Hoy contamos con la colaboración del Comandante de Infantería Lucas Martín Serrano. Le recibimos con agradecimiento y con la esperanza de que no sea esta su única participación en este humilde blog.
El Comandante Lucas Martín tiene formación legionaria que es lo mismo que decir que es un soldado, un hombre forjado en los espíritus de un Credo que deja huella en el alma. En todos sus empleos, teniente, capitán y comandante, ha formado parte de las distintas unidades y del Cuartel General de La Legión. Esas son buenas credenciales, mi Comandante.
Ha orientado su carrera en el campo de la Inteligencia militar estando en posesión del Curso Avanzado de Inteligencia y Seguridad y el Curso Superior de Inteligencia de las Fuerzas Armadas. Apasionado de la historia actualmente está cursando el Grado de Geografía e Historia.
Destinado en Munster (Alemania) ha tenido la gentileza de poner a nuestra disposición sus conocimientos en temas de gran actualidad internacional y que nos afectan muy directamente.
Conferenciante, articulista, con seria y sólida formación, ha estudiado en profundidad el problema del yihadismo del que nos ofrece un artículo tan real como preocupante. El futuro, el peligroso e incierto legado, que dejamos a nuestros hijos.
¡Gracias mi Comandante!
LA SEMILLA DEL DAESH. NUESTRO LEGADO
Como era de esperar, el interés por todo lo que acontece en torno al Daesh ha decrecido enormemente, y no porque hayan dejado de producirse hechos relevantes o porque la presión que ejercen en su zona de influencia haya disminuido. Evidentemente los grandes atentados o las acciones más espectaculares siguen ocupando su pequeño espacio en la noticias diarias, pero poco más. Es un tema ya demasiado “gastado” y hay que buscar nuevas noticias que atraigan la atención de la opinión pública, pues de eso se trata, ¿no?
Incluso las impactantes decapitaciones o ejecuciones por los métodos más crueles han pasado a un segundo plano. Es más, a la vista de la información que nos llega, cualquiera pensaría que han dejado de producirse, que las atrocidades han cesado. Y como ejemplo sólo mencionar el asesinato del ciudadano croata Tomislav Salopek, o la ejecución de cuatro soldados sirios quemados vivos. Ambos hechos han recibido bastante menos atención informativa que hechos similares sucedidos hace sólo unos meses. Sólo los ataques en suelo propio causan un cierto impacto, eso sí, mucho menor también. De nuevo tenemos un ejemplo reciente, el atentado frustrado en el tren entre Ámsterdam y París.
Esta creciente indiferencia, como podríamos calificarla, es muy peligrosa. Estamos poco a poco olvidándonos de un problema que, aunque muchos ven lejano, está más próximo en el tiempo y el espacio de lo que imaginamos.
Además, recientes acontecimientos como la crisis migratoria que está sufriendo Europa han tomado el relevo de los focos de atención mediática. Aunque eso sí, poco o nada se está profundizando en el origen o causa de esta crisis y en el por qué ocurre precisamente ahora. Es un tema más que interesante y que merece un capítulo específico. Solo apuntaré que de nuevo parece que suframos de un ataque de amnesia.
Pero volviendo al objeto de estas líneas, como ya he mencionado en otras ocasiones, soy de la opinión de que no somos conscientes de la magnitud de problema al que nos enfrentamos. O tal vez sea mucho más cómodo no querer ser conscientes de ello. El único inconveniente de esta actitud es que cuando por la tozudez de la realidad recuperemos esa conciencia, ya será demasiado tarde, y quienes se encontrarán frente a frente con esa situación no seremos nosotros, sino nuestros hijos; y serán ellos los que habrán de enfrentarla cuando ya sea tarde. Y tendremos que entonar el “mea culpa” por nuestra falta de decisión e inacción.
Es muy complicado tratar de comprender el problema que supone el Daesh, y mucho mas, afrontarlo, atendiendo sólo a nuestro esquema mental. En primer lugar, hay que entender el contexto religioso y cultural en que se desarrollan las sociedades con mayoría musulmana. Y para ello, leer y conocer el Corán es fundamental. Hay que dejar de andarse con rodeos, de buscar siempre lo políticamente correcto y llamar a las cosas por su nombre. Y eso no debe ser motivo de ofensa para nadie.
Puede parecer una obviedad, pero hay que recordar que el Islam es la raíz origen del terrorismo islámico. El Islam es una parte fundamental en la fundación ideológica del islamismo, que a su vez, es la principal base sobre la que se sustenta el terrorismo islámico, complementado generalmente con el nacionalismo radical de izquierdas.
Esta función ideológica está a su vez reforzada con una serie de variables de base social. El Islám proporciona una masa social para el desarrollo del islamismo, y un gran apoyo social a este a la vez que una extensa red de protección.
A su vez, y cerrando el círculo, el islamismo proporciona una masa social base y una red de apoyo al terrorismo islámico.
Y dentro de todo este entramado, y ese es el punto sobre el que quiero llamar la atención, un pilar fundamental es la educación, que unida a la concepción del tiempo que tiene el Daesh, es la más letal de sus armas.
Dentro de lo que podemos considerar la campaña INFOOPS del Daesh, a la que ya he hecho referencia en anteriores ocasiones, se puede comprobar que está volcando un gran esfuerzo en el reclutamiento de combatientes extranjeros, razones entre las que se encuentran la ausencia total en estos de vínculos familiares, emocionales, incluso de raza y de apego hacia el lugar donde van a luchar. El único vínculo necesario es el religioso. Ello hace que estos combatientes tengan mucha más facilidad para mostrarse tan despiadados como sea necesario. De hecho los autores de la ejecuciones más sanguinarias pertenecen a este grupo de combatientes.
Pero a la vez que se reclutan combatientes también se lleva a cabo una labor de captación de mujeres e incluso de familias enteras. Y esto es probablemente lo más grave. Ahí es donde reside el verdadero peligro.
