PROGRESISMO. Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Si la palabra no fuese interrogación no sería necesaria. Todo estaría claro y además sería bello, a pesar de que en mi criterio lo más hermoso que tiene la vida es la permanente duda que nos acompaña. Es en definitiva el equivalente a la libertad. La palabra es su expresión. De ahí que todos quieran tener el uso de la palabra. Dominar con su posesión.

El mundo se constituye sobre lo incierto, mar de dudas donde se maneja el ser humano en constante marejada haciendo frente a las tormentas que traen los dogmatismos que cercenan directamente la posibilidad de cambiar de rumbo, es decir de palabra, cuyo uso limitado y en una única dirección la convierte en un ídolo dorado al no permitir que entre ellas se interroguen.

Por eso existen los ladrones de palabras. Es el peor de los robos y el mayor ataque a lo que mantiene vivo el mañana del hombre: la libertad.

No hay arma que llegue tan lejos, tan fuerte, tan vital y mortal. Es toda ella poder. Los hombres quieren ser dueños de la palabra justa con la que vencer al miedo, inconscientes de que no existe, aunque conocedores de que siempre hay una palabra que puede arrastrar al conjunto con el engaño. Es un arma que requiere sabiduría y maldad en su manejo si es para lograr el objetivo de la posesión. Decir malo o bueno no es decir nada. Lo que importa es quien lo dice y la bandera que porta. Eso en política da lugar a los «-ismo: forma sustantivos que suelen significar “doctrina”, “sistema”, “escuela” o “movimiento”».

El que consigue robar una palabra y con ella transmitir un código que invite a un idílico paraíso o transmita una pasión irresistible, dominará el arma.

La primera palabra escrita está en la Ilíada: «la cólera (resentimiento) -¡que mal haya!…». Ahora sin la categoría de Homero alguien intenta escribir una obra que empieza así: «el progresismo…», como fueron otras doctrinas perversas y engañosas.

El Menelao actual, al que un día le robaron la cartera (no lo olvida), pretende que todos vayamos a su lado, en su defensa, y se hace líder del progresismo, un invento que nada dice y se concreta en la teoría moderna del comunismo, «pa asá una vaca», populista, gamberro, agresivo, violento, ciudad sin ley; sobre todo engañoso y que pretende convertirse en una religión a base de robar la palabra de otros textos.

El progresismo de Menelao todo lo promete y no da nada. Es presidir una democracia controlada por demagogos e ineptos muy adecuados para plagiar sistemas y no aceptar derrotas.

¡Cuidado! Todo lo invaden. Penetran entre las rendijas. Cuando abres el salón de tu casa, cuando coges un libro de tu biblioteca, cuando haces un nombramiento en tu negocio o empresa, cuando vas a la compra, cuando en el cine…, o en el gimnasio…, allí está el progresista dando consejos, que ha entrado en tu casa como si fuese una letal dosis de inteligencia artificial. Su belleza es tan efímera como una amapola y por tanto el truco para dominar está en el elevado número que crece en las cunetas, unas rojas otras blancas, todas de mortal belleza. Están por todas partes y mutan en las estaciones de amapola a flor de invierno.

Su devocionario o doctrina está en los constantes mensajes de obligado cumplimiento: el BOE. La bondad y legalidad de su doctrina no puede ser puesta en duda ya que tienen sus propios interpretadores del mensaje y un tribunal decisorio que determina si esa doctrina se ajusta o no a la de la grandeza de su elíseo.

Conmigo o contra mi. Si es necesario hacen como que se van. Vuelven.

«Erguido sin piedad en medio del recinto, el caballo vomita guerreros y Sinón victorioso, insolente, incendios provoca […]. Te espera un largo exilio y arar la vasta llanura del mar…» (Eneida. Virgilo).

Será la penúltima de las trampas; cuando veamos que hasta allí han logrado penetrar, dominar el símbolo, ya no habrá tiempo para rectificar (Troya arderá), y la única salvación será no esperar salvación alguna.

Los ejércitos también están contaminados por el progresismo. Hace ya mucho tiempo que por ello se pierden las guerras.

«Porque desde que los romanos se aficionaron a los placeres, empezó la ruina de mi patria».

Cuidado con el «Gran progresista». Le daré un consejo que a mi me dio Hobbes: «Los pactos sin espada son solo palabras».

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

22 enero 2024

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ELECCIONES: ESPAÑA ROTA. Rafael Dávila Álvarez

España ha votado. Sin duda habrá que esperar a que la situación se normalice y la vida política asuma que el horizonte que se vislumbra tras unas autonómicas y municipales es aterrador.

Los ganadores tiene una labor prioritaria: sacar a España de la boca de los lobos que la están haciendo trizas.

Dos miradas que te hielan el corazón: País Vasco y Cataluña. Proceder del terrorismo y ser independentista les ha sido rentable y no debemos admitir esa derrota sin hacer nada, sino analizar los porqués y buscar la solución. La permisividad de un Gobierno que solo vive para el voto y el dominio de los medios de comunicación han dado este resultado: es una guerra cognitiva, un ataque en toda regla al corazón de la nación.

En estas elecciones no ha ganado España: está rota.

Es necesario que no perdamos el horizonte. Heredamos una España rota.

«¡Que te vote Txapote!»: Txapote se ha votado así mismo y ha ganado.

Los que se denominaban socialistas, con Sánchez a la cabeza de la tribu, han sido mordidos por la serpiente que sujetaban con sus garras. Era previsible. Dos que se acuestan en el mismo colchón…

Ante la debacle el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se saca de la chistera elecciones anticipadas: 23 de julio.

¡Uy! Algo no encaja y el personaje esconde una carta que deberíamos adivinar. Les doy una pista: no dejen de mirar al sur…

Es la hora de meditar y poner solución a una España que está hecha jirones por las fauces de lobos depredadores.

-Los resultados en el País Vasco son aterradores. El terrorismo victorioso está crecido gracias a quienes les han abierto las puertas de las instituciones (que poco se habla de aquel Tribunal Constitucional y su presidente que legalizó lo que el Tribunal Supremo no admitía en su sentencia).

-El independentismo sigue, aunque el dinero ha visto las orejas al lobo y se refugia porque no tiene un plan/dinero. Los independentistas solo saben organizarse con dinero y ahora pueden empezar a estar secos; sin plan.

Son los retos por delante: Desinfectar La Moncloa. Atender y trabajar en el País Vasco para ese 51´27% que no ha votado y donde reside la voluntad atemorizada, enfadada o abandonada. Es necesario y posible recuperarlo si se trabaja con sensibilidad e inteligencia.

No dar ni un duro de más a Cataluña que suponga un privilegio respecto al resto de autonomías y hacer cumplir la Ley. Rigurosidad económica y aplicar la ley.

Llevará tiempo, pero se puede lograr. Lo que no es admisible es seguir como si en España nada ocurriese cuando el paso del tiempo nos lleva a la desaparición como nación soberana.

A los vencedores les diría que tengan cuidado:

Pues a ellos que estaban ansiosos

por traspasar la fosa,

sobrevino un agüero:

un águila de altísimo vuelo

que iba dejando aparte, hacia la izquierda,

a las huestes troyanas

y llevaba apresada entre sus uñas

una roja serpiente color sangre,

enorme, viva, aún jadeante,

que, además, todavía de la lucha,

no se había olvidado;

pues hacia atrás habiéndose doblado,

picó al águila misma

que la iba llevando entre sus garras,

en pleno pecho, al lado del cuello,

y el águila transida de dolores,

lejos de sí dejóla caer a tierra

y arrojóla en medio de la turba,

mientras ella, en chillidos prorrumpiendo,

con los soplos del viento iba volando.

(La Ilíada. Canto XII)

Sobre todo que no sigan jugando a ser ciegos como Borges «seguir jugando a no ser ciego…».

Es necesario salvar a España de la serpiente y de la ceguera.

Será duro, pero no os quejéis: os lo hemos puesto en bandeja.

