PREPÁRENSE PARA LA GUERRA. Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Odessa preparada para la guerra

No pretendo asustarles, pero las evidencias son contundentes y nos presentan un empeoramiento de la situación en Ucrania que puede acabar con una confrontación en Europa y ¿por qué no? en el mundo. Los signos son preocupantes y entre todos ellos destacan dos: la ausencia de acercamiento para un diálogo que siente unas mínimas base de negociación pacífica y el envío masivo de armas, cada vez más potentes, a Ucrania por parte de los países de la OTAN. Lo que nadie quiere podría ser lo que ocurra.

Desde un principio dejé clara mi opinión sobre el desarrollo de la guerra, los objetivos y la posible solución. Se han ido cumpliendo estrictamente, pero no se ha hecho nada para una posible solución.

El hecho real de que Putin está deshonrado y su ejército desprestigiado ante el mundo libre es una evidencia que añade más riesgo, si cabe, a la situación.

Poner por su parte fin a la guerra en esa situación supondría que el mandatario ruso sería juzgado como genocida además de ser acusado por su propia nación y acabar sus días de manera trágica. Lo evitará a toda costa y si tiene que llevarse al mundo por delante, lo hará.

¿Qué hacer? ¿Cómo poner fin a esta guerra o al menos alcanzar un alto el fuego que permita una negociación de mínimos?

Es difícil encontrar la solución, sin que ambas partes cedan unos mínimos aceptables, pero sobre todo la clave está en que el honor y el valor del pueblo de Ucrania mostrado con su lucha ejemplar por la libertad no se vean empañados por una negociación que suene a derrota.

Para buscar esas posibles vías de negociación hay que saber, conocer y deducir lo que la historia nos enseña y disponer de asesores equilibrados y alejados de toda decisión visceral y temporal y, por supuesto, que la Inteligencia (política, militar y diplomática) trabaje sin descanso en esa zona gris donde se hablan incluso los enemigos más acérrimos.

La teoría de «escalar para desescalar» tiene sus límites y es como el aviso del lobo. Llega un momento en el que el lobo mata a las ovejas y al pastor nadie le hace caso.

Rusia, como dijimos desde el principio, quiere las orillas del mar de Azov y del Mar Negro. Las tendrá y para ello no dudará en Odessa con la ayuda desde Transnistria. Pero ahí no terminará la guerra. Ucrania será un depósito de armamento y seguirán durante mucho tiempo las escaramuzas y la guerra latente, los muertos y la tragedia ensombrecerán al mundo mientras Putin mira al Báltico donde se juega la baza de guerra definitiva y que puede conducirnos a lo fatal.

A todo esto es sospechosa la actitud de muchas naciones democráticas que silencian la situación y solo observan los acontecimientos sin denunciarlos ni apoyarlos. Una actitud tibia que solo ayuda al agresor y que en nada favorece esa necesaria negociación para el alto el fuego.

Nos faltan muchos datos para poder entender que es lo que ha ocurrido y más para adivinar lo que ocurrirá.

Un analista lo primero que debe observar son los signos de los tiempos para apoyar su análisis y ofrecer argumentada su visión.

Siento no ser analista, pero he visto la primera golondrina. Claro que eso no significa que haya llegado la primavera.  Junto a la diminuta golondrina se escuchaban rayos y truenos que presagiaban la tormenta. Claro que eso tampoco tiene que ser indefectiblemente la guerra.

La palabra y la inteligencia serán los que nos digan qué nos espera. Por encima de todo debe prevalecer el honor y la valentía: «Si los sujetos de un cuerpo político no recurren a las armas porque el terror los paraliza, debe de hablarse más de ausencia de guerra que de paz» (Spinoza). La valentía debe conjugarse con la inteligencia.

Los signos de los tiempos son malos para todo (s).

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

28 abril 2022

SOLDADITO ESPAÑOL General de División (R) Rafael Dávila Álvarez

Soldados españoles en Letonia

Con paso doble marchaban los soldados convertida su aventura en danza popular de aquella guerra que hacía el pueblo con los hijos de sus entrañas: Cuba, Filipinas, África. Al mal tiempo buena cara, con pasodoble incluido, en honor de los que solo volverían muertos en campaña: Soldadito español, soldadito de España

La guerra ya no es algo popular, se ha profesionalizado y así el oficio de soldado se aleja del conjunto social, aunque siga siendo el mismo, con las mismas glorias y penas del pasado, con su grandeza y su enorme pobreza. Hace mucho tiempo que los soldados dejaron de ser algo próximo y conocido. Nadie ya les hace un pasodoble ni su nombre aparece en las portadas. Solo cuando truena; literal. El resto, la guerra, es algo alejado hasta del lenguaje castrense más puro y académico, reducido a melifluos términos más acordes con la hipocresía global: riesgo, amenaza, conflicto, enfrentamiento, adversario, el malo contra el bueno, y un sinfín de términos que eluden la realidad que todo lo engloba: la guerra.

