«COCHES COCHEROS Y CABALLOS». Coronel de Caballería ® Ángel Cerdido Peñalver.

 

Clichy de París en el distrito 17 (Nanterre) en 1896, Cupés y la opción del Autobús de caballos. Museo Carnavalet (Historia de París)

Para abrir boca, y perdón por la osadía, empiezo con el mito del caballo alado que nos  cuenta Platón en los diálogos que sostienen  Fedro y Sócrates.

Platón decía que en el caso de los dioses, los dos caballos de su «biga» eran «tordos», bellos, ágiles, llenos de bondad, y representaban la nobleza del alma; en nuestro caso, el de  los mortales, uno de los dos caballos también es así pero el otro es lo contrario: un «penco»  desorejado «negro hito» y poco agraciado en su belleza  que nos recuerda las malas pasiones. Gracias a sus alas, los dioses se mueven por la bóveda celeste. Por la dificultad de guiar nuestro  coche, debido al  caballo  resabiado, a los hombres les es imposible seguir al de  los dioses, pierden las alas y caen a la tierra entre nubarrones a la oscuridad.

Con la pérdida de las alas, Platón nos da a entender  que también pierden su alma. Así ha transcurrido hasta nuestros días el mito del carro alado, la figura alegórica que Platón eligió para hablar a sus discípulos sobre el alma humana.

 Aquí en la tierra como en el carro celeste, el alma es el conjunto formado por una collera de caballos alados y su auriga. Caballos y yeguas  tiran del alma y como seres nobles que son, aceptando el yugo sin jamás ser esclavos.

En sueños  veo enganchado en «cuartas» a un coche de ciudad,  gran lujo con  cuatro ruedas, que debido a la forma de su caja, a la disposición de su capota y a su sistema de suspensión, supongo que se tratará de un «landeau» a la «sopanda», de caja abierta, perfiles redondos de color rojo fileteados en negro, y tapicería en cuero de igual color,  coche   fabricado en 1880 en París por Henry Binder (el mejor carrocero de la historia y a la postre Caballero de la Legión de Honor), en sus talleres de la calle del Cirque próxima a La Torre Eiffel.

Uno de los coches más grandes que existen es el llamado «ómnibus»,  que nada tiene que ver con el que al final se convirtió en «minibús», diseñado por el Gobierno a modo de caballo de Troya para tenderle una trampa a la oposición.  Por primera vez esta  no estuvo a modo de trágala, actuando a tiempo y evitando caer con el tema de las pensiones.

En España, es frecuente ver  enganchados a caballos PRE (Pura Raza Españolas), de capa torda rodada o castaña con guarniciones a la «calesera»,  típico «arreo» andaluz con «borlajes»  donde los tiros son de cuerda de cáñamo, los cueros de color avellana y las hebillas de latón. Los «cocheros» y «lacayos» van vestidos a la usanza del siglo XIX, en consonancia con la guarnición, a base de colores sobrios, grises, lisos o con pequeños dibujos «fil-á-fil».

Los caballos andaluces eran considerados por los romanos como el ideal para «carreras de cuadrigas» y «carros de viga».También los incorporaron a su ejército, cambiando las tácticas guerreras con una Caballería más ligera, ya que el caballo andaluz, es más fino, mediano y ágil, capaz de revolverse en un palmo de terreno, con sus «piruetas» burlaban la acometida de los grandes y pesados caballos del norte de Europa.

Esperando en fila a los pasajeros.-Del pintor estadounidense Childe F. Hassam,   París 1887, la calle Bonaparte, en un día de tormenta. A lo largo de la pared del seminario de, Saint-Sulpice  en el número 16, los «cupés» esperan la llegada de clientes. Museo Carnavalet.-Historia de París.

En la película, el príncipe Judá Ben-Hur corrió la carrera de cuadrigas con los cuatro  caballos tordos importados de Hispania :  Antares, Altair, Rigel, Aldebarán y  venció a Messala (personaje de ficción), con su cuadriga «falcada»  (equipada con cuchillas afiladas en la cabeza, el timón, y a los lados en los cubos )  y a sus caballos negros frisones. En Roma se corría en el Circo Máximo de una longitud  de cuerda 621 metros y una anchura de 118, podía albergar a más de 150 000 espectadores.

Hoy, el caballo ha perdido protagonismo en la guerra, en el transporte y en los servicios agrícolas. Después de que durante gran parte de la historia fueran esclavos del hombre, ahora les llega el tiempo en que solo los usan como divertimento, gala y deporte. En España y después del tiro con mulas, aparecieron en Madrid los coches modelo «cupé» de punto con caballo , los populares «simones», en recuerdo de Simón Tomé su diseñador.

Los cocheros españoles siempre fueron bien vestidos. En exhibiciones  concursos o ferias nunca llevan «zahones»  o «chaparreras», pues por muy bonitos que sean, no dejan de ser una prenda de campo o de corral, otra cosa es cuando llega la primavera y los «erales» empiezan a soltar el pelo, justo la hora de hacer el «tentadero de machos» a campo abierto, o cuando el «garrochista» con su caballo trotando o galopando en el sitio, cita al toro bravo desde los «medios» de la plaza.

