GUERRA DE UCRANIA. CAMINO DEL OLVIDO. NOS ACOSTUMBRAREMOS. Rafael Dávila Álvarez

No hace mucho escribía en este blog que no hay mayor invasión que acostumbrar al cerebro humano, a cualquier cosa, que a todo se adapta y asume como cotidiano. La guerra no es menos.

Este jueves Gabriel Albiac en las páginas de ABC nos ofrecía una columna magistral titulada La inconstancia en la que nos anuncia el próximo capítulo del «espectáculo hipnótico» en la pantalla de la guerra y que a pesar de los buenos sentimientos llegará aburrir al personal y pasar de nuevo «a entremeses leves: hazañas futbolísticas o o pringosos regatones».

Sí, Putin lo sabe y espera a esa maldito acostumbrarnos a todo, también a la guerra con sus miles de muertos, «para limpiar Ucrania de ucranianos». La OTAN, nos dice Gabriel Albiac, no habrá movido un dedo. Bien lo sabe. Ni lo hará. Seguirá con sus reuniones protocolarias e inservibles, más naciones alistadas a la mesa de flores y al final ellos saben, muy bien, que si hay que intervenir será solo un intento tardío; luego se acabará todo. Que la disuasión ya no funciona porque a eso también nos hemos acostumbrado de tal manera que nadie se lo cree. Todo terminará, si eso llega, sin tiempo para intervenir ni para acusar.

Nos dice Heródoto que Píndaro enseñaba que la costumbre es la reina del mundo.

La última columna de César González-Ruano la tituló La Costumbre y en ella decía: «Voy creyendo que todo reside en la costumbre. Y que, muchas veces, la muerte puede consistir en ir perdiendo la costumbre de vivir». Ese día murió con su columna cerrada.

A la guerra también nos acostumbramos y vivimos con ella con el informativo o cambiando de canal.

Ese camino lleva la guerra en la que los únicos que luchan son Rusia y Estados Unidos mientras Europa se reúne sin saber qué hacer, se pone en marcha el laboratorio de las armas y nos asustan del posible desabastecimiento que viene.

¿Alguien hace algo? Pues parece que sí, que saca sus beneficios porque Ucrania se está convirtiendo en moneda de cambio y, una vez acostumbrados, vendrá el aburrido cansancio de la guerra y alguien cederá. Entonces todos se preguntarán ¿Mereció la pena? Sería cuestión de echar cuentas y ver quien ha salido ganador.

Dicen que esto ha servido para que Europa esté más unida alrededor de la OTAN, en su defensa común, más fuerte cerrada y participativa. No se lo crean. La orden es parecer, nunca ser.  Como lo nuestro con la Alianza que siempre fue una apariencia, un no querer queriendo.

A lo que no sé si nos acostumbraremos es a lo que se nos viene encima. En España llevamos ya unos cuantos años de entrenamiento de lo que es hacer lo contrario a la ley moral y material. Europa aprende de nosotros y mira hacia la guerra como si con ella no fuese el asunto sino solo la energía.

La energía nos calienta y enfría. En definitiva nos mueve. Camino vamos del parón.

El resto allá los americanos y los rusos.

Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

 

PUEBLO DE UCRANIA: «EL BRILLANTE CIMIENTO DE LA LIBERTAD». Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Voluntad de vencer es el firme propósito de un pueblo de imponerse al adversario en cualquier situación, por desfavorable que esta sea.

Lo es el de Ucrania. Solos ante el enemigo, sin abandonar a un hombre en el campo hasta perecer todos.

Las madres en Esparta despedían a sus hijos al combate: «Vuelve con el escudo o sobre él».

Ejemplos de la historia que conmueven son los del honor y la honra en defensa de la libertad. Vivir hasta morir por los demás, para que sean libres y valientes en el honor de su pueblo.

Kiev, Járkov, Mariúpol, Leópolis… las ciudades donde se defiende el honor del pueblo. Símbolo de la lucha de Ucrania, como leones.

«Mirad, habitantes de la extensa Esparta, o bien vuestra poderosa y eximia ciudad es arrasada por los descendientes de Perseo o no lo es; pero en ese caso, la tierra de Lacedemón [Esparta] llorará la muerte de un rey de la estirpe de Heracles. Pues al invasor no lo detendrá la fuerza de los toros o de los leones, ya que posee la fuerza de Zeus. Proclamo, en fin, que no se detendrá hasta haber devorado a una u otro hasta los huesos […] Durante los preparativos de la guerra llegó un emisario enemigo. Quería convencerle de que presentar batalla ante la grandeza del ejército de Jerjes provocaría un derramamiento de sangre innecesario, y le exigió que entregara las armas. Según la versión de Plutarco, Leónidas simplemente contestó: “Ven y cógelas”» (Heródoto).

Aún se puede leer en las Termópilas, en memoria de los que murieron defendiendo el paso: «Ve, caminante, y di en Esparta que nosotros caímos aquí en obediencia a sus leyes».

Leónidas en las Termópilas, se quedó solo con hombres que tuvieran su descendencia asegurada, es decir, por lo menos un hijo varón. Fueron los famosos 300 espartanos que le acompañaron en el campo de batalla.

Unos usan armas; otros coraza. Unos saben a quién se enfrentan. Otros tienen al enemigo dentro. Solo la palabra no vale. Está desgastada.

Europa, Occidente, torea de salón. La palabra que vale solo es la de la acción. Los débiles, si algo de fuerza les queda, pueden gritar en apoyo. El resto calle o luche.

La moral de la tropa hay que cuidarla. Si no es así guardará su munición para ocasión más propicia. Voluntad de vencer. Lo peor para la moral es comprobar que a su jefe no le importan sus hombres, que se ven abandonados incluso en la victoria.

«Y desde el profeta hasta el sacerdote, todos son engañadores, diciendo: Paz y paz; y no hay paz». (Jeremías).

Hablan de paz los que provocan la guerra, los que se quedan con la falsa palabra en la boca y dan paso a los tanques. Siempre es lo mismo.

François Fénelon pone en boca de Leónidas: «Ejercí mi realeza a condición de llevar una vida dura, sobria y laboriosa, igual que la de mi gente. Yo no era rey sólo para defender mi patria y garantizar el imperio de la ley. El trono me dio el poder para hacer el bien sin permitirme la licencia de hacer el mal».

Es sin duda una lección moral a todos los que esconden su cobardía con la palabra que al final cambian por las armas que otros empuñan mientras ellos huyen.

Ucrania da un ejemplo al mundo de lucha y coraje. De honor. El mundo mira hacia otro lado como si con él no fuese el ejemplo.

Vencerán, aunque sean derrotados. Con el tiempo nos avergonzará su epopeya. por haberlos dejado solos con su coraje.

Ejemplo fue Termópilas, hoy es Mariúpol, Kiev… ¡Qué poco hemos cambiado!

«La guerra se muestra dulce con quienes no la han conocido, pero al aguerrido se le encoge hasta el corazón al verla llegar» (Píndaro, fragmento nº 10)).

Las palabras del poeta cobran actualidad: «El brillante cimiento de la libertad». Ucrania.

Cuidado con Efialtes de Tesalia que ya ha dado la noticia de la existencia de otro lugar por donde pasar. La traición es tan dulce como mortal.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com