Ahí está. Ahí está.

Evitamos pronunciar lo inevitable: llamar a las cosas por su nombre.

La recién aprobada Estrategia de Seguridad Nacional 2021 recoge, de pasada, la palabra guerra cinco veces; como en un afán de eludirla. El conjunto del documento prioritario de nuestra Defensa es una serie de divagaciones sobre un mundo novelado donde abunda la prosa anglosajona de difícil asimilación; seguramente para confundir al enemigo.

La guerra puede haber variado en sus procedimientos, pero sus honduras responden a los mismos pesares de la condición humana. Miguel de Cervantes: «Calla amigo Sancho, que las cosas de la guerra, más que otras, están sujetas a continua mudanza».

Evaristo San Miguel, general, político e historiador: «Organizar la fuerza armada de tal modo que hallándose siempre pronta a combatir con los enemigos interiores y exteriores del estado, nunca pueda moralmente ponerse encima de las leyes».

Permanentes cambios, enemigos interiores y exteriores: la inevitable guerra que se enmascara de mil formas y cambia su aspecto, su nombre.

La paz, nos dice Spinoza, es «no la ausencia de la guerra, […] Es una virtud, un estado mental, una disposición en pro de la benevolencia, la confianza, la justicia».

La guerra se disfraza en este continuo carnaval. Heráclito de Éfeso afirmaba como postulado fundacional, que «la guerra es el padre y el señor de todas las cosas. Y a unos hace libres y a los otros siervos». Inevitable.

Nos enseña la doctrina militar que «La tradicional frontera entre guerra y paz se difumina dificultando la identificación del final de dichos conflictos con la concepción clásica de victoria o derrota». Ahora ahí está.

Si no entendemos todo esto nunca adivinaremos la guerra del futuro —que puede haber ya estallado— y seguiremos anclados en el pensamiento de guerras pasadas.

Avisaba Clausewitz del peligro de que con un conocimiento imperfecto de los hechos creamos que «exista un desarme artístico del adversario sin causarle demasiadas heridas, y que tal sea la verdadera tendencia del arte de la guerra». Más claro si cabe: «Los errores que se dejan subsistir por benignidad son, precisamente los más perjudiciales».

Indefinición, efectos inconmensurables, inminente peligro. No nos confiemos.

Estos días con motivo del ataque de Rusia a Ucrania es recurrente hablar de despliegues y armamento, pero poco de los soldados que despliegan en el marco de la OTAN.  Heroico pueblo el ucraniano que se une ante la invasión que pretende cortar su libertad. Detrás, en su retaguardia, están los soldados de la OTAN, los de España.

¿Quiénes son esos soldados? Profesionales que se preparan para una trascendental misión por encima de cualquier otra. Dejémonos de eufemismos: la guerra.

La nobleza y grandeza de una nación se mide también por el cuidado de sus tropas, por no abandonar nunca a sus soldados. «El legionario romano juraba que había de servir a la República por tiempo de veinte años, si cumplidos estos continuaba en el servicio voluntariamente le distinguían con el nombre, honor y utilidad de veterano. Si dejaba el servicio le daban su licencia, que llamaban ejautoramentum, y el peculio castrense que le correspondía para que viviese con comodidad el resto de su vida» (Flavio Vegecio Renato, Instituciones Militares).

La preparación de un soldado es cada vez más especializada y requiere una forma de pensar y actuar que nada tiene que ver con otras profesiones. Es el único oficio donde se ofrenda la vida si necesario fuera. Donde el soldado es la pieza decisiva.

Suenan los tambores de guerra. ¿Y nuestros soldados? Inmersos en este cambiante escenario. Allí donde nadie quiere mirar ni pensar, están ellos. Ahora no se trata de pandemia, ni de la lava de un volcán, ni de incendios ni nevadas. Es el frente de guerra. En primera línea.

Los responsables políticos de nuestras Fuerzas Armadas sacan pecho exhibiendo nuestra preparación y adecuadas armas para junto a nuestros aliados hacer frente a cualquier contingencia en Europa o allí donde se nos reclame. Podemos certificar que nuestros soldados poseen una preparación y un espíritu que está entre los mejores del mundo. No hay la menor duda.

La duda surge de un problema lejano del que nadie quiere hacerse responsable y todos miran con recelo.

