
El Milagro de los Bueyes. En este milagro los bueyes aran y realizan las labores mientras Isidro reza.
Aunque con retraso…, pero todos los santos tienen su octava.
¡Si se desigualó el sembrado, por San Isidro, igualado!.
Es el momento en el que empieza el buen tiempo. Al santo se le considera el patrón de los agricultores, y estos hacen rogativas pidiéndole agua en tiempos de sequía. Por ello el pasado 15 de mayo, se bendijeron los campos, se le hicieron ofrendas con frutas, almuerzos, fiestas camperas, misas, romerías, y como antaño, concursos de arada, y lanzamiento de la reja del arado.
Con Isidro, el campo de Castilla quedó para siempre iluminado y fecundado por la paciencia, por la inocencia y por el trabajo de este héroe del arado y de la azada, San Isidro Labrador. Patrono de la capital de España, humilde trabajador de la Villa de Madrid, desde poco después de haber sido conquistada a los moros por los Reyes de Castilla.

Museo del Prado. San Isidro, «El milagro de los bueyes». Dibujo anónimo Siglo XVII. Museo del Prado.
Cuando el 28 de abril se nos fue la luz, fue el momento donde ví las cosas con más claridad, y la imaginación me llevó a Santiago de Compostela la ciudad de color verde musgo, de plazas recogidas y campanarios agudos. Allí encontré a dos paisanos, dos genios gallegos: el periodista Julio Camba, y la condesa de Pardo Bazán. Intentaré contaros a mi manera, dos de sus obras relacionadas con Santiago, San Isidro y con un soldado de Caballería del Regimiento Alcántara de Melilla, caído en Marruecos, al demostrar un heroísmo más allá de lo razonable.
Empiezo con Julio Camba Andreu (Villanueva de Arosa, Pontevedra) y su artículo publicado en la prensa madrileña, diario universal de noticias «La correspondencia de España» el 29 de julio de 1909. Corrían los años de la «Guerra de Marruecos», conflicto militar que tuvo lugar en la zona del Rif entre España y las tribus rifeñas . El «Desastre de Annual» de 1921 fue el punto clave en este conflicto, marcando una grave derrota española.
Por eso cuando Camba vio al Apóstol Santiago en piedra matando moros en el frontispicio del Ayuntamiento de Santiago de Compostela, en el tejado del palacio Rajoy frente a la Catedral en la plaza del Obradoiro, quiso saber lo que opinaba el Santo de los sucesos de Marruecos, y al tejado se subió para hacerle una entrevista.
–¿Se ha enterado usted de lo que ocurrió en Marruecos.
–Aquí y en la Catedral, he oído hablar algo de eso. Creo que hubo guerra, pero no contaron conmigo para nada. Desde luego, puede usted asegurar que yo no fuí.
–¡Hombre! Pues le echaron a usted en falta.
–No lo crea –me replicó–. Aquellos gobiernos, y los actuales ya no tenían, ni hoy tienen, confianza en mí.
Yo siempre fui un soldado de Cristo, pero no de Romanones. Tampoco hoy lo sería de Margarita.
–Además –añadió el Santo– yo estoy ya muy viejo. No conozco la táctica moderna, y, fuera de Santiago, no tengo ningún adicto. Si fuese a la guerra hoy, serían capaces de ponerme a pelar patatas.
Hubo un momento de silencio.
–¿Y por qué –dijo de pronto el Santo–, por qué mataron ustedes a los moros?
Porque ustedes son mucho más infieles que ellos…
–¡Ah! –exclamó el periodista–. Nosotros teníamos y tenemos hoy un ideal superior: la civilización.
–Y ¿es por eso por lo que matan ustedes a los moros?
–¡Pero si no los matamos, señor Santiago! . Se conoce que usted no leyó los periódicos de aquellos días. Hasta ahora, Apóstol bendito, y como usted no lo remedió, fueron los moros los que en el Rif nos mataron, y como nos descuidemos nos
volverán a matar ahora en nuestra propia casa.
Cuando me despedí de él, me dijo:
Ya que ustedes se metieron en esa aventura, que salgan bien de ella. Después de tantos años, yo no estoy tan mal aquí con el actual Gobierno. El Presidente me abrazó el otro día, y Ábalos, por medio de su hombre de confianza, que de portero de cabaret, tengo entendido, pasó a consejero de Renfe, me mandó los mil ducados de todos los años.
Koldo, Koldo por mucho Varón Dandy que te eches, siempre olerás a puticlub.
Y así acabó mi entrevistra con el glorioso Patrón de España, a quien su arrojo de soldado le valió el sobrenombre de «Hijo del Trueno».
