EL VALOR EN EL SOLDADO. CATEDRÁTICOS DE VALENTÍA. General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Academia de Infantería. Capitán Arredondo

Es el Cid Campeador <<catedrático de valentía>> según el apotegma de Juan Rufo. Cátedra que entre españoles nunca quedó vacante. Su asignatura está escrita en la historia y nunca termina de redactarse el texto definitivo. El valor está en cada soldado, se le supone; hasta que el combate se lo reconoce: heroico, distinguido, reconocido. Los soldados somos permanentes alumnos de esa asignatura.

<<El oficial ha de abstenerse en el combate de realizar alardes inútiles de valor>> […] <<todas sus actividades y todo su valor, en el verdadero concepto de esta palabra, han de tender a conservar durante el mayor tiempo y en el más alto grado, las energías físicas y morales de su tropa…>>. Así dice el antiguo Reglamento Táctico de Infantería, olvidado en muchos casos, obsoleto para algunos, pero insustituible para el que conoce el arte de la guerra. Aunque ya no haya gritos de guerra, ni se cante en el momento decisivo el himno del Regimiento, siempre será necesario el valor y su expresión en el gesto, en la acción, en el comportamiento y en la formación. Se forman los valientes en el duro entrenamiento de la vida diaria. Coraje, empuje, frialdad, serenidad, furia, distintos tipos de valor que deben pasar por el crisol del honor para una vez fundidos construirse en el amor a la esposa, a los hijos, a los compañeros, al deber del juramento, a tu Patria. Lo hace en las cátedras de formación que están en las Academias Militares, en el entrenamiento diario, instrucción y adiestramiento, pero sobre todo y por encima de todo en la historia. Un soldado se forma en el valor y en el honor de sus antepasados.

Las primeras palabras que el hombre dejó escritas estaban dedicadas al valor: La Ilíada. La literatura occidental empieza con Homero; narrando las hazañas de los héroes alrededor siempre de esas virtudes: valor y honor. Si aquellas historias eran entonces memorizadas por los estudiantes hoy ya forman parte de nuestras entrañas. Porque la ciencia avanza y se desarrollan tecnologías, pero poco lo hace el alma, lo de dentro, que siempre sigue con los mismos interrogantes. La Ilíada sigue encabezando la modernidad. Todos seguimos siendo homéricos. Sus personajes, héroes o cobardes, son la cotidiana rutina de nuestra vida que no ha cambiado por dentro.

El valor y el honor brillan en La Ilíada junto al conocimiento de su irrenunciable necesidad para hacer frente al combate de la vida entera. En ella siempre están juntos el miedo y el valor, el odio y el amor, la sombra y la luz, lo mortal y lo inmortal: la vida al fin.

A veces es necesario reflexionar para ser valiente. Hay distintos valores, desde el reflexivo de Héctor que <<ha tenido que aprender a ser valiente y pelear en primera fila>> al de Aquiles que no necesitó aprendizaje.

El valor en los héroes de la Ilíada significa amar más la vida en su intensidad que en su duración. Es cosa de héroes.

Cada valiente muestra un rasgo definitorio y todos, a pesar de sus debilidades, lo son: valientes y honorables. Diomedes <<valiente en el combate>>, caballero y cortés, se atreve a luchar contra los dioses, lo divino y lo humano enfrentados, hiere a Afrodita, a Ares con su lanza. También es capaz de entablar tregua amistosa con su enemigo Glauco.

El gran Ayante Telamonio, como una roca, que no retrocede de donde le han puesto y allí permanece con impetuoso valor, siempre de cara.

Son soldados. Arquetipos de lo humano. Del valor y su contrario. Todo está en la Ilíada.

El valor junto al honor son rutina entre nuestros soldados. La gran mayoría de las historias permanecen ocultas. Incógnitos héroes. Causa extrañeza que no se haya concedido ni una sola condecoración al valor heroico o distinguido, Laureada o Medalla Militar, desde 1958 fecha en que se concedió la última Laureada al Caballero Legionario Maderal Oleaga en la acción de Edechera, la guerra olvidada de Ifni.

Héroes sigue habiendo. Guerras también. Hechos heroicos cada día. En este blog lo hemos contado. Proceso de concesión, de reconocimiento al valor distinguido, individual, ninguno que sepamos. ¿Qué es lo que impide distinguir el valor?

Esa es otra de sus características. No espera recompensa alguna. Aunque es necesario reconocerlo y difundirlo como ejemplo. Somos poco generosos a la hora de los reconocimientos.