El planteamiento inicial para la profesionalización de los ejércitos escondió los gravísimos problemas que trajo la supresión del servicio militar obligatorio. En pocos años las unidades quedaron bajo mínimos y en algún caso sin operatividad. Profesionalidad equivalía a temporalidad, sin futuro, ni más salida que la de la puerta del cuartel y un infinito desagradecimiento. Los años de bonanza económica dejaron al descubierto los grandes errores cometidos. Ejércitos vacíos; buques sin tripulaciones, aviones sin volar y armamento sin soldados. Los Cuarteles cerrados y vendidos a precio de saldo.

Pretendíamos tener soldados a bajo precio y corto tiempo. Mano de obra barata y silenciosa. Unos años de esfuerzo, sacrificio y una despedida rápida y sin futuro.

La crisis económica hizo que de nuevo aumentasen las solicitudes para ser soldado. Pero la solución al futuro sigue sin llegar.

En época de crisis no hace mudanza. Cierto. Pero cuando veas las barbas de tu vecino cortar…

Lo único que sigue intacto es su espíritu y disponibilidad. La guerra llama a nuestras puertas y ellos están para recibirla. Son nuestros soldados.

Amós de Escalante nos hizo vibrar con una de las mejores definiciones de nuestro soldado, que merece nuestro recuerdo y compañía en estos momentos de incertidumbre. Aunque no sea con un pasodoble.

«No hay a su duro pie risco vedado;

sueño no ha menester, treguas no quiere;

donde le llevan va; jamás cansado

ni el bien le asombra ni el desdén le hiere:

sumiso, valeroso, resignado

obedece, pelea, triunfa y muere».

Nada impide, sino que exige el recuerdo y reconocimiento a nuestros soldados, pensar en ellos; y su labor aquí y allí, en la guerra.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

P.D. No puedo evitar recordar la irresponsabilidad del que por un puñado de votos dijo: «Sobra el Ministerio de Defensa» y aún tiene la desfachatez de hacerse una foto con ellos en el frente.

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10 marzo 2022

UN HISTORIADOR LLAMADO ÁNGEL VIÑAS Rafael Dávila Álvarez

Debo ser agradecido. Un buen amigo me remite al blog del señor Viñas, don Ángel, historiador, para que lea los artículos que me dedica. Como publico todo bueno o malo que se habla sobre mi libro (La guerra civil en el norte. El general Dávila, Franco…), debo también hacerlo para quien, ni bien ni mal, sino tibio lo hace (Apocalipsis 3:16). Por tanto doy las gracias a tan insigne doctor por haber dedicado tantas horas a mi humilde publicación; en algo estará interesado —o muy aburrido— para escribir cuatro entradas sobre él en su blog. Gracias señor Viñas por contribuir al éxito editorial. El próximo libro, espero que sea en breve, le resultará aún más atractivo, se lo adelanto para que vaya encargando su ejemplar.

Los hunos y los hotros solo quedan en la mente airada por el viento, ese que es de ninguna parte y, como nadie le abre sus puertas, agita la mar en calma. Calma, sosiego y lectura pausada.

Sintaxis es simple y llanamente hacerse entender en lo escrito y eso no está al alcance de todos, aunque el que escriba alardee de título académico.

Tengo que hacer un alto en el camino. Un respiro ante este aburrido vericueto en el que me he metido con un artículo de agradecimiento al insigne historiador Ángel Viñas. A pesar de ser justo y equitativo.

No sé que más decir; tampoco creo que sea conveniente. Gracias y poco más. Si algo quiere de mí, señor Viñas, estoy a su disposición, siempre dispuesto a aprender, eso sí, con sencillez, la literatura espesa y aburrida suele esconder incompletos conocimientos en afanes de protagonismo que no logran alcanzar mis capacidades.

Nada señor Viñas: gracias, y ya sabe que esta vez me ha ganado 4-1.

No se preocupe porque la guerra en el conjunto no ha terminado. La guerra es «el arte del no yo» (un sabio amigo): sabiduría, y eso hoy escasea en cierto mundillo académico (?). ¿Le suenan sus cañonazos? Pólvora mojada.

Fue Spinoza el que se adelantó a los tiempos; porque conocía el alma humana, es decir, la razón: «La paz no es la ausencia de la guerra, es una virtud, un estado de la mente, una disposición a la benevolencia, la confianza y la justicia». No ofrece la menor duda. Estamos en guerra y en ella alguno quiere ser protagonista por lo que lanza flechas creyéndose Apolo. De tanto tensar el arco, este se vuelve inservible.

Gracias señor Viñas.

