BAJARSE AL MORO. POR TELÉFONO Rafael Dávila Álvarez

Marruecos, Venezuela o Ucrania. Son simples ejemplos de la política exterior errática de los gobiernos de Zapatero y Sánchez, de graves consecuencias para el futuro de España.

Lo de Zapatero era con intención. Se intuía lo nocivo y contaminante de su «pensamiento Alicia», pero su sucesor no quiere serlo a título de electo sino algo más. Rompe el molde. El Emperador juega con fuego a sabiendas que no se quemará; seremos nosotros. Sánchez no sabe nada más que de Sánchez&Cia. y está poniendo en peligro todo el sistema del Estado español.

La política exterior de una nación es quizá de los asuntos más delicados y que más hay que cuidar en un Gobierno. Exteriores y Defensa son dos ministerios para gente capacitada, culta, sagaz y además elegante en las formas y en los fondos.

La mejor definición de un verdadero responsable de asuntos exteriores la leí en la novela de Gabriel Albiac Dormir con vuestros ojos: «Ya aprenderéis los formalismos de vuestro gremio: se ve todo, no se mira nada».

Nuestros embajadores han sido un ejemplo de buen hacer a lo largo de la historia y se han volcado en engrandecer el nombre de España. Mucho les debemos en todos los aspectos: económico, cultural, militar y de servicio a los ciudadanos, una labor que va perdiendo eficacia conforme se deteriora el nombre de la nación a la que representan por culpa de una dirección sin rumbo ni concierto.

Las relaciones con el Reino de Marruecos son un examen permanente en esos asuntos exteriores y que por conocidas nunca dejan de extrañarnos ni nos preocupan en exceso porque somos conscientes de cómo y en qué condiciones se juega esa partida.

En este ya antiguo negocio el error más grave es no saber qué cartas se reparten allende los mares y estrechos Hoy, con el nuevo presidente del Gobierno y su errática política, la incertidumbre sobrevuela las relaciones con Marruecos que son clave para España. Donde dice «buenas relaciones» yo pondría «más delicadas que nunca» y la sorpresa puede saltar en cualquier momento. Nuestra debilidad es fortaleza al otro lado.

Desde 1912 y tras el tratado hispano-francés, la acción militar española en África se limitó a ejercer su acción protectora entre Yebala y el Rif, como el tratado le obligaba. Toda su actividad se centró en mantener la autoridad del Sultán de Marruecos y apoyar a la administración mixta marcada en el acuerdo. El levantamiento rifeño protagonizado por Abdelkrim el verano de 1921, con el ataque a nuestras tropas en Annual, fue el comienzo de una nueva situación que pudo traer graves trágicas consecuencias para España. La rebelión tenía en principio un carácter exclusivamente nacionalista, aunque alimentada con dinero y armas de dudosa procedencia  y una mezcla de xenofobia y de fanatismo religioso. Abdelkrim se enfrentó al protectorado español pero lo que realmente corrió peligro fue la unidad del Imperio, hoy Reino de Marruecos, con el intento de “República del Rif”; algo que conoce el actual Rey de Marruecos. España nunca fue conquistadora en Marruecos sino pacificadora y en amparo de la autoridad del Sultán.

Nuestra relación con Marruecos está llena de luces y sombras y hay que asumirla de una vez por todas. La situación política en el norte de África lo exige más que nunca y la desorientación y crisis en Europa también exige que alguien mantenga abierto ese puente que tiene sus pilares asentados en las dos orillas a través de España. Ceuta y Melilla cobran cada día más valor estratégico, humano y político. Su valor es compartido y de creciente interés para Marruecos, España y Europa. Pero ese valor es fruto de su españolidad como nexo de unión con Marruecos y no de confrontación. Si Ceuta y Melilla dejaran de ser españolas, Marruecos y Europa se alejarían, algo que a ninguno le interesa. Es hora de que veamos esto con claridad y empecemos a trabajar desde estas dos ciudades españolas de aires africanos con la importancia que el futuro les reserva. Las presiones o taimarse uno y otro no conducen a nada. Hablemos claro y despejemos las dudas históricas. Somos viejos amigos que, aunque en ocasiones nos miramos con recelo, tenemos mucho en común y una necesidad imperiosa de entendernos. No debemos marcar una línea de fractura sino compartir intereses antes de que llegue un tercero en discordia. ¿Habrá llegado ya?

