TRES REYES, TRES ESPAÑAS. Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Es el momento oportuno para recordar la figura del Conde de Barcelona. Hoy cobra plena actualidad para la política de Estado lejos del oportunismo y ramplonería de los discursos de partido.

Era el año 1993 cuando Don Juan de Borbón recibía la Medalla de Oro de Pamplona. Se le había acabado la voz pero providencialmente el entonces Príncipe de Asturias, Felipe de Borbón,  leyó en voz alta sus sentimientos. Todo un símbolo. Pocos lo vieron  y menos entendieron aquél simbolismo. Juntos, un Rey que lo fue en la esperanza, el Rey de España y un Príncipe que iniciaba el camino. Cedió la voz Don Juan y cedió definitivamente el futuro; lo hizo en este caso en su nieto Don Felipe, libre de todas las cargas del pasado. Se cerraba el paréntesis de la historia reciente buscando el definitivo futuro. La monarquía española, la heredada, la instaurada y la esperanzada; tres historias en tres reyes para España, tan distintas que parecían tres Españas.

Don Juan hablaba desde el silencio y, sin voz, la gravedad de su mensaje la podían percibir todos los que quisieran escuchar y entender. Ya no hablaba de España, su devoción, ahora hablaba de la unidad de España, su preocupación.

Nadie le escuchó; los laureles ensordecieron a los consejeros, muy activos en épocas de recolección. Don Juan pudo ver la realidad al evadirse de todos ellos. Conocía muy bien lo que significa estar rodeado de tantos consejeros expertos en malos consejos. Sólo le quedó el mar donde aprendió a leer los horizontes de acontecimientos. Y con él guardó la historia de una España que se le escapaba mientras más la deseaba.

La unidad de España, repetía incansable, por encima de la enfermedad, por encima del silencio, incluso por encima de la imprudente prudencia de algunos.

La transición superada, decían algunos, España navegaba con buen rumbo y velocidad de crucero, pensaban todos. Nadie había visto al sembrador que por las noches esparcía su semilla de cizaña por los campos de cereal. La transición ni siquiera había comenzado a germinar y ya todos auguraban una espléndida cosecha. La unidad de España, repetía Don Juan a punto ya de coronar su historia.

El Rey Juan Carlos captó de inmediato el mensaje y consciente de la gravedad de las palabras de su padre repitió incansablemente el mensaje de unidad. He repasado los discursos de Navidad y Pascua Militar desde aquél año noventa y tres; nunca ha dejado de apelar a la unidad de España. Pero por mucho que se hable de la unidad, nada se logra si los campos están sembrados de la semilla de la secesión que acabará ahogando a las espigas de la unidad. No era ese el sentir popular, entonces ni ahora, pero una élite político-económica ha logrado jalear a los ácratas que gustan militar en el sindicato de los gorriones donde ellos se alimentan aunque nadie coma. Esta es la otra historia, la de la España reciente.

La Transición significaba cambio, el paso a un sistema democrático solidario y de respeto. Para ello, lo primero y fundamental era tener una Ley y respetarla. Y se hizo la Ley pero no el respeto democrático de cumplirla. Razones de carácter visceral, vuelta al revanchismo y al enfrentamiento. Los que deberían ser hombres de Estado han resultado ser agitadores de barrio que juzgan según sus intereses de partido o con la imposición de su minoría sobre el conjunto. Es su democracia. Esta es la historia que ahora se abre.

Diez años lleva en el Trono Don Felipe. La transición de reyes se ha hecho con seriedad y oportunidad. Estamos ante la verdadera y nueva historia de España, ante el futuro de varias generaciones. No hemos vivido una transición como todos creíamos. Hemos vivido una incertidumbre.

La transición empieza ahora… aunque la incertidumbre no ha desaparecido. Lo avisó Don Juan, lo cultivó el Rey Juan Carlos y será la preocupación del Rey Felipe VI: la unidad de España. Historias hay muchas, España una, única e indivisible; sí no, ni hay España ni hay Historia. Ni Rey ni República, no habrá nada de nada.

General de División (R) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

20 junio 2024

8 pensamientos en “TRES REYES, TRES ESPAÑAS. Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

  1. Mi respetado y muy querido GENERAL,

    Tan acertada exposición «TRES REYES, TRES ESPAÑAS» vibra de SENTIMIENTO en todo español.

    Es posible que muchos hayan gozado de conocer a los tres últimos REYES BORBONICOS, otros solamente a D. Juan CARLOS I y la generación más joven al REY actual D. FELIPE VI.

    La enfermedad a D.JUAN III le jugó una mala pasada al quedarse sin voz para agradecer la concesión de LA MEDALLA DE ORO PAMPLONICA. Por suerte allí estaba «EL PRINCIPE D.FELIPE» que salvo al abuelo y LEYÓ la correspondiente LAUDA.

    V.E señala la triada (REY EN LA ESSPERANZA, REY DE ESPAÑA, PRINCIPE DEL CAMINO) que podría ser isomorfa a otro triplete MONARQUICO :

    -MONARCA ESPAÑOL

    -MONARCA HEREDERO

    -MONARCA INSTAURADO Y ESPERAZADO

    Claramente D.JUAN habló desde el silencio que diría NERUDA, sin voz pero con toda LA RAZÓN del ALMA desde LA UNIDAD ESPAÑOLA. Le podía LA MAR más que LA GIRALDA. Sabia que LA REINA CATÓLICA lo presentía «ESPAÑA ALCANZARA SU GLORIA Y GRANDEZA POR LOS CAMINOS DEL MAR».

