A tanta luz sucedió la oscuridad absoluta; que permanece. Los que la vivieron no han querido que se sepa lo que les cegó, y su silencio es una incógnita que no se atiene a nuestra razón porque solo ha existido para ellos, lo oscuro, algo así como el infierno con el que de niño te asustaban, pero de verdad. Sucedió en Hiroshima.
Hiroshima. Sol, silencio, olvido.
Es el libro, estremecedor, de Ana Arias y Fernando Palmero.
Dijo Obama en su visita a aquel pasado: «Era una mañana clara y sin nubes, la muerte cayó del cielo y cambió el mundo». Una pretensión: hacer poesía entre muertos sin caer en que aquello fue peor que la muerte.
No acertó ni una. Ni cayó del cielo ni el mundo ha cambiado. Era del corazón humano de donde salieron aquellas bombas y para nada cambió el mundo que prefirió olvidarlo. Hasta la próxima.
Lo que los escritores Ana Arias y Fernando Palmero plasman en su libro es un denso viaje por el más atroz momento que la historia del ser humano ha provocado en la Tierra.
El formato delicado de la editorial Confluencias cabe en una mano, pero no hay corazón que sea capaz de albergar tan escalofriantes palabras. Estremece, aunque seas de granito. Una obra que convendría leyesen los grandes y los pequeños, la ONU y los maestros de Escuela. En estos momentos de máxima incertidumbre bien vendría. Lo dice un soldado.
Aquello que describen Ana y Fernando no tiene parecido en ninguna guerra anterior, y marca un nuevo paso hacia el abismo; al que vamos derechos. Nada era antes, ahora menos nada. No es descriptible. De ahí el olvido.
Para ganar una guerra no todo vale. Diga lo contrario quien lo diga. Las guerras no parecen dejar huella en el recuerdo: 1914 y 1939 se han perdido. Dos guerras donde parecía que el ser humano había enloquecido, pero repetía locura. Y lo volverá a hacer porque no hemos entendido nada.
Fue entonces, a partir de ese momento, Hiroshima y Nagasaki, cuando quedó validado un nuevo terror. Más sabiduría, también para el mal.
Ahora los campos de batalla se han trasladado a las grandes urbes donde se ha sembrado una semilla que crece en los lugares más insospechados. La guerra silenciosa por ahora se oye muy lejos, latidos mediáticos, pero puede que de nuevo quedemos cegados.
Alguien tiene la mano en la guadaña.
No hay soldados de uniforme, ni reglas de juego en esta guerra que si estalla será la última.
Viene muy a tiempo el trabajo infinito de Ana y Fernando que es un aldabonazo a nuestra indiferencia hacia el pasado, a lo que pasó, a lo que pasará, si no es que ya estamos en ello.
El horror de un fogonazo blanco: la luz mortal. El final.
Ello ocurrió, y será de nuevo, por abonar y regar cada día la fatídica semilla cuyo nombre todos conocemos.
Hay que agradecer a Ana y Fernando que suban el telón nuclear, colgante de un fino hilo, que burdas manos intercambian como si de una joya o moneda de cambio fuese: el terror.
Todos somos culpables. Estadistas y políticos asumen una responsabilidad muy grande. Nosotros también. Olvido.
La ética de la guerra se impone. Ante lo que parece inevitable. Más necesaria la de la paz, que en definitiva conduce a la guerra por ese fino hilo más débil que el de la tela de araña.
Tanto que fuimos capaces de esconder el terror en una efímera flor de almendro:
Grabado en la piedra hace mucho,
Perdido en la arena movediza,
En medio de un mundo que se derrumba,
La visión de una flor.
El libro Hiroshima. Sol, silencio, olvido es un brote de almendro que esperamos florezca antes de que llegue la oscuridad del resplandor.
Está dedicado al Premio Cervantes don José Jiménez Lozano, in memoriam.
Llegó una esperanza,
como una golondrina adelantada,
antes de cesar el hielo,
Y era un prodigio.
Mas sólo voló un instante,
cual un relámpago en la nieve,
y cayó muerta. ¿Cómo entierro
yo, ahora, una esperanza,
tan pequeña y con corbata roja?
La grulla de origami hecha por Sadako, una niña que murió de leucemia diez años después del destello, es uno de los símbolos de aquel instante.
Ni siquiera una esperanza.
«Bandada de grullas celestiales
ampara a mi hija bajo tus alas»
Tengamos el valor de afrontar el pasado con vistas al futuro.
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
Entrevista a Fernando Palmero en el diario El Mundo
5 diciembre 2021