El Daesh pretende funcionar como Estado. Controla ya un vasto territorio en el que está implantando sus propias estructuras que incluyen una suerte de servicios de atención social con apoyo a las familias que allí se instalan. Al mismo tiempo, ese territorio que gobierna, le proporciona gran parte de los recursos económicos necesarios , habiendo incluso anunciado ya la creación de una moneda propia. Si a todo lo anteriormente expuesto añadimos la particular concepción del tiempo que tiene la cultura islámica y la convicción que tienen los miembros del Daesh de estar ejerciendo a voluntad de su Dios, entonces podremos tener una idea de la magnitud del problema.
El Daesh y la implantación del Califato, no es un proyecto a corto ni a medio plazo. Ellos tienen la vista puesta mucho más allá. De momento han logrado obtener un espacio vital, la tierra en la que plantar su “semilla”, y que a su vez les permite obtener lo necesario para regarla convenientemente. Esa semilla no son los combatientes, sino las familias que se estan formando, las mujeres que están acudiendo a su llamada y los niños que están naciendo y creciendo dentro del Daesh. Y la semilla está germinando y creciendo delante de nuestros ojos sin que seamos capaces de darnos cuenta.
Los actuales integrantes del Daesh son musulmanes que en su mayoría, en un determinado momento, ya con cierta edad, por un motivo u otro, o bien se radicalizaron, o bien han sentido la llamada de éste para combatir en sus filas. Pero no dejan de ser personas que en un momento u otro de su vida, han conocido algo diferente a esa visión radical, al menos la mayoría de ellos.
En cambio, a día de hoy, en el Daesh, hay miles de familias con hijos. Esos niños, desde que nacen, están siendo educados en una visión totalmente radical y fanática de la vida. Niños que no conocerán nada más que eso y que percibirán el vivir con el odio y con la idea de destruir a los que consideran sus enemigos, es decir los no creyentes, como algo normal. Y para que la labor no quede a medias, esos niños se están educando no sólo en ese islamismo más radical y en el odio a occidente, sino que están siendo adiestrados para combatir. Son innumerables los videos que dan prueba de ello. A la vista de esto creo que es obligado preguntarse, “¿ y nosotros? ¿cómo estamos educando a nuestros hijos?».
Esa es la planta que ya está creciendo. Si pensamos que tenemos un problema con el Daesh estamos muy errados.
El problema lo tendrán nuestros hijos y nietos. Pues mientras que nosotros, sus padres, no hacemos nada por poner una solución, presas del buenismo, la comodidad y la falta de compromiso y valores, educando a nuestros hijos en una mentalidad egoísta, individualista y basada principalmente en la búsqueda de la comodidad, en otra parte del mundo, entre Siria e Irak, hay quien está educando y preparando a los suyos sólo para una cosa: combatir y sacrificarse para lograr su objetivo. Un objetivo que además, en su mentalidad, trasciende lo humano y lo material.
Ese es el verdadero problema. Que con nuestra inactividad estamos trasladando el problema a la generación venidera. La batalla habrán de librarla ellos, y no sólo no estamos tratando de evitarlo, sino que no les estamos preparando para ello.
Comandante de Infantería Lucas Martín Serrano

Buenos días para todos. La verdad es que me he desayunado con este interesante artículo, lo interesante y lo novedoso del tema es, que nos lo cuenta Ud. porque mire, eso lo estamos viviendo en Cataluña por partida doble y no es que lo estemos viendo venir, si no que ya lo tenemos encima y lo de partida doble lo entenderá Ud, en seguida, sólo tiene que extrapolar su artículo al catalanismo independentista. ¿Sabe cuántos niños se ven ir a la escuela con sus carteras y mochilas llenos de símbolos independentistas? de todas las edades. ¿qué sentimiento patrio están criando eso niños? ¿qué le respondo a mi nieto de 4 años, cuando me dice que la bandera de Cataluña lleva una estrella muy bonita y eso lo aprende en el colegio? ¿qué le tengo que decir, cuando le digo que vamos a ir a la Iglesia y me contesta que no, que la da miedo entrar ahí y eso que su colegio es “religioso”? ¿qué hemos de hacer cuando salta la alarma en el colegio por un brote de meningitis que nadie sabe de dónde ha venido y que además te obligan a vacunar a los chiquillos (lógicamente), pero no sé porque razón la vacuna la han de pagar los padres (más de100 €) por que hay que sufragar la de aquellos niños, que por la condición de emigrantes de sus padres, estos no pueden pagar. (o un brote de escarlatina, que yo no he conocido en mis 56 años de vida).
Y lo de la partida doble que le decía al principio, pues fíjese, aquí en Mataró tenemos un barrio que se llamaba ROCAFONDA, digo se llamaba, porque ahora todo el mundo le llama ROCAMORA, le aseguro que cuando paso por ese barrio, que es donde yo me he criado, me recuerda un paseo que di hace algunos años por las calles de Luxor (Egipto), los cafetines, los rótulos en árabe, las mujeres tapadas hasta las cejas, un gueto donde la policía prefiere ni entrar, como se vio el año pasado cuando no fueron capaces ni de detener a un musulmán al que sorprendieron robando y esto no es una exageración, se liaron a pedradas con los policías y por mas refuerzos que acudieron no lo detuvieron.
Pero bueno que le voy a contar, si quitan los retratos del Rey, si quitan los crucifijos, si se hace una declaración solemne de declarar abierto el proceso constituyente, se tergiversa la historia en las escuelas, se conculca la libertad de los habitantes.
Si ya sé que usted habla a nivel europeo o mundial, pero dígame la verdad, ¿si Franco vivera tendría usted el mismo temor con respecto al islamismo en España?
Mi pregunta sigue siendo la misma, ¿Cómo? ¿Cómo solventamos la papeleta que tenemos encima? La democracia creo que nos ha servido de bien poco, me gustaría ver la balanza y sobre todo si la comparamos con el franquismo.
