ESPAÑA NO PIERDE LA OPORTUNIDAD DE HACER EL RIDÍCULO Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

«Por eso toda mi obra y toda mi vida han sido servicio de España. Y esto es una verdad inconmovible, aunque objetivamente resultase que yo no había servido de nada». En los mismos términos que Ortega y Gasset  podría haberse expresado el abanderado del rey que perdidos los brazos con los que llevaba la bandera y la espada recogió la enseña con sus muñones y la sostuvo con la boca: Juan de Dios Aldana.

Uno y otro, filósofo o soldado, convirtieron su vida en servicio, algo que no entienden los traidores y cobardes desertores del oficio de la nobleza y sí entienden millones de españoles que cada día trabajan y se esfuerzan en y por su querida España.

¿Quién es este personaje al que todavía se protege en Europa en aras a las falsas libertades para ofender a mi nación? ¿Qué libertad es esa que proclama Europa, una Europa de indefensión además de indefinida, de la que se van sus miembros; y más que lo harán?

No es admisible que el deshonor de un oscuro personaje huido de la justicia diga que España hace el ridículo. Una huida hacia adelante que detrás lleva traición e ignominia.

No miremos en exclusiva al personaje. La mirada y los epítetos deben ser dirigidos al presidente del Gobierno que tiembla pensando que la detención del presunto le cueste el puesto y deje de gobernar. Sería lo mejor para España, uno en la cárcel y el otro a vivir de su suculenta pensión mal ganada; dos por uno para nuestra tranquilidad. Llevamos demasiado tiempo siendo el hazmerreír de Europa, muestra de la epidemia de pobreza intelectual que nos acecha.

Las dos notas destacables del insulto del huido traidor a la patria que le vio nacer son achacables a quien tiembla porque puede ser despedido fulminantemente de la presidencia en cuanto pierda el apoyo independentista y filoterrorista: Pedro Sánchez.

¿Por qué dice usted eso?: por su irresponsabilidad y, lo que no es lo mismo, por el ilimitado poder que se otorga (incluido el de hacer y deshacer España como nación).

En España estamos ante una Revolución de calibre desmedido que va a cambiar (de hecho ya lo ha hecho) nuestro futuro.

Ante tan desasosegante panorama nos encontramos sin general, porque esto es una guerra donde el enemigo también, entre otros, está en esa modernita y perdida Europa que nos humilla.

España no es una nación y de eso se encarga un presidente de España cuya misión es acabar con España. No hay otra.

«Nos falta la cordial efusión del combatiente y nos sobra la arisca soberbia del triunfante. No queremos luchar: queremos simplemente vencer. Como esto no es posible, preferimos vivir de ilusiones y nos contemplamos con proclamarnos ilusamente vencedores en el parvo recinto de nuestra tertulia de café, de nuestro casino, de nuestro cuarto de banderas o simplemente de nuestra imaginación». Esto decía hace muchos años José Ortega y Gasset en La España invertebrada. Como ahora ¿o ahora más?

No estaría mal que Casado y Abascal se diesen cuenta que no monta tanto como tanto monta y que el mando o es único o no es mando.

La carrera política exige: sacrificios y olvidar los retratos a caballo con la espada vencedora. Por encima de todos sus personalismos está España y esta es la oportunidad.

El camino quedaría expedito: Puigdemont frente a la justicia española y Sánchez a cobrar la pensión. Ambos se lo merecen. Única forma de dejar de hacer el ridículo. Ofendidos.

¿Nunca vertebraremos España?

Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

27 septiembre 2021

LOS PRESIDENTES AUTONÓMICOS AHORA CAPITANES GENERALES. SOLDADOS A LA CARTA Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

No hay nada más amargo que verse sometido a las oscilaciones de un jefe vacilante en sus decisiones.

Desconozco la legalidad de la medida adoptada por el persistente pretendiente Sánchez, sólo presidente del Gobierno, por ahora. No sé si sus atribuciones llegan para tanto: Estado de Alarma a la carta, como todo, soldados a la carta y vacaciones a la carta (dos residencias veraniegas, que una no le llega). Supongo que la Ley no significa que algunos puedan hacer lo que les dé la gana con nosotros y partir España más de lo que está. Que los que aplican y los que interpretan la Ley hablen, si es que nada ni nadie se lo impide.