Rafael Dávila Álvarez

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30 mayo 2023

 

 

EL NUEVO ARTE DE LA GUERRA: RETROCESO EN EL CAMPO DE BATALLA. General Dávila

Cuando finalicé mi libro El nuevo arte de la guerra aún no se había producido la invasión de Ucrania. De lo cual ahora me alegro porque veo que lo expuesto aumenta su valor y no me he desviado de los aconteceres de esta guerra que todos creíamos iba a ser una guerra moderna, desconocida, que nos iba a ofrecer todo tipo de espectaculares novedades en el campo de la información, de lo cognitivo y de lo cibernético. Nada de nada.

Muchos cambios, no tan novedosos, en el armamento y poco más.

Cuando apareció la pólvora en el campo de batalla se pensó en el renacimiento del arte militar. Alguno puede que ahora esperase ese renacer de nuevo. Nada.

Tras la Ilíada que empieza con la cólera, aunque prefiero la traducción del resentimiento, todo queda  en repetitivas acciones humanas que solo buscan ser como el dios que hiere de lejos.

Cólera, resentimiento. «¡Que mal haya! ¡Que infligió a los aqueos mil dolores, y muchas almas de héroes esforzados precipitó al Hades!».

«Redújose el arte militar a reforzar a los caballeros su armadura y cubrir de hierro a sus corceles para aventajar en violencia de impulso a los adversarios».

«…pues sabido es que los hombres sólo agreden o por miedo o por odio» (Maquiavelo, El Príncipe).

Ptolomeo I, general de Alejandro, uno de los diácodos, que dio origen a la dinastía ptolomeica en Egipto, era cercano y conocedor profundo del significado de dormir con la Ilíada y la espada bajo la almohada, como hacía su amigo y general Alejandro. Todo sigue igual en bibliotecas enredadas. Tratados políticos que dicen lo mismo sin más diferencias que los precios que le han puesto a todo. Con tener es suficiente; murió la necesidad de leer: libro y espada matan igual. Los hombres de armas junto a los de letras han recibido el golpe de gracia. La ciencia destruyó el arte. También el de la guerra. Las actuales máquinas producen efectos devastadores anulando el libre albedrío hasta penetrar en las conciencias sin apenas oposición. Los guerreros son el pensamiento de otro, capaz de transmitir su voluntad sin apenas esfuerzo alguno, ordenar como si de un dios se tratase cuya voluntad es agradable de cumplir porque su presencia la notamos en todas partes. Día y noche, a todas horas su pantalla está encendida para ti. Es el nuevo cielo de la comprensión o el hades de la soledad encerrada en la oscuridad. Tu oscuridad. Es exactamente la guerra, la que desde lo más antiguo se sabía que ganarla era no hacer uso de las armas.

Esta guerra es muy antigua. Pero hay alguien que la provoca para entretener el discurrir hasta que esté en condiciones de haber ganado las voluntades. Será el momento de arrastrar a todos tras la paz meliflua del color y la luz. Entonces habrá paz, pero no habrá voluntades. Un olimpo sustituirá a todo: surgirá una nueva mitología que, a punto de nacer, esperamos.

El arte de la guerra ha muerto y hemos entrado en el periodo de la destrucción que dará pie a lo dicho por el filósofo que prologa mi libro: «La guerra es el arte del no yo».

Desearás la guerra. La de la clásica biblioteca ahora ya destruida. Homero pondrá el final.

Rafael Dávila Álvarez. El nuevo arte de la guerra. La esfera de los libros.

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@generaldavila

2 marzo 2023

 

GUERRA EN UCRANIA 11. ARMAMENTO PARA UCRANIA: SEAMOS SERIOS. General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

En Ucrania hay una guerra muy seria en la que Europa (el mundo) está jugándose su futuro. Es una guerra donde se combinan las más avanzadas tecnologías para matar de lejos más y mejor, donde se miden ideologías y orden mundial, y donde se enfrentan voluntades de signo tan distinto como la libertad y la opresión. Nos jugamos mucho. Todo.

Es también una guerra de armamento, de todo tipo de armas, algunas hasta ahora desconocidas y que convierten el territorio bélico en un laboratorio para la industria armamentística y para los ejércitos. Tan importantes son los generales como esa industria.

Ucrania no es una chatarrería que es con lo que parece que alguno la está confundiendo. Si has de dar algo debes seguir la máxima de no dar a los demás lo que para ti no quieres; a no ser que sea al enemigo al que le surtas de tirachinas.

Es una incalificable postura hacerse ver como apoyo al sufrido ejército ucraniano, a su pueblo, en guerra y abrir la chatarrería en un acto de grave irresponsabilidad.

Los que algo sabemos de estas cosas no dábamos crédito al ver en imágenes televisivas a los camiones transportando los arrumbados M113 (TOA,s.) españoles camino de Ucrania para combatir en la guerra. No. No es el material adecuado —como no lo es el BMR para nosotros y que seguimos utilizando…— ni lo son las ametralladoras (AMELI) que hemos enviado ni los supuestos Leopard que están ahora bajo cuidado intensivos.

Todo ello es fruto de algo denunciado por los mismos que ahora alzan los brazos en demanda de seriedad para las Fuerzas Armadas y que jamás se preocuparon de equipar al ejército español adecuadamente. Por ejemplo el Señor Borrell que ahora clama contra Europa: «Confiamos nuestra seguridad a los Estados Unidos y nuestra comodidad y bienestar a Rusia y China, y ese mundo ya no existe». Pues claro y no había que ser ministro ni PESC para darse cuenta. Solo haber hecho caso a los que saben del asunto.

En la guerra la única voluntad que tiene valor es la de vencer para lo que hay que demostrar disposición y firme postura sin engaños para la galería.

La política ensucia aún más la guerra. «Sí se puede». Han tenido el descaro de proclamar y actuar contra toda norma de convivencia y apoyo al necesitado.

Cuando no se puede, nobleza y dignidad obligan a decir «no se puede; hasta aquí puedo llegar, porque no voy a buscar en los cubos de la basura para darte alimentos caducados».

Arreglar el desaguisado de la escasez, antigüedad y poca eficacia de nuestros materiales de guerra no es tarea fácil y por mucho que se haya subido el presupuesto de Defensa no cubre los mínimos necesarios para dar y tomar.

La política enreda la guerra, la hace «sostenible», la prolonga, y las batallas suelen perderlas, en esta moderna forma de guerrear, los políticos y las económicas posturas que están vaciando los depósitos de materiales inservibles y convirtiendo los campos antes de trigo en una gran chatarrería que hará las delicias de los que se dedican a la rapiña del material de guerra.

Lo malo es que hay negocios más macabros, tanto o más que el de chatarrero, que se alimentan a diario: buitres. La Ilíada es terrible antecedente:

«…mientras que, numerosos, los corceles

de cerviz estirada arrastraban

los carros con estruendo crepitantes

vacíos, por los puentes de la guerra,

a la vez que echando iban de menos

a sus aurigas limpios de reproche;

ellos, empero, en tierra yacían,

mucho más agradables a los buitres

que a sus propias mujeres»

(Ilíada. Canto XI. 160)

Aquellos campos antes de trigo y maíz ahora sangran heridos por las chatarra bélica.

No es necesario explicar por qué esas imágenes que hoy protagonizaban las portadas (los TOA,s. españoles camino de Ucrania) no eran las más edificantes para una nación que quiere ayudar a un pueblo en guerra. Cualquier información en la red les explicará que ese material ya no circula por donde la guerra se extiende, no resiste la prueba de pasar por los túneles de Cantabria. La RENFE se ha equivocado; como nuestro Gobierno con el «Sí se puede» y el engaño de una «guerra sostenible». No caben en un conflicto como este. ¿Las quejas al maestro armero?

Si no se puede al menos se tiene la dignidad de decirlo y avergonzarse. Los que antes desvistieron a nuestro Ejército y los que lo ahora lo desvisten. Todos culpables. Por ese gálibo no pasa tanta desmesura.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

7 febrero 2023

GUERRA EN UCRANIA 9. LAS ARMAS DE AQUILES Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

No es posible entender la guerra sin leer la Ilíada. No es posible entender nada, sea ello paz o guerra. Porque lo escrito es el retrato del hombre, por el hombre y es guerra que no distingue tiempo y espacio mientras aquí estemos los humanos. La guerra se aprende leyendo la guerra que está escrita en los remansos de paz, donde se forja; como Urano que aburrido del idílico paisaje la engendró.