En fin mi Comandante, paro aquí, porque noto que me voy encendiendo y luego me toca pedir disculpas. Pero sigo aquí, esperando, atento a la voz de mando.
Le envío desde aquí el más legionario de mis abrazos
Viva España y Viva La Legión
Francisco E. Padilla y Pita Cereto
Caballero Legionario
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HIDALGOS SIN DESTINO Y PILLOS POR VOCACIÓN.
-Cada día me levanto con la sensación de que esté país no va bien.
Con la sensación de que somos una generación que hemos fallado a nuestros hijos, y a nuestros antepasados.
Una generación que en nombre de una extraña libertad, hemos abandonado los principios básicos que nos trajeron aquí, y que nos forman como nación.
Hoy, no hay sentimiento de unidad, de nación, de ser alguien, es más ni siquiera el sentimiento simple de la honradez.
La desidia, el conformismo, el “y tú más”. Se han instalado en nuestras vidas de una forma tan pegada a nosotros como nuestra misma piel.
Y aquí, NO PASA NADA. El pueblo duerme, y todos felices.
Hay reglas básicas en la propia naturaleza que nos enseñan que lo que uno quiere o desea, no siempre es la realidad, y vivir en un sueño siempre, suele tener un mal despertar.
Una clase política CORRUPTA HASTA LA MEDULA, unos por ser simplemente unos ladrones descarados, y otros por permanecer callados.
Un sistema de partidos, que su nombre mismo es perfecto reflejo de su situación. PARTIDOS, PARTIDOS UNA Y MIL VECES EN PEDAZOS.
Sin rumbo, sin valores, y sin saber hacía de verás donde dirigirse.
Todos faltando a sus principios buscando un Centro que no existe, una moderación que solo trae ceder y ceder ante los ambiciosos.
Los jóvenes viven en un mundo bucólico, de no aceptar reglas, y en el que todo y todos son buenos. Alentados por los políticos que solo dicen y obligan a decir solo lo a la vez políticamente correcto.
Hoy, no se puede hablar muchos temas con libertad, ni sacar tú bandera siquiera.
Parece que estamos en la peor Dictadura de la que tanto se habla y parece que temen. Cada día un tema pasa a ser Tabú socialmente. Y si no eres de la mayoría, eres apartado fulminantemente de la manada.
Vemos a políticos inútiles totales, incapaces de cortar por lo sano y con todo el peso de la Ley, dando una y mil vueltas a temas que no tienen ninguna discusión. Y me pregunto, si todo no está más que planeado, y solo desean hacérnoslo tragar de forma más pausada y con mayor apoyo de esta sociedad desganada y muerta, y digo apoyo, aunque la palabra exacta sería DESIDIA a todo lo que de verás nos afecta.
Hemos criado ovejas, cuando el mundo es de los lobos. Un mundo de competencia y sin piedad desde el principio de los tiempos, en el que lo que no defiendes otro se lo lleva.
Vivimos ante la ruptura de nuestra nación, como nunca antes se había planteado. Con un Gobierno timorato a tomar decisiones, y una oposición que solo desea coger el poder por los votos de la DESIDIA, del a mí no me molestes, del mientras yo tenga mi paguita no me metas en líos.
Se puede decir que Europa entera o casi entera vive en esa apatía. Tal vez cansada de tantas guerras de su historia.
Hoy a muchos militares, y a ciudadanos nos preocupa está sociedad apática, sin sentido y sin rumbo, que se acerca cada día más y más a lo que puede ser su final.
El enemigo que no queremos ver, cada día es más fuerte, y con convicciones más y más férreas. Puede ser por su incultura, o por su desesperación. Pero sin duda con hambre de ganar y vencer.
Y nosotros, somos tan solidarios. Tan buenos, tan acogedores. TAN INUTILES.
Hoy peligros brutales como el islamismo radical nos ven como accesibles, vulnerables, fáciles como nunca de tomar.
Les llegan historias de nuestras costumbres, de nuestra falta de valores, de nuestra incapacidad para decir que esto es mío, que Europa les parece cada día más a un paraíso esperando ser conquistado.
Ellos son movidos por algo difícil de frenar, y es la fe ciega en lo que creen. En que si mueren no pasa nada y todo será aún mejor. Mientras que aquí, tenemos ya miedo hasta de respirar.
Son locos hacia delante, sin nada que perder y mucho que ganar, mientras nosotros estamos llenos de miedo, de inseguridad.
Hoy tememos a todo, al que dirán, a lo que no está de moda. A ser el reflejo de nuestros antepasados a los que escupimos llamándoles de todo por sus acciones.
Esto no pasa en ningún sitio más que en esta España entre dos mundos. Esta España de Hidalgos sin destino y pillos de vocación.
Somos una sociedad que quiere caer bien no imponiendo sus criterios, sino cediendo ante los demás. Y los demás entendamos no son nuestros amigos. Son el enemigo que desea lo que hoy tenemos y que nos desprecia profundamente.
Este gran problema, es el que nuestros hijos y nietos van a encontrar sin duda. Es como si la vida les hubiera dado unos años de despreocupación para después darles todos los problemas de golpe. Como el que no estudia nunca y el último día quiere estudiar todo, cuando ya no hay remedio.
Un día, tal vez antes de lo que pensamos, el suelo se moverá bajo nuestros pies. Un enorme atentado múltiple, un golpe de Estado, una salida a la calle descontrolada de gente, una nube de manifestaciones fuera de control, y nada volverá a ser como antes.
Porque esto no puede, ni debe de seguir así, y necios los que no lo entiendan.
Vendrá un fuerte cambio de un lado y u otro, y si habrá ganadores y vencidos. Esperemos que ese cambio no sea en pocos años, dejarse las barbas y llevar velo, o llorar como dice la Historia, “COMO MUJERES LO QUE NO HEMOS SABIDO DEFENDER COMO HOMBRES”.
