No conozco ninguna nación del mundo democrático que admita a sus más recientes asesinos entrar en la gobernación o administración de las instituciones del Estado. Que admita que formen un partido blanqueado de nombres y apellidos para acceder a ellas a través de unas elecciones. En el cumplimiento de la ley no hay perdón, ni se intercambian favores, sino ley. Una sentencia es justa o injusta, nunca perdonable ni moldeable; se cumple y tiene consecuencias.
Tampoco es conocido que lo sentenciado por el máximo Tribunal judicial sea corregido por un Tribunal Constitucional en recurso de amparo.
Todo esto ocurre aquí: 6-5 en la prórroga, arbitrando Pascual Sala y de presidente de la federación el inolvidable -por desgracia- señor Zapatero. Bildu y Sortu, modus operandi intelectual (con perdón), fueron introducidas en la destrucción de España por los señores mencionados, acabando con la ley de Partidos Políticos que impedía presentarse en citas electorales a formaciones relacionadas con bandas terroristas y estar presentes en la vida política.
Ninguna de esas herencias ha condenado los cerca de mil asesinatos de la ETA ni por asomo han pedido perdón. El señor Zapatero y el señor Sala tampoco han dicho esta boca es mía sobre su actuación, única en el mundo mundial.
Un TC. se limita a comprobar que se han respetado los principios constitucionales, no es su misión reconsiderar las pruebas, por cierto aplastantes, de la policía y guardia civil. El Tribunal Constitucional sentenció al Tribunal Supremo, lo condenó, excediéndose en su razón de ser. Lo nunca visto.
En mi opinión este hecho, que parece olvidado, fue la maniobra más hábil y peligrosa contra la unidad de España y contra la mismísima democracia.
Un barreno colocado en el corazón del sistema.
Todo lo que ahora vemos y vivimos viene de aquella sentencia que, además de colocar al modus operandi intelectual de Batasuna en la toma de decisiones sobre España, acabó con Montesquieu y dejó el camino libre para la destrucción de España vía la legalidad, su legalidad, como demuestran los votos particulares de los magistrados sobre aquella sentencia del Constitucional, dejando a las claras, por escrito, que no es el Constitucional una instancia judicial que pueda juzgar a la mayor de ellas: el Supremo. Y lo fue. Se hundió la justicia hasta convertir al TC. en un instrumento en manos del Gobierno. Pasito a pasito, nombramiento tras nombramiento, Fiscal General que juega con las togas y el polvo del camino, o con la información vaginal que te lleva al ministerio y de vuelta a mandar sobre los fiscales, hasta conseguir su objetivo.
Hablaremos de esto y de aquello, pero es lo que les cuento. Todo viene de esta iniciación de la que Sánchez es continuador junto a otros iniciáticos que construyen metódicamente el nuevo edificio. Maestros de la construcción sobre escombros.
Ley de Memoria Histórica, iniciada y a punto. La Corona, iniciada y a punto. Les queda el Partido Popular, única fuerza capaz de doblarles el pulso, que tenían ya a mano con Rajoy. Se les ha escapado la presa, por lo que unieron fuerzas con Podemos.
Abramos los ojos. Tres fuerzas a la derecha es dispersión. Es su meta, la de Sánchez. Todos contra el Partido Popular. Que por cierto no es Rajoy.
Todo empezó allá por el 31. Les está costando, pero insistirán.
La ETA, ¿se acuerdan? Era una banda de asesinos. ¿Lo recuerdan? Asesina que algo queda.
No conozco ninguna nación del mundo democrático que admita a sus más recientes asesinos entrar en la gobernación o administración de las instituciones del Estado. Que admita que formen un partido blanqueado de nombres y apellidos para acceder a ellas a través de unas elecciones. En España, sí. Nadie ha vuelto a recordarlo. Todo está pactado.
Su oscuro origen es todavía un amenazante misterio que, en ocasiones, da señales de su existencia como hace unos días en la Plaza de Armas del Palacio Real de Madrid.
Ahora vayamos en todas las direcciones menos en la adecuada; y olvidemos.
¡Dispersión! ¡Dispersión! ¡Que nos atacan!
Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)
20 julio 2020
Blog: generaldavila.com