El puesto de mayor nivel de nuestros Ejércitos y Armada, Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), lo ocupaba un pajarito que cantaba en primavera «No a la guerra», un individuo que bajo un uniforme alado ocultaba su forma íntima y peculiar manera de pensar, algo muy válido, pero que en este caso hubiese sido más honrado haberse declarado objetor de conciencia antes de aceptar el puesto que le hacía responsable de mantener no solo materialmente a punto a las Fuerzas Armadas, que es muy importante, pero en ocasiones no decisivo, sino tenerlas armadas moralmente. Ar-ma-das. Doy fe de que no fue así por mucho que intentase disimularlo. Era como tener un Papa que no creía en Dios. Lo malo es que no era el único, estaba acompañado de todo un equipo de cantores a la primavera, era algo organizado desde dentro, nata y fresa, pero aquellos otros han corrido mejor suerte en lo mediático y económico para después de ocupar puestos (a un lado y otro del espectro político) desde donde han aprendido interioridades y secretos de muchos (y muchas) han salido bien protegidos y premiados. Quiero decir que ha aumentado su nómina, han pasado como si aquí nada hubiese sucedido en aquellos años tan definitivos y definitorios para España y sus Fuerzas Armadas, de los que ni se han recuperado ni están en vías de hacerlo.
Todo esto, que a algunos les parecerá muy bien, no es solo un problema de falta de fiabilidad en materia de Defensa. Lo más grave es que en lo económico nos pasa algo parecido. Pregunten al presidente del Gobierno por qué piensa una cosa y hace la otra. Por qué la hipocresía domina su vida política. En el viaje de Sánchez a Abu Dabi, dicen sus íntimos, que se le ha atragantado el sapo, pero no ha habido más remedio. Allí han tomado nota y ha quedado comprobada su importancia moral y material. Lo malo es que esa visión que existe de nuestra mediocre política se generaliza en el mundo.
España camina a su insignificancia militar, política, económica, y todo ellos tiene dos nombres: Zapatero-Sánchez, aunque por mucho que se escondan otros políticos del socialismo, ellos también deben asumir su culpa, y muy grande, por no plantar cara decididamente. Pasa con la derecha que con tal de ser, y querer ser, no son ni unos ni otros.
Se nos olvidan las cosas, pero no a los responsables cuando tienen al enemigo en términos militares enfrente, y anotado en su Diario de Operaciones que las Fuerzas Armadas españolas estuvieron en manos de un elemento que cambió el uniforme militar por uno partidista y comunista que preconiza el «no a la guerra», y, lo que es infinitamente peor, forma parte del Gobierno de España.
Sepamos dónde estamos y que baza jugamos antes de echarnos las manos a la cabeza y hablar de estrategia en boca de tanto estratego que todavía no se ha enterado de donde está y quienes somos.
El problema de España a nivel internacional, político y militar, no es otro que tener un Gobierno donde manda el «no a la guerra», el comunismo y los herederos del terrorismo.
Todo esto nos ha llevado de manera persistente a que ninguno de nuestros generales o almirantes hayan presidido el Comité Militar de la OTAN, algo muy sospechoso.
Esto que les cuento, ¿es importante? Tanto que es extensible a la empresa, a los puestos de trabajo, a la reforma laboral… Sí: al futuro de España y a su economía.
Pongan flores en los cañones y encima no las rieguen. El que les dio la flor se encargará de que se seque y pondrá una fábrica de misiles en la nube: de nuestros sueños. No es que Europa sea un ejemplo a seguir y los Estados Unidos el primo de Zumosol, pero lo nuestro es peor por falta de fiabilidad, que es la cualidad de fiable. No lo somos.
Ya saben cual es el problema de la guerra: Ninguna nación occidental se fía de nosotros. De nuestros políticos. Ni siquiera Putin.
Yo tampoco.
¡Y saber que tenemos a los mejores soldados del mundo!
Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)
Blog: generaldavila.com
17 febrero 2022