JL MONTOYA
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En primer lugar quiero felicitar a mi querido General Dávila por el fichaje del nuevo colaborador en este magnífico Blog, el Comandante de Infantería Lucas Martín Serrano, al que también felicito por su excelente artículo, actual y oportuno; a la vez que extiendo mi felicitación a los comentaristas que me han precedido.
Y para participar en este debate y comentar al respecto, aprovecho la ocasión para hacerlo con un comentario que no hace mucho hice en esta blog y en otros donde soy asiduo y humilde comentarista.
Lo hago refiriéndome a una época concreta de la Historia de Europa para centrarme en el presente de España y con un título que considero apropiado: ¿Se repite la historia?
Cuando el 4 de septiembre del año 476, Odoacro, rey de los hérulos, depuso al emperador Rómulo Augústulo, pocos debieron ser los ciudadanos que se resignaron a creer que el Imperio Romano de Occidente había muerto. Pues, desde comienzos de siglo, venían soportando sucesivas invasiones de pueblos bárbaros que unas veces pasaban de largo, después de saquear Roma, y otras se retiraban al cabo de algún tiempo.
Trece años más tarde, otro caudillo bárbaro, Teodorico, rey de los ostrogodos, invadía a su vez Italia, derrotaba a Odoacro y no parecía que estuviera de paso; venía decidido a quedarse, pues traía con él a todo su pueblo, más de cien mil familias dispuestas a asentarse en los fértiles valles de Umbría o de Toscaza…
En este apasionante marco histórico; el fin de una civilización, de una cultura, y el alumbramiento, entre dolores de parto, de una nueva época; el ciudadano responsable vive intensamente su aventura humana en medio de un torbellino de intrigas y pasiones.
Rodeado de un caos de acontecimientos, de una vorágine de pasiones, supo comprender que el Mundo Antiguo, clásico, podrido en sus raíces, se derrumbaba; que lo único que cabía hacer era tratar de salvar de la ruina lo que merecía ser salvado, para empezar a edificar, desde los cimientos, un mundo nuevo, más humano.
A nosotros, por poco avisados que seamos, no se nos pasará por alto lo mucho que se parece a la nuestra la época descrita hasta ahora. Aunque siempre hay que ser sumamente cauto al establecer paralelismo histórico, pues la Historia nunca se repite, es indudable que los síntomas de descomposición, de podredumbre, que se advertían entonces en lo que hoy llamamos la Europa Occidental eran muy semejantes a los que se perciben actualmente en el mismo ámbito geográfico.
Pero lo más parecido no es eso: es la actitud de aquellos hombres, como los europeos de hoy, que no querían reconocer su propia decadencia y menos aún analizar las causas. ¿Cuáles era esas causas? Muchas y muy variadas, pero, sobre todo, la pérdida de unos ideales y de unas virtudes que habían constituido el armazón, la sustancia misma del Imperio Romano; pérdida que había conducido al debilitamiento del principio de autoridad, a la corrupción de las costumbres, a la disolución de la unidad familiar, tan sólida en el Derecho Romano, a la proliferación del adulterio, del divorcio, del infanticidio y del aborto, y, como consecuencia de todo ello, a un descenso vertiginoso de la natalidad en todo el Imperio Romano, es decir, a una especie de suicidio colectivo de los “progres” de aquellos tiempos.
En aquella época, los hijos de las mejores familias romanas eran “pacifistas”; no querían alistarse en las Legiones, ¡qué horror!, ni hacer carrera como soldados. Les bastaba con disfrutar de una vida muelle, ociosa, de placeres fáciles,…un Imperio cuya población, envejecida, era cada vez más escasa.
Verdad es que una institución se había propuesto insuflar un poco de vida en aquel gigante enfermo que era el Imperio Romano, pero cuando tuvo posibilidades de hacerlo ya era tarde, y no sólo no consiguió impedir que el proceso de infección siguiera avanzando, sino que alguno de sus miembros empezaron a contagiarse. Un ciudadano ilustre de aquella época, Casiodoro, manifiesta: “¡Que triste es el espectáculo de desunión que ofrecen nuestros ciudadanos!… Los godos nos dan ejemplo de moralidad. La mayoría no sabe leer ni escribir, pero no son sodomitas, ni adúlteros. No saben nada de Homero, ni de Virgilio, pero no se da la prostitución entre ellos. Su fe está plagada de errores, pero son más limpios que nosotros…”
En tan dramáticas circunstancias sólo dos opciones se ofrecían a los renovadores: tratar de conformar, desde dentro, una nueva civilización, insuflando en ella los valores; o bien abandonar aquel mundo que se derrumbaba sin remedio para edificar, desde fuera, una nueva civilización capaz de aguantar, impávida, todos los desmoronamientos.
Esta última fue la tarea que emprendieron algunos héroes anónimos, en aquellos siglos turbulentos, salvando la cultura grecorromana, base de la civilización occidental, y convirtiendo a muchos pueblos bárbaros.
Ellos fuero conformando, con su fidelidad y con su esfuerzo, un objetivo medieval que dio tan abundantes frutos en todos los países, en todos los sectores de la sociedad, en todos los estamentos. Por eso “los pueblos de Europa contrajeron con ellos una deuda de gratitud que nunca podrá ser debidamente retribuida”…
Frente a una sociedad bárbara y guerrera, incapaz de entender el mensaje, indignada algunas veces contra ellos, porque no eran, a su juicio, bárbaros y guerreros, se lanza el cuádruple mensaje sobre el cual se ha construido todo lo bueno que tiene Europa: el mensaje de la libertad, el de la obediencia, el de la dignificación del trabajo, el del estudio y la fe.
La libertad: solo en la verdad podemos ser libres, y esa verdad incluye el desprendimiento de los bienes materiales; pues esos bienes no son fines, sino medios; y esos medios son los que tienen que ponerse en acción para ir creando vida, dignidad y naturaleza humanas. La mentira, el odio, la tibieza, el repudio ante el prójimo, todo eso, al final, esclaviza al hombre.