«Las armas son herramientas de mal agüero». Lo que Sun-Tzu dejó escrito no era un rechazo a las armas, sino al modo de resolver lo definitivo entre los hombres: eliminar y someter. Sustituir la relación por las armas, un presagio o señal de cosa futura.

El futuro está entre nosotros en forma de armas que hieren de lejos. Todo es como era y será. Si Heráclito no se bañó dos veces en el mismo río no serás tu el que lo hagas. No será nunca la misma guerra ni las armas serán las mismas. Sí los que las usen, como los bañistas, esos no cambian.

Las armas nos dicen que el que a hierro mata a hierro muere algo que no ha dejado de ser y es cadena que nos une a través de eslabones cada vez más firmes. Resplandecen las armas, luz del hombre, en error histórico que consumimos como pasto vigorizante.

Patroclo pide las armas a Aquiles. El héroe no quiere combatir, sino solo que se sepa que está allí, su presencia es notoria aun sin blandir su espada Disuade. ¡Es todo tan antiguo!

«Y dame tu armadura

para ajustarla yo a mis dos hombros

al armarme con ella,

por ver si confundiéndome contigo,

de la guerra desisten los troyanos

y los marciales hijos

de los aqueos toman un respiro

de las angustias que están padeciendo;

que breve es el respiro de la guerra.

Fácilmente, por no estar cansados,

podemos llegar a repeler

hasta la villa a unos guerreros

cansados de combate, y alejados

de nuestras naves y de nuestras tiendas».

No son las armas, sino quien las maneja, el hombre y su nombre, el que ostenta la fuerza y el poder. Carros de combate, de fuego y movimiento que es maniobra: el arte de la guerra.

El carro es un arma troyana que modificó Ciro según nos cuenta Jenofonte.  «En su lugar equipó los carros de guerra con fuertes ruedas, para que no se rompiesen con facilidad, y con largos ejes, pues todo lo que es ancho, es más difícil de volcar […] a los aurigas los acorazó completamente, excepto los ojos».

Todos quieren las mejores armas, carros y espadas, flechas, javelin, jabalinas, stinger, aguijones, leopardos…

Sin darse cuenta que no son las armas, sino quien las maneja, quien las dirige y marca el objetivo. La guerra tiene su personalidad y arte en el mando. Solo hay que tener presente una máxima: «seguir al de delante». Lo que encierra todo el arte: ¿Quién se hace seguir? No eran las armas de Aquiles, sino Aquiles.

Es el valor el que salva vidas, más que huir o protegerse con la coraza.

Ajax no quería las armas de Aquiles; quería ser Aquiles y eso te lleva a la muerte.

La guerra es mando, no ciencia ni técnica: arte. Olvidarlo para confiar en la coraza sin que esta tenga la impenetrabilidad de las tradiciones y culturas ancestrales, es el soterrado desarme artístico que deja a un pueblo indefenso y derrotado sin dar batalla, sin voluntad de vencer.

La guerra necesita un buen capitán que la encabece, porque como decía Marcos de Isaba «El que a la guerra viniere, ha de traer puesto el ojo al servir y vivir virtuoso, y no a la merced, que sin merecerla procura que se le dé, y ha de entender que no puede ser maestro quien no hubiere sido discípulo».

Hacer la guerra y olvidar la necesidad de un buen capitán nos lleva a requerir del cobijo en la coraza a la que traspasará la flecha lanzada por aquel que mejores arqueros haya formado desde el valor, el honor y la tradición.

«Me volví y vi debajo del sol, que ni es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aun de los sabios el pan, ni de los prudentes las riquezas, ni de los elocuentes el favor; sino que tiempo y ocasión acontecen a todos» (Eclesiastés 9,11).

La ocasión está ahí. ¿Dónde el capitán?

Aquiles ha muerto. No hay capitán, solo quienes se disputan sus armas.

General Dávila (R.)

Blog: generaldavila.com

30 enero 2023

 

 

 

LOS ÓSCAR DE HOLLYWOOD Y LA GUERRA . Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

No suelo ver la televisión, nada tengo contra ella, sino que el tiempo no puedo dedicarlo a otra cosa que no sea aprender cosas nuevas. Queda mucho por saber y hay poco tiempo para aprender acerca de las grandes dudas que se han ido acrecentando con el paso del tiempo y que cada vez se presentan más oscuras en interminable laberinto que apenas deja horas para dormir buscando su salida. No será la nueva conciencia de la imagen la que lo solucione.

Ahora entiendo algo más porqué Dédalo construyó el laberinto para encerrar al Minotauro que solo aplacaba su ira con sacrificios humanos.  Sin olvidar recrearse en la obra de una pista de baile para Ariadna.

Empieza a desvelarse el gran secreto que se encierra en la escasa evolución del cerebro humano cuyo líquido parece ser el rojizo color del atardecer de fuego. Es el Minotauro. Pasión por el animal.

La televisión nos ofrecía los premios al espectáculo real de ese arte profundo que atrapa la ilusión óptica con el color, la luz y el movimiento, todo eso que atrae al hombre más remoto; algo que creíamos podría ennoblecerle al verse en su desnudez sentado en la caverna de Platón: el cine entrega los Óscar.

Desde el lugar más culto, dicen, la meca del cine, del blanco y negro al tecnicolor, de la pulcritud de la imagen, arte sublime, nos llegó el cine sin dirección, pero con un guion muy antiguo: un hombre abofetea a otro por defender a su mujer, a la que cree propiedad. Poder. Posesión. Expresarlo con más brutalidad, con menos primor, con escándalo, no sería muy difícil. No es necesario. Ustedes me entienden. Claro que como era Hollywood todo era color y no sabemos muy bien si fue o no, solo película sin doblar.

La escena ha sido de cine. Solo ha faltado el beso del perdón, un buen beso, de esos, repito, de cine, eternos, de ella a él que agradecida planta en los labios de su defensor. Todo después de un intermedio para el duelo de pistolas por la solitaria calle, estática, rota la imagen por ese indefinible matojo que rueda por el viento, que se supone.

Puede que la Ilíada narrase esa escena de película o fue incluso antes. Aquiles, o fue Menelao el engañado, o Paris abofeteado. No sé que tuvieron que ver Briseida o Helena en todo este acontecer que es la guerra.  Bofetadas hubo para todos y pasiones desbordadas, guerras y más guerras hasta que Einstein le preguntaba a Freud el porqué de las guerras y este contestaba que la culpa fue de una palabra a la que se respondió con una bofetada. Que eso no cambiará y que puede que se llame amor, u otra cosa distinta que tiene que ver con poder. O mejor con posesión: «conservar y unir (eróticas)—destruir y matar(de destrucción)». Siempre en una se da algo de la contraria. Es la vida.

El mejor ejemplo es la Ilíada. Pocas diferencias. «Por consiguiente, parece que el intento de sustituir el poder real por el poder de las ideas está condenado por el momento al fracaso» y sentencia: «El ser viviente protege en cierta manera su propia vida destruyendo la vida ajena».

Einstein y Freud no llegan a soluciones. Se les había adelantado Pascal:

«Guerra intestina del hombre entre la razón y las pasiones.

Si no hubiera más que la razón sin pasiones.

Si no hubiera más que las pasiones sin razón».

Una bofetada o una guerra. Misma pulsión.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

4 abril 2022

 

EL SEÑOR HOMERO. Rafael Dávila Álvarez

No les voy a descubrir a Azorín, aunque vaya usted a saber con lo poco que ahora se sabe de la Ilíada; y de dónde está Troya, que puede que ni estuviese. Azorín era algo así como Aquiles, pero en vez de espada usaba pluma y un paraguas rojo. Hoy sería youtuber o el número uno en tik tok. No me cabe la menor duda. El personal no es tan idiota como parece, solo los que tienen acta de Diputado alcanzan el lugar de los dioses y de la inmunidad.

