos valientes. Mañana mismo marchareis con ellos sobre Tetuán.

Catalanes: Vuestra responsabilidad es inmensa; estos bravos que os rodean y que os han recibido con tanto entusiasmo, son los vencedores en veinte combates, han sufrido todo género de fatigas y privaciones; han luchado contra el hombre y contra los elementos; han hecho penosas marchas, con el agua hasta la cintura; han dormido meses eternos sobre el fango y bajo la lluvia: han arrostrado la tremenda plaga del cólera; y todo lo han sufrido sin murmurar, con soberano valor, con intachable disciplina. Así lo habéis de soportar vosotros. No basta ser valientes: es menester ser humildes, pacientes, subordinados. Es menester sufrir y obedecer sin murmurar. Es necesario que correspondáis con vuestras virtudes al amor que yo os profeso, y que os hagáis dignos con vuestra conducta de los honores con que os ha recibido este glorioso ejército, de los himnos que  han entonado las músicas en vuestro loor, del general en jefe a cuyas órdenes vais a tener la honra de combatir; del bravo general O´Donnel, que ha resucitado a España y reverdecido los laureles patrios…

Pensad en la tierra que os ha equipado y os ha enviado a esta campaña; pensad en que aquí representáis el honor y gloria de Cataluña; pensad en que sois depositarios de la bandera de vuestro país…y que todos vuestros paisanos tiene los ojos fijos en vosotros para ver como dais cuenta de la misión que os han confiado. Uno solo de vosotros que sea cobarde, labrará la deshonra de Cataluña…

Y si así no lo hacéis; si alguno de vosotros olvidase sus sagrados deberes y diese un día de luto a la tierra en que nacimos, yo os lo juro por el sol que nos está alumbrando: ni uno solo de vosotros volvería vivo a Cataluña…>>

¡Adelante, catalanes! ¡Acordaos de lo que me habéis prometido! ¡Adelante!, les gritaba en catalán.

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Los voluntarios catalanes se encaramaron por las murallas y penetraron por las troneras de los cañones, fieras más que hombres, vengando a sus hermanos asesinados en aquella laguna pantanosa y entre ellos a su intrépido comandante Sugrañes, muerto en los primeros momentos de empeñar la acción.

El General Prim, poco antes, había protagonizado una acción que le había otorgado fama y prestigio entre sus soldados. En el fragor de la batalla vio ondear el estandarte de España y lanzándose sobre la Bandera la coge entre sus manos y la tremola, como si quisiera identificarse con ella, dirigiéndose hacia el enemigo. Envuelto entre sus soldados les grita enfurecido: << ¡Soldados! Vosotros podéis abandonar a esas mochilas, porque son vuestras; pero no podéis abandonara esta bandera, porque es de la patria… ¿Permitiréis que el estandarte de España caiga en poder de los moros? ¿Dejareis morir solo a vuestro general? ¡Soldados! ¡Viva la Reina!>>

Cataluña podía mostrarse orgullosa de sus hijos, de sus Voluntarios Catalanes y de aquél intrépido General que siempre decía que el soldado que dormía una noche en su campamento, no le abandonaba nunca. Él, que siempre durmió en campamentos de intrigas, aprendió  a saber el valor de la libertad y ya nunca la abandonó. Porque el soldado que duerme una noche junto a los horrores de la guerra nunca abandona la libertad. Eso le llevó a decir en sede parlamentaria: “No olvidéis la sangre derramada por vuestras disputas políticas”. Hoy sus palabras se pueden leer en Madrid escritas sobre bronce en el mismo lugar donde fue asesinado. Parecen un aviso pero son una gran herencia.

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Un patriota que como catalán, hombre de Estado y de bien, amaba una España unida y fuerte bajo una única Bandera , la misma bajo la que lucharon sus “Voluntarios Catalanes” en la batalla de Castillejos, la bandera de España.

HISTORIA DE LA BANDERA DE ESPAÑA

http://www.ejercito.mde.es/unidades/Madrid/ihycm/Actividades/Ciclos-Divulgativos/vexi-historia-bandera.html

LEGISLACIÓN SOBRE LA BANDERA DE ESPAÑA

SENTENCIA SOBRE USO DE LA BANDERA DE ESPAÑA DEL TRIBUNAL SUPREMO

Sentencia del Tribunal Supremo del 24 de julio de 2007 aclara:

La bandera debe ondear diariamente con carácter de permanencia, no de coyuntura, no de excepcionalidad sino de generalidad y en todo momento.

EL ORIGEN DALTÓNICO DE LA BANDERA REPUBLICANA

http://www.abc.es/20120413/espana/abci-bandera-republicana-colores-201204122103.html