LOS CUARTELES DE LOYOLA Y LOS MILITARES Rafael Dávila Álvarez

Todo se junta y es que nunca se ha separado. Cuarteles de Loyola, PNV, Socialistas y los que piensan que España es una cuchufleta. Los Ejércitos una broma que hay que ir quitándose de en medio. «Capitán mande firmes», pronto lo aprendieron. De determinados militares, pobladores de Consejos de Administración, que llegaron con aquel viento al que la tierra pertenece. La liaron parda.

Lo que yo sé es que esta operación de Loyola no es a favor de, sino en contra de, y que es vieja, pactada en sucias negociaciones a espaldas de todos. Era una carta guardada en el cajón de los jugadores del póquer de la política del poder.

Van ocurriendo cosas y quedan ahí, ya definitivas, a pesar del clamor del momento, de rabias contenidas y declaraciones de unos y otros. ¡Cuando yo gobierne…! Nada de nada. ¡¿Y ese por qué no dimite?! Pregúntenle a la parienta. En fin que mucha paja y poco trigo.

Si el presidente del Gobierno dijo —y dice— que suprimiría el Ejército, la consecuencia lógica es eso: presupuestos 0 y Loyola para ellos. Luego vienen las declaraciones, la hemeroteca, el famoso cuando yo gobierne (que todo seguirá igual) y las dimisiones; quiero decir que nadie dimite.

Hace tiempo que esto de los ejércitos «es un coñazo» y nuestros misiles se trasladan para defender Turquía —¿contra qué o quién?— porque aquí no hacen falta.

¿Le han preguntado al jefe del los ejércitos si los Cuarteles de Loyola son imprescindibles? No sé si la pregunta se ha hecho ni sé si son o no imprescindibles. Algo se mueve por el norte donde el problema no son los acuartelamientos, que también, sino el rechazo del Gobierno Vasco a lo militar.

«Ni Loyola ni leches» me decía ayer un antiguo general ¿No te acuerdas lo que publicabas hace poco? ¿No recuerdas que el Partido Nacionalista Vasco y Bildu han pactado una resolución, aprobada por las Juntas Generales, por la que reprueban al Ejército español y  a la Bandera de España?

«Las Juntas Generales de Gipuzkoa reprueban las exhibiciones militares que se han hecho por la ley de la fuerza y por la fuerza de la ley en Gipuzkoa y en la sociedad vasca, y condenan la estrategia de tratar de que en la sociedad vasca se considere habitual y se admita con normalidad ver en nuestros pueblos y espacios emblemáticos al ejército español, porque constituyen una imposición y una falta de respeto hacia este pueblo y hacia la ciudadanía vasca».

Oigo la palabra dimisión. Seamos realistas. Nadie va a dimitir, nadie se siente culpable y todos aman a los ejércitos. Los demás somos unos exagerados y fachas sin solución. Detrás del posible dimitido hay mil para ocupar su puesto.

Pediría, con disciplinada petición, que alguno de mis compañeros de armas, de los que ocupan la Cúpula de la Catedral de las Fuerzas Armadas, nos explique a todos los españoles, con permiso de la ministra, eso tan elemental y sencillo que se enseña en la milicia y que constituye el estudio mínimo y sencillo para la toma de decisiones; desde el soldado al general: ¿A dónde vamos, por dónde, cómo y cuándo? Es algo que los contribuyentes tienen derecho a saber. No vaya a ser que por ir a la guerra de Troya, a la vuelta nos encontremos con la casa invadida y perseguida nuestra generación y familia. La cultura, las tradiciones, el idioma, los quereres y los deberes.

Lo de Loyola va más allá de una simple operación inmobiliaria. Las pruebas hablan solas.

Esto ya no es un juego ni siquiera peligroso. Es algo peor: O ellos o nosotros. Pónganle nombre.

Pero sigamos nuestra particular odisea mientras en casa se meten los que se comerán y beberán todo para después echar a los perros los despojos.

Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

27 noviembre 2020

 

LENGUAJE DE GUERRA. NO SE MUEVE NI LA CABRA DE LA LEGIÓN Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Los augurios no son sino análisis de la información que un águila lleva en su vuelo después de días de observancia del campo enemigo. Los intérpretes, augures, ocupaban asiento junto al fuego de Agamenón.

A falta de águilas observo los mirlos en los parques, en los que no están cerrados y, sin Agamenón presente, recorro los garitos de las llamadas sedes de los partidos. Nada que ver con el de Galdós.

En las Academias militares se estudian los signos que indican que el enemigo se mueve y puede dar un paso más allá. Uno de ellos está en los despliegues que de fuerzas militares se llevan a cabo en la frontera. La OTAN, con España incluida, lo está en la de Rusia-Europa.

Pero hay nuevos signos de guerra, ¡tan preocupantes!: los despliegues de la palabra política. No tienen fronteras.

