Lunes 21 de junio de 1993. Hace 28 años.
Yo era ayudante de campo de SM. El Rey don Juan Carlos. Había dormido en Zarzuela porque aquel fin de semana había estado de servicio. Desde el amanecer estaba recopilando noticias y preparando el relevo con mi compañero. Empezaba una jornada más. No eran todavía las ocho y media de la mañana cuando nos llega por vías urgentes y oficiales la noticia. Atentado en Madrid. Sabíamos lo que eso significaba. Imposible de aceptar, de asumir, pero había que sobreponerse y atender a la dureza del momento como desgraciadamente había ocurrido en otras ocasiones.
Lo que no sabía ni podía suponer era que para mí aquel iba a ser un día especialmente doloroso.
Fluye la información, confusa al principio, dura, muy dura, siempre, eso es seguro, inaceptablemente cruel. Lo pongo en conocimiento del Rey que me pide más información, todos los detalles, que va llegando por los canales habituales. Está informado al momento según se van conociendo los escalofriantes datos del atentado criminal. Se trata de una furgoneta del Estado Mayor de la Defensa (EMAD). Los asesinos la estaban esperando en la confluencia de las calles de López de Hoyos y Joaquín Costa de Madrid. A su paso han accionado a distancia un coche bomba con 40 kilos de amonal que cogió de lleno al vehículo en el que viajaban 7 miembros del EMAD. Llamo al Estado Mayor de la Defensa. Quiero saber los nombres, más detalles…
Dávila, me dicen, uno de los asesinados puede ser tu primo Fidel. Levanto el tono de voz
-¿Cómo que puede ser? ¿Es o no es?
-Me lo confirman… Sigo en Zarzuela donde no paran de sonar los teléfonos y entrar las noticias. He hecho el relevo con el ayudante entrante de servicio que se hace cargo de la situación.
Hablo con el Rey. No es necesario transcribir sus palabras de dolor y aliento.
Han muerto 7 personas del Estado Mayor de la Defensa: teniente coronel del Ejército de Tierra Javier Baró Díaz de Figueroa; teniente coronel del Ejército de Tierra Fidel Dávila Garijo; teniente coronel del Ejército del Aire José Alberto Carretero Sogel; teniente coronel del Ejército del Aire Juan Romero Álvarez; capitán de fragata de la Armada Domingo Olivo Esparza; sargento primero de la Armada José Manuel Calvo Alonso y el funcionario civil del ministerio de Defensa Pedro Robles López.
La explosión causó heridas graves a cuarenta personas, entre ellas a tres niños, algunas de suma gravedad. Una hora más tarde el vehículo utilizado para huir los criminales estalló en la calle Serrano, cerca de la Embajada de los Estados Unidos hiriendo a otras tres personas, dos de ellas de gravedad.
Fidel Dávila Garijo, teniente coronel de Infantería, diplomado de Estado Mayor era mi primo hermano. Ingresamos en la Academia Militar juntos, de la misma promoción del Arma y de Estado Mayor. Un hombre cabal, un soldado ejemplar y querido por todos.
La ETA. Una vez más. Hace 28 años, pero el tiempo se ha detenido. No hay marcha atrás ni paso adelante…
Aquel día es hoy, hoy es y será siempre aquel día, como tantos otros que despiadadamente unos canallas asesinos y sus valedores de ahora pretenden olvidar y escenificar en una repugnante escena mediática tan pesada de digerir como el plomo que salía de sus pistolas.
Aquel día en el que asesinaron a mi primo yo no necesitaba más información. Cogí el coche y de uniforme salí hacia Alcalá de Henares donde vivía con su mujer y dos hijos. Llamé a la puerta de su casa. No hizo falta decir nada. Describir la situación es insuficiente para explicar el dolor. En el piso de al lado vivía el teniente coronel Baró. Era una casa militar. El dolor, el silencio, la muerte. Gimieron los cimientos del alma mientras se derrumbaba todo el edificio, juntos, abrazados, los que en una humilde escalera, servidores de la Patria enjuagábamos el más duro de los dolores. No soy capaz de describirlo.
Desde no recuerdo dónde me llamaban de una embajada. Mi hija mayor de viaje de fin de curso había oído en las noticias el asesinato y el nombre de un teniente coronel de apellido Dávila…Era mi primo. Muchos pensaron en los dos tenientes coroneles, los dos primos de apellido Dávila.