La obediencia: es decir, la conciencia de que la libertad está ligada al deber más que al derecho; porque el derecho puede tender a una egoísta reclamación de beneficios para cada persona individual concreta; el deber, en cambio, es el sentido de la trascendencia, es aquello que logra que hacia los demás se vuelva mi persona, es aquello, en definitiva, que permite que los otros sean libres; que ese es el objetivo fundamental, porque una libertad puramente individual no tardaría de ser independencia; pero esa obediencia, ese juego del deber, no se asienta en la mente ni en la fuerza, sino en el amor y en el corazón.
La dignificación del trabajo: lo único que dignifica el trabajo es que se haga pensando en lo que el prójimo necesita, pensando en lo que es el bien común; pero lo más importante es eso de haber aprendido a dividir la vida humana en cuatro etapas sucesivas a lo largo del día: tiempo de trabajo, de descanso, de estudio y de intimidad; porque en el trabajo, en el descanso y en el estudio la voluntad del hombre es la que manda, la que decide; la intimidad no es otra cosa que situarse en la presencia de algo más elevado, empezar a reflexionar sobre sí mismo para poder hacer lo que realmente es justo.
El estudio: incluye el saber. No estaba, entonces, ni está, hoy día, todavía muy claro cuál es el objetivo de la ciencia. Es un mensaje muy adecuado para nuestros días. Indudablemente nosotros hemos equivocado el camino, creemos que el objeto de la ciencia es producir cada vez mejor técnica. ¿Técnica para qué? ¿para tener más bombas atómicas? ¿para crear monstruos en la clonación? ¿para destruir vidas humanas sin dolor, según dicen, también sin sentido? Eso es sólo energía.
La ciencia, no es otra cosa que el conocimiento de la realidad. Y Dios ha dado al hombre, entre otras muchas cosas dos condiciones fundamentales: la capacidad racional para un conocimiento especulativo y la libertad, para elegir en cada coyuntura aquello que considere que es el bien. Y si le ha dado ambas cosas, es sin duda para que las utilice. Es indudable, también, que en eso depende el crecimiento de la persona humana. Cuanto más sepamos mejor. El conocimiento humano debiera ordenarse hasta constituir un todo que permitiere explicar el mundo y el hombre.
Estamos ante un mundo nuevo. Dios quiera que sea un mundo mejor.
La amplitud y la rapidez caracterizan la cultura de nuestra época, aunque no deberíamos pensar que tal fenómeno es una novedad. En todo tiempo, poco o mucho, la cultura nunca cesa de evolucionar.
La tendencia en nuestros tiempos de exagerar el “Yo” o el “Nosotros” de formas sectarias es una verdadera crisis que amenaza la unidad.
Un programa educativo donde se establecen las bases para llevarlo a cabo se apoya en principios, que influirán en lo característico de los sistemas educativos occidentales: La obediencia como norma principal para el aprendizaje, pedagogía de los hechos (ejemplo) como mejor recurso pedagógico, todo se regula según un orden jerárquico que abarca la vida cotidiana, lo comunitario prima sobre lo individual, la transmisión cultural como responsabilidad, la disciplina como espacio importante en la vida, todo comportamiento humano ha de tener una orientación moral: prevención, protección y corrección.
Por tanto, esta regla es un verdadero proyecto educativo en cuanto es una escuela para la vida, donde a través de una organización bien estructurada llega a toda actividad y se convierte en enseñanza para cada una da las necesidades del individuo, donde todo acto humano adquiere sentido de acuerdo con un objetivo, la perfección
No se puede pensar en Europa olvidando su historia, renegando de los valores y principios; el abandono, el cortar con sus raíces, está precipitándola a la ruina, haciéndola débil y temerosa. La reciente crisis que azota a nuestro mundo está dejando en evidencia a los países, divididos y sin liderazgo, especialmente en Europa y concretamente en España. La principal causa de esa debilidad radica en el desierto en que se encuentra, debido a una falta de convicciones profundas.
Propuestas como la llamada “Alianza de las civilizaciones” muestran no sólo una ingenuidad evidente, sino también ignorancia y un claro desconocimiento del hecho religioso. No se puede pedir a las religiones que abandonen sus convicciones para adaptarse a los patrones de la secularización. Se trata de una antigua tentación, la de condescender para ser bien vistos y recibir el aplauso. No se obtiene la tranquilidad con la renuncia, sino con la defensa firme de la verdad.
El peligro para la convivencia no está en la intolerancia religiosa, sino en todos aquellos que crecen sin valores y sin puntos de referencia, guiados únicamente por la satisfacción de sus deseos. Sin valores se desatan todas las bajas pasiones. Ahí es donde hay que buscar la causa de la inseguridad ciudadana, de la violencia de género, etc. Mucha responsabilidad tienen aquellos que promueven políticas insensatas. Cuando Dios desaparece del horizonte de los hombres, como sucedió en las ideologías totalitarias del siglo pasado, la persona no es ni más libre, ni más feliz,…simplemente muere.
Nunca como hasta ahora la humanidad había caído tan bajo moralmente. Siempre ha habido abortos, atentados contra el hombre, etc., pero jamás hasta ahora se había intentado justificar lo injustificable y llamar bien al mal. Hoy día, no sólo se hace esto sino que se aplaude y se presenta como signo de libertad y de progreso.
Pensar que todo lo que dictamina la autoridad civil es justo y bueno, es propio de estados totalitarios y no merece el calificativo de derecho, sino de arbitrariedad. Las leyes no son buenas porque fueron aprobadas dentro de la democracia, sino porque hacen bien al hombre y a la sociedad.
La dictadura del relativismo acompañada de cierto laicismo sectario, se manifiesta incapaz de aceptar la discrepancia de opiniones cuando éstas son contrarias a sus presupuestos.
