PRESENTACIÓN EL NUEVO ARTE DE LA GUERRA EN ZAMORA.

 

Este próximo jueves día 2 tendré el honor de presentar mi libro El nuevo arte de la guerra en Zamora invitado por Club La Opinión (El Correo de Zamora). El acto será presentado y moderado por Carmen Ferreras, Embajadora de las Fuerzas Armadas, y contará con las intervenciones de Gabriel Albiac que forma parte esencial del libro no solo por su prólogo, sino por las largas enseñanzas que de él recibí y sigo aprendiendo. Así mismo la amabilidad del Coronel José Andrés Cuellar que fue Delegado de Defensa de Zamora  hace que podamos contar con su presencia.

Están todos ustedes invitados y deseamos acompañarles en esa tarde que se presenta fría en temperatura ambiente, pero auguro que será caliente en esta palpitante actualidad que todo lo llena: la guerra. En lo que a nosotros afecta pondremos paz y sosiego para mejor entender algo tan viejo como la guerra, pero que sigue persiguiéndonos  como una pesadilla. ¿Por qué? Se lo explicamos este jueves.

General (R:) Rafael Dávila

Blog: generaldavila.com

BAJARSE AL MORO. POR TELÉFONO Rafael Dávila Álvarez

Marruecos, Venezuela o Ucrania. Son simples ejemplos de la política exterior errática de los gobiernos de Zapatero y Sánchez, de graves consecuencias para el futuro de España.

Lo de Zapatero era con intención. Se intuía lo nocivo y contaminante de su «pensamiento Alicia», pero su sucesor no quiere serlo a título de electo sino algo más. Rompe el molde. El Emperador juega con fuego a sabiendas que no se quemará; seremos nosotros. Sánchez no sabe nada más que de Sánchez&Cia. y está poniendo en peligro todo el sistema del Estado español.

La política exterior de una nación es quizá de los asuntos más delicados y que más hay que cuidar en un Gobierno. Exteriores y Defensa son dos ministerios para gente capacitada, culta, sagaz y además elegante en las formas y en los fondos.

La mejor definición de un verdadero responsable de asuntos exteriores la leí en la novela de Gabriel Albiac Dormir con vuestros ojos: «Ya aprenderéis los formalismos de vuestro gremio: se ve todo, no se mira nada».

Nuestros embajadores han sido un ejemplo de buen hacer a lo largo de la historia y se han volcado en engrandecer el nombre de España. Mucho les debemos en todos los aspectos: económico, cultural, militar y de servicio a los ciudadanos, una labor que va perdiendo eficacia conforme se deteriora el nombre de la nación a la que representan por culpa de una dirección sin rumbo ni concierto.

Las relaciones con el Reino de Marruecos son un examen permanente en esos asuntos exteriores y que por conocidas nunca dejan de extrañarnos ni nos preocupan en exceso porque somos conscientes de cómo y en qué condiciones se juega esa partida.

En este ya antiguo negocio el error más grave es no saber qué cartas se reparten allende los mares y estrechos Hoy, con el nuevo presidente del Gobierno y su errática política, la incertidumbre sobrevuela las relaciones con Marruecos que son clave para España. Donde dice «buenas relaciones» yo pondría «más delicadas que nunca» y la sorpresa puede saltar en cualquier momento. Nuestra debilidad es fortaleza al otro lado.

Desde 1912 y tras el tratado hispano-francés, la acción militar española en África se limitó a ejercer su acción protectora entre Yebala y el Rif, como el tratado le obligaba. Toda su actividad se centró en mantener la autoridad del Sultán de Marruecos y apoyar a la administración mixta marcada en el acuerdo. El levantamiento rifeño protagonizado por Abdelkrim el verano de 1921, con el ataque a nuestras tropas en Annual, fue el comienzo de una nueva situación que pudo traer graves trágicas consecuencias para España. La rebelión tenía en principio un carácter exclusivamente nacionalista, aunque alimentada con dinero y armas de dudosa procedencia  y una mezcla de xenofobia y de fanatismo religioso. Abdelkrim se enfrentó al protectorado español pero lo que realmente corrió peligro fue la unidad del Imperio, hoy Reino de Marruecos, con el intento de “República del Rif”; algo que conoce el actual Rey de Marruecos. España nunca fue conquistadora en Marruecos sino pacificadora y en amparo de la autoridad del Sultán.

Nuestra relación con Marruecos está llena de luces y sombras y hay que asumirla de una vez por todas. La situación política en el norte de África lo exige más que nunca y la desorientación y crisis en Europa también exige que alguien mantenga abierto ese puente que tiene sus pilares asentados en las dos orillas a través de España. Ceuta y Melilla cobran cada día más valor estratégico, humano y político. Su valor es compartido y de creciente interés para Marruecos, España y Europa. Pero ese valor es fruto de su españolidad como nexo de unión con Marruecos y no de confrontación. Si Ceuta y Melilla dejaran de ser españolas, Marruecos y Europa se alejarían, algo que a ninguno le interesa. Es hora de que veamos esto con claridad y empecemos a trabajar desde estas dos ciudades españolas de aires africanos con la importancia que el futuro les reserva. Las presiones o taimarse uno y otro no conducen a nada. Hablemos claro y despejemos las dudas históricas. Somos viejos amigos que, aunque en ocasiones nos miramos con recelo, tenemos mucho en común y una necesidad imperiosa de entendernos. No debemos marcar una línea de fractura sino compartir intereses antes de que llegue un tercero en discordia. ¿Habrá llegado ya?

En los palacios nos entendemos; ahora toca entenderse en los siguientes escalones… y en la calle. Todo pasa porque la política, también la europea, y los que la ejercen capten el mensaje y aprendan de la historia.

Hoy la salsa de la negociación con Marruecos lleva algo más que perejil, un guiso que se nos puede atragantar o dar mucha acidez.

El marroquinárquico Pedro Sánchez no va más allá del teléfono. Que ni eso me creo.

Vuelve a recordarnos Gabriel Albiac en esa novela que es un ejemplar tratado de política exterior Dormir con vuestros ojos: «Las guerras, vos lo sabéis mejor que yo, pueden ganarse. O bien, pueden perderse. Negociarse, nunca. Finge negociar una guerra aquel que ya la ha perdido…».

Solo queda por dilucidar quién la ha perdido.

Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

2 febrero 2023

 

 

 

EL NUEVO ARTE DE LA GUERRA General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

No les quede la menor duda. La estadística no suele fallar cuando se trata con datos contrastados empíricamente y se elabora con rigurosa ciencia.

En mi libro El Nuevo arte de la guerra ofrezco el sobrecogedor registro que podemos leer en la introducción de Jacobo Muñoz a su edición de Hacia la paz perpetua de Kant.

«Desde 3.600 a. C. hasta mediados de nuestro siglo el número de guerras documentadas asciende a 14.351, no habiendo disfrutado la humanidad durante este vasto periodo de más allá de 292 años de paz. En el transcurso de 3.357 años se firmaron unos 800 tratados de paz, sin que ninguno de ellos durara, contra lo estipulado, más de 10 años. Se diría que desde la última Gran Guerra, que costó 17 millones de vidas militares y 34 millones de vidas civiles, las cosas han cambiado y que la única guerra digna de ese nombre ha sido “fría”. Nada más lejos, sin embargo, de la realidad. Solo en 1989, por ejemplo, tuvieron lugar 92 conflictos bélicos, unos interestatales, otros debidos al desgajamiento de nuevos estados a partir de estados preexistentes de envergadura mayor y no pocos causados por tensiones motivadas por diferencias de religión y etnia».