Claro que podría ser que este lenguaje que se introduce cada día responda al preludio de una guerra cultural, antecedente de otras, dirigida a quienes ni saben hablar, ni leer ni escribir. Analfabetos que leen etiquetas y loros que repiten la voz de su amo, junto a sinvergüenzas que cada noche redactan el estribillo.

Se equivocan los que dicen que esto es una revolución. No; esto es una concentración de poder, que para eso se hacen las guerras; contra la democracia. Si quieren le damos nombre: golpe de Estado silencioso. Lo comprobaremos en nuestra miseria cuando esté entre nosotros y no nos reconozcamos. Así, y  mientras esto sucede, nos entretienen con una utopía inalcanzable y fuera de lugar, pero digerible y esperanzadora. Ese es el gran atractivo de la mentira: la arenga permanente, repetitiva sin descanso, ¡que dulce sueño es saber que me mienten!

Si eso no es suficiente llega la fuerza, porque para ellos lo justo es lo fuerte.

Estado de Alarma, Toque de queda, confinamiento, controles, rastreadores, guerra al virus, ganaremos, venceremos juntos a este enemigo, el virus ataca de nuevo, la batalla. Nada es casual, sino dirigido y con una finalidad.

La batalla contra el virus, la moral de victoria, el sacrificio… es el lenguaje de un presidente que al dar comienzo esta guerra puso al frente al Jefe de Estado Mayor de la Defensa al que se le veía en un conflicto que no era el suyo, pero obligado a jugar su papel para el que, también, le impusieron el lenguaje y tuvo que utilizar a los soldados en combates que no le eran propios.

Porque como hemos dicho, y repetiremos, esto no es una revolución y sí una guerra, y en ella el objetivo estratégico es concentrar poder. Dictadura.

No hacen falta misiles, ni submarinos atómicos, sino martillear con la palabra, arenga diaria, disparos de ideología. Misiles sin límites en el tiempo o espacio. Mentir constantemente hasta convertirlo en un mantra.

Y por eso aquello: Estado de Alarma; toque de queda, confinamiento, aislamiento, divide y vencerás. Empecemos con el lenguaje.

¿Qué es la guerra? Se pregunta Clausewitz al introducirnos en el inacabado De la Guerra, y expone con crudeza analítica, casi matemática, la realidad de lo cotidiano del quehacer del hombre, ¿qué es la guerra?, esta guerra que inventó la política.  Su pregunta había tenido respuesta muchos siglos antes: «La guerra es un asunto de importancia vital para el Estado, es la provincia de la vida y de la muerte, el camino que lleva a la supervivencia o a la aniquilación» y concluye Sun Tzu. «Todo el arte de la guerra está basado en el engaño».

La verdadera fuerza para obligar al contrario al cumplimiento de nuestra voluntad es la mentira, con la que seduces con halagos. Es el arte más fino del engaño. Clausewitz lo deja claro al señalar la guerra como un medio para lograr el propósito político, que es el fin. El propósito político será lo que deberemos analizar.

Y avisa: «Pues en asuntos tan peligrosos como lo es la guerra, los errores que se dejan subsistir por benignidad son, precisamente los más perjudiciales».

Con ellos no habrá desarme artístico, ni cejarán en su empeño de destrucción. No habrá benignidad.

¡Capitán mande firmes!, que les gusta.

No se mueve ni la cabra de la Legión. Es un augur.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

26 octubre 2020

 

 

LA MINISTRA DE DEFENSA General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Aquí se viene llorado de casa. Se gestiona, bien, sin politizar, y a otra cosa. Los premios y las condecoraciones son para los soldados (¿lo recuerda señor Bono?). Manifestaciones de respeto y nada más. Reciprocidad.

No nos conocemos. Me gustaría entrevistar a la ministra de Defensa. ¿Se dejaría? El reto lo lanzo y como sé que me leen por esas alturas, aunque no se confiesen, pues a ver si hay suerte.

Por sus obras los conoceréis. De entrada alguien que acepta sentarse en un Gobierno que pacta con comunistas de la Corte de Maduro, separatistas, personajes procedentes de los terroristas de la ETA y se sitúa a la cabeza  de las Fuerzas Armadas no me inspira ninguna confianza. A los soldados tampoco -No sé al radiotelegrafista, que todo hay que explicarlo: me refiero a Balboa-.  La misma que me inspiraba aquel ministro que se envolvía en la bandera de España y abrazaba a los obispos.

Recuerdo una audiencia, él en plan relumbrón, algo normal en el personaje, con generales en grupo, sin tiempo para individualizar, cuando le sonó el móvil y saltó su graciosa soberbia. Estas fueron sus disculpas (preparadas):

-¡Uy! ¡Perdón! Me ha ocurrido como al Arzobispo de Toledo. Hace unos días mientras decía misa le sonó el móvil. Como éramos muy pocos (ceremonia privada, ¡faltaría más!), íntimos, le dije, -¡Cójalo, señor Arzobispo, no vaya a ser Dios!