Todo pudo ser, pero no fue, por mucho que nos empeñemos en que vuelva a ser. Nada se repite, excepto la morcilla y algún escritor. ¿Le suena Heráclito?

Pues nada, hoy va de Á(á)ngeles.

«Nada es lo mismo, nada
permanece.
Menos
la Historia y la morcilla de mi tierra:
se hacen las dos con sangre, se repiten».

Eso quisiera(n). No será.

Por último: las guerras se hacen a tiros y las historias con documentos. El pasado es inamovible y no por mucho inventar o contar a medias se desplaza a uno u otro lado. Nos guste o no.

Pues con Heráclito termino: «La guerra es el padre y el señor de todas las cosas. Y a unos hace libres y a los otros siervos».

Por los siglos de los siglos.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

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30 julio 2021

GUERRA Y PAZ: HARMONÍA Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Cuentan que el libro El Arte de la Guerra de Sunzi es una obra que suele leer mucha gente ajena al mundo de la guerra. Sonrío. Nadie es ajeno a la guerra; están en pleno combate los jefes de las empresas, políticos, directivos y hasta el famoseo; los psílites forman en alguno de los flancos. Hay para todos: jefes, vélites, hastarios, príncipes y triarios, incluso équites.

La guerra suelen interpretarla todos, menos los militares. Suelen entenderla todos (My way) menos los militares. Todos hablan de ella, menos los militares. De la guerra todos son protagonistas, menos los militares.

La guerra es un asunto que no está escrito sino inscrito en la condición humana por lo que su redacción entra de lleno en la metafísica, en su imposibilidad de ser o no ser. El Arte de la Guerra no es un tratado militar donde vayas a aprender la táctica de la batalla, sino todo lo contrario, aprenderás a no tener que ir a ella y, por ello, a ganarla. ¿Cómo? Sin darla. Esa es la guerra y ese es el misterio del Arte de la Guerra que se mueve en ese ámbito imperceptible, ahora ya alcanzado, que no distingue entre guerra y paz. Puede que el número de muertos sea ahora menor, pero aumenta de manera escandalosa el de esclavos. Es el resultado de una pandemia tan invisible como eficaz.

De la guerra habrá que buscar una nueva definición, más allá, su no ser, en la filosofía. Lo dice de manera rotunda e inteligible el maestro Albiac: «La guerra es el arte del no yo: sabiduría» (Diccionario de ADIOSES, Confluencias, 2020). Ese es el comienzo de todo.

Siempre la guerra. Nos asusta cuando el filósofo nos habla del experimento de 1914 «tan doloroso para el alma europea, porque no es un deseo cualquiera el que se estrella contra la realidad; es el deseo ilustrado más básico: la ensoñación de que todo, absolutamente todo, en el comportamiento humano pudiera ser gradualmente reductible a educación y cultura». Y nos dice que ese majestuoso proyecto del género humano se desmorona en el estruendo de las trincheras del 14.

Tendrá que caminar la educación y la cultura con la guerra, no hay alternativa; no habrá arte, sino guerra sin más, las armas son herramientas de mal agüero, ahora son otra cosa, de tal manera que lo que empezó siendo una parte, ahora se ha convertido en un todo donde no hay diferencias entre soldados y civiles. Todos son protagonistas en el escenario bélico, el que buscaban; ahora la guerra en un hecho total que se representa cada día, sin día de descanso.

Europa murió y en su intento de redimir culpas camina hacia una deshonrosa capitulación; «Ni un solo aliento de fuerza ha vuelto a adivinarse sobre Europa después de aquello. Europa cerró su tiempo en la guerra del 14». «La Gran Guerra primero; luego el oscuro ascenso de estalinismo y fascismo; la segunda guerra mundial, de inmediato, como colofón resolutorio. Y sus cincuenta, impensables, millones de víctimas…». Ahora esto.

Hoy vivir en Europa es, aún, «sobrevivir en los escombros de después de esa guerra».

De nuevo la inquietud cuando el maestro Albiac nos recuerda la hipótesis más original del ensayo clausewitziano: «La paz es un acto de guerra», que sale, sin duda, del fondo de Spinoza «Si los sujetos de un cuerpo político no recurren a las armas porque el terror los paraliza, debe de hablarse más de ausencia de guerra que de paz».

España acompaña a Europa en su agonía. «Lamentemos nuestra desdicha de haber venido a nacer para ver eso; la capitulación sin condiciones del 14 de marzo de 2004. Y las que siguieron luego. Hasta aquel sombrío 2018 en Barcelona».

¿Dónde está el arte? Ciencia analítica para destruir sin matar, robotización en marcha, arte difícil de asumir.