Reflexionar sobre el hecho de la guerra es una asignatura pendiente que nunca tiene fin porque es la propia guerra la que sin fin ¿finalidad? va construyendo día a día la historia de la humanidad. No nos gusta, pero así es. Suele ocurrir que lo que con más ahínco construimos es nuestra propia destrucción, que no es destruir la comodidad ni siquiera el progreso, sino la destrucción del propio ser humano, su libre albedrío.

Un repaso por los acontecimientos de mayor relieve de nuestra historia, aquellos que han dejado huella eterna, nos lleva a presentar al actor omnipresente, protagonista de honor: la guerra.

Claro que las guerras nunca parecen tener responsables.

Final conocido

Después de haber comido entrambos doce nécoras,
alguien dijo a Pilatos

-¿Y qué hacemos ahora?
Él vaciló un instante y respondía
(educado, distante, indiferente):
-Chico, tú haz lo que quieras.

Yo me lavo las manos.

Claro y contundente Ángel González; porque solo el poeta está capacitado, junto al filósofo, para dar cuenta de lo que hay en las entrañas del hombre; que probablemente sea la guerra. Al final los responsables tienen las manos limpias y yacen bajo tierra el resto.

Fruto bélico bajo los escombros. Misterio, misterios, este ser humano que nace y hace entre cenizas y ruinas. Se repite sin solución de continuidad.

Mañana estará en las librerías mi libro El Nuevo arte de la guerra editado por La esfera de los libros y con prólogo de Gabriel Albiac.

La generosidad del filósofo se muestra en su introducción que condensa en primorosa síntesis lo que se esconde tras la máscara que incluso al mismo libro podría ocultar: la guerra.

«Romper la perspectiva engañosa, desvelar sus distorsiones ilusorias, salir del laberinto de apariencias contradictorias al cual nos han condenado los lugares comunes del lenguaje: los que nos impiden aún sospechar el envite conceptual que en el discurso de la guerra se juega. Y poner luz a una verdad sin la cual toda tarea del hombre es vana: que entre paz y guerra solo median convenciones arbitrarias de la lengua. Y que las reconfortantes barreras protectoras que esas convenciones alzan nos hacen siervos y, en el fondo, se empeñan en tratarnos como a niños. Y de asentarnos proclamas de buena voluntad, allá donde solo la matemática más acerada debería servirnos, porque lo que está en juego es lo más grave que pueda caber en la vida —en la muerte—de un hombre».

Suena tambores apocalípticos. Los siete sellos. Debemos conocer y para ello volver la mirada serena hacia nuestro interior e iluminar el entorno, descubrir lo que por tantas veces inquieta y sobrecoge con escalofríos de muerte. El nuevo arte de la guerra. Ante lo que dudo. Después de 12 capítulos he pretendido llegar a unas conclusiones. No las hay.

He tratado el conjunto de disciplinas que engloba el actual fenómeno de la guerra: lo militar, junto a lo artístico que fue, cuando la guerra era un arte. Lo académico junto al valor que recobra el armamento, para con ello concluir que la guerra táctica, pasó a ser estratégica para llegar hoy a su más intensa pronoética, guerra de intendencia; pura economía. Ese matiz de Clausewitz, la guerra es la continuación de la política por otros medios, bien podría anotarse al margen: …continuación de la economía por otros medios. Soberano señor es don dinero.

Los aspectos sociales, alianzas, lo informativo, junto a lo desinformativo, lo cibernético y las extrañas modalidades de las actuales guerras me han hecho meditar durante algún tiempo para ofrecerles un aspecto más de esta compañera de viaje tan molesta pero tan insistente en meterse en la maleta.

Después de recorrer el espacio y el tiempo, asistir con los grandes maestros del arte de la guerra a sus campañas y sobre todo intentar adentrarme en su pensamiento he llegado a la peor de las conclusiones: saber que no las hay. Siguen anotándose muertos en la terrible estadística.

Es necesario conocer: ¿Por qué la guerra? No se responde de manera sencilla, no con la mirada puesta en lo militar, sino en el corazón del hombre. Freud y Einstein mantienen el diálogo: ¿Por qué la guerra?

«Por consiguiente, parece que el intento de sustituir el poder real por el poder de las ideas está condenado por el momento al fracaso» y sentencian: «El ser viviente protege en cierta manera su propia vida destruyendo la vida ajena».

Freud deja a Einstein en silencio. No volverán a hablar del tema. Queda abierta una esperanza que se frustra cada día: «La esperanza de que estos dos factores —la actitud cultural y el fundado temor a las consecuencias de la guerra futura— pongan fin a los conflictos bélicos en un plazo limitado no sea utópica».

Einstein y Freud no llegan a soluciones. Se les había adelantado Pascal:

«Guerra intestina del hombre entre la razón y las pasiones.

Si no hubiera más que la razón sin pasiones.

Si no hubiera más que las pasiones sin razón.

Pero, al haber lo uno y lo otro, no puede estar sin guerra,

no pudiendo tener paz con lo uno más que teniendo guerra con lo otro.

Así, está siempre dividido y en contradicción consigo mismo».

Intentaré en sucesivos días seguir con este relato que les ofrezco en El nuevo arte de la guerra, un intento vano de llevarles a mejor comprender lo que es la guerra, su teoría, orígenes y futuro de los conflictos bélicos.

Esa era mi intención.

Ahora y a partir de este momento serán ustedes los que escriban los siguientes capítulos. Les agradecería me ayudasen en la labor de comprender este implacable fenómeno.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

7 noviembre 2022

 

 

 

 

 

 

 

 

EL NUEVO ARTE DE LA GUERRA (La Esfera de los libros) por General Rafael Dávila Álvarez

En breve les presentaré mi próximo libro El Nuevo arte de la guerra, que, con prólogo del amigo, Gabriel Albiac y editado por La Esfera de los libros,  entra ya en la fase de la esperanza y alegría al verlo preparado para su bautizo. Un trabajo duro y meditado, bello por otro lado, por y para ustedes. Entender es el primer paso para enfrentarse al fenómeno que nos domina: la guerra.

Ya en preventa en Amazon y todas las plataformas de venta online. El próximo día 8 de noviembre día de su nacimiento.

«La paz no es la ausencia de la guerra, es una virtud, un estado de la mente, una disposición a la benevolencia, la confianza y la justicia» (Baruch Spinoza).

Blog: generaldavila.com

12 octubre 2022

DÍA DE LA HISPANIDAD. FIESTA NACIONAL DE ESPAÑA

GABRIEL ALBIAC EN EL DEBATE. SABIDURÍA.

Gabriel Albiac

El maestro y amigo Gabriel Albiac inicia su andadura en El Debate y es bueno que lo sepamos, que reconozcamos donde está la sabiduría en tiempos de zozobra.

Un remanso de paz es saber y aprender con alguien que definiría como la honradez intelectual y un alma bondadosa, quizá demasiado y eso que vivimos en un mundo en el que nunca sobra la bondad.

En el libro Historia del arte de la guerra el Mariscal Montgomery relata el siguiente episodio:

En la guerra civil norteamericana el general Lee conservó la devoción de su ejército a pesar de haber perdido. Wavell escribió de Lee: «Posiblemente fue demasiado caballero para el áspero negocio de la guerra» .

Estamos ante un caballero de la sabiduría. Aunque sea áspera la guerra que nos rodea hay que mantenerse y cumplir cada uno con su deber.

Estamos por aprender.