En el ejercicio del Mando es admisible la delegación de funciones, dentro de los límites adecuados, ya que tan malo es ser muy absorbente como ceder todas las atribuciones. Debe quedar claro, por encima de todo, que cualquier delegación de funciones no exime de la responsabilidad al que delega y sobre lo que delega. En la guerra tender a dejar en manos de los subordinados las atribuciones que te corresponden puede llevar a la derrota y a tener que dar explicaciones ante un Consejo de Guerra, que no es eso lo malo, sino los cadáveres que ha dejado tu irresponsable actitud. El jefe ejerce el mando con plena responsabilidad, que no puede compartir con nadie.

Delegar en situaciones de grave crisis exige diferenciar muy bien lo importante de lo accesorio. La aplicación del Estado de Alarma, sin duda, forma parte de lo principal ya que conlleva una limitación de los derechos fundamentales de las personas. Debe ser aprobado por el Congreso de los Diputados con carácter general y sin dejar de asumir el Mando (la responsabilidad) por parte de quien tiene la potestad de ordenarlo, el presidente del Gobierno. Otra cosa sería una dejación de funciones que, repito, no sé si la Ley lo permite.

Lo que sí sé, sin que nadie me lo explique, es que asistimos a nuevas fórmulas de uso y abuso de los ejércitos. La última es una ocurrencia de las muchas que se fabrican en las salas de máquinas de unos Estados Mayores que han perdido el horizonte de su misión y poco les importa sus capacidades si contento está quien las debe atender, lo haga o no.

Todo es interpretable, y ese es el problema, que todo depende, mientras nadie se oponga con argumentos y la Ley. Hoy por ti, mañana por mí.

Ofrecer 2.000 soldados a las comunidades autónomas como rastreadores es una misión fuera de lugar y, con claridad, sin nada que ver con las misiones de los ejércitos expuestas en la Constitución, en la Ley Orgánica de Defensa Nacional, ni en ninguna otra ley o reglamento.

Parecen más bien paquetes de soldados, cuadrillas, para salvar la ineficacia e imprevisión, de una inexistente Protección Civil o el empleo de mano de obra barata, disciplinada y cumplidora. Nadie piensa que es un recurso muy caro, delicado y de difícil empleo, que no está para echar mano de él para tareas que pueden y deben ser asumidas por otros colectivos. Todos sabemos lo que significa la disciplina, y el encuadramiento en unidades de eficacia con orden y control, lo que hace, sin duda, que acudamos a los Ejércitos cuando miramos alrededor y nos vemos solos. Claro está que la UME funciona, y muy bien, ¡solo faltaría!; y si en vez de Unidad Militar de Emergencias fuese Unidad Militar contra la Corrupción aquí no se movía un euro de su adecuado lugar. Pero no se trata de eso. A cada cual lo suyo. Y los soldados no están “a disposición de un presidente autonómico” (que por cierto, ¡hay cada uno!) sino de España. Va hasta en contra de su misión Constitucional de Unidad e integridad territorial e incluso me parece que lleva doble intención.

El fraccionamiento y las autonomías han llegado a los ejércitos. Los presidentes autonómicos ahora capitanes generales, con bandera, música, y Compañía de honores. Por eso decía el señor presidente, de manera persistente, que cada vez somos más un Estado federal. Ni eso.

Está cada vez más claro que este presidente ha venido para dividir España.

Por último y no menos importante, convendría saber, en todos los ambientes, incluso militares, que a los soldados se les manda, nunca se les manda. ¿Es necesario que explique la diferencia verbal? Pues sí: mandar de mando o mandar a paseo.

Lo segundo, ya que lo primero se desconoce.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

27 agosto 2020

CRISIS. LO MEJOR Y LO PEOR DEL SER HUMANO. ¡SÁLVESE QUIEN PUEDA! General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Como en las guerras. Con una diferencia: los soldados están preparados después de una intensa y dura instrucción y adiestramiento, sometidos a una férrea disciplina interna y externa y a unas leyes muy duras. Todo lo contrario de lo que ahora vemos en esta crisis: lo peor de la crisis son las consecuencias de su mala gestión. Este general nos lleva a la derrota.

Lo que hasta ahora vemos es un Gobierno débil, por detrás de los acontecimientos, desnortado, indisciplinado y, lo peor, mirándose el ombligo, como acostumbrados nos tiene.

