A mi edad, hago casi todo lo que quiero: desde ver el capítulo diario de «La Promesa», alegrarme cuando, como siempre, gana el Real Madrid, aficionarme a los buenos vinos, y hasta santiguarme cuando entro en un coche para hacer un largo viaje.
Hace muy poco, un amigo enterró su televisor, con esa valiente acción, quiso acabar con la fatiga que produce la continua crispación política en que vivimos, y que diariamente nos trasmite la caja tonta. Seguiré sus pasos.
Con su gesto, emuló a los jinetes franceses, que cuando aparecieron las alambradas bajas, los caballos de frisa, y sobre todo cuando el primer sonido de una ráfaga de ametralladora retumbó en el campo de batalla, supieron que la Caballería a caballo había terminado. En ese acto altamente simbólico un grupo de compañeros nuestros, oficiales de la Caballería francesa, enterraron sus espuelas en el bosque de Charleroi al sur de Bélgica, cerca de la frontera con Francia. Pensaban que se había acabado para siempre el modo de actuar del Arma, y que quizás el caballero despojado de su caballo, perdería algo de su esencia y sobre todo ese «Espíritu Jinete», la forma de vivir que siempre los había caracterizado y que nos supieron legar.
También hoy la mayoría piensan que lo militar es una institución rancia con connotaciones antidemocráticas, que suponen un gasto inútil y por tanto hay que recortar sus presupuestos. A todos ellos, les recuerdo que la palabra militar tiene un sinónimo bello que irradia y emana heroicidad y romanticismo, la palabra «castrense». No hay que olvidar que la «familia castrense» era el bien que adquiría el hijo de familia sometido a la patria potestad por su actuación en el servicio militar.
La esencia del espíritu militar, es decir, lo que fundamentalmente sostiene al combatiente ante el peligro, es la vergüenza de no fallar a los compañeros ni a la sociedad y la disponibilidad de morir. Pericles precisa: «Cuanto más grande os pareciere vuestra Patria, más debéis pensar en que hubo hombres magnánimos y osados que, conociendo y entendiendo lo bueno y teniendo vergüenza de lo malo, por su esfuerzo y virtud la ganaron y adquirieron; y cuantas veces las cosas no sucedían según deseaban, no por eso quisieron defraudar la ciudad de su virtud, antes le ofrecieron el mejor premio y tributo que podían pagar, cual fue sus cuerpos en común», y el pasado sábado fui testigo de lo grande de nuestra Patria y nuestro Ejército.
«Un acontecimiento único en la historia de la Academia, la Monarquía y España».
Así definió este sábado el jefe de la Unidad Militar de Emergencias, el teniente general Javier Marcos Izquierdo, en el acto de renovación de su juramento a la bandera, 1984-2024, que se celebró en el patio de mi querida Academia.
El general Marcos Izquierdo, entre sus 220 compañeros de la 44 promoción del Ejército de Tierra, que encabeza el rey Felipe VI, fue el encargado de hablar en nombre de todos ellos.
En la celebración, de marcado carácter íntimo, familiar y castrense, sin autoridades civiles, tomaron parte, como testigos de excepción, los 800 cadetes y damas cadetes que hoy en la academia estudian.
Además de agradecer la presencia del Rey y la reina Letizia ha destacado la importancia de que entre los alumnos castrenses que les acompañaban en el patio de armas se encontrara la Princesa de Asturias, la dama cadete Borbón Ortiz. «Nunca antes se había dado tan privilegiada coincidencia», ha insistido, antes de relatar los valores militares que unen a las dos generaciones.
Hubo durante su discurso mucho espacio para la nostalgia y los recuerdos. «Hay lugares que permanecen en el corazón, en el que se hicieron cosas grandes. Esta academia, este patio, es uno de ellos», así inició su alocución.
«Aquí hicimos algo grande, nos comprometimos con España», recalcó.
Destacó sobre todo Marcos Izquierdo el significado del gesto de renovación del juramento a la bandera, la misma que mandó bordar la tatarabuela de nuestro Rey, la reina María Cristina Habsburgo-Lorena, y ante la que al día de hoy han jurado más de 31.000 oficiales.
«Con un beso, el gesto más universal con el que el ser humano expresa su cariño, 220 hijos de España hemos vuelto a manifestar nuestro amor a la Patria. Ha sido un instante fugaz en el que nuestro pulso se ha acelerado, porque hemos besado el corazón de España y escuchado el latido de los millones de españoles que la respetan, la protegen y la honran», expresó durante su alocución.
Entre las alabanzas a familiares y hacia nosotros sus profesores, el capitán general ha tenido también palabras de cariño hacia la propia ciudad de Zaragoza, que durante tanto tiempo les abrió los brazos en la época estudiantil. «Siempre nos acogió, especialmente aquellas tardes de sábado y domingo cuando, tras superar cada semana difíciles circunstancias, cruzábamos este patio y aquella puerta para salir de la Academia por unas horas», ha rememorado. Junto a sus compañeros participaba en estas esporádicas salidas en aquel momento Felipe VI, igual que en la actualidad está haciendo su hija Leonor.
Quiso compartir también desde el atril recomendaciones para los jóvenes cadetes que, junto a la princesa, están actualmente cursando su formación castrense. Aseguró que el compromiso que tienen que cumplir «nada tiene que ver con una lista de propósitos», sino con la voluntad y capacidad de «cambiar el rumbo» de sus vidas. Igualmente, les ha pedido que una vez egresados mantengan «siempre viva la llama de la vocación», el mejor antídoto, según dijo, contra «la tibieza y la mediocridad».
Incidió además en la importancia de mantenerse unidos como promoción. Y para hacerlo, ha compartido la receta que en el caso de los compañeros de Felipe VI ha sido clave de éxito: «La lealtad al Rey y la defensa de España, sus valores y sus principios constitucionales».
Gracias Señor. Gracias a toda la 44 Promoción, gracias a mi hijo que forma parte de ella, y gracias a la Academia, la que fue mi casa durante 14 años, donde tanto disfruté. Gracias por todo lo que ese día volví a sentir, que acabó con la fatiga que produce la continua crispación política en que vivimos.
Es necesario enterrar lo inútil y las mentiras. Conviene de vez en cuando, limpiar el abrevadero, como se hizo en la mañana del dia 4 de mayo en el hoy Patio de Armas, que en su día se llamó Patio del Rey, de la Academia General Militar (AGM) de Zaragoza, donde esa mañana recuperé cosas del espíritu cuyo encanto y fascinación advertí que se me estaban escapaban entre los dedos. Esta vez volver al lugar donde fui feliz si estuvo a la altura de mi nostalgia.
Enhorabuena a todos, y un fuerte abrazo de vuestro antiguo y viejo profesor.
Coronel de Caballería ® Ángel Cerdido Peñalver.
Zaragoza 5 mayo 2024.
Blog: generaldavila.com
12 mayo 2024