Sí a ti te digo; tú también ¿te crees distinto?

Hay un corto pero inmenso cuento de Azorín, D. José Martínez Ruiz, que les recomiendo: Toscano o la conformidad. Forma parte de su libro: España. Hombres y paisajes.

Ustedes pensarán que escribir es una tarea pesada, difícil, y que hacerlo a diario una obligación que puede resultar más dura que picar. Les contesto que no, que escribir es un alivio ante el dolor o la alegría, un desahogo necesario y me atrevería a decir que una medicina, cual si el mundo estuviera con fiebre y debe tomarse algo. Paracetamol contra la fiebre que produce el talento de los que gobiernan una nación sí y la otra también.

En el mundo taurino nunca se juntó tanto desecho de tienta.

De lo escrito cada día saldrá un enorme libro único que, aunque tampoco lo sea, se le parece, como si el que escribe haya vuelto de Etiopía, «que es fama entre los etíopes que los monos deliberadamente no hablan para que no los obliguen a trabajar»; claro que no sabían que es mejor escribir que así parece que no hablas y además no es trabajo.

El gran libro lo escribió el señor Homero y luego los demás hemos ido copiando.

Conversaba D. Jacinto Benavente con el aldeano que le veía cavar la tierra

—¿¡Que Don Jacinto trabajando?!

—No hijo, descansando.

Cuando le veía escribir o leer.

—¿¡Que don Jacinto, descansando?!

—No hijo, trabajando.

«Después vi que es absurdo imaginar que hombres que no llegaron a la palabra lleguen a la escritura».

Todo parece ser que fue, pero que ya antes se había escrito.

Homero empezó todo y ya no hay nada más que escribir; es repetir lo mismo. El amor y el odio; el dolor, la traición, el valor y el verbo en sus terminaciones ar, er, ir. No hay más, aunque alguno nos empeñemos en repetir siempre lo mismo. Tomar el medicamento necesario en esta pandemia de inútiles que es tan contagioso.

Cervantes debió descansar mucho después de escribir, pero seguro que presumía más de haber perdido el brazo en Lepanto, si es que alguna vez hubo Lepanto, que debe ser que nos lo han contado tantas veces que ya dudas. Todo está bajo el poder de la luz, la imagen y el sonido.

De ahí que no sea difícil escribir. Dar luz, imaginar, escuchar las voces. Hoy te lo dan todo hecho y eso te causa una tristeza inmensa. Nada puedes. Hay una frase que circula en el cotidiano lenguaje (es horrorosa) y denota una incultura ofensiva: «Es lo que hay». ¿Cómo que es lo que hay? Es preferible vivir en las cuevas. ¿Lo que hay?

Nos hemos hechos inmortales: Creemos.

«Ser inmortal es baladí; menos el hombre, todas las criaturas lo son, pues ignoran la muerte; lo divino, lo terrible, lo incomprensible, es saberse inmortal» (Borges. El inmortal).

En definitiva ya no hay palabras; cualquier palabra es la palabra de otro y no hay palabra que otro no tape con la suya; y así a palabrotazos vamos de paso en esta estrechez del pensamiento que uno no sabe qué hacer, si escribir o no, Si total está escrito todo y la «conclusión es inadmisible».

«Cuando se acerca el fin, escribió Cartaphilus, ya no quedan imágenes del recuerdo; sólo quedan palabras. Palabras, palabras desplazadas y mutiladas, palabras de otros, fue la pobre limosna que le dejaron las horas y los siglos».

Después de sacar el paraguas rojo y no sé cuantas cosas más, todo fue inútil, y entonces el señor Toscano dijo en España. Hombres y paisajes:  «¿Dónde está el secreto de la paz espiritual, de la ecuanimidad, de la dicha? En la conformidad, en dejar que las cosas que no podemos remediar sigan su curso lento, inexorable y eterno».

Ya no queda nada. No hay España y el paisaje es yermo. Los hombres han desaparecido. Me resisto y escribo. Otra cosa no puedo.

Todos copiamos lo que dejó escrito el señor Homero que después repetía el señor Toscano.

¿A dónde nos llevará este curso lento, inexorable y eterno?

Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

27 enero 2022

LA GUERRA: LA PECULIAR NATURALEZA DE SUS MEDIOS General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

«La guerra es un acto de fuerza para obligar al contrario al cumplimiento de nuestra voluntad».

Podría haber dicho Clausewitz: La política es un acto de fuerza para obligar al contrario al cumplimiento de nuestra voluntad. De ahí la sutileza de su definición: «La guerra es la simple continuación de la política con otros medios. Queda sólo como exclusivo de la guerra la peculiar naturaleza de sus medios».

Las cosas han cambiado de manera que ya los tratadistas militares se quedan a mitad de camino; solo aciertan y son válidos los que emplean la filosofía en sus análisis porque la guerra ya no tiene definición, ni frentes, no hay límites geográficos ni se distinguen las vanguardias de las retaguardias. Es total y sin periodos de descanso; vive con nosotros.

Entendemos a Freud. Dice que la superioridad intelectual comienza ya a desplazar a la fuerza muscular bruta, pero el objetivo final de la lucha sigue siendo el mismo: eliminar al enemigo, matarle. Ya no es exclusiva característica de la guerra la naturaleza de sus medios. Se mata sin recurrir a la fuerza bruta; y eso es la guerra, ahora más sibilina y dulce.

La guerra actual no marca líneas que diferencien la política de la guerra y se usan los mismos medios de destrucción en uno y otro caso, porque no es el medio, sino el fin lo que a la política le interesa. Toda la palabrería de guerra es un vano recuerdo ni servible ni comparable a aquellos conflictos. No cambia desde Gilgamesh o, más conocido, desde la Ilíada, el concepto de guerra: matar al contrario. No le queda más remedio a Freud que sacar a relucir la teoría de las pulsiones: «conservar y unir (eróticas) — destruir y matar (de destrucción)». Es como fue y es como es y será.

El cambio en nuestros días es tan sutil como profundo: ya no hay enemigos, ni declaraciones de guerra, todos son adversarios y mediáticos ataques contra el honor y la razón como sustitutos de la más agresiva artillería. Las doctrinas militares no hablan de enemigo, hablan de adversarios, crisis o conflictos armados; con cinismo apartan de sus vocabularios la palabra guerra, indefinible, inasumible en su ortodoxia. Moderna.

Las concesiones políticas, el no a la guerra de Irak o la retirada de Afganistán, como válidos ejemplos, ha causado más muertos y tragedias humanas que la misma guerra, que el peor de los misiles. El mundo avanza hacia el desequilibrio total, desconocido, que hace que todas las teorías de la guerra, los estudios ancestrales y los análisis más consecuentes se queden como simples panfletos; ante lo que se avecina.

Es la dominación pacífica, dominación a la postre que, en cualquier momento y por cualquier nimiedad, puedes estallar en una explosión tan inimaginable como Hiroshima, no distinta del objetivo de la guerra: «obligar al contrario al cumplimiento de nuestra voluntad». Matar.

No hay más. En este juego de la guerra, tan íntimo y humano, ya no hay vencedores o vencidos, hay muertos y vivos y la muerte no es exclusivamente la pérdida de la vida, sino andar sin rumbo ni horizonte con el que soñar.

Es decir: lo que ahora tantos y tantos viven como consecuencia de esta guerra que padecemos.

Son las nuevas víctimas de esta guerra a la que solo se le ha cambiado el nombre y la naturaleza de sus medios. Ya no son tan peculiares. Ni los soldados llevan uniforme.

El final me lleva a pensar que la guerra, como locura que era, se ha hecho; y es: racional, moderna y homologada. De ahí su verdadero peligro.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

3 noviembre 2021

 

INTANGIBLES PARA UN EJÉRCITO DE PACIFISTAS Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.) ha

PACIFISTAS

«Nosotros tenemos los pacifistas y los soviéticos tienen los misiles» (F. Mitterrand).