EL QUE CUENTA LAS SÍLABAS GABRIEL ALBIAC
En el curso del tiempo
El que hoy comienza aquí a escribir ha navegado un tiempo tormentoso. Como todos los tiempos de los hombres. Y ha tenido el privilegio de poder observarlo
«Yo, que tantos he sido…». Borges pone la confesión en labios de un apócrifo poeta del siglo XVI, para poder hablar de ese sí mismo que la elegancia impide explicitar. Logra, con ello, dar voz a un desasosiego que lo hermana con el griego que inventó la palabra «filósofo»: el efesio Heráclito. Y, acogido a su tutela, afronta lo más difícil de decir: que no somos más que tiempo; y que, en ese torrente, nunca se nos permitirá volver al instante legendario en el que el río de la vida nos deslumbró por primera vez con su violencia. Nada, absolutamente nada, retorna en el tiempo. San Agustín sabe que es ése el único imposible metafísico: el de hacer que lo que fue no haya sido. Y, entre San Agustín y Borges, Quevedo: «Soy un fue, y un será, y un es cansado»; un animal perdido en el laberinto de sus tiempos verbales.
A mí, de ese modo no previsto en que suceden las cosas serias, me resonó en la memoria, hace unos días, el verso borgiano, cuando Bieito Rubido, con la benevolencia que es en él naturaleza, me ofreció este lugar que hoy inauguro en El Debate. Desde él, proseguiré la ininterrumpida charla con los amigos, en conversación con los cuales se gestaron mis columnas de los últimos catorce años: los tiempos de un señorial ABC, que queda en mi recuerdo como la más feliz experiencia de mi aventura periodística. Me empecinaré en preservar ese diálogo. Por encima de todo. Con los amigos, con los lectores. Y en hacer de esa amistad fuente de escritura. Y, en esa continuidad, tal vez me sea dado rastrear huellas de los tantos con los que fui revestido por el torrente que talló mi rostro y mis afectos.
Una vieja historia de amor se teje entre amistad e inteligencia: los griegos la llamaron «filosofía». «Amistad con el saber» es su traducción más propia en castellano. La gran literatura apostó todo a ese envite. Rutebeuf, Montaigne, Spinoza… Y, antes que todos, el Aristóteles que asienta el horizonte de una ética que es esta misma que hoy seguimos persiguiendo: la que debe saber que «la amistad perfecta es la de aquellos que se asemejan en virtud».
El que hoy comienza aquí a escribir ha navegado un tiempo tormentoso. Como todos los tiempos de los hombres. Y ha tenido el privilegio de poder observarlo. Siempre a través de los libros: que es la única manera de arrebatar las cosas a su primordial caos, para plegarlas a los tenues algoritmos de un pensar, el nuestro, tan, tan, tan precario. Quise anotar algo de eso. Se me dio el privilegio de hacerlo regularmente ante aquellos hacia los que me impuse observar siempre un inviolable respeto: porque es nada un escritor que escribe para nadie. Van ya más de treinta años de asomarme a esa ventana, cuyo otro lado nunca le es dado ver al columnista. El desasosiego que paralizaba al joven de entonces no ha hecho más que crecer. Hoy sé que no se escribe inocentemente. Que hay consecuencias en toda línea, en cada palabra. Y que nadie, absolutamente nadie, puede estar del todo seguro de no equivocarse. Pero apuesta. Con aquel desasosiego que hace tan íntimo a Pascal: apostar es inevitable; e inevitablemente inseguro.
Puede que, en algunas de esas vidas que dejé atrás, me haya soñado épico. Sé ahora, como lo sabía Borges, que el destino de un hombre se juega en el lírico abrigo de su biblioteca. Desde allí seguiré escribiendo. Mientras sepa. Sin pretensión de cambiar nada ya, a no ser ciertos tenues matices en la sintaxis. A esa melancolía del poeta bonaerense acogeré mis columnas. Y a su serena añoranza: «no haber caído, / como otros de mi sangre, / en la batalla. / Ser en la vana noche / el que cuenta las sílabas».
Gabriel Albiac
Blog: generaldavila.com
El Debate 4 julio 2022

GUERRA DE UCRANIA. CAMINO DEL OLVIDO. NOS ACOSTUMBRAREMOS. Rafael Dávila Álvarez

No hace mucho escribía en este blog que no hay mayor invasión que acostumbrar al cerebro humano, a cualquier cosa, que a todo se adapta y asume como cotidiano. La guerra no es menos.

Este jueves Gabriel Albiac en las páginas de ABC nos ofrecía una columna magistral titulada La inconstancia en la que nos anuncia el próximo capítulo del «espectáculo hipnótico» en la pantalla de la guerra y que a pesar de los buenos sentimientos llegará aburrir al personal y pasar de nuevo «a entremeses leves: hazañas futbolísticas o o pringosos regatones».

Sí, Putin lo sabe y espera a esa maldito acostumbrarnos a todo, también a la guerra con sus miles de muertos, «para limpiar Ucrania de ucranianos». La OTAN, nos dice Gabriel Albiac, no habrá movido un dedo. Bien lo sabe. Ni lo hará. Seguirá con sus reuniones protocolarias e inservibles, más naciones alistadas a la mesa de flores y al final ellos saben, muy bien, que si hay que intervenir será solo un intento tardío; luego se acabará todo. Que la disuasión ya no funciona porque a eso también nos hemos acostumbrado de tal manera que nadie se lo cree. Todo terminará, si eso llega, sin tiempo para intervenir ni para acusar.

Nos dice Heródoto que Píndaro enseñaba que la costumbre es la reina del mundo.

La última columna de César González-Ruano la tituló La Costumbre y en ella decía: «Voy creyendo que todo reside en la costumbre. Y que, muchas veces, la muerte puede consistir en ir perdiendo la costumbre de vivir». Ese día murió con su columna cerrada.

A la guerra también nos acostumbramos y vivimos con ella con el informativo o cambiando de canal.

Ese camino lleva la guerra en la que los únicos que luchan son Rusia y Estados Unidos mientras Europa se reúne sin saber qué hacer, se pone en marcha el laboratorio de las armas y nos asustan del posible desabastecimiento que viene.

¿Alguien hace algo? Pues parece que sí, que saca sus beneficios porque Ucrania se está convirtiendo en moneda de cambio y, una vez acostumbrados, vendrá el aburrido cansancio de la guerra y alguien cederá. Entonces todos se preguntarán ¿Mereció la pena? Sería cuestión de echar cuentas y ver quien ha salido ganador.

Dicen que esto ha servido para que Europa esté más unida alrededor de la OTAN, en su defensa común, más fuerte cerrada y participativa. No se lo crean. La orden es parecer, nunca ser.  Como lo nuestro con la Alianza que siempre fue una apariencia, un no querer queriendo.

A lo que no sé si nos acostumbraremos es a lo que se nos viene encima. En España llevamos ya unos cuantos años de entrenamiento de lo que es hacer lo contrario a la ley moral y material. Europa aprende de nosotros y mira hacia la guerra como si con ella no fuese el asunto sino solo la energía.

La energía nos calienta y enfría. En definitiva nos mueve. Camino vamos del parón.

El resto allá los americanos y los rusos.

Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

 

9 DE MAYO. COLUMNA DE GABRIEL ALBIAC EN DIARIO ABC

Ayer mi amigo y maestro Gabriel Albiac publicaba en su habitual Cambio de Guardia del diario ABC una estremecedora visión de la guerra de Ucrania. Empieza uno a cansarse de los análisis militares que están muy bien, pero no dejan de ser cantos al sol, una opinión momentánea que cambia según amanece o anochece. He expuesto la mía en más de una ocasión y lo volveré a hacer con la incertidumbre de no saber muy bien lo que digo o analizo.