Ensoñación reductible a educación y cultura que se desmoronó en las trincheras de ratas y piojos cuando cobardeaban los que deberían alzar el ánimo. Se hizo la traición un intruso entre los ejércitos de los vencedores y de los vencidos. El mejor de sus generales se despojó del uniforme y se dedicó a otros menesteres más rentables como repartir eufemismos de misiones de paz sin saber muy bien que aquello era la guerra.

El Arte de Sunzi nada tiene que ver con esto que hoy vemos al otro lado de la colina.

No asomen la cabeza; mejor vivir, como lo hacemos, en la ignorancia.

El Diccionario de Adioses del filósofo abre una puerta por donde entra la sombra de lo que hemos sido. Imprescindible. Falta saber lo que seremos. Pendiente de los resultados de esta nueva guerra, nosotros, los que ya cumplimos, decimos adiós. En paz y en guerra, que no deja de ser Harmonía.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

22 marzo 2021

 

UNA, GRANDE Y LIBRE Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

…la de Alejandría.

Pues parece que su origen es del año 1932, pero no es ese el tema del artículo; tampoco darle vueltas al lema que durante muchos años se ha gritado en España y que forma parte de la historia de una época reciente de la que aún hoy muchos reniegan mientras la ordeñan, maman y nos enfrentan; después de casi cien años.

Recomendaría a los históricos del poder de la mentira que lean: Gustavo Bueno Sánchez, «Una, grande y libre», La Gaceta, Madrid, 1º noviembre 2010, pág. 3.

El conocido soneto de Hernando de Acuña (1520-1580) sobre Lepanto (Un Monarca, un Imperio, y una Espada), Al rey nuestro señor, es la versión en español de un poema en latín que Juan Latino dedicó a Felipe II y publicó en el folio 11v de su libro de 1573.

Dice así:

Coelitus Unum Imperium,

Ensis Unus, Rex Unicus Orbis

Desde luego no está nada mal, con los tiempos que corren, ser una, grande y libre. De 1573.

Resulta que libre no va a ser posible y por el simple hecho de poner ese titular, en breve, me puede costar un paseo por los tribunales; los de horca y cuchillo.

17 naciones, 17.000 legislaciones, nación de naciones, el viento dueño,  y ninguna espada, sino muchos traidores.

El faro del mundo no somos, ni de Europa parecemos.

Ptolomeo I fue un general de Alejandro, uno de los diádocos, que dio origen a la dinastía  ptolemaica en Egipto. Cercano y conocedor profundo del significado de dormir con la Ilíada y la espada bajo la almohada, como hacía su amigo Alejandro. Eran tiempos en que se sabía para qué era una y otra cosa. Ahora todo ha quedado en manos del tratado de los políticos; que nada tiene que ver con el de Spinoza.

El faro de Alejandría desde luego no somos, y menos la biblioteca donde se reunían los sabios del mundo, encerrados en discutir la verdad por encima de todo.

En el mundo había una ciudad, única: Alejandría. Un faro de atracción.

Más grande era su biblioteca. Libre era la reunión de sabios que allí dieron luz al mundo.

Borges escribe La biblioteca de Babel y dice: «basta con que un libro sea posible, para que exista». Estamos cerca de ello con internet, y la gran ironía del maestro Borges es que sabía que mientras más libros, menos lectura y más dictadura, que todo es nada y que de nada sirve todo si quien lo va a manejar es nada.

La biblioteca desapareció, papiros y libros, ciencia y cultura.

No desaparece el virus. En España hay un ataque feroz de lacovid19, pero no es menor, ni ninguna broma, el que ataca mortalmente a  la libertad. Siempre ha existido y hay quien lo maneja con precisión.

No ha sido en Alejandría donde hoy me he encontrado con la librería, ni ha sido un fugaz rayo de su faro. Ha sido en una pared, lo que se conoce como una pintada, lugar donde, en ocasiones, aparecen escritos los mejores libros que la humanidad ha dado. Este es un ejemplo:

UNA GRANDE LIBRERÍA.

Todo sea por una libertad grande, y por las librerías. El plazo de matrícula está abierto. Aunque nadie lea. Nos lo dan leído y ejecutado.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

8 noviembre 2020

 

 

 

DÉJENSE DE ALABANZAS Y QUIERAN MÁS A LOS SOLDADOS EN SU DURA MISIÓN Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Oigo alabanzas que se volverán lanzas en cuanto haya ocasión. Es muy nuestro. Al abrazarse hay que mirar siempre la mano del abrazador. Recuerdo una felicitación de alguien no muy amigo.