La cita la recojo del libro del Embajador José Cuenca De Suárez a Gorbachov y encabeza la segunda parte del texto: La incorporación de España a la Alianza Atlántica. ¿Recuerdan?: «OTAN, de entrada no».

En política no se puede ir con la verdad por delante. No digo que haya que mentir, sino que no hay que desvelar el pensamiento. Es como en la guerra: el que da el primer movimiento está perdido, quedan descubiertas sus intenciones.

ESTRATEGIA

«En las Estrategias de Wu se puede leer: “Cuando el mundo está en paz, un hombre de bien mantiene sus espada al alcance de la mano», lo que recuerda que Alejandro dormía con la Ilíada y la espada bajo la almohada.

No hemos percibido, todavía, ya será tarde, que estamos en una situación desesperada y que nos empujan con moderación para que no volvamos la cabeza; no nos acosan no sea que nos giremos y decidamos luchar hasta la muerte. Está recogido en los más viejos tratados sobre el arte de la guerra. Se es invencible cuando se sabe que solo te queda la muerte. Pero nos han querido hacer ver que existe una solución diferente a la muerte: cantar al amor y poner margaritas en los cañones. Cuando nos lo hemos creído caen sobre nosotros. No nos defendamos, sino que esperemos con nuestros cantares la lluvia de misiles que como estrellas alumbrarán esta noche.

En esta sintaxis auténtica donde no son ya las palabras, sino guerreros tras pantallas los que mueven la guadaña, faltan acentos y sobran adjetivos. El más contundente de los acentos está por añadirse: invasión, demolición, nueva civilización, Darío vence a Alejandro.

Mucho se habla cuando no estás. Las virtudes faltan; hay que buscarlas entre una densa niebla que oculta el pasado y permite solo ver las sombras proyectadas en un virtual futuro que nunca será.

Terrible la farsa envuelta en mensajes de bondad, falsos como Judas: progresismo, marca, comunicación, igualdad, convivencia. Mentiras que como semillas esparcen entre los ignorantes.

Sobramos muchos y todos queremos lo mismo. Las técnicas de invasión han cambiado. Se amenaza el cielo con misiles y se avanza despacio, sin presionar, con pancartas bondadosas, por tierra, empujando con moderación, que no nos volvamos, que caminemos felices hacia el barranco de la muerte.

El camino de occidente es desaparecer bajo la presión demográfica de oriente. Nuevas civilizaciones, nuevo orden mundial, nuevo sistema económico; todo será nuevo y nosotros no seremos.

LA GUERRA

La guerra es otra y ya ha empezado. La invasión progresa entre los medios y el mal penetra con la suavidad del mensaje que sustituye a las virtudes tradicionales.

Nuevos intangibles mientras nuestras tradiciones son pisoteadas por los cerdos en las pocilgas.

Despidámonos de la cortesía, el buen trato, la verdad, la firmeza, la lealtad, el honor, la bizarría, el crédito y la opinión, la constancia y la paciencia, la humildad y la obediencia.

El futuro es el progresismo que viene cargado de misiles. Ya es tarde. Han disparado y no funciona el sistema antimisil.

«Nosotros tenemos los pacifistas y los soviéticos tienen los misiles».

Sí: un ejército de pacifistas. Pancistas y golfos.

Ejemplo éramos: «De indis sive de juri belli». Autoridad, recta intención y causa justa. Es historia.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

29 septiembre 2021

 

¿DESPUÉS DE LA DESILUSIÓN QUE VENDRÁ? Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

«La guerra en la que no queríamos creer ha estallado, y nos ha traído la… desilusión» (Sigmund Freud, Consideraciones actuales sobre la guerra y la muerte, 1915).

«¿Hay una manera de liberar a los seres humanos de la fatalidad de la guerra?». Le preguntaba Einstein a Freud en el verano de 1932. Einstein reconocía que la habitual orientación de su pensamiento no le permitía formarse una idea acerca de las profundidades del querer y sentir humanos y confía en Freud para que le ayude a resolver el mayor problema que se plantea la sociedad. Las profundidades de la sencilla inteligencia del sabio no le permitieron conocer el alma humana, allí donde radicaba la contestación a su interrogante. Ello incluso le lleva a anticiparse a la respuesta aludiendo a «que los Estados creen una autoridad legislativa y judicial para la solución de todos los conflictos que surjan entre ellos».

La correspondencia entre los dos sabios recogida en esa joya de la humanidad ¿Por qué la guerra? es de lo mejor que se ha escrito sobre el interior del fenómeno guerra.

Freud duda de que haya una definitiva respuesta y, en mi escasez, llego a pensar que sabe que no hay una solución. En su análisis recuerda la situación original en la que dominaba el mayor poder, la violencia bruta que se vio reforzada y sustituida por el empleo de las herramientas: armas y habilidad. Dice Freud que la superioridad intelectual comienza ya a desplazar a la fuerza muscular bruta, pero el objetivo final de la lucha sigue siendo el mismo: eliminar al enemigo, matarle.

Al fin se pasó de la violencia al derecho, al poder de la comunidad, y de alguna manera se supera la violencia por la cesión del poder a una unidad más amplia. Pero la desigual distribución del poder entre sus miembros crea conflictos de intereses e incluso ocurre que las leyes hechas por y para los dominantes conceden pocos derechos a los dominados. Por tanto unos manejarán la fuerza y otros serán incitados constantemente a la violencia, incluso se da el oxímoron: pacífica violencia.

No le queda más remedio a Freud que sacar a relucir la teoría de las pulsiones: «conservar y unir (eróticas)—destruir y matar(de destrucción)». Siempre en una se da algo de la contraria. Es la vida. El mejor ejemplo es la Ilíada. Pocas diferencias. «Por consiguiente, parece que el intento de sustituir el poder real por el poder de las ideas está condenado por el momento al fracaso» y sentencia: «El ser viviente protege en cierta manera su propia vida destruyendo la vida ajena».

Freud deja a Einstein en silencio. No volverán a hablar del tema. Queda abierta una esperanza que se frustra cada día: «La esperanza de que estos dos factores —la actitud cultural y el fundado temor a las consecuencias de la guerra futura— pongan fin a los conflictos bélicos en un plazo limitado no sea utópica».

Einstein y Freud no llegan a soluciones. Se les había adelantado Pascal:

«Guerra intestina del hombre entre la razón y las pasiones.

Si no hubiera más que la razón sin pasiones.

Si no hubiera más que las pasiones sin razón.

Pero, al haber lo uno y lo otro, no puede estar sin guerra, no pudiendo tener paz con lo uno más que teniendo guerra con lo otro.

Así, está siempre dividido y en contradicción consigo mismo» (L621/B412. Pascal. Pensamientos. Gabriel Albiac).

Estaba roto el cerrojo de la puerta cuando entró el presidente y oyó a Einstein y Freud hablar de cosas raras que él no entendía.

Ellos al verle le preguntaron. ¿Por qué? Incluso llegaron a decir: «La ley es mejor que el desorden»; pero el hereje supo hacer ver su herejía como la más pura de las ortodoxias.

Einstein y Freud en el ¿Por qué la guerra? olvidaron estudiar los efectos de poner al mando a un tonlisto, situación de la que solo se puede salir pidiendo la gracia al cielo para que del estiércol sepan levantarse los pobres y de los tontos haga discretos. No cayeron en que ahí estaba el problema y la solución.

Hemos cedido el poder a uno de estos últimos indiscretos o tonlisto.

Y el plasma dictó sentencia. En 4 minutos se aprobó una nueva Constitución televisada y aceptada sin remedio. Con forma, conforme y con firma; que no conforma a nadie.

Son eso: un grito y una consigna. Nada más; ni menos.

¿Después de la desilusión qué vendrá? Desde luego no la solución.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

24 junio 2021

 

 

 

 

UNA, GRANDE Y LIBRE Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

…la de Alejandría.

Pues parece que su origen es del año 1932, pero no es ese el tema del artículo; tampoco darle vueltas al lema que durante muchos años se ha gritado en España y que forma parte de la historia de una época reciente de la que aún hoy muchos reniegan mientras la ordeñan, maman y nos enfrentan; después de casi cien años.