En nuestras comunidades hay muchos que están, de un modo u otro, cautivos del alcohol, de las drogas, de las aberraciones sexuales, etc.
La reacción del parlamento podemos situarla dentro de las opciones “políticamente correctas” que llevan al gobierno a colocarse de parte de lo que piensa la mayoría, representando a una minoría, para atraerse el voto, el aplauso y los parabienes de los suyos. De seguir las cosas así, la libertad de expresión se verá recortada. No respetar la libertad es grave y peligroso, propio del más crudo de los totalitarismos.
Es cierto que ninguna confesión religiosa puede tener carácter estatal, pero tampoco ninguna ideología. Sin embargo, este es el peligro que corremos en nuestros días al patrocinar una ideología laicista, sectaria y antirreligiosa que quisiera ver la fe religiosa encerrada en la intimidad de la conciencia, sin derecho a manifestarse públicamente, calificándola de retrógrada y antiprogresista. Dicha ideología pretende imponerse por todos los medios posibles, no sólo a través de las leyes, sino también en la cultura y en la educación.
Los regímenes que actúan así no pueden persistir por mucho tiempo, caen bajo el peso de sus propias contradicciones. Esta cultura, que está llevando a la humanidad a su punto moral más bajo; caerá víctima de su incongruencia, y el juicio de la historia será severo contra este tiempo.
Por eso necesitamos gobernantes que sean verdaderamente servidores del pueblo y de la verdad, y no de sus intereses electorales. Ello requiere capacidad para aceptar las críticas y hasta el rechazo de su gestión. La mayoría de nuestros gobernantes no están capacitados para gobernar porque no aman al pueblo sino a su cargo y por eso no legislan conforme a la verdad sino a los gustos de la gente, asesinando la verdad por lo políticamente correcto porque no saben amar ya que no pueden morir.
Y como siempre me motivo y animo por los temas apasionantes tratados, pido disculpas por la extensión.
Un fuerte abrazo a todos.
Pedro Motas Mosquera
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Gran lección Don Pedro. Y pone el dedo en la llaga porque como se lee en sus palabras no estamos sabiendo tratar el don más hermoso que tenemos: la libertad. La ponemos en manos de otros para que nos la administren y estos la hacen suya. Así pasa lo que usted muy bien nos dice.
Un fuerte abrazo y, como siempre, muchísimas gracias. General Dávila.
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Muy acertado el analisis de la situacion que describe el Comandante, y tambien los pensamientos posteriores. Como se dice en el articulo tenemos un problea de amnesia y tontuna mental de suprimir lo politicamente incorrecto.
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Gabriel
A tus órdenes , mi General. Tengo que manifestar mi total acuerdo con la preocupación manifestada y el conocimiento demostrado por el Cte. Martín Serrano, avalado por por su preparación y experiencia relacionada con esta situación, tan actual como peligrosa y de previsibles consecuencias de extrema gravedad. En los medios de comunicación se habla bastante poco, en relación con la gravedad de lo que ocurre, Y se enfoca todo sobre el Islam y sobre las avalanchas de refugiados y los graves problemas que sufren y que plantea su acogida. Parece como si fuera un tema parcialmente «tabú» o que no quiera hablarse más que de efectos pero no de causas. Y hay que preguntar: ¿Porqué se ha desencadenado una persecución general contra los cristianos en Oriente Medio, por parte del llamado IS, y a la vez en países del Africa subsahariana (sobre todo Nigeria), y en la India; paises donde hasta ahora no existía tal problema? ¿Porqué después de siglos de convivencia sin problemas entre las comunidades cristianas de Oriente Medio y los musulmanes en mayoría y que tenían el dominio político, surge ahora de pronto esta situación, de tan cruel persecución en Irak, en Egipto y en la parte en que se han infiltrado en Siria? ¿Porqué hace pocos años se lanzó , con enorme propaganda la llamada «primavera árabe», que tantísimas muertes y destrucciones ha causado en los países más avanzados y de mayor nivel de vida de Oriente Medio, seguida de persecución a los cristianos, no por sus habitantes musulmanes, sino por grupos «islamistas», llegados de todas partes, incluso de E.E.U.U.? ¿Porqué la propaganda contra el Presidente sirio, el único actualmente que apoya a los cristianos, y porqué el apoyo de países occidentales a sus enemigos, que son los que han cometido las torturas y asesinatos de cristianos y la destrucción de iglesias cristianas y monumentos de la Antigüedad? ¿Porqué el actual gobierno estadounidense ha apoyado a los enemigos de quien favorece a los cristianos y no se decide a atacar al IS? ¿Cual es el papel de Obama en esta situación? ¿Porque está tan bien provisto de armas y otros medios el IS? ¿Quien se le paga o quien le proporciona todo? ¿Porqué esas masas de refugiados, cuando lo que ellos piden no es el ir a Europa sino que se les ayude a poder seguir viviendo donde han vivido siempre? ¿Qué hay detrás de todo esto? ¿Se está tratando de crear una guerra entre cirstianos y musulmanes? ¿Quién ganaría con ello? Parece que no es políticamente correcto hablar de ello.
Perdón por la extensión.
Mi General: Siempre a tus órdenes. Gabriel.
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Gracias por su exposición y un cordial saludo. General Dåvila
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Buenos días, General Dávila y Comandante Martín Serrano. Oro, del más puro y brillante, es el que encuentro cada vez que me asomo a este blog. Tanto el artículo como los comentarios al mismo son para mí más que correctos, sino preciosos, pues son alarde de sabiduría junto a generosidad, símbolos de la grandeza de las conciencias que aquí se muestran sin más premio que el de dar fe de la fidelidad a sí mismas.
Así, dando por alcanzado el nivel máximo posible de sabiduría al comentar este artículo, intentaré hacer un humilde comentario sobre el mismo.