Felicitador: <<Enhorabuena por ascenso y fuerte abrazo>>.

Felicitado: <<Acepto felicitación y rechazo abrazo>>.

El cuadro de Las Lanzas, o La Rendición de Breda, de Velázquez es significativo e irónico. Siempre me he preguntado donde miran los que miran fuera del cuadro. Observe y de paso ¿por qué Velázquez nos saca al primer plano el culo del caballo en postura de dar una coz inmediata?

Cosas del genio sin desvelar, a pesar de que su pintura se cifra en eso: sencillez. Que es precisamente lo difícil en cualquier actividad.

En aquella ocasión, en Breda, no había felicitaciones, sino derrota, vencedor y derrotado, casi ni abrazo, sino simulación, y humo al fondo, de la batalla, donde los muertos ¿ya para qué? y ¿por qué?

La guerra es un mal permanente, tanto que a lo mejor ni es a ratos, sino siempre. Lo decía Spinoza, que está más bien en el corazón que en las armas, o sea que guerra hay siempre y por eso en Las Lanzas se exhiben y ahí siguen, el arcabuz, los guiones-banderas, y las mortales alabardas no arrojadas al suelo, sino en prevengan, para más tarde. Una escena señorial nos pinta Velázquez, pasajera, que después seguirá la guerra y para ello deben estar las tropas preparadas.

Llueven las felicitaciones, empalagosas, a los Ejércitos, porque son rastreadores, como los indios, y por otras cosas más que ya, de tanto decirlas, me aburre y, de paso, con ello, me he ganado unos cuantos amigos que ya no me saludan, menos mal, porque no aplaudo con las orejas todo lo que veo e intuyo. Ya saben de lo que les hablo.

Se trata de la guerra y, claro, todos quieren ganarla.

Muchas picas y caballos en la escena, cortesía, caballerosidad, nada de humillación, algo muy inusual.

En mi paleolítico militar, joven teniente destacado con mi unidad de Operaciones Especiales en la frontera de Navarra con Francia, con misión de su impermeabilización para evitar que atravesasen la línea de mugas los etarras para asesinar, tuve la ocasión de compartir momentos con un oficial francés y sus soldados. Al terminar, con una pequeña fiestecilla, donde salió la guitarra y las canciones, el francés me dijo algo que aún recuerdo.

—La diferencia entre tu mando y el mío es que veo que vuestros soldados os quieren.

Alabar no es querer, y felicitar tampoco lleva consigo abrazar. Lo empalagoso y melifluo no está, fíjense, en la Rendición de Breda.

No he visto ni oído una palabra de afecto y reconocimiento a nuestros soldados en Irak. Por ejemplo.

Habrá que renunciar a las armas, pero les recuerdo que la guerra seguirá, mientras permanezca en los corazones de los hombres

Spinoza: «La paz no es la ausencia de la guerra, es una virtud, un estado de la mente, una disposición a la benevolencia, la confianza y la justicia».

Puede que como en Breda. No se fíen.

Ahora déjense de alabanzas y quieran a los soldados. En su dura misión también, con las armas en la mano, que es lo suyo. Si es que quieren paz.

Para empezar, por ejemplo, paguen los caballos, las lanzas y a los actores.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

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PASCUA MILITAR ANTE LA TRAICIÓN General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Recurrir a Spinoza se hace cada vez más imprescindible. Empecemos:

<<Cuál sea la mejor constitución de un Estado cualquiera se deduce fácilmente del fin del estado político, que no es otro que la paz y la seguridad de la vida. Aquel Estado en que los hombres viven en concordia y en el que los derechos comunes se mantienen ilesos es, por tanto, el mejor. Ya que no cabe duda de que las sediciones, las guerras y el desprecio e infracción de las leyes no deben ser imputados tanto a la malicia de los súbditos cuanto a la mala constitución del Estado>>.

Traición: Delito cometido por civil o militar que atenta contra la seguridad de la patria. Alta traición es la cometida contra la soberanía o contra el honor la seguridad y la independencia del Estado. Es quizá, junto a cobardía, el término más penado en un militar. Peor, sin duda, que la cobardía. No solo en un militar.

