La bofetada que la OTAN le ha dado en la mejilla izquierda a España debería hacernos meditar sobre nuestra postura internacional en materia de Defensa y en política Exterior. De paso no estaría de más tener un recuerdo para nuestros soldados que son los primeros en acudir a tapar la herida en cuanto surge una crisis internacional.
Como ya saben a la importantísima reunión de la OTAN con los máximos representantes de la industria de Defensa europea y norteamericana España no ha sido invitada. La Alianza Atlántica no ha incluido a ninguna empresa española. En el plan para alimentar la guerra España no cuenta.
Quizá sea uno de los momentos más graves en nuestra errática Defensa desde el final de la Segunda Guerra Mundial. No verán ni oirán nada en la campaña electoral. La Defensa no da votos, no interesa. Está supeditada a la industria.
¿Nuestros Ejércitos? La pregunta encierra un hecho clave.
Lo único que han descubierto los políticos en España es que los Ejércitos, es decir las Fuerzas Armadas, son una rentable empresa que puede dar muchos beneficios, individuales también. Que eso de los soldados está muy bien, pero siempre y cuando sea por el material, el armamento que necesitan, la industria que a su alrededor se mueve, es decir su valoración económica y rentabilidad. Lo demás es muy costoso, poco rentable, cosa del ministerio de Defensa que debe manejar con firmeza y fuerte control. Pareciendo que hace y haciendo lo contrario de lo que parece.
Los hombres, los soldados, son algo muy incómodo de organizar, de renovar y de asegurar su futuro. Démosles tanques y aviones, barcos y municiones y ellos que se limiten a su manejo, sin tomar decisiones ni tácticas ni estratégicas. También es necesario que la tropa tenga fecha de caducidad no vaya a ser que ganen la guerra y que su moral sea definitivamente de victoria y lleguen a tener sentido Patrio, cuando lo patriótico debe de ser únicamente la cuenta de resultados.
El futuro que quieren para nuestros soldados es el de un funcionario más que fiche y que obedezca sin preguntar por sus armas: esas ya las negociamos nosotros desde el minisdef.
¿Soldados? ¿Política de personal? ¿Debate sobre el presente y futuro de nuestros soldados?
Deben ser lo que decía el sabio Ortega y Gasset: «Guerreros deformados por el industrialismo».
Eso se pretende y es mucho el camino ya andado.
La OTAN, Europa y los Estados Unidos de América no invitan a España en un foro de armas para la guerra, un foro clave no para la industria de armas, que también, sino para el prestigio de nuestros ejércitos. Un golpe bajo donde más duele.
Ahora surge el gran interrogante: ¿debemos fiarnos nosotros de Europa, de la OTAN, de los Estados Unidos de América? ¿Por qué no les invitamos a un foro de Defensa Colectiva y que nos den a conocer los límites?
A partir de este punto debemos poner sobre el papel los temas candentes y pendientes.
Empecemos:
—Ceuta, Melilla, y Peñones
—Archipiélago Canario
—Gibraltar. El Centro de Inteligencia y polvorín alli montado.
—Estrecho. ¿Quién lo controla; la OTAN no?
—Marruecos…
—El Sahel
—El Sáhara…
—Cataluña; ya saben.
—País Vasco; ya saben.
Déjense de armas y suban un escalón. Ese donde está la nación: España.
Nuestros soldados no son máquinas revestidas de armas. Tampoco un organismo de Protección Civil empleado en misiones que nada tienen que ver con la suya gastando y malgastando sus recursos en cometidos que corresponden a otros organismos.
Nuestros soldados no son guerreros mediatizados por la industrialización.
Son hombres, los mejores soldados del mundo, que lo único que requieren es ser recordados, valorados, y sobre todo estar bien mandados.
¿Quieren detalles?
Junto al lamento del horror de la guerra surge el negocio de las armas. Un gran negocio que como nunca antes ahora sale a los escaparates de las naciones en guerra o no. Los medios de comunicación se cobijan a su sombra y en una página cuentan los horrores de la guerra y en la de al lado muestran los beneficios de la industria del armamento con sus piezas más modernas y mortales.
No verán ustedes organizar un foro para hablar de nuestros soldados, de su futuro, de los sacrificios que se impone a sus familias. No se ven páginas dedicadas a esos apoyos de todo tipo necesarios para las tropas en combate y sus familias. Los soldados son los grandes desconocidos y olvidados. Parecen soldados virtuales. Dentro de poco asistiremos a una industria del armamento que te venda el carro de combate con su tripulación incluida y un repuesto de garantía. El cañón más los artilleros, el avión con piloto y mantenimiento incluidos, incluso te vendan a un general con su Estado Mayor sin estrenar… Si se dan una vuelta por la redes sociales verán que las Academias de Estado Mayor están en youtube impartiendo lecciones diarias.
Esta guerra se está convirtiendo en un negocio escandaloso y nadie hace sino atizar más el fuego e invertir en armas y municiones.
Aunque la fábrica de soldados esté desatendida. Pronto alguien se dará cuenta de su posible rentabilidad económica.
Los soldados combaten en el frente y mueren, las retaguardias polemizadas y distantes, las armas un negocio rentable.
Soldados: guerreros mediatizados por la industrialización.
Armas sí, soldados no.
Las armas dan dinero. Lo soldados… A lo mejor van camino de convertirse tambien en parte del negocio.
De nada sirven las armas sin el valor moral del soldado que las maneja. ¿O eso era antes?
Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)
Blog: generaldavila.com
19 junio 2023