Recomendaría a los históricos del poder de la mentira que lean: Gustavo Bueno Sánchez, «Una, grande y libre», La Gaceta, Madrid, 1º noviembre 2010, pág. 3.

El conocido soneto de Hernando de Acuña (1520-1580) sobre Lepanto (Un Monarca, un Imperio, y una Espada), Al rey nuestro señor, es la versión en español de un poema en latín que Juan Latino dedicó a Felipe II y publicó en el folio 11v de su libro de 1573.

Dice así:

Coelitus Unum Imperium,

Ensis Unus, Rex Unicus Orbis

Desde luego no está nada mal, con los tiempos que corren, ser una, grande y libre. De 1573.

Resulta que libre no va a ser posible y por el simple hecho de poner ese titular, en breve, me puede costar un paseo por los tribunales; los de horca y cuchillo.

17 naciones, 17.000 legislaciones, nación de naciones, el viento dueño,  y ninguna espada, sino muchos traidores.

El faro del mundo no somos, ni de Europa parecemos.

Ptolomeo I fue un general de Alejandro, uno de los diádocos, que dio origen a la dinastía  ptolemaica en Egipto. Cercano y conocedor profundo del significado de dormir con la Ilíada y la espada bajo la almohada, como hacía su amigo Alejandro. Eran tiempos en que se sabía para qué era una y otra cosa. Ahora todo ha quedado en manos del tratado de los políticos; que nada tiene que ver con el de Spinoza.

El faro de Alejandría desde luego no somos, y menos la biblioteca donde se reunían los sabios del mundo, encerrados en discutir la verdad por encima de todo.

En el mundo había una ciudad, única: Alejandría. Un faro de atracción.

Más grande era su biblioteca. Libre era la reunión de sabios que allí dieron luz al mundo.

Borges escribe La biblioteca de Babel y dice: «basta con que un libro sea posible, para que exista». Estamos cerca de ello con internet, y la gran ironía del maestro Borges es que sabía que mientras más libros, menos lectura y más dictadura, que todo es nada y que de nada sirve todo si quien lo va a manejar es nada.

La biblioteca desapareció, papiros y libros, ciencia y cultura.

No desaparece el virus. En España hay un ataque feroz de lacovid19, pero no es menor, ni ninguna broma, el que ataca mortalmente a  la libertad. Siempre ha existido y hay quien lo maneja con precisión.

No ha sido en Alejandría donde hoy me he encontrado con la librería, ni ha sido un fugaz rayo de su faro. Ha sido en una pared, lo que se conoce como una pintada, lugar donde, en ocasiones, aparecen escritos los mejores libros que la humanidad ha dado. Este es un ejemplo:

UNA GRANDE LIBRERÍA.

Todo sea por una libertad grande, y por las librerías. El plazo de matrícula está abierto. Aunque nadie lea. Nos lo dan leído y ejecutado.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

8 noviembre 2020

 

 

 

UN DOCUMENTO INÉDITO SOBRE VIRUS. General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

El documento se denomima: «Reorganización Ejército Tierra Norteamericano»

En la Ilíada está todo. Lo conocido y lo desconocido, que al final es lo mismo porque tendemos a olvidar lo pasado. Desconocido y nuevo a pesar de estar publicado al principio de los tiempos. Porque los tiempos empezaron cuando quedaron escritos. Cada vez que me adentro en la Ilíada leo un libro nuevo.

La historia de unos contra otros es la del mundo. Desde Troya, cuando una alianza se forma para conquistar la ciudad que domina el paso del comercio, el Mediterráneo oriental. El de Europa al Asia sobre los Dardanelos. Diez años es un símbolo de eternidad y el último de ellos es el comienzo de lo actual. Allí ha quedado sellado para el que quiera entender.

La excusa es una mujer. El símbolo de la creación y expansión de los hijos de uno y no del otro. Inundar el mundo. La herencia en el más puro sentido irracional.

Alejandro Magno se creerá reencarnación de Aquiles y caminará a la Etiopía, César envidiará a Alejandro: <<¿No os parece digno de dolor que Alejandro, a la edad que yo tengo, fuera ya rey de tan inmensos territorios, y yo, en cambio, no haya realizado aún nada brillante?>>.

Así se ha ido repitiendo la historia una y otra vez. En medio de los enfrentamientos, las pasiones, humanos dioses, han estado siempre presentes, como un virus que adopta las formas de Apolo, el que hiere de lejos, o el indignado Escamandro que se revuelve por depositar en sus aguas tanta muerte.

Nada ha cambiado, ni siquiera ha mutado. La vida es una constante repetición del aviso que quedó escrito hace miles de años.

La ciencia todo lo oculta porque o es dinero o no es. O es rentable o nada vale.

Entre los muchos papeles que inundan mis anaqueles, baúles y polvorientas cajas, he descubierto un documento al menos extraño. ¿Por qué aparece ahora? No puedo dar respuesta, pero sí les digo que llevo años y horas gastadas entre esos papeles y aflora en estos momentos.

Está escrito, de puño y letra, por un alto general militar español. Sé quién es, pero eso ahora no importa.

Es un momento de reorganización de la Fuerzas Armadas Estadounidenses. La II guerra Mundial ha finalizado no hace muchos años. La Guerra Fría se calienta. El General Omar Nelson Bradley, uno de los muchos desconocidos, pero de los grandes soldados americanos de la IIGM, se convierte en Jefe de Estado Mayor del Ejército estadounidense en 1948. Después de asumir el mando, Bradley encontró una organización militar muy necesitada de nuevas estructuras, equipo y entrenamiento. Bradley dijo, <<el ejército de 1948 no podía abrirse camino ni de una bolsa de papel>>. El momento es delicado. Hay que cambiar cosas. Con él coopera otro gran general, Jacobs Loucks Devers. Ambos fueron los principales subalternos del general Eisenhower en las campañas en Francia y Alemania.

Es la antigua lucha mundial para el paso de un lugar a otro. Quedó escrito: Troya.

Aquiles, Alejandro, César… Enfrentamiento, coaliciones como las de los aqueos, o la Liga de Corinto, alianzas como la OTAN, más tarde el pacto de Varsovia, la defensa y el ataque: la guerra.

En España el momento es confuso. Sus ejércitos empobrecidos, faltos de todo, buscan su porvenir y los estudiosos de la organización aprenden de lo que otras fuerzas armadas llevan a cabo. La información fluye.

Vuelvo al documento. Repito: inédito. El alto mando español estudia. Me limito a transcribir:

<<Noticias sobre planes rusos en preparación para una guerra bacteriológica. Se dice que los hombres de ciencia soviéticos han desenvuelto dos tipos de virus, uno de ellos para la destrucción del ganado y otro para producir terribles epidemias entre los seres humanos. Las progresiones en materia bacteriológica no son desconocidas del alto mando norteamericano. Se sabe desde hace tiempo que vienen trabajando en vacunas especiales para inmunizar sus tropas contra los mismos virus esparcidos por ellos facilitando así el avance por territorios sometidos a ataques bacteriológicos; estos trabajos son considerados como una respuesta barata de los rusos a la bomba atómica>>.

El documento es auténtico. Este no es un papelillo cualquiera, aunque tenga ya unos cuantos años. No está escrito por un oficial de Estado Mayor que oye por aquí o por allá. Escrito de puño y letra desde la cúspide del mando militar y político.

Me limito a editarlo y guardar silencio. Opinen ustedes.

Es indudable que todo es tan viejo como la guerra de Troya cuando Apolo lanzó sus flechas sobre los aqueos en forma de peste.

Nunca sabremos más allá de lo que cuatro papeles dicen y en su interesada interpretación nos cuentan sus interpretadores; casi siempre desde la subjetividad.

Empiezo a pensar que no hay pasado ni hay futuro. Todo es igual ayer que hoy. Lo será mañana.

Nos lo contaron hace muchos años y lo hemos olvidado. Empezó en aquel lugar que domina el paso de Europa al Asia sobre los Dardanelos o Helesponto.