Por no hablar de cobardía. Entregarse al enemigo llámese coronavirus o separatistas. Es igual, con tal de que no haya que cambiar el colchón de la Moncloa.

Eso sí a la hora de ponerse en cola para hacerse pruebas, los primeros, ¡no sabe usted con quién está hablando!, ellos, los innecesarios, a los que la nación otorga privilegios inmerecidos. No se salva ninguno. ¿Repito?: ninguno.

Cada Comunidad va a su bola, a lo suyo, con egoísmo y propaganda: ¡Que bien lo hemos hecho! Otra prueba más del desastroso plan de Comunidades que la frivolidad del momento constituyó en una Constitución.

Ahora hablemos de los otros contagiados por el coronavirus colateral: empresarios y trabajadores. Me dice un amigo que tiene un restaurante humilde al que suelo ir a menudo: ¿moratoria del pago de impuestos? ¡Hay que tener cara! Me cierran el negocio, no tengo liquidez, no puedo pagar las nóminas, me dicen que tres meses sin pagar impuestos y después ¿qué?: pago tres meses y le añado el mes corriente. ¿Con el dinero de quién?, ¿y a mis trabajadores quién les paga?, ¿el paro de nuevo?

Miedo, cobardía, dejación, y dispersión de medios y funciones. Ellos, todos, tienen el <<todo gratis>>.

Acabo de oír al que ejerce de presidente del Gobierno y mi preocupación aumenta exponencialmente. Siento decir que mi impresión es que no tiene ni idea de lo que se trae entre manos.

Nadie pide responsabilidades. Se esconden los que han promovido, asistido -y contagiado-, recientemente a concentraciones innecesarias y de alto riesgo. Ahí están los resultados. El contagio en progresión geométrica. Ahora desaparecen de la escena y callan. El que la hace la paga. Dice el dicho castizo.

Es la hora de la unidad, de la lucha conjunta para acabar con esto y de nuevo nos mienten. Suena a <<Sálvese quien pueda>>.

Aquí solo se hace lo que dicen Sánchez e Iglesias. Nada más. Nada bueno. Lo que abre enormes interrogantes.

Lo peor: miro a uno y otro lado y nadie sabe, nadie da una respuesta, una solución. La comunidad científica internacional nos defrauda. Es así, aunque nadie se atreva a decirlo. Buscan en el espacio.

Nosotros confiamos en el personal sanitario, en su sacrifico y buen hacer. Pero no pueden hacer más.

Arruinados negocios, mucha gente, sin esperarlo, se queda sin futuro, libertades restringidas, miedo, ansiedad, y desatención.

¿Pero esto qué es?

Desatendidos, humillados y ¿Europa? La noble Europa es un caos, España un desgobierno. Para echarse a temblar.

Cuando todos los líderes mundiales deberían estar reunidos en permanente cónclave cada uno va a lo suyo. En España con las Autonomías lo mismo.

El que hace de presidente en vez de tranquilizar, por su actitud y dominio de la situación, lo que ha hecho es armarla gorda.

Les espero el lunes; si no hay novedades.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

13 marzo 2020

¿LA FISCALÍA DE QUIÉN DEPENDE? DEL GOBIERNO. PUES YA ESTÁ ¿LO SABE EL FISCAL GENERAL DEL ESTADO? General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Lo ha dejado claro el presidente, en funciones, del Gobierno del Reino de España. La fiscalía depende del Gobierno; pues ya está. Claro que enseguida ha salido el ministro de las carreteras, caminos, canales y puertos, el señor Ábalos, a decir que ha sido un lapsus motivado por el cansancio. Creía yo que un presidente del Gobierno, aunque sea en funciones, no diría, jamás, que está cansado hasta caer reventado. Como un legionario; dando ejemplo. Pues no, reventado no se le ve, más bien sobrado, displicente y chuletilla. Pues ya está.

Suele decirse que los niños y los borrachos son los únicos que dicen la verdad. A lo mejor ocurre que, como ellos, los cansados también dicen siempre la verdad.

La gravedad del asunto es que se abre un enorme interrogante. Porque enseguida, sin maldad, con libertad y preocupación, a uno le viene a la memoria aquello de las togas y el polvo del camino: <<El vuelo de las togas de los fiscales no eludirá el contacto con el polvo del camino>>.