    Posiblemente los LAURELES ensordecieron tan traidores consejeros. Tenía grabada sobre su mente y en el corazón LA UNIDAD ESPAÑOLA.

    En los discursos de D.JUAN CARLOS I navideño y en la PASCUA MILITAR se apelaba a LA UNIDAD PATRIA en 1993. Eran nefastos sembradores que echaban cizaña de logias de la división en vez del grano germinador de LA ESPIGA RESURGIDA ENEL HAZ DEL AMANECER.

    Renacieron ácratas por los rincones. Gorriones que iban a lo suyo en vez de mirar el INTERES GENERAL DE ESPAÑA.TRANSICIÓN partición de NACIONALIDADES sin RUMBO, azotado por oleaje de engaño miserable. Volvió el revanchismo y el enfrentamiento tan sosegado y habitando el olvido.

    Dios quiera que LA INCERTIDUMBRE DESAPAREZCA Y NUESTRO REY DE LA ESPERANZA NO SEA DE UNA TRAIDORA E IMPENSABLE AMNISTIA.

    ENHORABUENA Y GRACIASMI GENERAL

    Ala orden de V.E.

    VIVA EL REY

    VIVA EL TERCIO LEVANTE DE LAARMADA ESPAÑOLA

    VIVA Y ARRIBA ESPAÑA

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  2. Buenos días, mi General y todos. A Don Juan de Borbón le conocimos un grupo de (entonces) jóvenes, hace muchos años en el barco de un amigo que lo tenía atracado junto al suyo, el Giralda; charló durante un buen rato con nosotros, y cuando se fue al grupo de «mayores», no dijo que nos tenía que dejar, porque había que hacerle caso a aquella gente tan seria e importante. Sin duda le era más estimulante nuestra juvenil compañía, así que seguro estuvo encantado de que su nieto, Príncipe de Asturias en 1993, le prestara su voz. Con todo lo vivido, a Don Juan no le faltaba perspectiva histórica y generacional, y como buen marino sabía que a un horizonte le sucede siempre otro.

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  3. De ser yo el rey tendría dos preocupaciones: la unidad de España y la continuidad de la monarquía. Porque yo creo que la izquierda va a por ambos objetivos. Que la izquierda anhela una República como la de 1931 en la que solo quepan ellos, es evidente. Al sujeto que duerme en la Moncloa le viene pequeño el cargo de Presidente de Gobierno y quiere ser Jefe del Estado. Y quienes le apoyan estarán encantados de que lo sea mientras les siga dando cosas.

    En cuanto a la unidad de España, la izquierda no es tonta y sabe que sin los escaños que consigue en Cataluña perdería el poder. Así que su objetivo es convertir a Cataluña en una especie de de Estado Asociado a España que en teoría seguiría formando parte de España y en la práctica sería un Estado independiente. El problema para ellos es que los nacionalistas no se van a conformar con eso y van a ir a la independencia total. Citando a Fernando Sabater: la izquierda ofrece cambiar de postura en la cama a quienes no quieren estar en esa cama.

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  4. A las órdenes de V. E., mi General.

    Desde la más honda pena y el más desolador pesimismo, busco desesperadamente un rayo de luz en esta obscuridad, algo, alguna señal que despierte la esperanza, siquiera leve, en el porvenir inmediato. Pero es en vano cualquier esfuerzo, pues la sensación es la de estar solo y desamparado dentro, muy dentro ya de un túnel cuya salida se presiente muy próxima, el túnel hacia el infierno, sin posibilidad de vuelta atrás, agotados ya todos los posibles puntos de parada o regreso.

    Cuando se ha vivido todo este proceso desde el principio, y se ha visto que desde el principio media España nunca olvidaba ni perdonaba, y su única voluntad era conseguir la revancha y una venganza absurdas en las generaciones que no habían nacido ni antes ni durante la guerra, y se contempla cómo se van repitiendo los mismos desatinos y errores que condujeron al enfrentamiento de hace casi cien años, se llega a la conclusión de que no tenemos solución y estamos condenados a la desaparición. Suena a fatalismo, pero no se intuye otra posibilidad.

    Y esto es para sentir algo que nunca habría imaginado: Miedo. Miedo por los descendientes. Y por todas las personas que serán víctimas de la locura y la ambición de unos pocos.

    ¡¡¡Viva España!!!

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  5. Buenos días.

    Lo siento pero en mi caso y cientos de miles de españoles la DESAFECCIÓN no hace sino aumentar. El R78 no da más de sí. Urgente cambios si no todo se hundirá.

    Viva España. Arriba España.

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  6. Totalmente de acuerdo con usted. No me gustaría hacerme mayor y que toda la incertidumbre que estamos pasando ahora, al final acabará gobernando»el mal» por así decirlo. Porque sino, todo el esfuerzo que hizo Don Juan Carlos y el esfuerzo de Don Felipe VI habría sido para nada y eso es muy frustrante. Pero debería de haber algo que los españoles pudiéramos hacer para acompañar a nuestro Rey.

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