En los palacios nos entendemos; ahora toca entenderse en los siguientes escalones… y en la calle. Todo pasa porque la política, también la europea, y los que la ejercen capten el mensaje y aprendan de la historia.

Hoy la salsa de la negociación con Marruecos lleva algo más que perejil, un guiso que se nos puede atragantar o dar mucha acidez.

El marroquinárquico Pedro Sánchez no va más allá del teléfono. Que ni eso me creo.

Vuelve a recordarnos Gabriel Albiac en esa novela que es un ejemplar tratado de política exterior Dormir con vuestros ojos: «Las guerras, vos lo sabéis mejor que yo, pueden ganarse. O bien, pueden perderse. Negociarse, nunca. Finge negociar una guerra aquel que ya la ha perdido…».

Solo queda por dilucidar quién la ha perdido.

Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

2 febrero 2023

 

 

 

CRUCEMOS EL RUBICÓN. AUT CAESAR AUT NIHIL: O CÉSAR O NADA. Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Llevan la Kitchen al Congreso de los llamados diputados ¡lo que hay que oír!: «Al Rey hubo que inyectarle hormonas femeninas».

También se oyó un buen día: ¡Manda huevos!, que esta España nuestra es de huevos o no es.

El Congreso de los llamados diputados cocina con huevos, ¿podridos?

A Franco, dicen, le faltaba uno (un huevo quiero decir y lo dicen ¿los que se lo han visto?) y su hija no era su hija, pero mandó o manduvo mucho.

Esa es la historia que nos gusta ahora, la de cintura para abajo, la del espionaje piojoso para los que no han leído. Y lo mismo da la izquierda que la derecha. Se juntan en un abrazo mortal.

Francesco Guicciardini, padre de la historiografía moderna, en su obra Relazione di Spagna, dice que preguntó a Fernando el Católico: «¿Cómo es posible que un pueblo tan belicoso como el español haya sido siempre conquistado, de todo o en parte, por galos, romanos, cartagineses, vándalos, moros…?» A lo que el rey contestó: «La nación es bastante apta para las armas, pero desordenada, de suerte que solo se puede hacer con ella grandes cosas el que sepa mantenerla unida».

Alejandro VI, el Borgia, el valenciano Rodrigo de Borja, VI de los Papas Alejandrinos, era de hormonas, vilipendiado entre otras cosas por su sexualidad, tuvo cuatro vástagos y algunos más, pero fue un hábil gobernante en la lucha contra las potencias europeas por hacerse con el control de la península italiana. De él se cuentan solo los secretos de alcoba y las intrigas que parecen de muerte y nada del descubrimiento del Nuevo Mundo, la condena de Savonarola o evitar el saqueo de Roma, entre otras cosas que hizo, pero no hizo.

Su hijo César Borgia fue un gran soldado que venía de la imposición de ser Cardenal. En Viana (Navarra) se conserva una placa sobre los que se creen sus restos después de tanto entierro y desentierro.

En España se juega a dos cosas: a indagar en el sexo, siempre del contrario, y a desenterrar los huesos del que uno piensa que fue su enemigo (o amigo traicionado). «Me gusta un cementerio de muertos bien relleno…».

Muertos que quedan en el olvido, y que se les alinea en un bando u otro en función de los pagados historiadores del momento. Del Presupuesto.

Todos cobran del Presupuesto. Pasen y vean como España está a merced de los terroristas. Antes daban un tiro en la nuca y ahora hurgan en el bolsillo del contribuyente para con ello liberar a 200 asesinos, que sumados a los 377 asesinatos que están sin esclarecer es el punto final de su victoria.

¡Victoria! Finge negociar una guerra aquel que ya la ha perdido. La perdimos. Gana la ETA y su campaña: que emprendió uno que fue presidente del gobierno señalando a los asesinos como hombres de paz. El señor que mandaba y negociaba la traición.

César Borgia llevaba grabado en su espada: Aut Caesar Aut nihil: O César o nada.

Ya somos una legión

los que dispuestos estamos

a cruzar el Rubicón.

Hemos aprendido que esta España de ahora es una traición.

«Yo era César Borgia,

César por hechos y por nombre;

o nada o César, dijo: una y otra cosa fue».

