REFLEXIONES EN TORNO A LA UNIDAD Y LA DIVERSIDAD (General de Brigada Adolfo Coloma Contreras)

f6Tengo un buen amigo que sostiene que, en la guerra psicológica, la primera batalla que se gana (o se pierde) es la de la semántica. Cuento esto al hilo de la importancia que tiene el llamar a las cosas por su nombre. Por ejemplo: en la larga lucha contra la organización terrorista ETA, las cosas empezaron a cambiar cuando en los medios de comunicación dejaron de referirse a sus secuaces como “activistas” a sus grupos “comandos” y a sus actividades “insurrección” para llamarles sin pudor por su nombre: “banda de asesinos terroristas”.

En la organización militar todas las entidades, con independencia de su tamaño, situación en la escala jerárquica, pertenencia a la línea o al staff, todas ellas tienen un nombre común: “Unidad”. Desde las más elementales, como la escuadra, la sección (o trozo, como lo denominan en la Infantería de Marina), la compañía, el buque o el escuadrón, todas son “unidades” militares.

F! Y no me negarán la poca relación que tiene una unidad naval, por ejemplo un buque, con un batallón acorazado o un escuadrón de vigilancia aérea. Sin embargo, todas constituyen una “unidad” lo cual, enlazando con la afirmación de mi amigo, no le proporciona simplemente un valor semántico. Es algo mucho más profundo y significativo. F2Confiere a todos los individuos que sirven en ella un cierto carácter a la vez aglutinador y distintivo. Aglutinador, porque convoca orgullosamente a todos sus miembros en el propósito de la misma, les aporta un sentido de pertenencia inmediato fomentando valores como el compañerismo, lealtad, disciplina y en definitiva le proporciona una muy beneficiosa cohesión. También tiene un positivo valor distintivo pues identifica a todos los miembros de tal unidad frente al resto por sus manifestaciones externas, como por ejemplo, la uniformidad, sus símbolos característicos: guiones y banderines. Sus tradiciones, himnos, aniversarios etc.

Unas y otras están bien recogidas, y amparadas por las Reales Ordenanzas de las Fuerzas Armadas. Este texto legal, aprobado por RD 26/2009 , aun cuando está despojada de su carácter primigenio regulador de los derechos y deberes de los militares superada por el conjunto de leyes sobre la carrera militar, la enseñanza, personal, si conserva el estilo de código deontológico para los militares está plagado de referencias al concepto de “unidad” al que me vengo refiriendo: f3

  • Se esforzará en que con su aportación personal su unidad, de la que se sentirá orgulloso, mantenga los mayores niveles de preparación, eficacia, eficiencia y cohesión (Art. 22)
  • Conservará y transmitirá el historial, tradiciones y símbolos de su unidad, para perpetuar su recuerdo, contribuir a fomentar el espíritu de unidad (Art. 23)
  • Fomentará el espíritu de equipo para aumentar la cohesión de su unidad y la convergencia de esfuerzos con el fin de alcanzar el máximo rendimiento individual y de conjunto. (Art. 72)
  • El militar tendrá muy presente que con su actuación contribuye a elevar la moral de la unidad (art. 105)

Todo ello nos lleva a reflexionar sobre esa tendencia, casi diríamos “obsesión” de definir a cada ente orgánico u operativo como una unidad en sí misma. ¿Qué aporta tal consideración? Los que hemos vivido la milicia por dentro, encontramos muchas – y buenas – razones para ello. Desde el entorno más inmediato, esa idea de “unidad” se traduce inmediatamente en “equipo” y a mayores niveles nos sugiere un conjunto de esfuerzos coordinados y convergentes al mismo fin.

