ÁCRATA DE DERECHAS Rafael Dávila Álvarez

Mi amigo es soldado. Por lo menos general (lo más común), que a lo mejor es más. De los de trinchera, aunque él a veces me dice que mejor de alambrada, la trinchera es solo un paso momentáneo para apretarse el correaje, calmar el resuello y preparar las granadas de mano. Momento cumbre el del asalto. Olvidado.

Me ha sorprendido que al hablar de esto y aquello, que viene a ser lo que ocurre en España, diga que él ya ha encontrado su definición para lo que le quede de vida. De sopetón me suelta: «He llegado a la conclusión de que soy ácrata, de derechas, pero ácrata». La reflexión es obligada para poder entrar en el juego, si es que lo es, y decir algo oportuno; o inoportuno.

El no a la autoridad parece lo más alejado del sentimiento militar y es por lo que debo pensar en lo que mi amigo dice.

Recuerdo a Gustavo Bueno al citar a Epicuro en su libro El mito de la Cultura: «Toma tu barco y huye, hombre feliz, a vela desplegada, de cualquier forma de cultura».

No sé si esto de la cultura es algo convertido en una ideología, y podría, entonces, ser que la autoridad sea ideológica y por eso discutible. Una forma más de imposición en el engaño que deja muy claro Platón cuando nos avisa que para el beneficio de los hombres, es frecuentemente necesario engañarlos. Lo sabía hace tiempo y cuando llega un cierto momento tan descarado dices: se acabó.

Dice mi amigo: «ácrata de derechas». Ni a él ni a mi nos gusta que nos engañen.

Claro, que alguno se asustará y, confundido, puede pensar en otra cosa que nada tiene que ver con el tema del que hablamos.

La edad juega malas pasadas, o buenas, y te hace adivinar un horizonte final demasiado cercano lo que te obliga a ir despacio para retrasarlo todo lo posible, a la vez que evitas mirar atrás porque el pasado es la caja de misterios abierta, al descubierto muchas farsas y no apetece dilucidar cuales son unas y otras. No está mal morir en el engaño, el que así lo quiera.

Mientras más leyes y más autoridad, más ácratas, que no es que lo sean, sino que buscan respirar de manera automática, por el simple cambio de presiones, y no por el respirador de la política; y de la autoridad sin tenerla.

Dice mi amigo que somos demasiados y no hay para todos y no todos valen para lo mismo, pero todos dicen ser iguales y no todos lo son.

Al final ha habido un cierto entendimiento en eso de ácratas, pero no hemos llegado a tener muy claro lo de derechas.

Y me viene a la memoria: «Pues dos cosas tenemos que llorar los españoles: la una, lo que de nuestras cosas no se ha escrito, y lo otro, que hasta ahora lo que se ha escrito ha sido tan malo, que viven contentas con su olvido las cosas a que no se han atrevido nuestros cronistas, escarmentadas de que las profanan y no las celebran. Y así, por castigo, ha permitido Dios todas estas calamidades, para que con nosotros acabe nuestra memoria» (España defendida. Quevedo).

Creíamos que era el paraíso y hemos topado con el Apocalipsis que tanto, al parecer, nos gusta.

Se acabaron los afectos en política. Todo era una farsa y contento vive aquello que permanece oculto.

Cada día entiendo más a Tácito: «Antaño sufrimos a causa de nuestros vicios; hoy sufrimos a causa de nuestras leyes»; y también entiendo a mi amigo que dice ser ácrata de derechas.

Menos autoridad y más educación. Me voy haciendo ácrata por y de la edad.

Hablamos con un médico, también amigo, y resulta que eso puede ser algo producido por obedecer a tanto inútil. Que no tiene cura por ahora. Dice que leer puede aliviar algo el mal.

Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

15 febrero 2021

 

 

TRUMP Y LA ALTERNATIVA. Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

 

¿Alguien en el mundo tiene mayor protección? Nadie. A pesar de las barreras el misil traspasó las defensas americanas e impactó en el lugar más seguro del mundo. ¿El corazón de América?

Nadie está libre de los peores políticos que ha tenido la historia de la civilización. Nunca. España encabeza la lista. Es por ello que el virus, bautizado con ese nombre intraducible, manda sobre todos nosotros.

La ciencia, en desbocada carrera, ha quedado en una situación un tanto desairada. Ellos, científicos, hablan, pero achacan los problemas a la falta de dinero para la investigación. Quizá no vaya por ahí la solución, sino que surjan, de nuevo, el inaceptable Edward Jenner o lo casual de Fleming, imaginación, paciencia y humildad. Primer paso. Los líderes mundiales deberían ser el principal, pero son el que retrocede del minué. Es un momento en el que el liderazgo moral también está ausente, nada mejor para que se cuelen los falsos predicadores.

Hay muchos, no solo estadounidenses, que están encantados con Trump, pero es que no hay donde elegir. Eso es muy grave. La clave de todo está en la capacidad y el poder de elección. De eso carecemos. De alternativa. ¿Capacidad? Cada uno dirá. Sin capacidad; sin alternativa, la elección se traduce en dictadura. También ahora se traduce por inseguridad. Te arrastran los relatos. Por eso —nadie se fija— hay un número cada vez mayor de no votantes. Ofrecen incumplimientos y jamás resuelven.

No hay lugar seguro en el mundo cuando no hay elección libre y sin condicionamientos.

Se cuela —virus con inseguridad— hasta en los gregorianos de las clausuras, en las monásticas celdas; y en la Capilla Sixtina se le caen las vestiduras a Santa Catalina y a San Blas, suprimido el imbraghettamento porque <<Hermanos Todos>> (Fratelli Tutti), todo es de todos y nada hay que esconder o guardar. Convertido el mundo en un inmenso campamento de felicidad donde nadie es más que nadie y trece se sientan en la misma mesa. Siempre habrá quien lleve la bolsa con los denarios.

¿Para qué las leyes y las normas?: <<Antaño sufrimos a causa de nuestros vicios; hoy sufrimos a causa de nuestras leyes>> (Tácito: Anales, III,25). Mejor así; sin ley; repartamos miseria, mentira, echemos a suertes la túnica, tu casa y la mía. Tú ministro de Educación y yo de Descanso.

Creo que recuerdan que tenemos elecciones en los Estados Unidos y que lo que allí ocurra repercute aquí; de lo contrario no estoy seguro.

Las encuestas de poco sirven. Los resultados tampoco, pero generarán una enorme incertidumbre. Gane quien gane, no se librará del misil.

Por un lado están, con gran fuerza, los que aprietan el botón de las ideologías y explotan el victimismo. Al otro lado los mayores inútiles que hasta ahora han regido el mundo. En definitiva malvados contra incapaces.

La incertidumbre es, por ahora, el futuro que nos espera. Tanto en la prosperidad, en la adversidad, en la salud y en la enfermedad.

<<Anhelamos la verdad y no hallamos en nosotros más que incertidumbre>> (Pascal: Pensamientos, L401/B437. Estudio preliminar, edición, traducción y notas de Gabriel Albiac).

No hay alternativa. Demos un repaso a la lista:

Trump, Putin, Xi Jinping, Papa Francisco, Kim Jong-Un, Boris Jonhson, Ram Nath Kovind, Macrom, Merkel, Bolsonaro, António Guterres, Tedros Adhanon  Ghebreyesus… Maduro… Pedro Sánchez.

¿Quién ganará? Usted no.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

9 octubre 2020

Blog: generaldavila.com