Debió esperar la sonrisa de los generales a la gracieta ministril, pero allí nadie rompió su hierática mirada. Olvidemos al personaje que sigue en todas las salsas; o sus peones. Algún día hablaremos de <<los generales de Bono>>.

Este ministerio de Defensa, el más cómodo de todos, es una puerta abierta a la vanidad y a descubrir la unidad de España. Desde el primer <<¡Capitán mande firmes!>>, que enseñó el discípulo a la maestra, todo son facilidades y respetuoso primer tiempo del saludo.

Todos los ministros (y los aspirantes) llevan dentro, los de un extremo y el otro, algo que parece congénito, piensan mucho en eso de cuadrarse. Alguno sabe lo que digo o quiero decir. Cuando escalan hasta el poder nada les gusta más que un saludo militar. ¡Cuádrese! ¿Usted no sabe quién soy yo? Algo que solo ellos dicen, no es un término usado en lo militar por innecesario. Así fue la entrada de Azaña en el ministerio de la Guerra. En ese aspecto lo mismo da una banda o la otra. Es obsesivo. Lo de las estrellas o entorchados en la bocamanga… ¿Se han preguntado por qué solo en el Ejército de Tierra las divisas no se llevan en la bocamanga sino en los hombros?

Recordémoslo: <<¡Cuádrese! Soy el ministro de la Guerra. Era de noche y en la oscuridad de las bujías, aprovechando las sombras, Azaña pone firmes al oficial de guardia del palacio de Buenavista, sede del ministerio de la Guerra. El general Ruiz Fornell le da posesión del cargo>>. Azaña acababa de cumplir un sueño infantil. A esas horas el niño Manuel sueña con su juguete: ¡Soldados! Pronto abrirá la cajita y sacará a sus soldaditos de plomo para organizar su peculiar ejército.

Yo sé de alguno que puesto a elegir entre ministro de Defensa o presidente del Gobierno se quedaría con ministro de Defensa. O como Azaña: las dos cosas. No viene al caso.

Lo que sí es el caso, es que este ministerio de la Defensa se ha movido siempre entre la ideología y la economía, lo que ha definido su trayectoria y que a la mera inspección de la figura se comprende. El resultado ha sido leyes y mas leyes al arbitrio del partidismo; y pobreza, mucha pobreza.

El ministerio de Defensa da bandazos con peligrosas inclinaciones a uno y otro lado, lo que acaba mareando a la tripulación y puede hacer zozobrar la nave. Las Fuerzas Armadas económicamente están en la ruina y su misión tampoco queda bien definida.

La ministra de Defensa actual no acabo de entender si lo es, o se lo hace, como dicen en la capital.

Sus constantes gestos de apoyo y reconocimiento, su equilibrado comparecer, sus justas palabras, su huida de jardines ajenos e incluso su acusada distancia del presidente de su Gobierno, son motivos que dan que pensar. ¿Es o se lo hace? Lo que está claro es que de su equipo sabemos que hay quién se hace pasar por, sin serlo. ¿Y ella?

La prueba del algodón se aproxima: Presupuestos.

Me parece que seguiremos llorando. ¿Con ella? ¿Era el poli bueno?

Me gustaría entrevistar a la ministra de Defensa. Espero su llamada y hablamos. Interesa su opinión. ¿Me recibe señora ministra? Si está muy ocupada puedo mandarle un cuestionario. Sería muy interesante para todos.

La primera pregunta ya se la hago desde aquí. ¿Se siente cómoda en un Gobierno con comunistas bolivarianos, apoyado por separatistas y ramas del tronco del árbol de la ETA? ¿Cómo explicaría eso a sus tropas cuya misión es garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional?

Todas mis preguntas irían por esa línea tan elemental y sencilla.

<<No vaya a ser verdad aquel refrán de que cuando el diablo no sabe qué hacer, con el rabo mata moscas>>. En Defensa, mosca que se mueve… Todas muertas. Hay muchos tipos de mosca. Yo tengo una detrás de la oreja. Podemos aclararlo.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

18 mayo 2020

¿POR QUÉ VA A SER MALO QUE SE EDUQUE EN VALORES DE LAS FUERZAS ARMADAS? General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Hay que decirlo: ¡Bien ministra! Se nota cuando se dice para la galería y cuando se dice desde el corazón.

La ministra de Defensa María Dolores de Cospedal ha estado valiente, sincera y mandando. Con autoridad; <<Capitán mande firmes>>, ha sonado en el Senado español en la sesión de control al Gobierno. Desde la plaza de la Marina española llegaba al hemiciclo el apagado ruido del taconazo.