Por otro lado, las unidades, no tienen por qué ser todas uniformes. Por el contrario, son necesariamente diversas por muchas causas, desde las geográficas pasando por las técnicas, históricas, las especializaciones y otras más o menos coyunturales. f4 Y Esta diversidad tiene múltiples manifestaciones, en la uniformidad, tradiciones, formas externas e incluso códigos de conducta recogidos en los espíritus, decálogos, credos que ennoblecen muchas de esas unidades, que les confieren una particular idiosincrasia que en nada merman las normas recogidas en las Reales Ordenanzas, sino que las potencian. Podríamos concluir sintetizando por lo breve las dos ideas sobre las que venimos reflexionando: Cómo contribuir a la Unidad desde la diversidad. ¿Y no es esta misma reflexión exportable a la realidad española?

Si en medio del solaz veraniego ha llegado hasta aquí, amable lector, y me acompaña en esta reflexión, puede que le asalte esta idea: ¡Es que España no es un cuartel! Y no le falta razón, ni tampoco pretendo llevarle por esos derroteros. Pero de la misma forma que el mundo militar desde siempre – y aun más en nuestros días- ha aportado muchas cosas al progreso de la sociedad a la que sirve y de la que forma parte ¿Por qué renunciar a considerar esta aproximación desde la perspectiva militar a la hora de arbitrar soluciones a los retos que nos plantean los tiempos que vivimos? 

f5Disciplinas como la estrategia o la logística, valores como el compromiso, el esfuerzo, el compañerismo o la lealtad, sin ser exclusivos de las fuerzas armadas, forman parte de su ADN y están siendo importados por el mundo empresarial en sus procesos de selección de personal, en sus modelos organizativos y otros aspectos ¿Por qué negarse a aplicar estos valores, singularmente el de la unidad en la diversidad, a la panoplia de soluciones para afrontar los problemas que nos acucian?

f6Esta es, amigos, la reflexión veraniega de un hombre que se ha pasado la vida entrando en su lugar de trabajo, en su cuartel, en su unidad, en definitiva en su empresa bajo el lema “TODO POR LA PATRIA” y aun hoy, sigue creyendo en ello.

General de Brigada (R.) Adolfo Coloma Contreras)

8 pensamientos en “REFLEXIONES EN TORNO A LA UNIDAD Y LA DIVERSIDAD (General de Brigada Adolfo Coloma Contreras)

  1. Con la unidad hace la fuerza y se alcanza el éxito, como muestra la superación de los reinos de taifas ( luchas intestinas solo traían destrucción y desunión entre los diferentes reinos), con la reconquista de Granada, esa Unidad de la patria trajo como resultado, el descubrimiento y colonización de américa, dar la vuelta al mundo, y construir un imperio tan extenso que no se ponía el sol, (en menos de 100 años)con unas repercusiones tales que lo que hoy se llama la cultura occidental está a años luz de progreso material y en parte humano del resto de culturas.
    Somos el resultado del trabajo sacrificio de aquellos que nos precedieron fruto de la unidad y el amor a la patria a la que muchos entregaron sus vidas, Aprendamos de la historia y agradezcamos con nuestro trabajo y dedicación a mantener y engrandecer » ESPAÑA»

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  2. Pues no podría estar más de acuerdo con Vd., D. Antonio. Solo me permitiría añadir que es nuestra responsabilidad, individual y colectiva, transmitir el legado que acertadamente pone Vd. de manifiesto, a las futuras generaciones. Y a ser posible, engrandecerlo.
    Gracias por su participación en este blog.
    Adolfo Coloma GB (R) del ET

