¡Cómo se han puesto los independentistas! ¡Espiados! Ya tienen a dónde agarrarse. Y de la Moncloa les tranquilizan.
—Nosotros somos demócratas y solo espiamos a los de la ultra que claro no sois vosotros, sino los de Castilla-León. Nuestros espías tienen la garantía de los comunistas, incluso podéis preguntarle a Otegui.
—Entonces, por entonces, hubo muchos micrófonos porque nos llegó un saldo, como el de las mascarillas, y había que utilizarlos.
Alguno si mal no recuerdo se metía debajo de las mesas de los comensales que mientras más bebían caldos del Priorato y comían longaniza, más se intercambiaban información por electricidad. En Cataluña se espió tanto que se sabía que no había urnas para el referéndum y las había. ¿O era para despistar a Hacienda?
Aquí quién no es objeto de espionaje es que no es nada. ¿Espionaje o cotilleo? Sutil diferencia, línea inapreciable, formación dudosa, redacciones mediáticas.
Judicializa que algo queda. Sé quien lo admite a trámite.
<<¡Discreción! ¡Discreción! Pues no hay lugar donde no pueda haber espías>>.
<<Si el príncipe clarividente y el general competente logran la victoria cada vez que pasan a la acción y consiguen resultados fuera de lo común, es gracias a su capacidad de previsión. La capacidad de previsión no se obtiene ni de los dioses ni de los espíritus, ni por analogía con eventos pasados, ni por conjeturas, sino, antes bien, de las informaciones de quienes conocen el estado real del enemigo>>. Volvamos a los que saben. Sunzi es cada día más necesario y nos sirve para entender muchas cosas de la política a través del arte de la guerra.
La guerra y la política vienen a ser lo mismo. Sí, con distintas armas, pero unas y otras son letales. Quien no quiera ver que estamos en guerra es que está ciego.
<<La sociedad catalana está al borde de un enfrentamiento civil>> (Borrel, ministro de Exteriores).
Una guerra en la que las Fuerzas Armadas tienen una misión, constitucional, decisiva. Muchos miran, leen y preguntan antes de hacer todo el recorrido. Vayamos despacio. Pero que nadie dude que estamos en lo que estamos.
En la guerra no hay adversarios sino enemigos. Lo son quienes quieren romper tu nación, robar tu territorio, acabar con su soberanía, la integridad territorial y el ordenamiento constitucional. Lo son quienes durante años, todos los días de todos los años, han asesinado y seguirían haciéndolo si no hubiesen alcanzado parte de sus intereses. Son los enemigos de la libertad los que más alzan su nombre; es frecuente entre dictadores. Ahora resulta que sin elecciones han logrado situarse en posiciones ventajosas para el ataque. Y amenazan por los flancos. Estemos preparados.
El arte de la guerra cuenta con el uso de espías. Nadie debe estar más próximo al mando que los espías y ningún asunto debe requerir mayor secreto que el de los espías.
Todos quieren saber y tener cerca al Centro Nacional de Inteligencia (CNI). El problema no es que esté adscrito a Defensa o a Presidencia sino lo que sabe y del uso que se dé a la información que obtiene del enemigo. Información se tiene, de todo y de casi todos.
Conviene aclarar que su dependencia (ahora sí, ahora no) del ministerio de Defensa no hace al CNI ni más militar ni menos. Durante los últimos siete años ha estado en manos de Presidencia. Ahora vuelve a Defensa. Nada tiene que ver con la milicia. Su dependencia no es casual ni responde a criterios de eficacia, sino de confianza personal: información, poder; auténtica obsesión. Pasen, analicen y vean.
La actual ministra de Defensa, también ahora jefa del , dijo: <<La fuga de Puigdemont y el hecho de que dé instrucciones desde Berlín es una página negra. Es lamentable que se pueda pasear tranquilamente por Europa y se permita el lujo de quitar y poner consejeros. Hay que ver qué resortes democráticos han fallado. Algo no se está haciendo bien. Vamos a ver qué ocurre>>. Eso decimos todos: Vamos a ver qué ocurre y porqué se hizo mal. No sobre quién va a mandar en el CNI sino lo que se va a hacer con la información.
Entramos en una fase de la guerra en la que se va a escenificar un armisticio. Se abren las puertas del CNI. Los sótanos quedan cerrados.
Se levanta el telón. Empieza la comedia. Unos actores dicen una cosa y otros la contraria. A río revuelto… Se trata de provocar ruido mediático que distraiga la atención del espectador y no se entere de lo que hay tras las bambalinas, allí donde se juega la partida con las cartas marcadas, allí donde: <<Estábamos jugando al póquer y jugábamos de farol>>.
Allí donde unos actores proclaman el riesgo inminente de enfrentamiento civil mientras otros, los federales (?), hablan de acercar los presos, cambiar la Constitución, urgente y viable. Forma parte del guión. ¡Al lío! Y mientras va pasando el tiempo, jugando a su favor, sin prisa, o con la nueva PRISA, pero con toda la parafernalia desplegada con vistas a ganar lo que hasta ahora habían perdido.
Se oyen las normas internas:
<<¡Discreción! ¡Discreción! Pues no hay lugar donde no pueda haber espías. Si antes de efectuar una misión secreta ya se oyen rumores, debemos aniquilar tanto al espía como a quienes han recibido esa información>>.
Conocer para vencer. Quien conoce o debería conocer el estado real del enemigo que avise. Y si tan grande es el riesgo que haga repicar las campanas. La escenificación parece pactada. No hay engaño al enemigo, con el que se ha pactado. Se intenta engañar a las tropas propias; y eso puede ser muy grave y terminar mal.
No sé si habrá inteligencia suficiente para afrontar lo que nos espera.
Aquí la guerra sigue y nadie hace nada para detenerla.
Artículo 26 Ley Orgánica 5/2005 de 17 noviembre de la Defensa Nacional. Centro Nacional de Inteligencia. «El Centro Nacional de Inteligencia contribuirá a la obtención, evaluación e interpretación de la información necesaria para prevenir y evitar riesgos o amenazas que afecten a la independencia e integridad de España, a los intereses nacionales y a la estabilidad del Estado de Derecho y sus instituciones».
Blanco y en botella.
Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)
Blog: generaldavila.com