Que si no es de este mundo; que si un extraterrestre, que si un superhombre, que si…
¿De quién hablan? Simplemente de un español que cree en sí mismo: Rafa Nadal.
Hoy no podemos hablar de otra cosa.
Rafa no es ningún extraño ni es ninguna de esas cosas raras con las que le definen. Es un español convencido, luchador y sacrificado que además reúne una serie de capacidades físicas, morales e intelectuales que le destacan como líder y ganador. Pero como él hay muchos con la diferencia de que solo acaba brillando aquel que además trabaja duro sus capacidades, con confianza en sí mismo, amor a la responsabilidad, firmeza de carácter, elevado espíritu de sacrificio y serenidad ante el peligro.
Eso es un ganador, no de partidos de tenis o de retos imposibles, sino vencedor de sí mismo.
Porque tú eres tu peor enemigo si no entrenas contra ti mismo.
Para mí el ejemplo, la victoria, no ha sido el resultado, sino la lucha, el proceso que hemos vivido durante años, resumido ayer en cinco horas interrogantes, donde pasaba de todo y la lucha se mantenía en la incertidumbre. Al final tenía que haber un vencedor y se resolvió en pocos instantes: el resultado del combate fue que en el juego no hay uno mejor que otro; hoy se ha visto que hay uno más fuerte que otro. Es la clave de muchas victorias.
Venció la fe que da sentir lo que haces, soñar con lo que has preparado, con lo que te has preparado. Es fruto del esfuerzo, del sacrificio, abnegación, perseverancia, valor y constancia. Es fruto de haber sufrido muchas silenciosas derrotas en la lucha contra ti mismo y haber superado crisis muy tristes y graves. Es en definitiva dos palabras: esfuerzo y sacrificio. No para vencer en lo deportivo, sino en lo humano y vital. El resultado no lo es todo en esta azarosa vida. Ganar no es siempre la victoria; como tampoco haber perdido es siempre símbolo de derrota. Todo está en el proceso, en caer y levantarte, en pedir ayuda si es necesario, en nunca rendirte. Todo se concentra en la balanza que mide lo que has dado para llegar al momento decisivo de la lucha y si ha sido todo, la balanza se equilibra e iguala el peso de la victoria y la derrota.
Esa es la grandeza de Rafa Nadal: haberlo dado todo durante todo el tiempo y en cualquier estado del tiempo. ¿Que además ha sido ganador? Será que en su humildad es el más fuerte y además el mejor. De lo que no cabe duda es que ser simplemente vencedor sabe a poco.
Lo que tenemos que proclamar y aprender no es solo «victoria», sino el proceso que lleva a los hombres a ser fieles a su responsabilidad hasta sus últimas consecuencias sin rehuir nunca del sacrificio que ello supone.
Si ganas o pierdes no debería ser tan importante. Aunque sin duda lo es para que sirva de ejemplo al resto.
Además hay que agradecer en estos tiempos que corren de antiespañolismo y separatismos que tengamos un héroe, Rafa Nadal, de nuestro deporte que españolea con sus triunfos como los de su patria España y ofrece su copa a los símbolos de su Nación: la Bandera, el Himno y su Rey, es decir al pueblo que le aplaude por español y valiente ganador.
Este hombre, Rafa Nadal, es el mejor catedrático de moral que hoy tiene España.
Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)
Blog: generaldavila.com
31 diciembre 2022