EL PRÍNCIPE Y EL CAPITÁN Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Su padre era Alejandro VI, último Papa nacido en España (Játiva) de nombre Roderic de Borja.

«César Borgia —llamado vulgarmente duque Valentino— adquirió el Estado gracias a la fortuna de su padre, perdiéndole al faltar este, pese a recurrir a todo los medios posibles al alcance de un hombre prudente para enraizarse en aquellos Estados adquiridos con el concurso de las armas y la fortuna ajenas».

Fueron muchos los que se avinieron al ver que la Nación-Estado y la Corona estaban en manos de quienes amaban el fortalecimiento de las Instituciones y el concepto de nación.

Hubo un conciliábulo convocado por los enemigos de lo ajeno, señores ineptos más atentos al robo de sus vasallos que a corregir el desorden. Querían acabar con el Estado y no formar nación.

Para evitarlo nada como abrir las puertas y dar paso a los partidos, los Orsini o los Colonna, y fue todo de tal manera, que al final el Borgia solo pudo optar por la astucia para no arriesgar nada y disimular todo.

El conciliábulo introdujo el desorden entre sus partes, parceló el interior de las murallas con nuevas e ideológicas para después apoderarse de cada una de las partes y destruir el conjunto.

El primer movimiento que hizo aquel pacto traidor fue enfrentar a los ejércitos, constituirlos en partidos que daban o quitaban el poder a sus tribunos respaldados por los cargos, honores y dinero que repartían según la condición de cada uno de sus vasallos.

Fue todo inútil. La breve vida del Papa Alejandro y las infamias a su alrededor, en una corte de traidores, le hizo errar ya que creyó que las nuevas recompensas harían olvidar, entre los grandes personajes, las antiguas injurias. Ese fue su engaño.

«Quien juzgue, pues, necesario en su principado nuevo asegurarse de su enemigo, ganarse amigos, vencer, bien por la fuerza, bien por el engaño, hacerse amar y temer por los pueblos, lograr que los soldados le sigan y respeten, desprenderse de quienes puedan  o deban causarle daño, reformar el orden antiguo, ser severo y apreciado, magnánimo y liberal, suprimir la tropa infiel y crear otra nueva, conservar la amistad de príncipes y reyes, de manera que te beneficien con su cortesía o teman ofenderte, no podrá hallar ejemplo mejor que las acciones del Duque. Tan solo se le puede acusar de no haber elegido con más tino el nombramiento de…» (Nicolás Maquiavelo. El Príncipe). El sucesor claro.

Creo que se entiende lo que expongo y siempre es novedoso, actual, sin que el tiempo entierre hechos que fueron escritos tanto para ayer como para hoy «porque los hombres son siempre malos de no ser que la necesidad les torne buenos».

«Pero ¿cómo puede un príncipe conocer al ministro? Hay un procedimiento que no falla nunca. Cuando ves que un ministro piensa más en sí mismo que en ti y busca en todas las acciones el provecho propio deduce que ese individuo ni será nunca un buen ministro ni podrás nunca fiarte de él porque aquel a quien se ha confiado el gobierno no debe pensar nunca en sí mismo sino siempre en el príncipe», nos dice Maquiavelo en El Príncipe; que es lo mismo que me enseñaron cuando mandaba una Compañía de soldados en la cual yo era el príncipe, como lo son ustedes de su propia vida o negocio.

Ya me entienden.

Aprovechen su talento para hacer célebre y engrandecer su patria. Si no es así duden hasta de ustedes mismos y no sean príncipes de ninguna empresa.

Ya ven lo que está pasando. Por sus obras los conoceréis.

«¡Oh, Capitán! ¡Mi Capitán! Levántate y escucha las campanas;
levántate —por ti la enseña ondea— por ti suena el clarín;
por ti son las guirnaldas y festones —por ti se apiñan gentes en la orilla;
por ti claman, la inquieta masa a ti se vuelve ansiosa». (Walt Whitman)

Rafael Dávila Álvarez.

Blog: generaldavila.com

9 noviembre 2021

 

LA MINISTRA DE DEFENSA Y SUS DECLARACIONES SOBRE ALSASUA. Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Casa Cuartel de la Guardia Civil en Alsasua

La ministra de Defensa no conoce a los soldados. Quizá no haya tenido tiempo; tan atareada en sus cosas políticas. Un ejemplo son sus declaraciones sobre lo ocurrido este fin de semana en Alsasua. Tampoco se centra en la Constitución, en lo que dice sobre las Fuerzas Armadas. Esas cosas que parecen haber perdido importancia: la soberanía e independencia de España, su integridad territorial y la defensa del ordenamiento constitucional. ¿Qué significará todo eso?

Lo de Alsasua ha sido un toque de atención allí dónde se atacó a la Guardia Civil, también son soldados, donde la convivencia es difícil y quedó rota por los que pretenden, ya sabemos quienes, imponer su ley, imposible, peligrosa, temerosa. Allí la Constitución ni por el forro. Por eso, por si acaso, por esas cosas de la chulería, ¿o de la memoria?, para meter miedo, un cobarde sabe de eso, estaba en Alsasua el Carnicero de Mondragón. Allí donde hay que esconderse a diario y esconder que eres guardia civil o soldado, español, de España, y esconder la bandera, roja y amarilla, la de España. Allí donde hay que buscar a España entre susurros, entre confidencias, esconderla entre las nieblas que tanto duran, que casi son permanentes, como las miradas atravesadas, entre riesgos y silencios, silencios, silencios… Entre permanentes vigilias de sospecha y miedo, donde el ruido de los disparos que asesinaron al guardia civil retirado Sebastián Arroyo González, trabajador de la empresa Igastex de Alsasua, resuenan cada mañana, cada tarde, cada noche. Donde sigue el miedo barriendo cualquier sonrisa, esperanza, que solo se recuperan huyendo, escapando de todo aquello; para poder oír la voz de España. Allí estaba el Carnicero de Mondragón, más chulo que un ocho, cobarde, <<no me arrepiento>>, el asesino de los 17 españoles solo por él asesinados, <<ejecuciones>> le llama el cobarde carnicero, ejecuciones…, amenazante, aquí estoy, ¿qué nos quiere recordar con su presencia?

