Menos mal que España se llama España y no Españo, que apañaos estábamos.
Algunas-algunos han oído campanas y no saben dónde.
Matria. Les suena la marcha musical, oyen sus rumores, pero aborrecen el razonamiento; quizá surja de Fedón o incluso se hayan visto entre la M de una y uno. O estén esperando abarcarlo todo en lo que entienden por El Aleph. No, no lo entienden, pero les suena, son meros adoradores del becerro de oro que les predica (?).
No está el problema entre patria y matria, que les importa un bledo. Están por acabar con una cultura basada en la religión, sí la Católica, algo que nadie se atreve a decir, ni siquiera los obispos, arzobispos o cardenales, y menos a defender. Quieren acabar con la enseñanza que los maestros no hacen, con la Historia que a los académicos enfrenta, con los ejércitos que los soldados se empeñan en mantener en su mística sin saber muy bien cual es su misión fundamental, con la Justicia que se ha perdido entre leyes incumplidas, con la pluralidad política que tanto incomoda, y con la Corona con la que convivimos años, más de mil, y nadie se ha enterado ni comprendido. ¿¡Ah!, que a ustedes no les importa? Pues allá cada cual.
Les aventuro a decir.
La Religión la defenderán los que no encuentran la fe. «Sancte Socrates, ora pro nobis».
Los Ejércitos, los héroes olvidados de las trincheras, que yacen bajo una piedra que no ostenta fecha ni nombre. No harán falta los generales.
La Historia quedará en alguna biblioteca custodiada por ascetas, mientras se queman libros tras discusiones bizantinas. Al fin no quedarán escritores. Libres.
La Justicia será de horca y cuchillo, y jamás será justa; es su sentencia a muerte. Condenados están los jueces por su injusticia.
La pluralidad política es una incómoda piedra en el zapato y será martillada por buen zapatero.
La maternidad no tiene futuro, a pesar de la matria, porque no habrá propiedad ni sobre los hijos, si es que los hay.
La patria estará prohibida como concepto peligroso y subversivo.
¿La Corona? ¿Y me lo preguntas tú?
No habrá cultura, sino que será llamada —ya lo es— progresismo, cambio climático, sostenible y conmovible.
«Arrasado el jardín, profanados los cálices y las aras, entraron a caballo los hunos en la biblioteca monástica y rompieron los libros incomprensibles y los vituperaron y los quemaron, acaso temerosos de que las letras encubrieran blasfemias contra su dios, que era una cimitarra de hierro» (El Aleph. Los teólogos. José Luis Borges).
Son coribantes al son de una doctrina que define con exactitud Borges en el absurdo de imaginar que hombres que no llegaron a la palabra lleguen a la escritura.
«Ardor Guerrero vibre en nuestras voces.
Y de amor patrio henchido el corazón.
Entonemos el Himno Sacrosanto.
Del deber, de la Patria y del Honor.
¡Honor!»
Esa Patria es con la que quieren acabar. Pero en algún lugar se dice: «…aún te queda la fiel Infantería».
Sí. España es madre, es la Madre Patria que no necesita que venga la incultura y la inquina a bautizarla.
Cada uno cuenta lo que le parece. Hasta la M entre una y uno lo hizo en uno de sus envites. «Cuenta el viejo Herodoto que, vituperados unos soldados egipcios por haber pasado a servir a otro pueblo, e invocándoles el nombre de la patria, contestaron señalando sus partes genitales: “Donde va esto, va la patria”».
¡Ah! ¿¡Que no lo entendéis!? Así os pasa
Miré los muros de la patria mía…
La inteligencia es lo que les falta ¿o será a nosotros? Es saber lo que fuimos. Esa es la cuestión. No es la patria ni la matria, sino la no patria y la no matria.
¿Aún no os habéis enterado de aquello?: «Ardieron palimpsestos y códices…»
No habrá nada. De aquello. Nada quedará en pie.
No sé si aún nos queda la fiel infantería.
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
Blog: generaldavila.com
19 julio 2021