Ayer día de la Pascua Militar era un día grande para los ejércitos. Escribo desde la honda tristeza que da ver a una España dividida y en manos de los que quieren destrozarla. En estas condiciones, cuando existe todavía el artículo 8 que los militares sabemos y conocemos muy bien, ha sido difícil la papeleta del Rey ante sus soldados. Difícil explicación. Llevará  días pensando ¿Qué les digo? No puede haber soldado que esté contento con lo que ha ocurrido, está ocurriendo, en el Congreso de los diputados. Ver como los herederos de la ETA insultan al Rey o ver como el presidente del Gobierno se traga el sapo (a gusto, lo digiere y saborea)  y la presidenta del Congreso dice que eso es democracia y no lo de antes (los muertos asesinados por la ETA se revuelven en sus tumbas aún abiertas), es triste para cualquier soldado, para cualquier ciudadano -infantería somos todos-  que tienen como principal misión la integridad territorial y el respeto y cumplimiento de la Constitución.

Pues ni lo uno ni lo otro. Los terroristas están representados, los separatistas mandan y el presidente del Gobierno sonríe y entrega España. Para eso no hacen falta alforjas llenas de Ley ni de leyes.

Hoy celebramos la Pascua Militar cuando ayer democráticamente insultaban al Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas con el visto bueno de presidente, presidenta, y ministra de Defensa. Nadie se movió de su escaño. Es un insulto a todos los que visten o hemos vestido el uniforme militar, que recibimos como regalo en el día de la Pascua Militar. En silencio, pero con un severo malestar entre nosotros, entre casi todos.

En la Cámara de los representantes  de la soberanía nacional insultaron gravemente al Rey, Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, y la presidenta, socialista, de la Cámara, ante las protesta de algunos partidos, dijo que eso es la democracia y no lo que hasta ahora había. Lo que quiere decir que hasta las normas dentro de la Cámara se han perdido.

Hubo una época, en la que el señor José Calvo Sotelo fue asesinado por un tal Luis Cuenca guardaespaldas del entonces líder del partido socialista Indalecio Prieto. Es de suponer que no se refería a esos tiempos la señora Batet y sí a los que pistola en mano decían hacer política y ahora han dejado a sus herederos soplando el humo que salió de sus pistolas.

Difícil es así celebrar una Pascua Militar con la preocupación de la unidad de la Patria, de su integridad territorial y el respeto al ordenamiento constitucional en grave riesgo.

Silencio por parte de la señora ministra de Defensa sobre los insultos al Rey vertidos en el Congreso de los Diputados. ¿Le habrá pedido disculpas en privado?

Por terminar; con algo distinto. Ante el insulso, insuficiente y vacío discurso de la ministra de Defensa, nos queda la duda de la cacareada modernización de las Fuerzas Armadas que pasa por una desastrosa gestión de aquellos submarinos que no eran tales o de aquellos vehículos de urgente necesidad, los 8×8, para el Ejército de Tierra que se demoran de nuevo en un indefinido tiempo. Claro que se desprende de esto, y de aquello, que los ejércitos de España quedan constituidos para incendios o emergencias, y para la guerra solo fuera de nuestras fronteras. Aquí no hay peligro ni enemigos.

<<La paz, en efecto, no es la privación de la guerra, sino una virtud que brota de la fortaleza del alma, ya que la obediencia es la voluntad constante de ejecutar aquello que, por decreto general de la sociedad, es obligatorio hacer.  Por los demás, aquella sociedad cuya paz depende de la inercia de unos súbditos que se comportan como ganado, porque solo saben actuar como esclavos, merece más bien el nombre de soledad que de sociedad>> (Spinoza. Tratado político).

Poco más puedo decir de esta Pascua Militar: soledad.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

7 enero 2020

Blog: generaldavila.com

 

LA LIBERTAD EN PELIGRO General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

<<Todo estaría perdido, cuando el mismo hombre, o el mismo cuerpo, ya sea de los nobles o del pueblo, ejerza esos tres poderes: el de hacer las leyes, el de ejecutar las resoluciones públicas, y el de juzgar los crímenes o las diferencias entre los particulares>>.

Murió Montesquieu y cubrieron su ausencia con el real decreto ley, poderoso tribunal ejecutivo, mientras se repartían la túnica juez y parte. Entre tanto, por si acaso, los magos espolvoreaban las urnas antes de exponerlas al engañado pueblo. Acudían a domesticar la libertad.

Murieron los modernos tratadistas militares, tiempo ha, olvidados en las Academias Militares. ¿Para qué perder el tiempo? Aquellas guerras ya no existen. Son otras; y más crueles. El enemigo a batir es aquel que no depende más que de sí mismo. El que no hay manera de doblegar porque ha perdido el miedo y la esperanza: se ha hecho invencible. Pero de esos hay pocos. Por tanto vigilarlos es suficiente; y que su filosofía no trascienda.

El resto: …

Dejemos a un lado los espectáculos intencionadamente provocados y miremos el bosque.

El encantado se asemeja al socialismo de estos últimos años; parecido al que nos llevó a la Guerra Civil. El poder les con-mueve.