Hay que acudir a las personas que con profundidad conocen los comportamientos humanos a lo largo de la historia y los penetran hondo para adivinar más allá.

No nos perdamos en vaguedades estratégicas cuando todo es más sencillo, feo y antiguo.

Tal y como están las cosas, todo apunta que esta guerra seguirá;  no hay estrategia ni táctica militar alguna y, si no fuese por el horror de tanto inocente muerto, solo podría calificarse militarmente de aburrida y anticuada en todo.  Un planeamiento militar que se basa en machacar al más débil adversario sin maniobra ni arte alguno no resiste un elemental análisis militar. Un horror.

Hay que entender que los únicos análisis válidos son los que nos recuerda ese pasado de terror hacia algo tan antiguo como la tiranía de la esclavitud y para eso hay que leer a los que han analizado esas puertas que se abren y cierran en intervalos periódicos (paz y guerra) y nos hacen ver que todo conduce al mismo lugar.

El planeamiento de Putin y su ejército es tan antiguo y aburrido como la esclavitud que pretende y su guerra muy sucia, sin el menor atisbo de grandeza: solo miseria para él y su arcaico ejército. ¡Que pena!
Es la destrucción del ser humano que ahora pretende con las bombas
Con su habitual generosidad Gabriel Albiac me ha autorizado a reproducir su columna. Gracias querido Gabriel y solo esperar aquel ¡Hágase la paz!
Rafael Dávila Álvarez

 

Gabriel Albiac: ABC Columna del martes, 10/05/22.

 9 de mayo

Eurípides lo pone en boca de una troyana que, de princesa, ha caído en esclava: “es el deber de un sabio evitar la guerra; pero, cuando resulta inevitable padecerla, gloria es para una ciudad perecer con grandeza: la única vergüenza está en morir como un cobarde”. Y habla, en la voz de la joven Casandra, una certeza común al genio griego: “no creáis en la felicidad de hombre alguno, aun del más dichoso, antes de que haya muerto”. El coste de una guerra no termina en la victoria sobre el campo de batalla. Ni en la derrota.

El 8 de mayo de 1945, a las 22:43 y en Berlín (la diferencia horaria hace que Moscú lo conmemore el día 9),el mariscal de campo Wilhelm Keitel firmaba la capitulación alemana que ponía fin a la mayor matanza de la historia. Y la más salvaje de cuantas nos son conocidas: entre cincuenta y cien millones de muertos, cifran sus vagas estadísticas. También, el más masivo exterminio de civiles que una guerra haya generado. Pero era apenas pausa, ese final. Como pausa había sido, antes, la firma del armisticio del 11 de noviembre de 1918. Apenas dos años después de aquel 8 de mayo, se inician los 44años de la llamada (pésimamente llamada) “guerra fría”: la única de verdad mundial. Su número total de víctimas es, en rigor, incalculable.

Escuchar, en estos días de masacre sobresuelo ucraniano, al Putin que ensalza la “victoria rusa sobre el nazismo” hiela la sangre. Y claro que todos sabemos, desde el remotísimo tratado de Sun Tzu, que guerra y verdad se excluyen entre sí, que no hay guerra que pueda desplegarse sino como refinado arte de ficción y de engaño al enemigo (y al amigo). Pero no es tan difícil, en la corta distancia de los hechos, restablecer datos al alcance de cualquiera que sepa, sin más, leer los libros.

No fue propósito de la Rusia de Stalin combatir el nazismo. El suyo era, en estricto rigor, el proyecto de repartir un continente entre dos imperios –y dos doctrinas– que se juzgaban mutuamente complementarios. En función de lo cual, Ribbentrop y Molotov firmaban su pacto de no agresión frente a las “plutocracias anglosajonas” en agosto de 1939. Y no, no fue la URSS de Stalin la que rompió ese pacto para declarar guerra a Hitler. Fue Hitler quien, al invadir a sangre y fuego Rusia en junio del 41, no dejó a Stalin más alternativa que la de luchar a muerte por su supervivencia.

Los pactos se invirtieron, en función de las necesidades militares. Y volvieron a invertirse cuando, termina da la guerra, la política imperial rusa retornó. Y esto que ayer conmemoraba el Putin que hereda las mitologías despóticas de la Gran Rusia no es victoria alguna sobre el nazismo. Es el alzado de un parapeto de acero, tras el cual media Europa iba a ser esclavizada durante medio siglo. Vuelve esa tentación ahora. No, no creamos “en la felicidad de hombre alguno”. Antes de tiempo.

Gabriel Albiac

PENSAR EL HEROÍSMO. GABRIEL ALBIAC. TERCERA EN ABC

Pocas veces tenemos los soldados la oportunidad de «pensar el heroísmo». Pensar es una tarea ardua que el héroe lleva dentro y pocas veces comparte. Su idea es muy sencilla. Darlo todo, aunque luego quede en nada y nada sea todo. Hoy el maestro Gabriel Albiac y, lo digo de antemano, mi amigo Gabriel, nos hace reflexionar sobre héroes y cobardes, sobre entrega y egoísmo, sobre la vida que merece sacrificarla para que otros vivan la libertad.

Lo más corriente es que el héroe quede abandonado y silenciado. Las epopeyas acaban en tragedia. El Dnieper se levanta como el Escamandro. Me callo ante mi maestro. 

Agradezco a Gabriel Albiac la autorización que me concede para publicar en el blog su Tercera de ABC.

Blog: generaldavila.com

24 marzo 2022

Publicado como Tercera de ABC el 23 marzo 2022

LEY DE MEMORIA DEMOCRÁTICA (2) LA SERPIENTE HA PUESTO EL HUEVO

Destierro de Alfonso XIII

Azaña, como presidente del Gobierno, firmaba el 26 de noviembre de 1931 la sentencia dictada por la oclocracia del momento: «El Tribunal soberano de la nación declara solemnemente fuera de la ley a don Alfonso de Borbón Habsburgo-Lorena; privado de la paz pública, cualquier ciudadano español podrá aprehender su persona si penetrase en territorio nacional. Don Alfonso de Borbón será degradado de todas las dignidades, honores y títulos, que no podrá ostentar ni dentro ni fuera de España, de los cuales el pueblo español, por boca de su representación legal para votar las nuevas normas del Estado, le declara decaído, sin que se pueda reivindicarlos jamás, ni para él, ni para sus sucesores».

Se cumplen 90 años. Diez para un Centenario. ¿Habrá celebración?

1947: la Ley de Sucesión hace formalmente de España un reino.

1969: Franco nombra a don Juan Carlos de Borbón heredero suyo a título de Rey.

Muere Franco en noviembre de 1975 y queda vigente la Ley Orgánica y proclamado Rey don Juan Carlos I.

Empezaba la Transición. La prudencia del Rey, en unos momentos en los que el protagonismo egoísta de algunos quiere conducir el proceso, lleva a España a la Constitución:

—Artículo 1

  1. España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.
  2. La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado.
  3. La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria.

El Rey reina, pero no gobierna.

Menos cuando hay que salvar la democracia:

«He ordenado a las autoridades civiles y a la Junta de Jefes de Estado Mayor que tomen las medidas necesaria para mantener el orden constitucional dentro de la legalidad vigente».