España se españolizaba ante los atónitos ojos y oídos de aquellos senadores habituales a visitar el salón de Pasos Perdidos. Desorientados.

En la puerta de Bailén ondeaba la bandera movida por una brisa limpia y nueva que sonaba a cantos de infancia jugando a soldaditos de plomo… impávido con su fusil al hombro.

Una ráfaga en forma de senadora acusaba a la ministra de querer españolizar a los alumnos porque el ministerio ha firmado recientemente un convenio con la asociación de centros de enseñanza privados para llevar la cultura de defensa a las aulas y facilitar que profesores y alumnos conozcan la labor y los valores de las Fuerzas Armadas. Los valores de los soldados van a penetrar en las aulas de los niños, El intrépido soldadito de plomo de Andersen vuelve a nuestra infancia, sea bienvenido, y Unidos Podemos se pone nervioso pensando que eso a la larga le dejará en el banquillo, el de los ausentes del juego democrático, cuando el juego sea la educación en valores, el valor de los valores. Quedarán al descubierto en cuanto la formación, en valores, se imponga.

¡¡¡Quieren españolizar a los alumnos!!! Ha sonado en el Senado como ventisca y metralla… Confusión. Dice la senadora, de no sé qué partido,  que las Fuerzas Armadas son <<un espacio opaco, cerrado, con una justicia paralela y sin derecho a sindicarse ni libertad de expresión>>. ¿Lo sabían ustedes? Yo no me he enterado hasta ahora.

La ministra con esa fuerza que le da su ministerio, el del valor y el honor, el de la verdad y la entrega sin límites de los que en vanguardia tiene, ha contestado con su mejor ironía y acierto:  <<¿Por qué va a ser malo que se eduque en valores de las Fuerzas Armadas? ¿Les parece mal eso que hacen las Fuerzas Armadas de defender de manera incondicional España y que España se contagie y se pueda defender?>>.

¡Qué pena que solo lo malo se contagie! ¡Qué pena que no nos invada una epidemia de españolidad! Sin vacuna posible.

<<Enseñar a nuestros jóvenes cómo son sus Fuerzas Armadas y cómo les protegen es una buena manera de reivindicar nuestra nación, inculcar los valores de solidaridad, pertenencia a la nación y defensa de nuestro modelo de convivencia, derechos y libertades y nuestro reconocimiento como españoles>>. Terminó diciendo la ministra.

No acabó ahí la cosa. Le tocó el turno al ministro de Educación. El ataque estaba preparado y la munición era abundante. La descarga no se hizo esperar: ¡Han cantado el novio de la muerte! ¡Cuatro ministros en Málaga cantando con la Legión!

No podía faltar el recuerdo a la Legión en el Senado español. ¡¡¡Han cantado ustedes el Novio de la Muerte!!!

Alguien llegó a pensar que de un momento a otro iba a sonar el ¡A mí la Legión! Pero se interpuso Manolo Escobar con ¡Viva España! A partir de ahí aquello se convirtió en una verbena veraniega; estropeada por el mal gusto en la decoración.

La ráfaga en forma de senadora volvió al ataque sin la fuerza de las convicciones, con la metralla de lo inútil, desechado y zafio. La tarde lluviosa y fría no impedía que la contaminación intentase sentarse en el despacho de Honor del Senado. Suele estar vacío.

Un guirigay insoportable inundaba lo que se supone un lugar de respeto, convivencia, solidaridad, defensa de la nación, trabajo en equipo, responsabilidad, libertad y defensa de los valores constitucionales. Como hacen los soldados. Como quieren enseñarle a los niños. Se oyó de todo. Aquello era una grosera boutade, una orgía de sandeces.

Poco más dio de sí…, poco más se puede esperar.

Hubo que romper filas y abrir las ventanas del hemiciclo para ventilar la defensa.

La tarde declinaba por el Campo del Moro cuando, al fin, se cerraba la sesión de control al Gobierno después de que la ministra de Defensa defendiese lo que parecía olvidado: España y sus Fuerzas Armadas, los valores que día a día practican sus soldados y que ahora pueden conocer los niños españoles, como los de cualquier nación de nuestro entorno, en su educación.

No nos los cuenta nadie y nadie tiene en cuenta estas tardes senatoriales.

Nosotros sí y seguiremos contándoselo.

La ráfaga de españolidad no contagió a los senadores que se despedían en el salón de Pasos Perdidos. Algunos están vacunados contra la, para ellos, enfermedad llamada España.

Los niños podrán conocer su Bandera, su Himno nacional, su Escudo, y a sus Fuerzas Armadas. Puede que hasta una epidemia de españolidad inunde España. Esperamos y deseamos que sea muy contagiosa y sin vacuna posible.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

12 abril 2017