Recuerdo que las palabras son del que era fiscal general del Estado, con Zapatero, y que se despachó con aquello; y esto: <<La Justicia no está para favorecer procesos políticos, pero tampoco está para obstaculizarlos>>. Y no sé si será verdad, o no, pero se dijo, que lo dijo, ¿recuerdan?: <<¿Lo sabe esto el fiscal general del Estado?>>, que dijo Otegui cuando le detuvieron. Era el mismo fiscal, el general, el de Zapatero.

Todo esto no es baladí, es el mayor ataque a la democracia que se puede hacer desde el Gobierno. En estas condiciones no podemos dormir tranquilos.

Las asociaciones de fiscales han mostrado su repulsa por estas declaraciones: inaceptables. Yo diría más: suficientes para que un presidente dimita de su cargo. Pero como no va a ser así, ustedes, todos nosotros, somos los que debemos dimitirle. El próximo domingo día 10 tenemos esa oportunidad.

Hace unos días empezaba así mi artículo (La libertad en peligro):  <<Todo estaría perdido, cuando el mismo hombre, o el mismo cuerpo, ya sea de los nobles o del pueblo, ejerza esos tres poderes: el de hacer las leyes, el de ejecutar las resoluciones públicas, y el de juzgar los crímenes o las diferencias entre los particulares>>. La muerte de Montesquieu. Recuerdo que el entierro fue multitudinario.

Esto es muy, muy grave. Pero aquí no pasa nada.

Eso sí, para votar en Cataluña vaya con el casco puesto, procure que no se le vea mucho, y esconda su voto (si va a votar por la unidad de España, claro).

¿Lo sabe el fiscal general del Estado? Me refiero a lo de Cataluña.

Dicen: <<Ahora sí>>. Claro, así cualquiera.

¡Viva la Libertad!

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

7 noviembre 2019

Hablar, explicar, convencer… Juan M. Mateo Castañeyra General de División (r)

unnamedEs bueno hablar, afirma el Pte. del Gobierno, refiriéndose al desafío nacionalista; para añadir a continuación, que se puede hablar de todo, menos de la soberanía nacional y de la igualdad de los españoles, porque no lo permite la ley.

En principio, así de pronto, se puede estar de acuerdo. Porque efectivamente, en general hablar es bueno, pues los humanos nos comunicamos con palabras. Pero también en general, en ocasiones es bueno estar callados; y también en general, hay ocasiones, en las que según con quien, es bueno no hablar.

Como ejemplo de las veces en las que es mejor estar callados tenemos aquel, en el que, quien fuera Presidente del Gobierno de España, dijo que aceptaría cualquier cosa que viniera del Parlamento de Cataluña; aquello trajo consigo las nefastas consecuencias de todos conocidas. O, por poner otro ejemplo actual, cuando la Vicepresidenta del Gobierno afirmó que fue un error recoger firmas en pro de la unidad de España; con ello no sólo se consiguió la implicación de millones de españoles, sino que, además, nunca es un error hablar de la unidad de España a una sociedad que, en gran parte, no es consciente de que dicha unidad está amenazada. Pudo ser un error, eso sí, el no haber dejado claro, que aquello no iba contra Cataluña, sino que era una forma de despertar las dormidas conciencias de algunos españoles, cosa que sí creo se logró.

Y como ejemplo de con quien no es bueno hablar, por citar solo a algunos, no es bueno hablar con los que rompen las fotos de nuestro Rey, con los que silban a nuestro Himno, con los que queman nuestra Bandera y con los que odian a nuestra Patria; y no es bueno hablar con los que dicen públicamente que, pase lo que pase, van a romper nuestra Nación. Con todos estos, y con algunos más, creo que no solo no es bueno hablar, sino que además es inútil.

unnamed-1Y con respecto a que se puede hablar de todo, menos de soberanía y de la igualdad de los españoles, la verdad es que resulta inquietante, porque así, sin necesidad de profundizar demasiado, esa afirmación produce los siguientes interrogantes:

¿Quiere eso decir que se puede hablar de tapar los trapos sucios de algún dirigente nacionalista como según declaró el entonces fiscal anticorrupción Jiménez Villarejo, ya se ha hecho en el pasado?

¿Quiere eso decir que se puede hablar de “no judicializar la vida política», para lograr la impunidad de los que se saltan las leyes un día sí y otro también, como exigen los independentistas?