<<Canta. ¡oh diosa!, la cólera del Pelida Aquiles…

¡Paguen los dánaos mis lágrimas con tus flechas! Durante nueve días volaron sobre el ejército las flechas del dios>>.

Era el preludio de algo peor que continuó con la Odisea. Ese será el retorno.

Napoleón dijo que el arte del general no es la estrategia, sino saber cómo moldear la naturaleza humana.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

12 mayo 2020

EL EJÉRCITO PERDIDO General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Puede que estemos ante una epopeya. La primera entre los hombres que adopta carácter mundial y que no significa, por ahora, enfrentamiento de unos contra otros, sino contra algo que creíamos insignificante, desconocido para esta mayoría que solo cree en lo que ve y por tanto ha dejado de ser heroica y primitiva.

Troya era el paso, la fortaleza que dominaba el camino de Europa a Asia. Allí se inicia la historia, al menos el relato de la más fantástica batalla del ser humano en la que los protagonistas son invariablemente las pasiones y los dioses; que es lo mismo.

Se desarrollan en un latido entre el amor y el odio, la vida y la muerte, y no hay virtud o maldad que no tenga su protagonismo sin más juicio que la constatación del paisaje que ofrece el campo de batalla, único lugar donde les es posible vivir. Todos mueren, pero antes han dejado su huella en un gesto final que nadie reprocha ni juzga, sino que conceptúa una realidad que nada ha cambiado -siglo VIII a. C.- hasta nuestros días.

Las mismas pasiones y los mismos dioses que llevaron y llevan a los hombres a la guerra. En lo que más se ha esforzado el hombre en su historia ha sido en aprender a hacer la guerra. Por encima de aprender a morir aprendimos a matar y desde entonces se canta al amor, a la vida y se alaba la gloria y el honor. En ese escenario permanente surge el sacrificio voluntario de los defensores de la Patria, el honor, la cobardía, los duelos, las violaciones, las angustias, la vanidad, el egoísmo…, todo está y se refleja en el campo de batalla. Héroes y villanos son la misma cosa y quedan reflejados en los dioses que actúan y de los que se alimentan hasta encontrarse en la soledad del Hades.

Todo el poema gira alrededor de la ausencia. Nada podrá conducirse sin el guía, el poderoso Aquiles con su fuerza y poder. Todos luchan con coraje, pero son sustitutos, no son el héroe de la victoria cuya ausencia provoca la muerte de sus guerreros más valientes.

Así será desde que Homero escribió La Ilíada. Todo sigue igual. Nada ha cambiado. Todo quedó en sus cantos proféticos sin que ni siquiera las armas hayan variado. Empieza todo con una peste que sale de las flechas de Apolo y termina con la vejez suplicando poder sepultar a la juventud atrevida.

La ausencia prima sobre el relato: Aquiles. El guía hacia la victoria.

Siglos más tarde un ejército perdido se encuentra en la misma situación.

<<¡Demostrad que sois los mejores capitanes y más dignos de guiar ejércitos que los propios estrategos!>>: La Retirada de los Diez Mil. Un puñado de hombres desorientados, sin moral, quizá sin valor, lograron atravesar el Imperio con el ejemplo y la autoridad de quien ocupó aquella ausencia con su ejemplo: <<Entretanto, Jenofonte se paseaba a caballo entre las filas arengando a sus hombres: “¡Soldados, pensad que estamos corriendo hacia Grecia, hacia vuestras mujeres e hijos; haced ahora este pequeño esfuerzo y no habrá más lucha en lo que queda de camino!”. Entonces Sotéridas de Sición replicó lo siguiente: “No estamos en igualdad de condiciones, Jenofonte. Tú vas a caballo y yo estoy completamente destrozado a fuerza de llevar el escudo”. Cuando Jenofonte oyó sus palabras, se bajó del caballo, lo arrastró fuera de la fila y, arrancándole el escudo, prosiguió las marcha con él en las manos lo más deprisa que pudo, todavía llevaba encima la coraza de jinete, con lo que soportaba un enorme peso>> (Anábasis III 4.46-49).

Nada ha cambiado desde Homero, aunque -puede- jamás existió.

La historia sigue siendo un constante percibir la ausencia. Nótenlo ustedes.

Unas veces Aquiles, otras fue Jenofonte, Anábasis. Ahora también: la ausencia nos hace más débiles.

Hemos evolucionado hacia la catábasis. Lo avisó el mensajero en Orestes: <<Porque así es la casta. Los heraldos saltan siempre del lado de los afortunados. Amigo de ellos es todo el que tiene poder y ocupa cargos en la ciudad>>.

Y surge de la boca del Orestes de Eurípides el mayor insulto que recoge la literatura de todos los tiempos: <<¡Oh tú, que, salvo para conducir un ejército en pos de una mujer, para nada más sirves!>>. Nada hay escrito que recoja tanta humillación.

La ausencia de un guía se hace patente y cada vez es más necesario que alguien se baje del caballo, arrastre al triste y al llorón fuera de la fila, y arrancándole el escudo prosiga la marcha con él en las manos lo más deprisa que pueda, aún soportando un enorme peso, el suyo propio y el de los demás.

Su ausencia es el culpable de todo.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

16 abril 2020

EL CORONAVIRUS. COVID-19 General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Así ha quedado bautizado. <<Co>> por corona, <<vi>> por virus <<d>> por disease, y 19 por el año en que apareció el brote que parece ser fue identificado el último día de ese año. Es el nombre científico y así ha sido nombrado en su nacimiento mundial: covid-19 acaba de llegar al mundo y lo hace para crecer y multiplicarse.

Mi nieto, uno de ellos, recluido en casa sin saber para qué, ni porqué -los niños no se plantean interrogantes- lo ha bautizado mejor, colocando al bichito en el lugar que se merece:

-Abuelo es el rey de los virus porque tiene corona.

Este niño tiene futuro.

Lo primero que se me ocurre es que todos deberíamos hacer un acto de humildad para vernos en nuestra fragilidad y dejar de lado nuestra corona de reyes de la naturaleza. Apreciemos lo insignificante, por peligroso en ocasiones.

En situaciones de crisis, cuando reina la muerte, con corona de virus en este caso, canta y cuenta el amor a la vida, y en ello debe estar presente el honor del hombre, más deseable que la propia vida. Sin ello no habrá victoria. Es necesario un ejército de hombres de honor.

Nos lo enseña la Ilíada. En cuanto el hombre se puso a escribir, a transmitir el dolor y el amor, entre gente de todas las clases y condición, entre guerras y pasiones, se cantó al honor y al valor necesarios para adquirir la condición de hombre. Aprendemos que se lucha por el deber y nunca por la pasión. En el punto de partida de la literatura griega, de toda la literatura occidental, un anciano, Crises, abre la epopeya heroica. Así empezaba el Capítulo I: La peste. La cólera. <<Canta, oh diosa, La cólera del Pelida Aquiles…>>.

<<El hijo de Leto y de Zeus. Airado con el rey, suscitó en el ejército maligna peste, y los hombres perecían por el ultraje que el Atrida infiriera al sacedote Crises>>.

<<Poned en libertad a mi hija…>>.

Termina en el Capítulo XXIV: El rescate de Héctor. <<Príamo, caído a los pies de Aquiles, lloraba copiosamente por Héctor…>>. La compasión y la piedad.

Son momentos, estos de ahora, como entonces, donde se muestra la grandeza y miseria del ser humano, donde todo se refleja, en cada acto cotidiano, valor y cobardía, honor y lo contrario, la lucha y la huida, no hay pasión humana que no quede al descubierto. La mayor de todas es la cobardía que engendra el egoísmo. Contra el valor que engendra el honor.

La Ilíada cuenta la historia del nacimiento de los sentimientos; en un nuevo ser humano.

Ahora se repite el escenario de aquella primera literatura. Escrito está y aflora. Muchos se enfrentan, recogen a los heridos y curan. Otros tienen peor labor. Hay soldados en lucha por todas partes, venciendo al miedo, esperando que Aquiles entre en combate, ellos dan lo mejor de cada uno. Vencerán porque no hay lucha que dure siempre.

