Hasta ahora se exigía una estatura mínima para ser soldado español. Los bajitos no daban la talla. ¡Que cosas! Siempre me pareció un grave error además de ofensivo y discriminatorio.
Al fin la altura física deja de ser una limitación para servir a la Patria con las armas. Se ha corregido lo que debío reglamentar alguno que militaba en la escuadra de gastadores. Sin altura de miras.
La estatura no hace al soldado. Podemos recurrir a Homero y más a Vegecio, a Napoleón o a cualquier tratadista militar que nos dirán que nunca fue la estatura lo que hizo al héroe sino la altura moral y el tamaño de alma y corazón. Aquí no se mide la estética física sino la entrega total del alma; el combate, la guerra, no es una competición deportiva donde se busque batir un récord, sino que una unidad militar es un conjunto equilibrado de capacidades medias que compone un grupo donde se complementan los mejores soldados del mundo, altos y bajos, guapos y feos, que todo es válido para servir a la Patria y morir por ella.
El capítulo V del libro primero de las Instituciones militares de Flavio Vegecio dice: «Pero si la necesidad lo pidiese, no os deberéis parar tanto en la estatura cuanto en la robustez; pues, según Homero, Tideo, aunque pequeño de cuerpo, fue de un espíritu más valeroso que otros que le aventajaban en la estatura».
Más vale tener soldados fuertes que grandes dice el romano y al fin se hace justicia sin que sea la vara de medir la que discrimine las vocaciones cuando
Este ejército que ves
vago al yelo y al calor,
la república mejor
y más política es
del mundo, en que nadie espere
que ser preferido pueda
por la nobleza que hereda,
sino por la que él adquiere;
porque aquí a la sangre excede
el lugar que uno se hace
y sin mirar cómo nace
se mira como procede.
Mirar como procede. Esa es la vara de medir.
Un paso firme y noble que sin duda era necesario para lograr la justicia y que nadie tenga nada que esperar del favor ni temer de la arbitrariedad.
No vendamos imagen, sino contemos como debe ser un soldado por fuera y por dentro. Se arregla un renglón importante en lo externo lo que siendo bueno no es suficiente para el diseño de los mejores Ejércitos. Hay que penetrar.
Desde hace unos años, desde que llegó un ministro de Defensa -cuyo nombre no debemos olvidar- que retiró de nuestro paisaje aquello de «A España servir hasta morir» hemos construido unas Fuerzas Armadas alejadas de su cometido fundamental: la guerra. Todo lo demás son mensajes melifluos irresponsables y en muchas ocasiones cargados de ideología política alejada del sentido de las Ordenanzas militares y del cometido que la Constitución les asigna. Un soldado no es un asalariado y por ello este oficio require una formación en valores que se corresponden más con los asuntos internos que con la altura física, asuntos del alma, esos que hoy están olvidados.
A quienes hay que examinar por su estatura no es a los soldados sino a los que se suben al pódium porque su estatura moral no alcanza la excelencia y son incapaces de formar unos ejércitos como la nación demanda a pesar de tener a los mejores soldados con una talla de gigantes que asombra al resto de los ejércitos del mundo.
«En los lances más sirve el valor que la muchedumbre». Y que la estatura física.
«Dios, que buen vasallo si oviesse buen señor».
Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)
Blog: generaldavila.com
17 abril 2023