En la entrada al comedor de la toledana Academia de Infantería hay una placa  que sobrecoge.

Dice así:

Comedor Capitán Arredondo

Caído en 1924 al frente de su Compañía de la Legión

Sesenta acciones de combate

Diez heridas de guerra

Un ascenso por méritos de guerra

Dos Laureadas de San Fernando

Correspondería que ese nombre <<Capitán Arredondo>> lo llevase el Patio de Armas de la Academia de la Infantería, donde forman a los infantes, donde reside la cátedra del valor.

En uno de los pasillos se puede leer la definición del valor heroico:

Comedor Capitán Arredondo. Academia de Infantería

<<Es la virtud que, con relevante esfuerzo de la voluntad, induce a acometer excepcionales  acciones, hechos o servicios militares, bien individuales o colectivos, con inminente riesgo de la propia vida, y siempre en servicio y beneficio de la patria o de la paz y seguridad de la Comunidad Internacional>>.

La cátedra del valor no está vacante. Son legión sus titulares, reconocidos o no, que cada día imparten su magistral lección desde el silencio y la humildad.

El texto sobre la valentía y el honor sigue escribiéndose. Nunca se acabará su redacción.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

8 octubre 2019

ESPAÑA A SUS HÉROES. HÉROES DE ESPAÑA (REAL Y MILITAR ORDEN DE SAN FERNANDO) Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Banderas Laureadas

La Real y Militar Orden de San Fernando, primera Orden española de carácter militar, tiene por objeto honrar el reconocido valor heroico y el muy distinguido, como virtudes que, con abnegación, inducen a acometer acciones excepcionales o extraordinarias, individuales o colectivas, siempre en servicio y beneficio de España.

<<El valor heroico es la virtud sublime que, con relevante esfuerzo de la voluntad, induce a acometer excepcionales acciones, hechos o servicios militares, bien individuales o colectivos, con inminente riesgo de la propia vida y siempre en servicio y beneficio de la Patria o de la paz y seguridad de la Comunidad Internacional.

El valor muy distinguido es la virtud que, sin llegar a tener la consideración de valor heroico según se define en el apartado anterior, sobresale muy significativamente del valor exigible a cualquier militar en el desarrollo de operaciones armadas, llevando a acometer acciones, hechos o servicios militares, individuales o colectivos, de carácter extraordinario que impliquen notables cambios favorables y ventajas tácticas para las fuerzas propias o para la misión encomendada.

SM. el Rey visita la R. y M. Orden de San Fernado

La Cruz Laureada de San Fernando y la Medalla Militar son las recompensas que integran la Real y Militar Orden de San Fernando>> (Reglamento de la Real y Militar Orden de San Fernado).

ESPAÑA A SUS HÉROES

España a sus héroes dice el Escudo de la Orden. Pero ya no hay héroes y la Orden se muere. Lo hace no solo por la edad, porque desaparecen sus laureados, sino también por la ley, por tener que ocultarlos.

Parece que los actos heroicos se han terminado en los Ejércitos de España. ¿Ya no hay héroes? Les aseguro que en los años recientes, en las misiones de mantenimiento de paz y en las de combate en las que han participado nuestras tropas, ha habido héroes, anónimos muchos, otros han sido conocidos, pero… silencio para reconocer los méritos heroicos. ¡Silencio! ¡No hay guerras, no hay héroes! Que nadie pronuncie esas malditas palabras. Podría contar más de un caso… A cambio, en ese tiempo cercano, que aún duele, se escatimaban las condecoraciones, se ocultaba a los héroes caídos y se enterraba a los muertos con prisa, con nocturnidad. El escándalo hizo que con precipitación se cambiase el reglamento de concesión de condecoraciones, pero ¡ojo!, sin pasarse y de héroes ni hablar. No hay soldados héroes en esta paz ficticia que el mundo se ha dado. Es sinónimo de desasosiego, de inquietud; es mejor vender la imagen pacifista. Aquí no pasa nada y lo de allí son cosas de soldados.

El Rey Don Juan Carlos impone la Laureada de San Fernando al Regimiento Alcántara

Estaba encima de la mesa, en discusión, la Laureada Colectiva al Regimiento de Caballería Alcántara por su acción heroica en la retirada de Annual (1921). El ministerio de Defensa dijo: ¡No! Tuvo que cambiar el Gobierno y el titular de Defensa para que se dijese: ¡Sí!