¿Quiere eso decir que se puede hablar de retirar de Cataluña las FAS y lo que queda de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, como piden los nacionalistas?

¿Quiere eso decir, que se va a hablar de dar el visto bueno a que la Generalidad siga organizando su propia acción exterior y su propia diplomacia?

¿Quiere eso decir que se va a hablar de no poner pegas a que con fondos públicos se haga propaganda institucional a favor de la independencia?

¿Quiere eso decir que se va a hablar de que se dé carta de naturaleza, a que se pueda discriminar al que quiera expresarse o estudiar en castellano?

¿Quiere eso decir, que se va a hablar de «desactivar» a algún dirigente o algún partido, demasiado agresivos con el nacionalismo, como ya hizo su antecesor en el pasado?

¿Quiere eso decir que se van a retirar todos o parte de los recursos ante el Tribunal Constitucional, como ya piden algunos?

Pero no solo es esto lo que resulta inquietante, sino que, además, el Sr Presidente del Gobierno afirma, que no va a hablar de soberanía y de igualdad entre los españoles, «porque no se lo permite la ley”. Y esta afirmación me plantea los siguientes interrogantes:

¿Quiere eso decir, que no se habla de soberanía, solo porque no lo permite la ley?

¿Quiere eso decir que las razonen históricas y los intereses nacionales, son menos importantes que la ley?

¿Quiere eso decir que, si lo permitiera la ley, si hablaría de soberanía?

¿Quiere eso decir que si se hablará de cambiar la ley?

Es posible que no haya motivo de inquietud; es posible que todas esas interrogantes tengan una respuesta negativa; es posible, por tanto, que la desconfianza no esté justificada y desearía con todas mis fuerzas poder confiar en mis gobernantes. Pero lo cierto es que, en el pasado, teniendo mayoría absoluta, se ha cambiado de actitud en asuntos importantes de tipo moral (la memoria histórica o la ley del aborto), aparentemente por el único motivo de no tener problemas; lo que inclina como mínimo a ser receloso. Y si ahora estando en minoría, con una parte de la oposición claramente a favor de la secesión, (los que dicen que están a favor del derecho a decidir, están a favor de la secesión, aunque lo nieguen), y con otra parte que no tiene claro lo que quiere, la situación no es, a mi modo de ver, como para ser optimistas.md11746505622

En Cataluña hay sin duda muchas cosas de qué hablar. En primer lugar, dejar claro, con absoluta claridad, a los catalanes y al resto de los españoles, que ni por las buenas ni por las malas, Cataluña dejará de ser España. Y después, cuando de esto nadie pueda tener la menor duda, explicar las razones históricas, económicas, políticas, sentimentales (sí, sentimentales, que los que no queremos la independencia de Cataluña, también tenemos sentimientos y además somos mucho más numerosos), y de todo orden, por las cuales esto va a ser así. Y, por último, gastar en esa explicación el doble de dinero, el doble de esfuerzo y el doble de convicción del que se gasta y se ha gastado la Generalidad en todo lo contrario.

Hablar, explicar, convencer… y para convencer hay que estar convencido, no valen los relativismos, ni las dudas, ni los conceptos «discutibles», ni los «de todo se puede hablar».

Aquí al lado, tenemos el ejemplo vivo de a quién beneficia una secesión, y eso que en este caso, había detrás una gran historia de reino independiente. ¿No estaríamos mucho mejor Portugal y España unidos? Juntos hubieran constituido en el pasado un Imperio de proporciones gigantescas; hoy día, en el peor de los casos, Portugal estaría al mismo nivel que España, y nosotros seríamos también más prósperos de lo que somos. Han pasado casi 400 años y aún sufrimos las consecuencias. ¿A quién benefició la secesión de Portugal? ¿Al noble y sufrido pueblo portugués? Claramente no. Benefició y mucho, a la aristocracia portuguesa, a la clase dirigente de aquel país. A los mismos, a la misma clase que hoy se beneficiaría de la secesión de Cataluña.

Nos estamos jugando mucho; porque, aunque nunca lograrán la independencia, una sociedad no puede progresar con la desunión que ha creado el independentismo, con la frustración que ha generado el no conseguir los fines propuestos y con el odio que se ha generado a base de agravios imaginarios.

HABLAR, EXPLICAR, CONVENCER, para unir, ilusionar y querer.

Juan M. Mateo Castañeyra General de División (r)