Saben leer los artesanos del valor heroico; saben leer cualquier signo los que calientan el aire con la mirada… Y saben, nuestros guardias civiles y nuestros soldados,  izar nuestra bandera donde les da la gana y donde les mandaron, porque la victoria es algo que no se compra, sino que se conquista…

Y allí se fueron a la conquista. Unos valientes. Alsasua, territorio de España, la España robada con el tiro en la nuca, la bomba, la persecución, la trampa, el odio, el odio, el odio, nada más que odio.

Allí se fueron unos cuantos españoles, valientes, a decir ¡basta!, que a la guardia civil ni se la toca, que no os tenemos miedo, que aquí está España, y este es mi pueblo, tan español como mi bandera. Y si no os gusta carretera y manta, que se acabó. Que no fue un partido, ni partidista los que fueron. Que la única finalidad partidista es España. Que estamos hasta el gorro, hartos, engañados y muy, pero que muy, hasta…

<<Cada uno sabe a lo que va y lo que busca>>. No le quede duda señora ministra que sabíamos a lo que íbamos y lo que buscábamos: España. ¿Dónde está en Alsasua España?  Perdida, amenazada, escondida, temerosa, huída, acorralada, casi vencida. Lleno de Alsasuas está España. Todavía. Algunos no se han enterado. Algo habrá que hacer.

No se ha ido a crispar, ni a amenazar. ¿Chulear?: ellos. ¿Amenazar?: ellos

Le recordaré, señora ministra, que son cientos los soldados y guardias civiles asesinados por ETA simplemente por ser soldado, guardia civil de España.

También niños, policías, jueces y magistrados, políticos, y muchos ciudadanos. Si ahora no matan amenazan. A mil han asesinado.

Le recordaré que el último Caballero Legionario al que se le concedió la Cruz Laureada de San Fernando fue Juan Maderal Oleaga, un hombre sencillo, de una familia humilde de Bilbao; tenía 21 años cuando murió. Fue en Edchera el 13 de enero de 1958. En su barrio, Erandio, recibió el homenaje debido dando su nombre a una plaza y erigiendo en ella una estatua. Pero apareció la repugnante alimaña vomitando sus entrañas de odio, la ETA, amenazando por el homenaje a Juan Maderal acusándole de haber participado en la Guerra Civil cuando por entonces ni había nacido. Aprovechando una manifestación  arrancaron  de cuajo el monumento erigido en su nombre arrojándolo al Nervión. No contentos con la amenaza e impotentes ante el héroe, el 17 de Marzo de 1979 tres cobardes encapuchados acribillaron a balazos, cuando se dirigía a su trabajo, a su hermano José María Maderal Oleaga Presidente de la Hermandad de Antiguos Caballeros legionarios de Vizcaya. Era el hermano de Juan quien había despertado la vocación legionaria del héroe de Edchera. Siete impactos de tres alimañas etarras acabaron con su vida.

La estatua de Juan se encuentra en la Brigada de La Legión en Almería, junto a sus compañeros legionarios, en formación apretada y distinguida donde sólo caben los héroes que dan la cara. Está mutilada porque así salió del fondo de las aguas del Nervión donde ha quedado su desnudo brazo para vergüenza de los asesinos.

Este recuerdo como el de los cientos de asesinatos cometidos por la ETA es lo que sabemos y nunca olvidamos. Por eso sabemos muy bien a lo que vamos y lo que buscamos. Se llama: España. Se llama la unidad de España, su integridad territorial y el orden constitucional. Eso buscamos y deseamos. En Alsasua o en las Ramblas, el orden y la Ley. Ni GAL ni diálogo, ni trato o negociación, nunca olvido; solo la Ley, estrictamente la ley.

Siento decirlo, pero la ministra de Defensa, como el de Interior, han estado desafortunados. Mejor callados y en defensa de España. ¿O resulta que ahora y siempre se ha acabado poder pronunciar el nombre de España en cualquier lugar de España?¿Eso significa crispación? ¿A quién he de temer? La democracia significa perder el miedo. España ya no lo tiene.

La ministra de Defensa con el líder de Podemos

Más Alsasuas se hacen necesarias, más veces, allí hay que estar, donde el miedo barría las calles; y algo más insoportable: segaba y barría la vida de los españoles.

Iré donde con mi bandera donde me dé la gana porque la victoria es algo que no se compra, sino que se conquista…

Y allí se fueron a la conquista. Unos valientes. Alsasua, territorio de España, la España robada con el tiro en la nuca. Le guste o no a la señora ministra de Defensa y al señor ministro del Interior. La próxima vez quedan ustedes invitados. Por España.

Recuerde: <<Solo digo mi canción a quien conmigo va>>.

Oiga el murmullo de sus soldados. Escuche su canción.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

7 noviembre 2018