Los héroes metidos indecentemente en rencores y luchas ideológicas. No se pueden olvidar estas hostilidades, con mucho de traición, porque pasan, pero vuelven. Vuelven reforzadas, con más inquina y traición.

La Real y Militar Orden de San Fernando se muere y no por la edad sino por la Ley. Es una Orden cuya misión principal es conservar y predicar, en el ejemplo de los historiales que custodia, el valor y el honor.

En la R. y M. Orden se entra por el valor y el honor. Y no se puede salir de ella por capricho del legislador sino solo, solo, por haber faltado al honor o al valor. Esa es la responsabilidad de los que custodian los expedientes, administran el legado de los héroes, y les corresponde la relación Institucional.

Ya no queda ningún Laureado con vida. Medallas Militares, según mis últimos datos, quedan seis a los que deseamos vivan muchos años más.

Pero, aunque no quede ninguno con vida, es la misión de la Real y Militar Orden, la de todos, conservar su recuerdo y ejemplo. Todos estarán y deben estar presentes, siempre, en esa institución cuya misión no es solo administrativa sino mucho más importante: espiritual. Porque son los héroes de España, y España se debe a sus héroes, sin más, sin preguntar, sin analizar más allá del valor y el honor, lo que la historia concedió al que su vida como héroe le entregó.

Regulares la unidad más condecorada del Ejército español.

Y aquí viene el gran interrogante.  En la Guerra Civil se concedieron –y ruego a la Real y Militar Orden de San Fernando me corrija el dato si hay error- alrededor de 70 Laureadas Individuales y 1214 Medallas Militares Individuales. A esos números hay que sumar los de Laureadas y Medallas Militares Colectivas que lucen las banderas de las unidades que las obtuvieron, aunque muchas de ellas han desaparecido y, lo que aún es peor, sus historiales duermen en la oscuridad de la historia olvidada con alevosía.

¿Qué se va a hacer con esas banderas, con esos hombres, con esos héroes a los que el capricho, la maldad, la inquina de un partido que vuelve a las andadas, quiere borrar a golpe de leyes? Hubo una primera ley llamada de Memoria Histórica, que se ha hecho dueña y señora de una falsa historia. Por ella, por la tibieza de muchos, también de algunos uniformados, se han borrado nombres de héroes de las calles de los Regimientos y retirado de las efemérides sus acciones ¿Por qué? ¿Qué calificación le da la ley a esos hechos? ¿Qué calificación le da la Asamblea de la Real y Militar Orden?

¿Habrá que destruir sus historiales? ¿Desprender de las banderas las corbatas Laureadas? ¿Borrar de la historia militar a miles de héroes?

Son cerca de dos mil expedientes de los héroes de España. ¿Qué va a pasar con ellos a raíz de la nueva propuesta que ha tenido entrada en el Congreso de los Diputados y que a tenor de lo que oímos y vemos será aprobada?

Guardo con fervor, como ejemplo y honor, con devoción, la Medalla Militar Individual de mi padre ganada en Ciempozuelos al frente de una Sección de Regulares, la unidad más condecorada del Ejército español.

Nunca me habló de aquello y tuve que enterarme de lo que protagonizó leyendo a hurtadillas su hoja de servicios. Nunca hablé con mi padre de la Guerra Civil porque me decía que aquello había que olvidarlo y seguir caminando. Pero yo leía su acción, con fervor, sin rencor, sin enemigo al que señalar porque una bala le llevó al depósito de cadáveres de donde un milagroso médico le recuperó.

No hay rencor en mis palabras. Ni siquiera para los que pretenden revivir aquello que nos ancló en el dolor y el enfrentamiento.

Si la historia se escribe o se relata con rencor, no es historia sino dolor. Y dolor es lo que siento al ver como un viento inoportuno, presagio de otros males, se levanta en España dejando al descubierto heridas pasadas.

Los campos, aquellos de la guerra, están ahora sobrecogedoramente solitarios. Allí han quedado los de un bando y los del otro. En el fondo eran los mismos, en un bando y en el otro.

Dejad que los héroes, de uno y otro lado, todos, permanezcan con honor y el merecido respeto; y se les recuerde sobre el campo de batalla. Allí estarán sus historiales, en la tierra ardiente que ahora brota de plenitud. No habrá ley que impida recordar lo que en esas soledades ocurrió. Soledades que nadie tiene derecho a emponzoñar. Solo a meditar, a recordar con respeto y fervor; a un lado el rencor.

Pronto lucirán las cunetas de jaramagos y amapolas. No volvamos a encenderlas.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

22 febrero 2018