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  3. Buenos días, General Dávila y General Coloma. Me sumaré, con «armas y bagajes», al contenido de su artículo y, en especial a su moraleja: «Disciplinas como la estrategia…». Pues en las labores de la vida civil también podemos encontrar una misión, una jerarquía, la necesidad de compañerismo y lealtad, etc., con muy diferentes marcos: desde la Administración Pública hasta cualquier oficio de índole privado, pues todos los oficios (descarto, por supuesto, los que tienen fines delictivos) tienen una función de servicio, más allá del legítimo beneficio de la/s persona/s que realizan la correspondiente prestación.
    Esto me lleva a una doble reflexión.
    En primer lugar, que el adiestramiento en un oficio no sólo consiste en el aprendizaje en el manejo de los utensilios propios del mismo, sino también el aprendizaje en otras muchas habilidades: de relación con la jerarquía, compañeros, «clientes», disciplina horaria y, sobre todo, fidelidad para con las finalidades de la «unidad», lo que se suele considerar como «acomodo» con el oficio, esencial para que la prestación se realice de modo óptimo y, aún más, que se pueda esperar un permanente deseo de mejora, todo lo cual se puede enmarcar en un concepto básico para cualquier organización: COMPROMISO, que es cuando las habilidades no necesitan un recuerdo externo permanente, sino que han pasado a fomar parte de la propia conciencia del aprendiz.
    En segundo lugar, que en cualquier actividad humana podemos encontrar multitud de ejemplos en los que una «mera» transacción correspondiente a un servicio encuentra un «pago» que va más allá del que se halle establecido previamente. Son cosas que no «miden» los estudios económicos, pero cuya importancia se hace patente todos los días. ¿Cómo si no, podemos considerar la satisfacción en conciencia por un servicio bien hecho?, ¿cómo podemos considerar el propio orgullo resultante de haber sido felicitado por un superior jerárquico o por el agradecimiento de un «cliente»?, ¿cree alguien que el cirujano, que ha salvado la vida o eliminado el sufrimiento a una persona, limita su satisfacción al dinero que gana con ello?. Las «habilidades de conciencia», pues, son cosas que no miden las ciencias económicas, pero que influyen -y mucho- en que una organización llegue a buen fin. El que intente limitar su comprensión del ser humano a lo económico, no entiende quién es el ser humano.
    Naturalmente, el ámbito de actuación de una «unidad» será más o menos amplio, pero los procesos son muy similares.
    ¿Y de qué me «suena» todo esto?. Por supuesto, a una buena educación (social y moral) desde el principio de nuestra existencia, pero también a una Organización cuyo único fin es el servicio a un ámbito más amplio que las demás (la Nación) y que, por la propia naturaleza de su oficio, ha protocolizado y ejercita constantemente las habilidades relacionadas con él; pues no existe otra Organización históricamente más adelantada en estos afanes que las Fuerzas Armadas. He tenido el privilegio y el honor de haber servido en las FAS (cosa que se pierden las nuevas generaciones) y, desde esa posición de testimonio, señalaré que no hay nada malo que me hayan enseñado allí, o que allí haya aprendido o ejercitado y, sin embargo, diré que me ha servido de mucho para entenderme con mayor rapidez y facilidad en mi vida posterior, tanto laboral como social. Hay países en los que se cuenta como mérito el haber servido en sus Fuerzas Armadas, y no sólo por agradecimiento, sino también porque son conscientes de que cualquier organización civil se beneficiará de las habilidades adquiridas en el período militar, instrumentales (cuando hubiera lugar) o no instrumentales (que se dan en todos los casos). Las Organizaciones y empresas de esos mismos países (habitualmente, los más desarrollados) también dedican ímprobos recursos para la formación del personal que las integran, y no sólo en lo referente a lo instrumental, sino en los aspectos de moral, relación entre compañeros, distribución de tiempo, racionalización y adiestramiento de sus jerarquías, protocolización de sus procedimientos, etc..; estoy seguro de que, al menos en un principio, han aprovechado el modelo de referencia de sus Fuerzas Armadas, y eso no tiene nada que ver con «acuartelar» a un país, sino que tiene que ver sobre los paradigmas. Sin duda, existe un paradigma (o varios) de producción (en su época, la famosa «producción en cadena»), pero no encuentro un paradigma mejor de servicio que lo que son las Fuerzas Armadas.
    Reciban un cordial saludo.

