EL NUEVO ARTE DE LA GUERRA: RETROCESO EN EL CAMPO DE BATALLA. General Dávila

Cuando finalicé mi libro El nuevo arte de la guerra aún no se había producido la invasión de Ucrania. De lo cual ahora me alegro porque veo que lo expuesto aumenta su valor y no me he desviado de los aconteceres de esta guerra que todos creíamos iba a ser una guerra moderna, desconocida, que nos iba a ofrecer todo tipo de espectaculares novedades en el campo de la información, de lo cognitivo y de lo cibernético. Nada de nada.

Muchos cambios, no tan novedosos, en el armamento y poco más.

Cuando apareció la pólvora en el campo de batalla se pensó en el renacimiento del arte militar. Alguno puede que ahora esperase ese renacer de nuevo. Nada.

Tras la Ilíada que empieza con la cólera, aunque prefiero la traducción del resentimiento, todo queda  en repetitivas acciones humanas que solo buscan ser como el dios que hiere de lejos.

Cólera, resentimiento. «¡Que mal haya! ¡Que infligió a los aqueos mil dolores, y muchas almas de héroes esforzados precipitó al Hades!».

«Redújose el arte militar a reforzar a los caballeros su armadura y cubrir de hierro a sus corceles para aventajar en violencia de impulso a los adversarios».

«…pues sabido es que los hombres sólo agreden o por miedo o por odio» (Maquiavelo, El Príncipe).

Ptolomeo I, general de Alejandro, uno de los diácodos, que dio origen a la dinastía ptolomeica en Egipto, era cercano y conocedor profundo del significado de dormir con la Ilíada y la espada bajo la almohada, como hacía su amigo y general Alejandro. Todo sigue igual en bibliotecas enredadas. Tratados políticos que dicen lo mismo sin más diferencias que los precios que le han puesto a todo. Con tener es suficiente; murió la necesidad de leer: libro y espada matan igual. Los hombres de armas junto a los de letras han recibido el golpe de gracia. La ciencia destruyó el arte. También el de la guerra. Las actuales máquinas producen efectos devastadores anulando el libre albedrío hasta penetrar en las conciencias sin apenas oposición. Los guerreros son el pensamiento de otro, capaz de transmitir su voluntad sin apenas esfuerzo alguno, ordenar como si de un dios se tratase cuya voluntad es agradable de cumplir porque su presencia la notamos en todas partes. Día y noche, a todas horas su pantalla está encendida para ti. Es el nuevo cielo de la comprensión o el hades de la soledad encerrada en la oscuridad. Tu oscuridad. Es exactamente la guerra, la que desde lo más antiguo se sabía que ganarla era no hacer uso de las armas.

Esta guerra es muy antigua. Pero hay alguien que la provoca para entretener el discurrir hasta que esté en condiciones de haber ganado las voluntades. Será el momento de arrastrar a todos tras la paz meliflua del color y la luz. Entonces habrá paz, pero no habrá voluntades. Un olimpo sustituirá a todo: surgirá una nueva mitología que, a punto de nacer, esperamos.

El arte de la guerra ha muerto y hemos entrado en el periodo de la destrucción que dará pie a lo dicho por el filósofo que prologa mi libro: «La guerra es el arte del no yo».

Desearás la guerra. La de la clásica biblioteca ahora ya destruida. Homero pondrá el final.

Rafael Dávila Álvarez. El nuevo arte de la guerra. La esfera de los libros.

Blog: generaldavila.com

@generaldavila

2 marzo 2023

 

UNA, GRANDE Y LIBRE Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

…la de Alejandría.

Pues parece que su origen es del año 1932, pero no es ese el tema del artículo; tampoco darle vueltas al lema que durante muchos años se ha gritado en España y que forma parte de la historia de una época reciente de la que aún hoy muchos reniegan mientras la ordeñan, maman y nos enfrentan; después de casi cien años.

Recomendaría a los históricos del poder de la mentira que lean: Gustavo Bueno Sánchez, «Una, grande y libre», La Gaceta, Madrid, 1º noviembre 2010, pág. 3.

El conocido soneto de Hernando de Acuña (1520-1580) sobre Lepanto (Un Monarca, un Imperio, y una Espada), Al rey nuestro señor, es la versión en español de un poema en latín que Juan Latino dedicó a Felipe II y publicó en el folio 11v de su libro de 1573.

Dice así:

Coelitus Unum Imperium,

Ensis Unus, Rex Unicus Orbis

Desde luego no está nada mal, con los tiempos que corren, ser una, grande y libre. De 1573.

Resulta que libre no va a ser posible y por el simple hecho de poner ese titular, en breve, me puede costar un paseo por los tribunales; los de horca y cuchillo.

17 naciones, 17.000 legislaciones, nación de naciones, el viento dueño,  y ninguna espada, sino muchos traidores.

El faro del mundo no somos, ni de Europa parecemos.

Ptolomeo I fue un general de Alejandro, uno de los diádocos, que dio origen a la dinastía  ptolemaica en Egipto. Cercano y conocedor profundo del significado de dormir con la Ilíada y la espada bajo la almohada, como hacía su amigo Alejandro. Eran tiempos en que se sabía para qué era una y otra cosa. Ahora todo ha quedado en manos del tratado de los políticos; que nada tiene que ver con el de Spinoza.

El faro de Alejandría desde luego no somos, y menos la biblioteca donde se reunían los sabios del mundo, encerrados en discutir la verdad por encima de todo.

En el mundo había una ciudad, única: Alejandría. Un faro de atracción.

Más grande era su biblioteca. Libre era la reunión de sabios que allí dieron luz al mundo.

Borges escribe La biblioteca de Babel y dice: «basta con que un libro sea posible, para que exista». Estamos cerca de ello con internet, y la gran ironía del maestro Borges es que sabía que mientras más libros, menos lectura y más dictadura, que todo es nada y que de nada sirve todo si quien lo va a manejar es nada.

La biblioteca desapareció, papiros y libros, ciencia y cultura.

No desaparece el virus. En España hay un ataque feroz de lacovid19, pero no es menor, ni ninguna broma, el que ataca mortalmente a  la libertad. Siempre ha existido y hay quien lo maneja con precisión.

No ha sido en Alejandría donde hoy me he encontrado con la librería, ni ha sido un fugaz rayo de su faro. Ha sido en una pared, lo que se conoce como una pintada, lugar donde, en ocasiones, aparecen escritos los mejores libros que la humanidad ha dado. Este es un ejemplo:

UNA GRANDE LIBRERÍA.

Todo sea por una libertad grande, y por las librerías. El plazo de matrícula está abierto. Aunque nadie lea. Nos lo dan leído y ejecutado.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

8 noviembre 2020