Siempre hay que estar atentos a la palabra, cualquier palabra, que encierre algo de interés nacional, es decir de la nación, al margen de que individualmente nos afecte más o menos; nos guste o deje de gustar. Cuando esa palabra es la del Rey prestemos atención porque algo quiere decirnos.
La palabra del Rey es simbólica y de ahí su valor. Es el símbolo quién habla y es por ello que su palabra cobra más valor y fuerza que la temporal de un Gobierno guiado por su interés que no siempre coincide con el de la Nación.
«El Rey es el Jefe de Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones, asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica, y ejerce las funciones que le atribuyen expresamente la Constitución y las leyes».
Así dice la Constitución y el mensaje del Rey en Navidad se encuadra de lleno en esta misión de arbitraje y moderación. Sus palabras en esta Navidad han sido más que nunca un acto de Rey que avisa porque ve que esto no va en la dirección que deseamos. Por ello es destacable la repetición de la palabra convivencia. Debemos analizar en detalle a quién se ha dirigido especialmente en su mensaje de Navidad.
Repetiremos como el Rey: convivencia. ¿Es que vamos camino de perderla o ya la hemos perdido? He sentido tristeza al oír al Rey: «…hastío, desencanto, desafección, crisis de confianza…» Poco navideñas, preocupantes hasta el límite de lo que un Rey puede anunciar en Navidad. Oscuro panorama.
De estos 50 años creo que los peores son los últimos en los que se ha puesto en discusión la unidad de España. Terminar con la Transición es acabar con la convivencia de la que habla el Rey. Porque parecen sus palabras dirigidas, muy dirigidas y no a todos los españoles. A los gobernantes. A todos los que lo hacen o lo pretenden. En España, gracias a Dios y al talante de los españoles, vivimos en convivencia; por ahora. No somos la gran mayoría de los españoles los que la rompemos, sino los políticos y sus políticas y a ellos se ha dirigido el Rey. Los españoles sabemos convivir, pero esos que se denominan nuestros representantes han entrado en una loca batalla por el Poder, un poder que roza el abuso y que más parece una dictatorial forma de gobernarnos.
Es evidente que hay una «crisis de confianza». No, no es un problema generacional el que tiene España, sino de confianza y credibilidad en nuestros gobernantes. No eran palabras las del Rey para generaciones por edad, sino por una política desastrosa que está llevando a España a no serlo. De eso hay que hablar y a eso se ha referido el Rey. Ha sido un acto de arbitraje y moderación. Tarjeta amarilla tirando a roja. Si no es así y estoy en un error pido disculpas, pero es que no me he dado por aludido en las palabrea Reales. Era a otros a los que se dirigía el Rey. Creo intuir.
Este párrafo destaco: «Los extremismos, los radicalismos y populismos se nutren de esta falta de confianza, de la desinformación, de las desigualdades, del desencanto con el presente y de las dudas sobre cómo abordar el futuro». Pues en eso estamos. ¿Cuál es la solución? «Avanzar unidos».
¡Cuan largo me lo fiais!
Perdonen que hasta en Navidad les atosigue con mis palabras, pero es que no está el horno para bollos y ni un minuto podemos perder que no sea en la defensa de nuestra unidad y «convivencia»
Feliz Navidad
25 diciembre 2025