Leo en la novela de Gabriel Albiac, Dormir con vuestro ojos: «Aquel era un tiempo de guerra. Como todos. Los hombres llaman paz a los minúsculos intervalos en los cuales se aprestan a afinar los engranajes de la próxima batalla».

No tengan miedo. Crucemos el Rubicón con César. Tendremos que buscarlo.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

LA MINISTRA DE DEFENSA Y LA CÚPULA MILITAR Rafael Dávila Álvarez

Me preguntan si veo próximos cambios en la cúpula militar. Empiezo por no saber qué es eso de la cúpula militar, aunque me suena a unos señores que llegados al lugar empiezan a pensar en lo que hay que cambiar y no en lo que es conveniente mantener.

En la milicia solo hay tres cosas que deben preocupar al Mando: la unidad de la Patria, los medios necesarios y exigibles, y las condiciones de vida y hacienda de las tropas, individual y conjuntamente. Lo demás es hoy; y mañana puede cambiar.

La rutina se apodera del mando cuando se asoma durante un largo periodo a la misma ventana y ve siempre el mismo paisaje.

Sun Tzu rastrea los rasgos psicológicos de un general que pueden acabar con un ejército. En primer lugar el orgullo, que con el paso del tiempo llega a convertirse en enfermedad incurable. Un sentido del honor muy particular y sensible que le sube al peldaño de la maestría cuando ésta solo se alcanza al dejar la responsabilidad. Nadie es maestro en el ejercicio. Es necesario reposar.

Grave error es creerse uno mismo el tiempo, dominador del momento, cuando el futuro te sobrepasa.

Por último confundir el concepto de valor y ello te deje ciego ante la necesidad del momento.

Sunzi insiste en la lucidez como máxima expresión del mando absoluto.

Confucio fue interrogado por Tzu Lu sobre qué hombre escogería para poner al frente de los Ejércitos. Su respuesta fue intemporal:

«No escogería al hombre que está dispuesto a enfrentarse a un tigre o a precipitarse en un río sin preocuparse de salvar la vida o morir. Elegiría, sin duda, a un hombre que considerase el obstáculo con la prudencia requerida y que prefiriese triunfar por la estrategia».

Nada hay más difícil que la elección. Nadie es el mismo cuando sube un peldaño, tampoco cuando lo baja.

El gran problema de un ejército que no combate es saber qué es eso de la estrategia y a un general en la cima le cuesta entender que su arte no es la estrategia, sino saber cómo moldear la naturaleza humana. Claro que para eso es necesario ser Napoleón y tener un ejército como el suyo.

Pensar en el 2030 es un buen ejercicio de futuro cuando se desconoce casi todo el futuro para la guerra, y no se sabe muy bien lo que significa. La prudencia no es cobardía y las apariencias juegan una baza disuasoria cuando se conoce el oficio. Un general previsible es un general derrotado. Su valor se esconde en el silencio interrogante.

Dormir con Vuestros ojos, reciente novela de Gabriel Albiac, recoge un cúmulo de conocimientos; toda una vida. Una delicia fruto de un trabajo enorme.

Maquiavelo, aún demasiado joven, cena con Caterina Sforza. Este ha debido cometer una ligerísima indiscreción que a la Gran Señora no escapa:

«No sois demasiado discreto para vuestro oficio, canciller. No, no os sonrojéis o haréis sonreír a nuestra invitada. Sois joven. Ya aprenderéis los formalismos de vuestro gremio: se ve todo, no se mira nada».

El contrapunto, militar, es Lord Wellington: «Toda mi vida ha discurrido intentando adivinar lo que había del otro lado de la colina».

Son posturas distintas ya que lo son los cometidos. En común esta el servicio.

—Verlo todo, no mirar nada.

—Mirarlo todo adivinando lo que está oculto, enmascarado o mimetizado.

Es un juego precioso que debe ser preciso para que cada uno interprete y cumpla correctamente su misión: elector y elegido.

Si hay un ministerio que tiene clara su misión, escrita en el preámbulo de la Constitución, ese es el de Defensa.

En la guerra el enemigo está claro. En la paz hay que adivinar cada día quien provoca la debilidad interior, causa de la ruina de muchas naciones. Por ejemplo acabar con su unidad e integridad territorial. Dar facilidades para ello es también debilitarla.

Que usted elija bien.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

28 septiembre 2021