¿Quién (es) sembró la semilla de la discordia y resucitó el enfrentamiento?

En mi opinión ni Zapatero ni Sánchez tienen capacidad intelectual para ello. Lo cual deja el campo abierto para las especulaciones de todo tipo y entre alguna de las muchas que circulan está sin duda la directiva enviada para (contra) España: Ley de Memoria histórica. Ley de Memoria Democrática.

La Ley y el GAL

«Cuando un pueblo tiene buenas costumbres, las leyes se vuelven simples» sentencia Montesquieu que cree que un aumento de la actividad legislativa indicaba una crisis de la moral social. Cuando se legisla contra y no en beneficio de, cuando se legisla para enfrentar y un autócrata se hace ley, estamos ante la puerta del infierno de Dante donde dice una inscripción: Lasciate ogni speranza voi ch´entrate.

El final de la esperanza llegó cuando lo legal se encamó con lo inmoral, al convertir la ley en arbitrariedad: «En efecto, allá donde la ley está sometida a los gobernantes y carece de autoridad, veo pronto la ruina de la ciudad; y donde, por el contrario, la ley es señora de los gobernantes y los gobernantes son sus esclavos, veo la salvación de la ciudad y la acumulación sobre ella de todos los bienes que los dioses suelen prodigar a las ciudades. (Leyes, 715 d. Platón).

Nadie sale ileso de su enfrentamiento con el poder político y económico. No salió la justicia cuyo mayor peligro es, y el poder lo sabe, ser autónoma.

Se llamaba aquello GAL. El ministerio del Interior convertido en banda armada. Todos. Muchos más.

El gobernador del Banco de España a la cárcel por defraudar; el Director General de la Guardia Civil robo y fraude, huye de España. El ministerio del Interior… «Sangre y dinero».

Elecciones. Declaraciones. Jueces de la Audiencia Nacional prevaricadores. FILESA. España en la desmemoria. Hay que poner fin a tanto desaguisado. ERE,s andaluces de años de honradez socialista, la ETA a las instituciones, los independentistas al Gobierno.

Cal viva para la reciente historia socialista y comunista. Era «la zona de sombra de la transición» como acertadamente la bautiza mi amigo y maestro Gabriel Albiac (desde la incertidumbre. Plaza & Janés).

Una inmensa chapuza sobrevuela la política española, lo hace como dice el Canto XII de la Ilíada: «y llevaba apresada entre sus uñas una roja serpiente color sangre…».

Ley de Memoria democrática

La serpiente ha puesto el huevo.

«Salomón dijo: no hay nada nuevo sobre la tierra. Así como Platón imaginó que todo conocimiento no es otra cosa que recuerdo, Salomón sentenció: que toda novedad no es otra cosa que olvido» (Sir Francis Bacon (1561-1626) Essays, LVIII, en El Inmortal de J.L.Borges).

No ocurre nada que sea nuevo. Ya ocurrió antes. No hay para ello Ley de Memoria Democrática. Ciegos a la realidad, tontos al discurso zafio, grosero, inmaduro, de los obscenos personajes que han hecho de la política un ritual donde serviles personajes se ponen a las órdenes de vaya usted a saber quién. Administración pública, judicatura, bancos y demás entidades financieras, movimientos llamados sociales, medios de comunicación cada vez más y más extorsionadores, entidades benéficas, policías, militares: rodillo implacable.

España es una Emergencia.

Pablo Casado Blanco

Solo me (nos) queda hacer una pregunta en tomo mayestático. No es un yo, sino un nos soberano:

Pablo Casado Blanco, presidente del Partido Popular y alternativa, hoy por hoy, a: socialistas-comunistas-independentistas-herederos de terroristas:

¿Propondrás la derogación de la Ley de Memoria democrática si llegas a ser Presidente del Gobierno del Reino de España?

Debes hacer una declaración sin ambages antes de que me decida a votar. Creo con esta pregunta hacerme portavoz de miles de españoles que necesitan contestación antes de votarte o no. Esto no es una broma ni cuestión baladí. Esa pregunta encierra el futuro de España porque visto lo acontecido en estos años no me fio de ninguno de los que os dedicáis a la política y digo «de ninguno» a pesar de que los hay muy buenos, pero que de nada sirven porque lo hacen con la disciplina que impone el pastor y su cayado; no son ellos mismos.

Contestación sin ambigüedades.

Para engañarme ya me basto solo, sin ayudas ni consejos.

Contesta.

Porque:

Pues a ellos que estaban ansiosos

por traspasar la fosa,

sobrevino un agüero:

un águila de altísimo vuelo

que iba dejando aparte, hacia la izquierda,

a las huestes troyanas

y llevaba apresada entre sus uñas

una roja serpiente color sangre,

enorme, viva, aún jadeante,

que, además, todavía de la lucha,

no se había olvidado;

pues hacia atrás habiéndose doblado,

picó al águila misma

que la iba llevando entre sus garras,

en pleno pecho, al lado del cuello,

y el águila transida de dolores,

lejos de sí dejóla caer a tierra

y arrojóla en medio de la turba,

mientras ella, en chillidos prorrumpiendo,

con los soplos del viento iba volando.

(La Ilíada. Canto XII)

La serpiente ha puesto el huevo que ahora encuba. Entre vosotros. Turba. No os habéis enterado.

Solo nos queda con Borges: «seguir jugando a no ser ciego, comprando libros, llenando la casa de libros» como una ventana que nos permita saltar por ella antes de ser relegados.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

23 noviembre 2021

 

CRUCEMOS EL RUBICÓN. AUT CAESAR AUT NIHIL: O CÉSAR O NADA. Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Llevan la Kitchen al Congreso de los llamados diputados ¡lo que hay que oír!: «Al Rey hubo que inyectarle hormonas femeninas».

También se oyó un buen día: ¡Manda huevos!, que esta España nuestra es de huevos o no es.

El Congreso de los llamados diputados cocina con huevos, ¿podridos?

A Franco, dicen, le faltaba uno (un huevo quiero decir y lo dicen ¿los que se lo han visto?) y su hija no era su hija, pero mandó o manduvo mucho.

Esa es la historia que nos gusta ahora, la de cintura para abajo, la del espionaje piojoso para los que no han leído. Y lo mismo da la izquierda que la derecha. Se juntan en un abrazo mortal.

Francesco Guicciardini, padre de la historiografía moderna, en su obra Relazione di Spagna, dice que preguntó a Fernando el Católico: «¿Cómo es posible que un pueblo tan belicoso como el español haya sido siempre conquistado, de todo o en parte, por galos, romanos, cartagineses, vándalos, moros…?» A lo que el rey contestó: «La nación es bastante apta para las armas, pero desordenada, de suerte que solo se puede hacer con ella grandes cosas el que sepa mantenerla unida».

Alejandro VI, el Borgia, el valenciano Rodrigo de Borja, VI de los Papas Alejandrinos, era de hormonas, vilipendiado entre otras cosas por su sexualidad, tuvo cuatro vástagos y algunos más, pero fue un hábil gobernante en la lucha contra las potencias europeas por hacerse con el control de la península italiana. De él se cuentan solo los secretos de alcoba y las intrigas que parecen de muerte y nada del descubrimiento del Nuevo Mundo, la condena de Savonarola o evitar el saqueo de Roma, entre otras cosas que hizo, pero no hizo.

Su hijo César Borgia fue un gran soldado que venía de la imposición de ser Cardenal. En Viana (Navarra) se conserva una placa sobre los que se creen sus restos después de tanto entierro y desentierro.