Tengo en casa una serie de películas-documentales, dirigidas por Frank Capra («¿Por qué luchamos?») que, como muchos sabrán, fueron encargadas por el Gobierno estadounidense para animar el apoyo al esfuerzo de guerra, especialmente en cuanto al escenario europeo, puesto que el escenario natural americano era el Pacífico. Por lo que recuerdo de esas películas, comienzan mostrando al pueblo americano el «ambiente» político y educativo que se había «cocido» en Alemania y en el Japón, previo a que esos países asestasen el primer golpe, una mezcla de lo que podríamos denominar «de palo y zanahoria», aunando una política interior cada vez más represiva junto a una propaganda (lo que en la actualidad se llama «agit-prop») que prometía grandes logros y salvación a costa de los demás. Tanto en Alemania como en el Japón, el esfuerzo de preparación de la guerra incluía la extorsión tanto como la educación. De esta forma, la sociedad alemana y la sociedad japonesa se veían impelidas hacia un objetivo «histórico», «identitario», de «cumplimiento de su destino histórico» (por raza) sobre los demás pueblos, en definitiva, se veían impelidas a la guerra, eran sociedades militarizadas.
Esos documentales, así mismo, hacían comparación de todo esto con la situación en los países agredidos, que habían desmovilizado a sus sociedades tras la Gran Guerra y cuyas preocupaciones eran de orden civil, lo que desde el «otro lado» se veía como símbolo de la decadencia de las democracias, destinadas a desaparecer, por débiles.
Todos sabemos que, gracias al poder económico de los Estados Unidos, esa «sociedad decadente» acabó poniendo los recursos necesarios para afrontar a las «razas superiores», y «en tiempo récord».
De todo ello quisiera derivar un aprendizaje. El nazismo, como el régimen militarista japonés, cultivadores de su propia identidad, confiaban en la «falta de identidad» de sus oponentes, que es lo mismo que decir que sus oponentes no estuvieran seguros de qué es lo que merece ser defendido y, por tanto, de si merece la pena el sacrificio por ello. Como en las actuales circunstancias, también había en Europa (y en los EEUU) gentes que despreciaban lo propio, o a los que lo propio les era indiferente, por falta de conciencia (ya se sabe que las cosas se suelen valorar en justa medida cuando se pierden), aparte de movimientos que, simplemente, eran cómplices del enemigo.
No veo, pues, con el DAESH, nada que no se hubiera visto antes, sociedades que basan su esperanza en la conquista, amparada en el mito y «recordada» por el castigo… y otras sociedades acostumbradas a discutir y a dudar sobre sí mismas, lo que está bien mientras que no se tengan que enfrentar a otras sociedades que no tienen ninguna duda sobre ellas y que quieran imponerse. De vez en cuando hay quien nos va a obligar a «desempolvar» las bases de nuestra civilización (cristiano-romanas); lo importante es no haberlas olvidado, y en esto es de suma importancia la observación del Comandante Martín Serrano sobre la educación de nuestros hijos. Estoy seguro de que en los Estados Unidos todavía mantienen una clara conciencia de identidad, de con lo que no se puede «jugar», aunque hayan cometido gravísimos errores en su política exterior, con la que sí «juegan» contando con que «no llegará a ellos» (tal vez tengan que volver a repasar los documentales de Capra), pero la situación en Europa puede que sea más parecida a la vencida en los años 30. Hay algún país europeo que está recuperando su identidad, y ya no basada en la política (que lo encaminaba hacia una satrapía de estilo oriental) sino en sus bases históricas y de valores, muy parecidos a los demás países europeos (pese a quien pese), y me estoy refiriendo a Rusia, con la que, sobre estas bases comunes, habrá que contar como socio y no como enemigo; el destino de Rusia, aplazado desde la época de Pedro I, es el de ser un país europeo.
En esas circunstancias, el diálogo es imposible, sólo es cuestión de quién prevalecerá, y de cuándo, puesto que, como dice el Comandante Martín Serrano, siendo inevitable el choque, debemos actuar cuanto antes, por responsabilidad ante nuestros descendientes y por no obligarlos a enfrentarse a un enemigo que cada vez se hará más fuerte.
Reciban un cordial saludo y muchas gracias, Comandante Martín Serrano.
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Muy agradecidos por su exacto y clarificador comentario y un fuerte abrazo. General Dávila.
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En primer lugar quiero agradecer al General Dávila la oportunidad que me ha brindado al cederme su espacio para compartir mis ideas y reflexiones. Y en segundo lugar, también quiero agradecer las amables palabras de todos los anteriores comentarios, así como su interesante y enriquecedora aportación al asunto objeto de mi artículo.
Con este no he pretendido más que aportar mi granito de arena para facilitar la comprensión de un problema que en mi opinión es probablemente la mayor amenaza a la que se enfrenta nuestra sociedad hoy en día. O tal vez debería emplear el termino civilización, más adecuado al efecto. Nuestra civilización está claramente en crisis, una crisis fundamentalmente de valores, valores que en el pasado llevaron a hombres de toda condición a dar un paso al frente, cada uno en su ámbito, para proteger su modo de vida, su libertad al fin y al cabo y el futuro de sus hijos, asumiendo las consecuencias y los sacrificios que conllevaba dicha decisión. Ese hecho se produjo varias veces a lo largo del pasado siglo, y cualquiera que haya recorrido los cementerios de guerra de la Primera y Segunda Guerra Mundial y algunos de los escenarios de ambas contiendas sabrá perfectamente a lo que me refiero. En cambio hoy, cuando nos enfrentamos a un peligro mucho mayor de lo que afrontaron nuestros mayores, nadie, o casi nadie, parece dispuesto no ya a afrontar el problema, sino, me atreveré a decir, a verlo o reconocerlo. Y esa es la verdadera amenaza, no querer ver lo que tenemos delante, simplemente porque no nos gusta o porque tememos que si reconocemos lo evidente, nuestro cómodo día a día dejará de ser tal. Sin pararnos a pensar que de ese modo estamos trasladando el problema, como se dice en el artículo, a las generaciones venideras y si eso ocurre, para ellos ya será tarde.