¡Por Santa Ana no hay borrica mala y por Santiago no hay mal caballo!.
Continuo con Emilia Pardo-Bazán y de la Rúa-Figueroa, condesa de Pardo Bazán, novelista nacida en La Coruña, y me recrearé en uno de los cuentos que componen la colección «Cuentos de la Patria», concretamente el llamado «Caballo Blanco», publicado en 1899.
…Dejo la plaza del Obradoiro y abandono Santiago. Al pasar por el Monte de Gozo, veo al caballo del Apóstol atado a uno de los muchos eucaliptos de la zona.

Frontispicio del Ayuntamiento, con Santiago matamoros en todo lo alto. Palacio Rajoy, frente a la Catedral en Plaza del Obradoiro
El caballo por un instinto singular, sabe y conoce todas las veredas que le conducen a la casa que le cobija; adivina donde está el pesebre en el que come todos los días, y al igual que el caballo siente querencia por su casa y por su amo, Santiago, siempre sintió honda querencia por España.
De pronto, los ojos del Apóstol se fijaron en su caballo, con solo advertir que le miraba su jinete de antaño, el caballo se estremeció, empinó las orejas, respiró con fuerza, hirió la tierra con sus relucientes cascos, y pareció decir en lenguaje de signos: «¿Cuándo llega la hora? ¿Vamos a estar siempre así? ¿Por qué no me desatas? ¿Por qué no cruzamos otra vez entre resplandores y chispas el firmamento rojo, el aire encendido de las campales batallas?»
Sin duda para acrecentarle el ansia y avivarle el recuerdo aparecióse por allí un alma que acabada de ingresar en el Paraíso, pues daba claras señales de no conocer los caminos, de hallarse como desorientada e incierta. Era un recién llegado de África, el soldado del Alcántara, de mediana estatura, moreno, avellanado y enjuto; rodeaban su tronco retazos de tela amarilla y roja, que apresuradamente igualaba en matiz la sangre fluyendo de varias mortales heridas. Santiago corrió hacia aquel valiente con los brazos abiertos, y el sodado español, al ver ante sí al Apóstol de la Patria cayó de rodillas y le besó los pies con infinita ternura.
Bonaerges, hijo del trueno, murmuraba devotamente el soldado español, ¿por qué nos has abandonado? En nuestro infortunio, confiábamos en ti, esperábamos que hicieses vibrar sobre nuestros enemigos el rayo o lloviese sobre ellos el fuego celeste.

El escudo del laureado Regimiento Alcántara 10 de Melilla. Lema:«HOEC NUBILA TOLLUNT OBSTANTIA SICUT SOL» (Cabalga como el sol, disipa las nubes a su paso)
Mira, Señor Santiago, a dónde hemos llegado, todo un pobre espectáculo para las naciones, los ángeles y los hombres. Hemos venido a ser lo último del mundo. Y todo por faltarnos tú, Apóstol de los combates. Desata a tu caballo y guíanos de nuevo al través del aire, ponte a nuestra cabeza. ¿No oyes cómo relincha, deseoso de arrancar al grito de «Cierra España»?. Te esperaron «allá», y hoy «acá». Te aguarda la tierra que por ti se creyó invencible.. ¡Santiago! ¡Buen Santiago! ¡Señor Santiago! Y alzando y consolando al español y apretándole contra su pecho, empezó a vendarle las heridas cruentas, hecho lo cual llegóse al árbol y desató al caballo blanco, que, loco de júbilo al verse libre, y al suponer que remanecían las aventuras de otros tiempos, agitó la cabeza, se le agrandaron los ollares, hizo flotar la crin, y corveteó gallardamente poniendo la cola en trompa.
Por su parte, el Patrón tomaba la cota de malla y se la vestía, calzábase el ancho sombrerón orlado de acanaladas conchas, afianzaba en los hombros el manto, embrazaba el escudo y ceñía el tahalí y la espada terrible. Entre tanto, el español echaba al caballo la montura. Y cuando ya el Apóstol trataba de calzar el pie izquierdo en el estribo de plata, he aquí que aparece, saliendo del vecino bosque, otro español, vestido de paño pardo calzado con groseras abarcas y cubierto con una parpusa, haciendo señas para que se detuviese el Apóstol. Este aguardó; pues en el hombre de tez curtida y de rústico atavío acababa de reconocer a San Isidro, pobre jornalero laborioso, agricultor, pocero y zahorí mozárabe del siglo XI natural de la entonces llamada Mayrit (hoy Madrid) musulmana, y al que la hagiografía le atribuye entre otros el «Milagro de los Bueyes»
-¡Orden del Señor! -voceaba el labriego descompasadamente-. ¡Orden del Señor! Ese caballo nos hace falta para uncirlo al arado y que ayude a destripar terrones. Y ese español que está ahí, a pesar de sus heridas, que venga también a llevar la yunta, y tú mi querido tordo sin nombre, olvídate del ruido de sables ahora toca estar junto al buey de Isidro, para trabajar el campo. Paisano mío, a arar con paciencia y sin perder minuto.