Quedamos oprimidos por una tiranía revestida de buenismo que nos ofrece leyes ajustadas a su red clientelar. La economía del paro y sus reglas son el actual campo de batalla donde quedan atrapadas -a millones- las levas. En la cola del empleo dicen que venden libertad. La impuesta, o lo que es lo mismo: no hay para todos. Ejército de gentiles. Te imponen el pensamiento, la conciencia, el consumo; hasta la devoción. Una nueva religión se apodera de la libertad; comprada a buen precio. Desde el poder todo se puede. Porque cualquier poder, cualquiera, es inmoral sin remedio.

<<Porque el poder tiene recursos para todo; ofrece muchas posibilidades. Todo el secreto está en saber manejar las disposiciones legales>>. Por ejemplo el real decreto ley. Y los Tribunales.

El voto es para aquel que mejor maneja el poder, la red clientelar y las conciencias. Es decir la ausencia de libertad.

La actual guerra es por el dominio de las conciencias. No hay fuego mortal que salga de ningún fusil, ni explosiones que no sean las necesarias para recordarnos que existen como posibilidad; lejana; allí lejos. Reminiscencias del pasado, pero Troya existe aún. Se combate de otra manera; hoy las armas son tecnología o ideología; pura penetración social hasta lo más hondo. Una guerra que se hace desde la ley y con la ley. La hacen por ti que no para ti.

Murió Montesquieu ¿O aún no se han enterado? Yo vi a muchos en su entierro; estaban casi todos.

Sigan esperando porque puede que nuestra próxima ventana a la libertad tenga barrotes.

<<Lo que ninguna alma humana desea no hace falta prohibirlo>> (Freud). Y todo nos lo prohibieron. Nos creíamos libres hasta que vimos que “la corrección política es un adiestramiento a los totalitarismos, y éstos celebran su triunfo cuando todos mienten, los de arriba y los de abajo” (Jimenez Lozano).

Quedan como guardianes de la libertad <<aquellos que no tienen miedo ni esperanza y no dependen, por tanto, más que de sí mismos>> (Spinoza).

Son el enemigo a batir. Pero que no trascienda.

El resto: …

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

29 octubre 2019

“…YO TE HUBIERA ABORTADO” Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Voy a ser muy breve. Me tiembla la mano al escribir, al tener que hacerme eco del odio que refleja la frase. Definitivamente esto va en serio y hay que prepararse. Duele pensar, asusta, que alguien pueda soltar semejante sentencia; no es una barbaridad, ni siquiera un insulto. Es algo grave y peligroso, parecido a un cartel para la entrada a un campo de concentración, del horror; muy cruel.

Escrito en una pancarta, premeditado, pensado en laboratorio, de las factorías del mal, dirigido, seguramente pagado. Es odio, creo que no individual, colectivo, de grupo, con finalidad, inducido. Esto no surge de uno, sino de muchos, y malos. Debemos estar preparados; y sobre todo protegidos.

Hay frases que resumen todo un programa, son eslóganes que alteran la normalidad; tanto que da miedo. Podríamos traer uno cuantos a colación. Pero causa desasosiego. Los vociferan en la calle, pero surgen de los peores infiernos.

Decía Spinoza: <<La paz no es la ausencia de la guerra, sino virtud, un estado mental, una disposición en pro de la benevolencia, la confianza y la justicia>>.

<<…yo te hubiera abortado>>. ¡Qué barbaridad! ¡Cuánto odio! No hay paz. Es un continuo desasosiego. Violencia verbal, moral, física. Sufren en silencio los pacíficos. Una sociedad que no se altera por algo así, que permanece inmóvil ante algo tan grave, es una sociedad asustada o en decadencia, sin autoridad moral.

Decía Aristóteles que el gobierno de los libres es más conforme a la virtud que el despótico.

Los despóticos y los violentos no escuchan, no quieren, su diálogo es unilateral, sonoro y violento, impuesto, de obligado cumplimiento, vociferante, no atiende ni entiende, no hablan, gritan. Leo la definición de dictadura: <<Régimen político que, por la fuerza o violencia, concentra todo el poder en una persona o en un grupo u organización y reprime los derechos humanos y las libertades individuales>>.

Conviene repasar lo que es violencia, verbal, moral, física. No vale todo.

Espero solo que la justicia esté en su sitio. La educación moral, la urbanidad, se ha perdido. ¿La justicia?

Y hay miedo. Llevamos tiempo con imposiciones que han superado lo permisible y aguantable. Cuando se juega con la vida, se sentencia con la muerte.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

11 marzo 2019