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  4. Pues yo a mi vez, agradezco su extenso comentario Sr Carassius y cabalgo a su lado en toda su reflexión que me lleva a tres postas:
    – La primera – que guardo en mi petate- es la de que” todos los oficios tienen una función de servicio, más allá del legítimo beneficio de la/s persona/s que realizan la correspondiente prestación” es simplemente la esencia de cualquier profesión que se ejerce con vocación
    – La segunda, cuando Vd. afirma que “una mera transacción correspondiente a un servicio encuentra un “pago” que va más allá del que se halle establecido previamente”, constituye la formación en valores que verá con insistencia que es uno de los pilares de este blog.
    – Por último, aborda Vd. El valor añadido de contenido social y vertebrador que representan las Fuerzas Armadas, que va mucho más allá que la mera transacción de conocimientos técnicos relacionados con el oficio de la guerra , que Vd. pone de manifiesto y que, con todos sus inconvenientes, ha beneficiado al conjunto de los españoles, varones, durante décadas a través del Servicio Militar ¡Que razón tiene! Pero sería objeto de otra entrada en este blog.
    Hoy en día en que tantas instituciones españolas y extranjeras – incluido el Vaticano – piden perdón por tantas cosas, bueno sería que en el ámbito nacional. Más allá del estamento militar, se diera las gracias a los españoles – Y A SUS FAMILIAS- que han prestado ese desinteresado y nada remunerado servicio a la Patria.
    Adolfo Coloma GB (R) del ET

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  5. Buenas tardes. Muchas gracias por su comentario, General Coloma. Como sabe, existen varios «monumentos» al soldado o marinero de reemplazo (al menos, en Alicante, en Ceuta y en Cartagena, por lo menos las dos primeras muy ligadas a su biografía), y es cosa que se agradece (es cierto que también las familias han sostenido «la mili») aún cuando muchos (no diré todos, pero sí la mayoría) de los que cumplimos ese servicio lo comprendíamos como parte de nuestra función como españoles (que incluye, naturalmente, quejarse de todo), pues desde pequeños nos enseñaron (en la escuela, puede que también en nuestra familia) que, independientemente de la profesión a la que nos encaminásemos, por nacimiento teníamos la noble y heredada profesión de español y, como nobleza obliga, encuentra el pago en la propia conciencia así que, por lo que a mí respecta, soy yo quien da las gracias por haber tenido el honor de haber servido a mi Patria dentro de una Institución que la prestigia y lleva consigo permanentemente el nombre de España.
    No quisiera volver a redactar un comentario tan extenso como el anterior, pero me gustaría poner en relación lo antedicho, de la profesión y oficio de español (M. de Unamuno: «soy español de nacimiento, de educación, de cuerpo, de espíritu, de lengua y hasta de profesión u oficio»), para entender el Servicio Militar Obligatorio como una especie de «recordatorio», de «confirmación», puede que de alarde, de tal condición de español, no como un hecho aislado en nuestras vidas, sino como hito dentro de la educación en los valores que parten de la tradición de nuestro pueblo y de la Historia de nuestra Nación, valores que nos enseñaban desde pequeños, iluminados por medio de los hechos de nuestros antepasados en el oficio de españoles. No me enfrascaré en un debate acerca de las bondades de un servicio militar obligatorio, sino lo que pretendo es situar aquella circunstancia dentro del aprendizaje de ser español, pues considero que el servicio a la Patria no se limita al servicio de las armas, que me hallo comprometido como español desde que tengo uso de razón (y, antes, sin saberlo) y que me siento concernido en ese servicio tanto desde mi actividad profesional como dando testimonio, desde mi memoria y conocimientos, del significado de ser español y, por supuesto, aportando mi «cartuchería» ante los ataques a mi Patria. El problema fundamental, General Coloma, como sabe de sobra, no es que haya desaparecido el compromiso militar (sustituíble perfectamente con el apoyo a nuestras FAS), sino que lo que ha desaparecido es todo lo demás, el aprendizaje en el compromiso con España, el aprendizaje en la profesión u oficio de ser español, cuando no ha aparecido y se ha permitido el aprendizaje en su contra.
    Reciba un cordial saludo.

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