Cuadro del militar y pintor Jose Cusachs y Cusachs, 1898. Museo de la Academia de Caballería Valladolid.
Hoy, la identificación con el jefe de las milicias celestiales, que aparecen en la portadas de los ejemplares del Apocalípsis leídos en los cenobios durante los más duros años de la Reconquista, se mantiene. Pero al tomar la espada por el tercio fuerte de la hoja como si fuera una cruz, (símbolo de la Justicia Divina en este caso) y carecer de moros vencidos a sus pies, reaparece inesperadamente el carácter puramente religioso de la devoción al santo durante los primeros siglos desde el descubrimiento de su sepulcro en el VIII. (Del libro Valladolid y las Fuerzas Armadas del coronel de Caballería Juan Silvela Milans del Bosch)
Y hasta aquí llegó mi osadía, con mi perdón por haber estropeado sus brillantes historias, y mi promesa de no volver a repetirlo.
Isidro, ¿Igualaremos algún día el sembrado?
¡Moitas grazas paisanos!.
Zaragoza 25 mayo 2025.
Blog: generaldavila.com
Buenos días, mi General, y todos, por ahora; cuidado al arar, no vayamos a estropear, con el arado y la espada, alguna que otra placa fotovoltaica, como los energéticos molinos eólicos que se cargó ¿San? Quijote de la Mancha.
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Muchas gracias Mi Coronel. Sus escritos son esperados como siempre ya que ilustra muy bien a los personajes «santos» que parece que los tenemos olvidados. Ahora Santiago matamoros, no puede moverse, ya que le dirían que es un racista. Para mí siempre será el patrón de España. Y sobre los moros a tenor de que me puedan llamar racista, le diré que lo poco va bien pero lo mucho ya duele cuando te quieren imponer sus costumbres y credo en los colegios y demás. Saludos para todos.
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Mi respetado y muy querido CORONEL CERDIDO,
Posiblemente me haya pasado en EXTENSION. No pasa nada, procuraré limitar los comentarios para evitar situaciones comprometidas.
SANTIAGO : Sencillamente enviaba un trivial soneto AL APOSTOL.
«HOEC NUBILA TOLLUNT OBSTANTIA SICUT SOL».
SAN ISIDRO : Muy simplón testimonio que de pequeño todos los SAN ISIDROS me gustaba ver las competiciones de LOS SURCOS MAS RECTOS.
EL HEROICO LAUREADO SOLDADO ANONIMO DEL REGIMIENTO ALCANTARA.: Adjuntaba otro simple soneto al TCOL LAUREADO HERMANO DE DON MIGUEL PRIMO DE RIVERA.
Probablemente aludía a ciertas motivaciones políticas pero nada transcendentes.
Finalmente, pasaba a 1880 con FOLLAS NOVAS DE ROSALIA donde copiaba NEGRAS SOMBRAS y no por ello excluía a LA GRAN CONDESA DOÑA EMILIA PARDO BAZAN.
Tengo grandes amigos tanto en SANTIAGO, AROSA CORUÑA etc. Permanecí unos seis años y medio.
ENHORABUENA Y GRACIAS POR TAN EXCELENTE ARTICULO COMO SIEMPRE. ¡NUNCA NOS DEFRAUDA! REITERO GRATITUD.
A la orden de V.I
A la orden de V.E
VIVA EL REY
VIVA EL INSUPERABLE HURACAN DE LA CABALLERÍA
VIVA Y ARRIBA ESPAÑA
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Con permiso de Vuecencia, mi General. Santiago honor y valor, San isidro esfuerzo y trabajo. Parece que los españoles les hemos olvidado. Solo conmemoramos las fiestas dedicadas a sus respectivos nombres para la diversión, que tambien; oñvidando la misión que tenemos de luchar y trabajar para engrandecer España a pesar de que nuestros gobernantes esten empeñados en destruirla.
Gracias mi Coronel por dedicar este estupendo artículo a dos de los Santos mas significativos para los españole- Julio de Felipe Jimeno ¡¡Arriba España y viva La Legión!!
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