En España cada vez hay más fascismo y para que se den cuenta de lo que digo solo hay que acudir a la tercera acepción del término que recoge el Diccionario de la RAE: «Actitud autoritaria y antidemocrática que socialmente se considera relacionada con el fascismo»; y el mismo Diccionario define al fascista, entre otras cosas, como alguien «excesivamente autoritario». A mí que un partido adopte una actitud autoritaria me da igual ya que es un problema de sus votantes que si lo admiten es por su carácter borreguil. Otra cosa es que ese o esos partidos formen Gobierno e impongan al conjunto de la sociedad un régimen autoritario con la disculpa de que son mayoría parlamentaria y, por tanto, pueden incluso reescribir la historia.
La nueva Ley de Memoria Democrática que se cuece para nuestra desgracia —y de nuevo enfrentamiento— se encuentra en discusión en el Congreso de los Diputados español, donde mandan socialistas leninistas, comunistas, herederos de los terroristas, e independentistas (¿esa es España?). Entre las modificaciones introducidas a la atroz «ley democrática» (un sarcasmo) han pactado, el PSOE y Unidas Podemos, unas enmiendas a su proyecto: «desarrollar en los libros de texto y materiales curriculares la represión que se produjo durante la Guerra y la Dictadura». Dicen que «para que no se repita la historia», es decir que piden lo contrario, la venganza, que es a lo que conducen las dictatoriales propuestas de estos personajes.
Cuando se tiene la mayoría parlamentaria es el momento de demostrar el talante democrático de los partidos y su obligación de respetar a todos y no a su mayoría (ficticia siempre), que por supuesto no es la de un parlamento, sino la de la nación, los millones que no te han votado, que piensan de otra manera, que no piensan de ninguna, que les da igual, que están en contra. Al menos ese grupo está formado por un 50%, es decir las dos Españas, y la mejor manera de comprobarlo es enfrentarlas con lo que les llevó a encontrarse en los campos de batalla hace ya muchos años, los de la historia, impulsado por una larga lista de desaprensivos políticos que no renunciaban ni al asesinato para conseguir sus propósitos como el de don José Calvo Sotelo que hace unos días recordaba.
Sin duda no volveremos a ello, Dios lo quiera, pero mejor dejar la bicha en paz y no remover eso que huele tan mal no vaya a ser que termines hasta el cuello.
La democracia no lo justifica todo, como pretenden. No puede vivir media nación pendiente de la otra media en cuestiones vitales. No se es todo por ser presidente de un Gobierno ni por tener mayoría parlamentaria. Eso va contra la esencia de la democracia.
Debería recomendarles la lectura de Panfleto contra la democracia del maestro Gustavo Bueno. Si no fuese por lo que es, estas navidades se lo remitiría a Moncloa junto a mi libro (disculpen la ironía) La Guerra Civil en el Norte para que aprendan el significado de la be con la u.
Están convirtiendo la democracia en un panfleto. Lo define muy bien el mundo de la filosofía cuando alguno de sus grandes pensadores habla de las redes del poder. La que manda ahora en España es una de ellas, de la que desconocemos casi todo, aunque claves hay en aquello que ahora quieren reescribir por ley, ya que allí perdieron parte de esa red que ahora han reconquistado. No dejen de pensar en esto último que les digo.
Hoy se les llena la boca a esos falsos demócratas cuando dicen, como si de una declaración religiosa se tratase: «Yo soy demócrata», como el que dice «yo soy cristiano». Son los personajes constituyentes de una constitución en la que se habla de enseñanza democrática, convencidos de la existencia de una historia democrática, matemáticas democráticas y filosofía democrática. ¡Enseñanza democrática! Ahí está el truco de la mafia democrática: votar, por ejemplo, el Principio de Arquímedes y si sale «no», no existe Arquímedes ni su principio, aunque los barcos sigan flotando.
¿Qué significa todos, o muchos, en la escena política? Solo una cosa: reírse en la cara de sus votantes, decirle al de partido de al lado «ahora me toca a mí»; en definitiva: su propio beneficio.
Vuelvo a recomendarles el libro del profesor Gustavo Bueno: Panfleto contra la democracia.
Tramas de corrupción consensuadas. Con el fanatismo como motor impulsor.
¿Van ustedes a creer en las imposiciones ideológicas de los partidos políticos que hablan de memoria democrática como el que habla de matemáticas democráticas?
Represión franquista. Me suena la socialista. Comunista. Anarquista. Cenetista. Caballerista. Zapaterista. Sanchista. La que hemos sufrido bajo un ilegal Estado de Alarma, inconstitucional, único en los países democráticos, que les ha servido para someternos, para acabar con la oposición y acabar con la Nación y el Estado.
¿Represión franquista? Dictadura soberana la de un Gobierno que ha sido inconstitucional, que ha gobernado con ilegal mandato.
Ya veo que a pocos le importa. A mí sí y por ello me tomo la molestia de cada día denunciarlo a cambio de nada o si acaso de disgustos al quedar señalado. Hasta por los que menos ustedes se piensan.
Puestos así y con la nueva ley sectaria, la nueva historia, la nueva represión socialista, hago una seria reflexión: pido unos años de cárcel a cambio de ganarlos en libertad. Si me tienen que abrir las puertas de la cárcel para y por la libertad ¡ábranse las puertas!
Mientras se abren para que salgan los asesinos de la ETA entremos los que de ellos fuimos víctimas.
¿Represión franquista en los libros de texto?
Me parece percibir un peligroso fundamentalismo democrático.
Decía el profesor Gustavo Bueno que había que triturarlo. Aprendamos.
Rafael Dávila Álvarez
Blog: generaldavila.com
20 diciembre 2021