Es por ello que considero una obligación contribuir en la medida de mis posibilidades a evitar que eso ocurra.
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Este tema es tan actual, interesante y apasionante que me atrevo a intervenir de nuevo, con la venia de mi querido General Dávila, que seguro perdonará mi insistencia en matizar aspectos más concretos y ocultos al ciudadano de buena voluntad.
En el fondo, esta crisis, esta debilidad, esta falta de valores, este pasotismo social… todo es producto de intereses de grupos a nivel mundial, europeo y español; de una modernidad que anula valores, tradiciones y humanismo; del marxismo cultural, de la antropología atea y laica; es la subversión del orden natural de las cosas que genera calamidades. La soberbia politizada, la rebelión primigenia disfrazada de ideología. Eso es a lo que nos enfrentamos en última instancia en este momento: la subversión de la misma naturaleza del ser humano y de toda la Creación. Ese es el frente de batalla. Ya no es sólo un problema local, nacional, es un problema espiritual de las fuerzas que luchan dentro del ser humano: la fuerza del bien y la fuerza del mal, la fuerza de la verdad y la fuerza de la mentira; la fuerza de la concordia y la fuerza de la discordia; la fuerza del respeto y la fuerza del odio. Esas son las fuerzas en lid en este momento en todo el mundo, y es necesario tomar postura y elegir bando en esta batalla.
Para los agentes de la subversión, todo es un concepto discutido y discutible… menos los suyos. Todo lo que ha regido al mundo desde hace miles de años es, para ellos, discutido y discutible. Pero lo que no es discutido y discutible son sus dogmas, su voluntad: su dogma de género, su dogma eugenista, su dogma histórico… todos ellos falaces y antinatura. Esos no son discutibles sino incuestionables y muy punibles. Según ellos -los agentes del “nuevo orden mundial”-, el mundo va a funcionar mejor si se hace su voluntad, pero el resultado de su experimento, en España y en Europa, es la falta de valores, el adoctrinamiento de la juventud, el pasotismo social, el conformismo, son los suicidios diarios, las familias sin ingresos, corrupción generalizada, niños en la pobreza, abortos y otros tantos crímenes e injusticias de todo tipo.
El fin último del contubernio mundialista es sustituir el “hágase Tu voluntad” por el “hágase mi voluntad”; la ley del más fuerte, de los poderosos del mundo. Y esa voluntad incluye reducir la población de millones de personas y someterlos a un orden luciferino, como ellos mismos reconocen; facilitando el libertinaje, la comodidad engañosa, la corrupción, la diversión, el todo vale.
Pero yo creo que la única roca sobre la que puede fundamentarse un Estado es el Orden que ha regido el mundo civilizado desde hace miles de años, el Orden natural y el Orden moral cristiano: la defensa de la civilización cristiana y patria; el restablecimiento del orden; la mejora del obrero y de las clases humildes; la propagación de la cultura hispana y la repulsión de las doctrinas laicistas, populistas, marxistas y comunistas. Devolviendo a España su tradicional sentido religioso y anulando la obra sectaria y masónica que pretende anular conciencias a costa de facilitar el paso al extremismo islámico.
En fin, dándome cuenta que mi pasión por el tema aumenta mi cabreo, prometo dejarlo aquí y pido disculpas por mi insistencia.
Un abrazo.
Pedro Motas
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Un fuerte abrazo Pedro y gracias de nuevo. GDávila.
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Interesantísimo tema:
Primero me gustaría decirle al Sr. Padilla que me parece desafortunado comparar el caso catalán con el mal llamado Estado Islámico. No me parece justo comprar el asesinato con el desarrollo político pacífico, estemos o no estemos de acuerdo. Entiendo su temor, el cual hasta comparto, pero no se puede meter en el mismo saco porque pierde credibilidad argumental. Basta con los hechos para tener o defender una razón.
Respecto al caso que nos ocupa: leí en una ocasión una teoría sobre la Reconquista española que me pareció muy interesante. Viene a exponer que la Renconquista duró 800 años porque en realidad fue una reconquista demográfica del cristianismo. Según lo veo, combatir y derrotar al radicalismo islámico es en sí, es posible y necesario. El problema de fondo es que dentro de un siglo nos habrán ganado la batalla demográfica, que unido a la permisividad de la UE hará que próximas generaciones europeas sean asiáticas, musulmanas o africanas… Estamos en peligro de extinción. No estamos sabiendo proteger Europa, ni estamos sabiendo integrar la inmigración, ni mencionar que todos los derechos conquistados están en serio peligro.
En mi opinión necesitamos dos frentes: Político (en casa) Militar (fuera de ella). Hay que ser contundente con la corrupción y hay que refundar ESpaña, es imperativo tener gobernantes con los valores necesarios para ejercer un gobierno fiable. Es de vital necesidad proteger nuestros intereses fuera de nuestra frontera, necesitamos liderar la estrategia militar en la periferia europea.
Los campos de refugiados deben estar fuera de la UE, hay que proteger a los niños y las mujeres, pero hay que adiestrar a los hombres (refugiados) para que de una forma más o menos activa participen en la derrota del DAESH.
Es momento de una alianza mundial para proteger un futuro decente: Guerra económica al petróleo y financiación del DAESH de Emiratos, Arabia Saudí, etc…
En fin, tampoco me quiero extender mucho ya que son ustedes los expertos y yo sólo cuento con mi humilde opinión.
Saludos cordiales,
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Buenas noches. D. Daniel. Independientemente de la pertinencia o no de la equivalencia entre uno y otro casos, cosa que no quiero tratar como comentario a este artículo, pues no es el tema, quisiera indicar de forma clara que no existe un «desarrollo político pacífico» al margen de la ley, especialmente en los países que están reconocidos como democracias homologadas por sus similares. Marcar un proceso fuera de la ley como «desarrollo político pacífico» es un fraude.
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