Luego vino todo lo demás. Fui a ver a sus padres. Su padre, mi tío, general de Estado Mayor, viejo soldado, me abrazaba como si yo fuese su hijo perdido. Roto de dolor, de dolores de todo tipo, aquella tarde fuimos a una misa en el Cuartel General del Ejército. Cuando llegábamos, despacio, a mi tío le costaba andar, el funeral ya había empezado. Había prisa. Todavía no sé a qué…
A los pocos días, aún con el dolor en las manos, volvía a estar de servicio en el Palacio de la Zarzuela. Aquella tarde el Rey recibía en audiencia a Jon Idígoras, diputado de Herri Batasuna (HB), dentro de la ronda de consultas para ser candidato a la presidencia del Gobierno. Audiencia por imperativo legal. Desde el control de Somontes nos avisaron de su llegada. Venía sin corbata y hubo que prestarle una.
Era el 1 de julio. Solo habían pasado unos días desde la matanza de la ETA. del asesinato de mi primo Fidel y sus compañeros.
En cualquier audiencia quien va a ser recibido por el Rey es introducido por uno de los ayudantes de servicio que le lleva a una salita de espera hasta que llega la hora de la audiencia acompañándole entonces hasta el despacho del Rey.
Don Juan Carlos, aquel día, en el momento previo de la audiencia, nos preguntó a los ayudantes:
-¿Quién va a recibirle?
-Me corresponde a mí, Majestad, le contesté.
El Rey, que nos conoce muy bien, no dice nada.
Poco antes de la audiencia sube el Jefe de la Casa del Rey, Fernando Almansa. Hace la misma pregunta. Recomienda que no sea yo el que le introduzca a la audiencia.
No hay razón ninguna. Cada uno sabe dónde está y para lo que está. Un soldado debe conocer su oficio.
Cuando llega Ídigoras trae una carta en el bolsillo que pretende que coja el Rey. Sin tocarla la rechaza y le dice que nos la dé a uno de los ayudantes.
Brevedad, seriedad, compromiso legal. Describir el interior y los detalles lo dejo para otra ocasión.
Por los años setenta estuve destinado en la Compañía de Operaciones Especiales nº 61 de Burgos. Participamos en la Operación “Iruña” de cobertura de fronteras. Conocíamos el entorno de los asesinos etarras y sus andanzas cruzando la línea de mugas.
Hay muchas cosas sin contar. Muchos compañeros han dejado su vida por salvar la de otros. Desgraciadamente hemos llegado tarde en muchas ocasiones y los asesinos han contado con ciertos abominables apoyos, protección y resguardo.
Veo las imágenes de la ETA escenificando una pantomima muy bien orquestada, que pretende recorrer el mundo para difundir una escalofriante mentira que oculte los asesinatos y el odio que guardan dentro, y me alcanza la náusea. No guardo odio a nadie, a nadie. Pero el dolor es peor. El olvido no entra en mis planes. Lo que sin duda es tan grave como el peor de los asesinatos es la mentira y que se les permita contar la historia a su manera. Y que se les dé cobijo, amparo, se difundan las imágenes en primera página, que se las haya permitido por un Tribunal Constitucional, de mínimos, en contra de otro Tribunal tan supremo como este, que sus sucedáneos hayan llegado a las instituciones. Hoy muchos estarán satisfechos y reirán… se reirán de…
En justicia pura y dura no hay perdón a los delitos sino lo que la ley diga. El que la hace la paga y no hay más historia para un asesino, terrorista, que cumplir su condena.
Dicen, se oye, que ETA está derrotada, que no ha ganado. Yo, y ustedes perdonen, tengo mis dudas. La batalla del dolor yo la tengo perdida.
Hoy es un día triste en la historia de España.

Una historia de asesinos y víctimas. No hay más.
Espero algún día poder encontrarme, cara a cara, con los que, de una u otra manera, ayudaron a negociar, negociaron, y ufanos dicen que fue para olvidar tanto asesinato y dolor.
Y espero que algún día los que tienen la obligación moral y legal de contarlo todo que lo cuenten. Es algo que nos merecemos todos los españoles porque todos somos víctimas.
Cuenten la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.
Aquí solo hay una historia de asesinos y víctimas, aunque vilmente algunos han pretendido que haya algo más y dar a los asesinatos una explicación como en la vergonzosa exhibición llevada a cabo en Cambo-les-Bains.
Una triste historia para este final (?) macabro y repugnante.
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
Blog: generaldavila.com
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