En España se juega a dos cosas: a indagar en el sexo, siempre del contrario, y a desenterrar los huesos del que uno piensa que fue su enemigo (o amigo traicionado). «Me gusta un cementerio de muertos bien relleno…».

Muertos que quedan en el olvido, y que se les alinea en un bando u otro en función de los pagados historiadores del momento. Del Presupuesto.

Todos cobran del Presupuesto. Pasen y vean como España está a merced de los terroristas. Antes daban un tiro en la nuca y ahora hurgan en el bolsillo del contribuyente para con ello liberar a 200 asesinos, que sumados a los 377 asesinatos que están sin esclarecer es el punto final de su victoria.

¡Victoria! Finge negociar una guerra aquel que ya la ha perdido. La perdimos. Gana la ETA y su campaña: que emprendió uno que fue presidente del gobierno señalando a los asesinos como hombres de paz. El señor que mandaba y negociaba la traición.

César Borgia llevaba grabado en su espada: Aut Caesar Aut nihil: O César o nada.

Ya somos una legión

los que dispuestos estamos

a cruzar el Rubicón.

Hemos aprendido que esta España de ahora es una traición.

«Yo era César Borgia,

César por hechos y por nombre;

o nada o César, dijo: una y otra cosa fue».

Leo en la novela de Gabriel Albiac, Dormir con vuestro ojos: «Aquel era un tiempo de guerra. Como todos. Los hombres llaman paz a los minúsculos intervalos en los cuales se aprestan a afinar los engranajes de la próxima batalla».

No tengan miedo. Crucemos el Rubicón con César. Tendremos que buscarlo.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

LA MINISTRA DE DEFENSA Y LA CÚPULA MILITAR Rafael Dávila Álvarez

Me preguntan si veo próximos cambios en la cúpula militar. Empiezo por no saber qué es eso de la cúpula militar, aunque me suena a unos señores que llegados al lugar empiezan a pensar en lo que hay que cambiar y no en lo que es conveniente mantener.

En la milicia solo hay tres cosas que deben preocupar al Mando: la unidad de la Patria, los medios necesarios y exigibles, y las condiciones de vida y hacienda de las tropas, individual y conjuntamente. Lo demás es hoy; y mañana puede cambiar.

La rutina se apodera del mando cuando se asoma durante un largo periodo a la misma ventana y ve siempre el mismo paisaje.

Sun Tzu rastrea los rasgos psicológicos de un general que pueden acabar con un ejército. En primer lugar el orgullo, que con el paso del tiempo llega a convertirse en enfermedad incurable. Un sentido del honor muy particular y sensible que le sube al peldaño de la maestría cuando ésta solo se alcanza al dejar la responsabilidad. Nadie es maestro en el ejercicio. Es necesario reposar.

Grave error es creerse uno mismo el tiempo, dominador del momento, cuando el futuro te sobrepasa.

Por último confundir el concepto de valor y ello te deje ciego ante la necesidad del momento.

Sunzi insiste en la lucidez como máxima expresión del mando absoluto.

Confucio fue interrogado por Tzu Lu sobre qué hombre escogería para poner al frente de los Ejércitos. Su respuesta fue intemporal:

«No escogería al hombre que está dispuesto a enfrentarse a un tigre o a precipitarse en un río sin preocuparse de salvar la vida o morir. Elegiría, sin duda, a un hombre que considerase el obstáculo con la prudencia requerida y que prefiriese triunfar por la estrategia».

Nada hay más difícil que la elección. Nadie es el mismo cuando sube un peldaño, tampoco cuando lo baja.

El gran problema de un ejército que no combate es saber qué es eso de la estrategia y a un general en la cima le cuesta entender que su arte no es la estrategia, sino saber cómo moldear la naturaleza humana. Claro que para eso es necesario ser Napoleón y tener un ejército como el suyo.

Pensar en el 2030 es un buen ejercicio de futuro cuando se desconoce casi todo el futuro para la guerra, y no se sabe muy bien lo que significa. La prudencia no es cobardía y las apariencias juegan una baza disuasoria cuando se conoce el oficio. Un general previsible es un general derrotado. Su valor se esconde en el silencio interrogante.

Dormir con Vuestros ojos, reciente novela de Gabriel Albiac, recoge un cúmulo de conocimientos; toda una vida. Una delicia fruto de un trabajo enorme.

Maquiavelo, aún demasiado joven, cena con Caterina Sforza. Este ha debido cometer una ligerísima indiscreción que a la Gran Señora no escapa:

«No sois demasiado discreto para vuestro oficio, canciller. No, no os sonrojéis o haréis sonreír a nuestra invitada. Sois joven. Ya aprenderéis los formalismos de vuestro gremio: se ve todo, no se mira nada».

El contrapunto, militar, es Lord Wellington: «Toda mi vida ha discurrido intentando adivinar lo que había del otro lado de la colina».

Son posturas distintas ya que lo son los cometidos. En común esta el servicio.

—Verlo todo, no mirar nada.

—Mirarlo todo adivinando lo que está oculto, enmascarado o mimetizado.

Es un juego precioso que debe ser preciso para que cada uno interprete y cumpla correctamente su misión: elector y elegido.

Si hay un ministerio que tiene clara su misión, escrita en el preámbulo de la Constitución, ese es el de Defensa.

En la guerra el enemigo está claro. En la paz hay que adivinar cada día quien provoca la debilidad interior, causa de la ruina de muchas naciones. Por ejemplo acabar con su unidad e integridad territorial. Dar facilidades para ello es también debilitarla.

Que usted elija bien.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

28 septiembre 2021

 

 

 

 

 

 

«Y SI VOY A SANTIAGO, VOY A SANTIAGO PERO NO A ESPAÑA, QUE QUEDE CLARO» Rafael Dávila Álvarez

Son palabras de Su Santidad el Papa Francisco sobre su posible visita a Santiago de Compostela. Que tampoco. Porque de lo que dice se deduce que no va a Galicia, ni a la ciudad de nombre Santiago de Compostela, sino a su feudo, la Catedral, a la tumba del Apóstol y no más. Así lo entiendo, aunque sin entender el resto.

¿España?

¿Es esto lo que debe quedar claro? No sé.

La elegancia de un filósofo está en la sencillez para que todos le entendamos. La de un Papa en amar y enseñar a amar, de acuerdo con una única fórmula: a Dios y al prójimo como a ti mismo. Un Papa no debe utilizar la ironía para dejar una incógnita abierta y más si esta puede causar malestar. ¿Es infalible el Papa al tratar un tema de tanta sensibilidad para un pueblo como lo es su unidad y más en tiempos recios?

Viene a Santiago, pero no viene a España. Puede ser un milagro de Su Santidad, pero me llega el recuerdo de Pascal:

«Dios no hace milagros en la guía ordinaria de su Iglesia. Sería uno extraño si la infalibilidad estuviera en uno; pero estar en la multitud parece tan natural que la guía de Dios está oculta bajo la naturaleza, como en todas sus obras» (Pascal Pensamientos en obra de Gabriel Albiac). Lo que me lleva a pensar que la infalibilidad en este caso exige un sacrificio tan grande como el de mantenerse en silencio. El milagro es de la multitud que clama sin pastor que la conduzca.

Una vez que coges a Pascal no puedes dejarlo:

«Los milagros no son ya necesarios, a causa de que ya los tenemos. Pero cuando ya no se escucha a la tradición, cuando no se propone más que al Papa, cuando se le ha engañado y, habiendo excluido la verdadera fuente de la verdad, que es la tradición, y como a pesar de haber prevenido al Papa, que es su depositario, la verdad no tiene ya la libertad para aparecer, entonces los hombres no hablan ya de la verdad. La verdad debe hablar por sí misma a los hombres. Es lo que sucedió en el tiempo de Arrio».

