DAMA DEL ARMIÑO. 1577-80
Colección Particular
Empezando por el título, todo se mueve en el terreno de lo posible, y son muchas las preguntas que nos podemos hacer ante esta obra maestra. La primera, su autor: tradicionalmente ha sido atribuída a El Greco, aunque actualmente hay expertos que vinculan su autoría a Sofonisba Anguissola, italiana y dama de honor de Isabel de Valois, la tercera esposa de Felipe II. Pero si, desde luego, fue pintada por él me reafirmo en mi idea de que nuestro personaje, (re)trataba con infinito cariño a quien le caía bien, y ésta sería una excelente muestra; porque la modelo podría ser Jerónima de las Cuevas con la que tuvo su único hijo, Jorge Manuel.
Recomiendo a los curiosos que profundicen en la historia de este cuadro:
MISTERIOS
(Soneto)
En su gracia, beldad, y donosura,
-tocada en fino velo, piel lujosa-
la imagen de una dama misteriosa
destaca sobre un fondo de negrura,
y en su gesto y su porte, con mesura,
¿inicia una sonrisa afectuosa?;
serena la mirada, que no osa
de frente nos mirar, por compostura.
Si fue noble o plebeya, fuera amante,
qué pintor sobre el lienzo la plasmara,
el rubor en su tez, cuidado aliño:
misterios, ya decimos; que inquietante
con el tiempo la historia nos llegara
de la dama del lince; que no armiño.
Hospital de la Caridad. Illescas (Toledo)
Muy acendrada en Toledo y entre los toledanos está la tradición del milagro de la imposición de la casulla a S. Ildefonso – obispo ya en el siglo VII y defensor de su virginidad – por la misma María bajada de los Cielos. La representación de este milagro se puede ver en innumerables ocasiones, en los más variados materiales y en las distintas expresiones del Arte a lo largo del acervo artístico de esta ciudad.
El Greco, ya «toledano» bebería naturalmente de esta vivencia, y también en distintas ocasiones la llevó al lienzo como veremos; en esta obra, en deliciosa anacronía, recrea al santo mientras escribe su tesis en defensa de María virgen.
PROMESAS
(Soneto)
Mira San Ildefonso a la Señora,
de su virginidad fiel abogado,
y en íntimo su gesto y recatado
pluma en mano, humildemente implora
ser se digne, de su obra inspiradora;
y Ella, la sin mancha, sin pecado,
un gran don le promete con agrado:
del Cielo descender. Y la que otrora,
si gloria y esplendor, aquella escena
de ángeles bajando alborozados
y una Virgen que la casulla porta;
a ésta toda pompa le es ajena:
basta el rojo, su luz, unos dorados,
y el anuncio que al santo reconforta.
Por la gran demanda suscitada entre su piadosa clientela, hasta un treintena de cuadros con este motivo saldrían del taller de El Greco, si bien el número de los firmados por él es muy inferior.
En éste que he elegido (y todos son similares) ya veis que se mantiene y se recrea fiel a «su manera» de pintar, en la que sus crucificados se muestran sin apriencia de sufrimiento en su martirio, y en los que parece que es la Cruz su trono.
LLAMAS
(Soneto)
Recortada entre nubes de tormenta,
diagonales sombrías e inquietantes
de grises por romper amenazantes,
fríos los resplandores; y la afrenta
de ese tu martirio y muerte cruenta,
de traiciones y juicios aberrantes,
de horror y de tormentos delirantes
que tu humildad clavada no aparenta.
Y él alarga y retuerce tu silueta
cual si fuera, flamígera de amor,
una llama en su ascenso al Paraíso;
empeñado en sacar de su paleta
-más de almas que de cuerpos el pintor-
lo que nunca osó nadie, pudo, o quiso.
(Continuará)


Mi padre combatiente en la batalla del Ebro me contó en una ocasión: Cuando vi a mi comandante en lo alto de una loma sin esconderse de las balas pensé que algo iba mal y por primera vez desde que empezó todo aquello tuve miedo… Mi padre era un hombre muy valiente y jamás se atribuía ningún mérito ni alardeaba de su comportamiento en la contienda… Honor a los que cayeron por España y al Ejército…
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Fátima
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Rodeada por colinas,
Olor de ceras, e inciensos,
Donde reina la divina,
Y el creyente se ilumina
Con el fervor más inmenso.
En la grandiosa explanada
Que hace honor a su reinado,
Donde doblan las campanas
Con llamadas que proclaman
Para limpiar los pecados.
Son sus ecos tan hermosos
Como la paz que se siente,
Tan sonoros y piadosos,
Benéficos y armoniosos
Como el hacer de la gente.
Que entregada a la bondad
La maldad entra en cintura,
Y horizontes de claridad
Se abren a la humanidad
Del que profesa dulzuras.
En Fátima se estremeció
Mi corazón dolorido
Cuando contempló el amor
De los que piden perdón,
¡De los que llegan heridos!.
Venidos de todas partes
Se impregnan de los aromas
Que por doquier se imparten
Entre rezos glorificantes
A la grandiosa patrona.
Son sus cantos gregorianos
Los mensajes pertinentes
Que arrodillan al cristiano
Y doblegan al humano
Que de Dios estuvo ausente.
En este Santo lugar
Se amansan los poderosos,
Porque reina la igualdad,
Y la esperanza de amar
Bajo el dogma religioso.
Presiento que he de volver
Con amor compromisario
Para rezarle también
Donde la vida en su hacer
Me llevó hasta el Santuario.
Una dulce sensación
Se metió en el alma mía
Al descubrir la bendición
Que de mí se apoderó
Entre aromas de homilía.
Y en repiques de campanas
Los trasnoches sosegaron
Sobre la inmensa explanada
Que aquella dulce mañana
Mi admiración despertaron.
En lo más hondo de mí,
Que sin saberlo se hundía
El gran amor que sentí
Cuando sin pensarlo fui
La mañana de aquel día.
Fátima 16 Julio del 2.006
Autor. Ramón Lencero Nieto
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