No quedarán grabados los nombres de los luchadores, porque la grandeza no describe a los que la usan a diario. Son un ejército de médicos, sanitarios, enfermeros, cuidadores, científicos, técnicos, auxiliares, policías, vigilantes, comerciantes, autónomos, vendedores, padres, abuelos sacrificados, conductores… ¡Son tantos!

No olvidaremos los nombres de los que huyeron al primer sonido de las armas. Se sabrán quienes son los que cerraron y tiraron las llaves de aquellos lugares más seguros, pero necesarios para dar continuidad al ataque. Ninguna Institución del Estado, ningún poder del Estado, Cortes, Gobierno, jueces y magistrados, ningún órgano de la Administración, deben, ni por un minuto, cesar en su actividad. Es su deber encabezar la lucha, sin pedir nada a cambio o, si acaso, el cambio de lugar si hay infección. Ellos no pueden abandonar su puesto por el ataque de un virus por muy mortal que sea. Ni ante la muerte debe haber deserción, menos que ante otra causa.

El valor es auténtico coraje que sabe sobreponerse al miedo. La lección la dan dos ancianos con cuyos nombres empieza y termina la Ilíada: Crises y Príamo.

Empieza con el canto I: La peste. La cólera. Termina con el canto XXIV el de la compasión y la piedad: El rescate de Héctor.

Así empezó la escritura y la historia de los acontecimientos; hasta hoy.

<<En los umbrales del palacio de Zeus hay dos toneles de dones que el dios reparte: en el uno están los males, y en el otro los bienes>>.

En unos el honor y el valor. En el otro ungüento para los cobardes.

De este último ungüento, desde entonces, surgieron las guerras y traiciones. La muerte sale de ese tonel donde se mezcla con la cobardía; son lo mismo.

Todo está escrito en los principios de la literatura griega, de toda la literatura occidental.

En momentos como este solo queda: que cada uno cumpla con su deber. Si es que queda algo de honor y valor.

<<…pues el necio solo conoce el mal cuando ya está hecho>> (Ilíada. Canto XVII).

El mal ya está hecho ante la cobarde reacción de los que deberían estar en primera línea del frente de la defensa. ¿Qué saben ellos de su misión: ser los primeros en servir y últimos en servirse?

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

13 marzo 2020

EL VALOR EN EL SOLDADO. CATEDRÁTICOS DE VALENTÍA. General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Academia de Infantería. Capitán Arredondo

Es el Cid Campeador <<catedrático de valentía>> según el apotegma de Juan Rufo. Cátedra que entre españoles nunca quedó vacante. Su asignatura está escrita en la historia y nunca termina de redactarse el texto definitivo. El valor está en cada soldado, se le supone; hasta que el combate se lo reconoce: heroico, distinguido, reconocido. Los soldados somos permanentes alumnos de esa asignatura.

<<El oficial ha de abstenerse en el combate de realizar alardes inútiles de valor>> […] <<todas sus actividades y todo su valor, en el verdadero concepto de esta palabra, han de tender a conservar durante el mayor tiempo y en el más alto grado, las energías físicas y morales de su tropa…>>. Así dice el antiguo Reglamento Táctico de Infantería, olvidado en muchos casos, obsoleto para algunos, pero insustituible para el que conoce el arte de la guerra. Aunque ya no haya gritos de guerra, ni se cante en el momento decisivo el himno del Regimiento, siempre será necesario el valor y su expresión en el gesto, en la acción, en el comportamiento y en la formación. Se forman los valientes en el duro entrenamiento de la vida diaria. Coraje, empuje, frialdad, serenidad, furia, distintos tipos de valor que deben pasar por el crisol del honor para una vez fundidos construirse en el amor a la esposa, a los hijos, a los compañeros, al deber del juramento, a tu Patria. Lo hace en las cátedras de formación que están en las Academias Militares, en el entrenamiento diario, instrucción y adiestramiento, pero sobre todo y por encima de todo en la historia. Un soldado se forma en el valor y en el honor de sus antepasados.

Las primeras palabras que el hombre dejó escritas estaban dedicadas al valor: La Ilíada. La literatura occidental empieza con Homero; narrando las hazañas de los héroes alrededor siempre de esas virtudes: valor y honor. Si aquellas historias eran entonces memorizadas por los estudiantes hoy ya forman parte de nuestras entrañas. Porque la ciencia avanza y se desarrollan tecnologías, pero poco lo hace el alma, lo de dentro, que siempre sigue con los mismos interrogantes. La Ilíada sigue encabezando la modernidad. Todos seguimos siendo homéricos. Sus personajes, héroes o cobardes, son la cotidiana rutina de nuestra vida que no ha cambiado por dentro.

El valor y el honor brillan en La Ilíada junto al conocimiento de su irrenunciable necesidad para hacer frente al combate de la vida entera. En ella siempre están juntos el miedo y el valor, el odio y el amor, la sombra y la luz, lo mortal y lo inmortal: la vida al fin.

A veces es necesario reflexionar para ser valiente. Hay distintos valores, desde el reflexivo de Héctor que <<ha tenido que aprender a ser valiente y pelear en primera fila>> al de Aquiles que no necesitó aprendizaje.

El valor en los héroes de la Ilíada significa amar más la vida en su intensidad que en su duración. Es cosa de héroes.

Cada valiente muestra un rasgo definitorio y todos, a pesar de sus debilidades, lo son: valientes y honorables. Diomedes <<valiente en el combate>>, caballero y cortés, se atreve a luchar contra los dioses, lo divino y lo humano enfrentados, hiere a Afrodita, a Ares con su lanza. También es capaz de entablar tregua amistosa con su enemigo Glauco.

El gran Ayante Telamonio, como una roca, que no retrocede de donde le han puesto y allí permanece con impetuoso valor, siempre de cara.

Son soldados. Arquetipos de lo humano. Del valor y su contrario. Todo está en la Ilíada.

El valor junto al honor son rutina entre nuestros soldados. La gran mayoría de las historias permanecen ocultas. Incógnitos héroes. Causa extrañeza que no se haya concedido ni una sola condecoración al valor heroico o distinguido, Laureada o Medalla Militar, desde 1958 fecha en que se concedió la última Laureada al Caballero Legionario Maderal Oleaga en la acción de Edechera, la guerra olvidada de Ifni.

Héroes sigue habiendo. Guerras también. Hechos heroicos cada día. En este blog lo hemos contado. Proceso de concesión, de reconocimiento al valor distinguido, individual, ninguno que sepamos. ¿Qué es lo que impide distinguir el valor?

Esa es otra de sus características. No espera recompensa alguna. Aunque es necesario reconocerlo y difundirlo como ejemplo. Somos poco generosos a la hora de los reconocimientos.

En la entrada al comedor de la toledana Academia de Infantería hay una placa  que sobrecoge.

Dice así:

Comedor Capitán Arredondo

Caído en 1924 al frente de su Compañía de la Legión

Sesenta acciones de combate

Diez heridas de guerra

Un ascenso por méritos de guerra

Dos Laureadas de San Fernando

Correspondería que ese nombre <<Capitán Arredondo>> lo llevase el Patio de Armas de la Academia de la Infantería, donde forman a los infantes, donde reside la cátedra del valor.

En uno de los pasillos se puede leer la definición del valor heroico:

Comedor Capitán Arredondo. Academia de Infantería

<<Es la virtud que, con relevante esfuerzo de la voluntad, induce a acometer excepcionales  acciones, hechos o servicios militares, bien individuales o colectivos, con inminente riesgo de la propia vida, y siempre en servicio y beneficio de la patria o de la paz y seguridad de la Comunidad Internacional>>.

La cátedra del valor no está vacante. Son legión sus titulares, reconocidos o no, que cada día imparten su magistral lección desde el silencio y la humildad.

El texto sobre la valentía y el honor sigue escribiéndose. Nunca se acabará su redacción.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

8 octubre 2019