El 8 de noviembre de 1992 salía de Málaga la Agrupación Táctica “Málaga” con dirección a Bosnia –Herzegovina en misión de interposición de las fuerzas contendientes en la guerra civil existente en la antigua Yugoslavia.
Hace 30 años de aquello.
Desde aquel día más de 46.000 soldados españoles han desarrollado allí su misión encuadrados en la ONU, OTAN o UE.
Se les concedió el Premio Príncipe de Asturias de la Paz por su disposición y actuación en la guerra, por combatir la violencia y buscar la paz. Es lo que siempre busca un ejército.
El tiempo no pasa entre los soldados que mantienen vivo el ejemplo de sus compañeros muertos en combate.
Aquella misión cambió muchas cosas en España. Nuestros soldados, embajadores del honor y de la paz en los Balcanes, queridos y respetados en una guerra de odios y permanente recelo, regresaron con la ganada admiración y cariño de todo el pueblo español y el reconocimiento, incluso asombro, de muchas naciones amigas.
Pronto se dieron cuenta nuestros políticos de quienes eran los soldados de España. Aquellos que en Bosnia-Herzegovina lograban una victoria frente a nuestra contradictoria y disparatada política, una victoria de la cordura frente al despropósito. Batalla ganada a la guerra y a la actitud incrédula de los que incluso querían hacer desaparecer a la Legión y miraban con recelo al conjunto de las Fuerzas Armadas. Tuvieron que aceptarlas y humillarse ante el valor, el honor y la entrega.
El Teniente de la Legión Arturo Muñoz Castellanos fue el primer muerto en aquel combate cuando cumplía su ejemplar misión de ayuda humanitaria.
Hace diez años que el Rey de España Don Juan Carlos inauguraba el Monumento a los Caídos en la Plaza de España de Mostar, 4 de abril de 2012. Serbios, croatas y bosniacos rinden constantemente homenaje a los muertos españoles y mantienen el recuerdo de la presencia española.
Un ejemplo que no está valorado en su auténtica medida. Estos días el presidente del Gobierno español visitaba aquellas tierras y hemos visto el pobre homenaje que se ha llevado a cabo en la Plaza de España de Mostar ante el monumento a los soldados españoles muertos en aquellas tierras.
Los viajes de Estado se preparan con tiempo y cada acto se pacta con minucioso protocolo y acuerdos hasta en el más mínimo detalle. En este caso coinciden algunos importantes para el pueblo español y para sus Fuerzas Armadas como puede deducirse de lo expuesto. Tan importante que debería haberse desarrollado el homenaje a los soldados muertos con mayor realce por no decir mayor respeto.
La ausencia de la debida representación militar encabezada por la ministra de Defensa, Jefe de Estado Mayor de la Defensa y Jefe de Estado Mayor del Ejército junto a una Unidad de Honores desplazada al lugar hubiese sido lo adecuado para conmemorar los 30 años de aquella participación y haber rendido dignamente los honores debidos a aquellos 22 soldados españoles y al intérprete. El señor presidente se los ha quitado de encima. Fuera lo militar. Solo él.
Claro que la pobreza del homenaje tiene su explicación al ver que la cinta con la Bandera de España de la corona de flores depositada por el presidente del Gobierno de España ante el Monumento a los Caídos llevaba la inscripción «El presidente del Gobierno de España».
Era él, no España, ni los españoles. Él. Ahora queda claro. Era él y solo él. Homenaje a los soldados, pero con mínimo de soldados. Cubrir el expediente.
Faltan 3 meses para que se cumplan los 30 años exactos del inicio de aquella misión. La primera en todo, sobre todo en ejemplo.
Todavía estamos a tiempo para el merecido homenaje. En nombre de todos, en nombre de España entre cuyos símbolos representativos no está el presidente del Gobierno.
Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)
Blog: generaldavila.com
2 agosto 2022