Espero que las palabras del Papa no sean firmadas como infalibles; en este caso.

Recordaba Gabriel Albiac: «El gran Francesco Guicciardini lo formulaba en el siglo XVI con una perfección pasmosa: todas las cosas se derrumban un día, también los hombres, también los ciudades, las naciones, los mundos; lo duro es estar debajo cuando caen».

Me siento así; sin más. Estar debajo. Irremediablemente. Se cae el sustento de una civilización, de, casi podríamos decir, la civilización. Me (nos) pilla debajo.

«Mirad, que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres…» (San Pablo, Colosenses, 2-8).

«Muéstrenme la moneda para el impuesto. Y se la enseñaron. –¿De quién son esta imagen y esta inscripción? –les preguntó. –Del César

–respondieron. –Entonces denle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios» (Mateo 22: 19-21).

A pesar de estar debajo de los escombros espirituales de occidente aún es posible, casi seguro, que interpreto mal; también las palabras del Papa.

No ha querido decir lo que ha dicho. Ha sido sin querer queriendo.

«Sancte Socrates,ora pro nobis» (Erasmo de Rotterdam).

Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

6 septiembre 2021

¿DESPUÉS DE LA DESILUSIÓN QUE VENDRÁ? Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

«La guerra en la que no queríamos creer ha estallado, y nos ha traído la… desilusión» (Sigmund Freud, Consideraciones actuales sobre la guerra y la muerte, 1915).

«¿Hay una manera de liberar a los seres humanos de la fatalidad de la guerra?». Le preguntaba Einstein a Freud en el verano de 1932. Einstein reconocía que la habitual orientación de su pensamiento no le permitía formarse una idea acerca de las profundidades del querer y sentir humanos y confía en Freud para que le ayude a resolver el mayor problema que se plantea la sociedad. Las profundidades de la sencilla inteligencia del sabio no le permitieron conocer el alma humana, allí donde radicaba la contestación a su interrogante. Ello incluso le lleva a anticiparse a la respuesta aludiendo a «que los Estados creen una autoridad legislativa y judicial para la solución de todos los conflictos que surjan entre ellos».

La correspondencia entre los dos sabios recogida en esa joya de la humanidad ¿Por qué la guerra? es de lo mejor que se ha escrito sobre el interior del fenómeno guerra.

Freud duda de que haya una definitiva respuesta y, en mi escasez, llego a pensar que sabe que no hay una solución. En su análisis recuerda la situación original en la que dominaba el mayor poder, la violencia bruta que se vio reforzada y sustituida por el empleo de las herramientas: armas y habilidad. Dice Freud que la superioridad intelectual comienza ya a desplazar a la fuerza muscular bruta, pero el objetivo final de la lucha sigue siendo el mismo: eliminar al enemigo, matarle.

Al fin se pasó de la violencia al derecho, al poder de la comunidad, y de alguna manera se supera la violencia por la cesión del poder a una unidad más amplia. Pero la desigual distribución del poder entre sus miembros crea conflictos de intereses e incluso ocurre que las leyes hechas por y para los dominantes conceden pocos derechos a los dominados. Por tanto unos manejarán la fuerza y otros serán incitados constantemente a la violencia, incluso se da el oxímoron: pacífica violencia.

No le queda más remedio a Freud que sacar a relucir la teoría de las pulsiones: «conservar y unir (eróticas)—destruir y matar(de destrucción)». Siempre en una se da algo de la contraria. Es la vida. El mejor ejemplo es la Ilíada. Pocas diferencias. «Por consiguiente, parece que el intento de sustituir el poder real por el poder de las ideas está condenado por el momento al fracaso» y sentencia: «El ser viviente protege en cierta manera su propia vida destruyendo la vida ajena».

Freud deja a Einstein en silencio. No volverán a hablar del tema. Queda abierta una esperanza que se frustra cada día: «La esperanza de que estos dos factores —la actitud cultural y el fundado temor a las consecuencias de la guerra futura— pongan fin a los conflictos bélicos en un plazo limitado no sea utópica».

Einstein y Freud no llegan a soluciones. Se les había adelantado Pascal:

«Guerra intestina del hombre entre la razón y las pasiones.

Si no hubiera más que la razón sin pasiones.

Si no hubiera más que las pasiones sin razón.

Pero, al haber lo uno y lo otro, no puede estar sin guerra, no pudiendo tener paz con lo uno más que teniendo guerra con lo otro.

Así, está siempre dividido y en contradicción consigo mismo» (L621/B412. Pascal. Pensamientos. Gabriel Albiac).

Estaba roto el cerrojo de la puerta cuando entró el presidente y oyó a Einstein y Freud hablar de cosas raras que él no entendía.

Ellos al verle le preguntaron. ¿Por qué? Incluso llegaron a decir: «La ley es mejor que el desorden»; pero el hereje supo hacer ver su herejía como la más pura de las ortodoxias.

Einstein y Freud en el ¿Por qué la guerra? olvidaron estudiar los efectos de poner al mando a un tonlisto, situación de la que solo se puede salir pidiendo la gracia al cielo para que del estiércol sepan levantarse los pobres y de los tontos haga discretos. No cayeron en que ahí estaba el problema y la solución.

Hemos cedido el poder a uno de estos últimos indiscretos o tonlisto.

Y el plasma dictó sentencia. En 4 minutos se aprobó una nueva Constitución televisada y aceptada sin remedio. Con forma, conforme y con firma; que no conforma a nadie.

Son eso: un grito y una consigna. Nada más; ni menos.

¿Después de la desilusión qué vendrá? Desde luego no la solución.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

24 junio 2021

 

 

 

 

ISRAEL. Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Todavía hay quien defiende con dignidad y valor sus fronteras para proteger patria y libertad. No hay nación en el mundo más amenazada y sin alternativa: o se defiende o desaparece. Se llama: Israel. Después del Holocausto se vio obligada a una defensa a ultranza de su existencia y territorio en lucha no solo material, sino contra el relato del que es fruto el atacante, una semilla plantada que germina en una organización terrorista a la que se rinden miles de medios de comunicación.

Todavía hay quien duda de lo que es Hamas (Harat al-Muqawama al-Isalmya), un grupo islamista palestino fundado en 1987 con un solo objetivo: eliminar al Estado de Israel y establecer en su lugar su peculiar «Estado» islamista.

Es una guerra muy estudiada en la que se ha impuesto el relato buenista de los más violentos «pacifistas del tecnicolor», aquellos que viven para la guerra como producto de su única pulsión: la destrucción. Destruir y matar se vende como un sacrificio que dicen afrontar por su supervivencia cuando para ello pretenden expulsar a muerte al pueblo más civilizado y avanzado, maestro de democracia en gran parte del mundo: Israel.

Conviene desenmascarar esta lucha que muchos proclaman como la noble resistencia de un pueblo sometido a la tiranía del poderoso.

Hamas dispone de una compleja estructura armada y no armada sometida a la disciplina del terror que alimenta a base de una red asistencial lo que provoca una gran lealtad a la estructura. La obediencia al límite, sin pestañear, llegar a la muerte es la victoria personal y el engrandecimiento familiar. La población combatiente es toda, sin distinciones de edad ni sexo, y sus defensas se sitúan en los núcleos poblacionales que defienden todos (familias completas) y con todo. Cualquier cosa vale: artefactos explosivos, edificios convertidos en bombas letales, francotiradores, espías, infiltrados o una red de túneles de guerra que ni en Vietnam se podría imaginar. La emboscada y la traición —de una sonrisa— está en cada esquina.

A ello suman la capacidad suministrada por Irán-Siria de un elevado número de cohetes y sus componentes que ensamblan en su territorio y que lanzan al bulto, donde más pueden matar.

Ellos no cuentan ni sus muertos. Les da igual niños que hombres. Soportan cualquier daño con tal de que puedan seguir ejerciendo su actividad y esta alcance el nivel deseado que les permita después mantener una tregua para reforzarse mientras reparten fotos y películas del tecnicolor de su «sufrimiento».

Cuidado. La presión tiene un límite. Cualquier día la posibilidad de mantener esta situación cíclica, al gusto y criterio de Hamas, de acción-reacción se terminará y con ello la reacción será definitiva. Cueste lo que cueste y caiga quien caiga. Es lo que la lógica del razonamiento bélico resolverá definitivamente contra lo que el terrorismo impone. No es de esperar que se les permita institucionalizarse.

No es la guerra; es peor. La pulsión de odio y destrucción. De lo único que entiende Hamas.

Hace unos días Gabriel Albiac lo decía con palabras sabias del filósofo que disecciona la cruda realidad con el bisturí de la sabiduría: «Israel es lo que una vez soñamos llegar a ser los europeos. Sin lograrlo».

Eso es lo que Hamas ataca, no otra cosa.

Convendría empezar leyendo y subrayando y en ese ejercicio ponerle nombre a las cosas. Cada uno es lo que es y no lo que intenta decirnos que es. Al menos que no nos engañen con lamentaciones y escenas de dolor.

En la violencia cualquier cosa es posible, pero mostrarlo en tecnicolor es una crueldad con la que cuentan y de la que obtienen sus réditos. Forma parte de su guerra. La pulsión de destruir y matar.

Europa calla sin saber qué decir ni a dónde mirar. Una cobardía histórica.

Rafael Dávila Álvarez.

Blog: generaldavila.com

18 mayo 2021

EL FILÓSOFO Y EL ESTRATEGO Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Los grandes tratadistas del arte militar dejan caer sus pensamientos, plagados de aforismos, sin poder abstraerse del momento; se ven obligados a enunciar principios y procedimientos que evolucionan y solo queda el halo evocador de las hazañas guerreras; que no es poco. Nadie es profeta del como y cuando de la guerra, aunque alguno haya dejado doctrina imperecedera que aporta datos y referencias; muy poco(s).

La esencia de la guerra, casi de manera invisible, interpretable, más allá de técnicas y armas, está escrita en lo más antiguo que se conoce: tablillas de barro que poco dicen, pero descubren el oficio más antiguo del mundo; estamos aún sin descifrar el ADN de la guerra, próximo al del ser humano, con la variante del comportamiento al que obligan las circunstancias.

El poema de Gilgamesh es un  texto sumerio (siglo XXII a. C.,) que se conoce por una serie de tablillas halladas en la Baja Mesopotamia. Es el primer documento escrito en el que el hombre-rey se prepara con sus armas:

«Ellos le trajeron su armadura

[…] poderosas espadas

el arco y el carcaj,

y se lo pusieron en sus manos.

Él cogió las azuelas,

[…] su temblor,

(el arco) de Anshan;

Puso la espada en su cinturón.

Podían comenzar el viaje».

No sabemos mucho. La guerra y la paz era el discurrir de la vida. El hierro en la mano siempre; y la ciudad murada donde se encierra el hombre a la protección y amparo. Alrededor de los grandes ríos surge la culta vida que debe protegerse mediante un obstáculo: la muralla, el desierto o el mar. Si no era suficiente había que recurrir a las picas bajas, sujetas con dos manos; desde los sumerios a los hoplitas de Argos, Atenas y Esparta.

El mundo helénico es un mundo militar en grado sumo. Todos lo son.

Oriente es la cultura, con ello la fuerza; occidente quiere ambos poderes: el enfrentamiento. Grandes ejércitos de hombres armados van a configurar el mundo.

Ya no se recuerda que nacimos para la cultura allí donde hoy se destruye todo. Oriente lanzaba las flechas de sus arqueros y occidente era una armadura con escudo que combatía porque era mayor riesgo volver la espalda al enemigo.

La táctica se limitaba al empuje entre fuerzas, escudo en la siniestra y lanza en la diestra, lo que hacía girar las masas en combate en sentido contrario a las agujas del reloj. Aparecen los artistas de la guerra que mandan giros, envolvimientos, fortalezas humanas, carros de guerra, en definitiva evoluciones de la danza mortal. El arte de la guerra es eso: un baile de guerreros enfrentados. En la época de los Reinos Combatientes, no tan alejados, había que vencer gracias al ingenio. Un ajuste de fuerzas que pretenden desequilibrar y romper la tensión.

Empiezan batallas decisivas. Darío es derrotado en Maratón y le dice a su criado que a diario le recuerde: «Maestro no te olvides de los atenienses».

Movilidad permanente que se fundamenta en una estructura de contrarios. La contradicción está en el origen de todas las cosas. Es Heráclito el que sentencia que el devenir está animado por el conflicto: «La guerra (pólemos) es el padre de todas las cosas» (Fr, 28). O lo que es lo mismo: «Conviene saber que la guerra es común a todas las cosas y que la justicia es discordia y que todas las cosas sobrevienen por la discordia y la necesidad»

Estamos en guerra. Un juego peligroso en el que todos pueden leer o escuchar; lo que quieren leer o escuchar se lo sirven en bandeja, en pienso alimenticio que se vende junto al del perro. La manipulación está abierta y para defenderse de ello ni el arquero ni el hoplita son suficientes. Los soldados nada pueden hacer; tampoco los filósofos. Caminamos a una sociedad de unos cuantos y el resto, el conjunto, será poco menos que hoplitas alimentados con basura.

Los psílites eran una tropilla ligera que, armada de saetas y hondas, preparaba el combate con sus armas arrojadizas, molestando al enemigo, escaramuceando para entorpecer sus maniobras y desbandándose luego para pasar a retaguardia y secundar la acción de la caballería en la persecución de los vencidos. No tenían armas defensivas, sino valor. Me apunto.

Nos dejó Kipling este bello poema:

Nations have passed away and left no traces,

and history gives the maked cause of it.

One single, simple reason in all cases;

they fell because their peoples were not fit.

Difícil traducción, fácil conclusión.

 Las naciones han pasado y no han dejado rastros,

y la historia da la causa desnuda de ello:

Una única y sencilla razón en todos los casos;

cayeron porque sus pueblos no estaban en forma.

(Kipling)

Es mayor riesgo dar la espalda al enemigo.

Termino con una conversación con el maestro Gabriel Albiac. El filósofo me dijo:

«Y sólo se me ocurre, para terminar, excusarme de mis generalidades recurriendo al primer griego que usó la palabra “filósofo”, Heráclito de Éfeso, que afirmaba, como postulado fundacional, que “la guerra es el padre y el señor de todas las cosas. Y a unos hace libres y a los otros siervos”. El filósofo y el estratego eran, en el fondo, lo mismo para el griego de hace 2.600 años».

Ahora también. No nos hacen caso; ni a uno ni a otro.

«El devenir está guiado por el conflicto».

¡¡¡Bum!!! Siervos.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

2 febrero 2021