A descubierto cubiertos y a cubierto descubiertos. Su sombrero es de ala ancha a juego con el traje, y con su pantalón de «machos» o «calzona»  abierta  rematada  con «caireles»; en ambos casos cambiaron los botos enterizos por  «botines» y «polainas».  Siempre se descubren cuando saludan, y para recordar a un amigo fallecido levantan el brazo derecho y con el látigo señala el cielo. ¡Chapó!.

Hombres que saben estar y vestir a caballo, que saben dar una voz a  tiempo  en el momento oportuno, que no se guardan lo mucho que saben de caballos y enganches y trasmiten sus amplios conocimientos de generación en generación,  los que les gustaría tener a todo cazador como secretario en su  puesto en una cacería de perdices al «ojeo»… en fin, los que hacen de su fuerza la elegancia, y que muchos días en invierno al amor de la lumbre, en las frías noches de los «cortijos andaluces», contaron historias extraordinarias y comieron los guisos más sabrosos. Cuanto hubiera dado por un puesto en una de esas reuniones.

Mantengamos viva la llama del afecto…pero sin echar leña al fuego.

Hombres que poco poseían, pero que se sentían amos del campo, de un caballo y un perro, y estaban orgullosos de su «Casa», de su «Divisa», y de su «Hierro».

Muchas veces se da el caso de jinetes que, vestidos con una modesta tela «Patén Campero Rayas», llevan más señorío que otros cargados de «caireles» y «bordados», que pisan  el «albero» del Paseo de Caballos y Enganches del recinto ferial sevillano, de caseta en caseta bebiendo «rebujitos» sin echar pie a tierra.

La mujeres también, pasean por el Real de la Feria, unas lo hacen a la amazona, con falda larga y la montura inglesa llamada de «cornetas», otras a horcajadas, pero las mujeres están todas muy guapas con lo que se pongan.

El buen cochero  siempre trata de impedir que los caballos vayan cada uno a su aire «entrocados», y procura  avanzar  por derecho hacia la iluminación, como hacían los de los dioses: con impulsión, sumisión y cadencia. Por todas estas cualidades, el vocablo cochero es  sinónimo de «Automedonte», el hijo de Diores, auriga hábil y fiel de Aquiles y su compañero durante el combate en la guerra de Troya.

Automedonte pasó a servir a Neoptólemo, hijo de Aquiles, tras la muerte de este.

En la fotografía más próxima,  veo  que por el número de caballos, dos cruzados de capas torda y castaña,  y la forma en que estos van enganchados al  carruaje, uno a cada lado de la «lanza» en paralelo, no tengo la menor  duda  que se trata, dentro de la modalidad de «troncos»,  de un  «faetón» sin capota, con el tordo que hace de «madrina» a la derecha, y la castaña «de fuera» a la izquierda de la lanza.

La de los «cabos» negros, la «de fuera», es dócil y tiembla ante el semental. El temperamento de los dos  es la razón de nuestra lucha interior entre el impulso y la timidez, entre la urgencia del deseo y la espera que inmoviliza.

Tronco.-El tordo que hace de «madrina» y la castaña «la de fuera», atalajados a la inglesa y enganchados al faetón.

El amor en los humanos   es como ese difícil equilibrio equino del «faetón»

Las guarniciones son inglesas con «collerón y «pechopetral, todo de color negro y hebillaje plateado. Uno de los caballos, el macho tordo que ejerce de «madrina» o «de mano» por ser el mejor domado y experimentado, se resiste a veces a las riendas  arrastrado por la fascinación erótica y, en parte debido a la proximidad de la yegua con la «libido» alta, pues el caballo se siente motivado por los estímulos (visuales, olfativos y auditivos) que de ella proceden.

Señores del gobierno, además de estar enganchada desde hace siglos a la «Gran Daumont», guiada por «postillones» con libreas de gala montados en cada uno de los poderosos caballos y ayudados por «lacayos» a pie, lo que se necesita para llevar bien esa gran carroza de lujo  llamada  España es: ¡«Saber»! , ¡Tener Lealtad»!  y ¡Derrochar «Arte»!,  yo me quito el sombrero, de pie, con el brazo derecho y la tralla  apuntando al cielo, rezo por  ella, por los cocheros y caballos, y como está próximo San Valentín,  por el amor, pues todos se lo merecen.

«Que puede ofrecer un peón, que no sean sus pobrezas.

 A veces nos dan tristeza y otras rebelión.

Porque en más de una ocasión soñé con hacerme perdiz

 y tratar de ser feliz en algún pago lejano.

Pero de verdad paisano, me gusta el aire de aquí» (A. Yupanqui)

Coronel de Caballería ® Ángel Cerdido Peñalver.

Blog:  generaldavila.com

Zaragoza 16 febrero 2025.

 

 

 

                                                                                                            

                               

 

 

4 pensamientos en “«COCHES COCHEROS Y CABALLOS». Coronel de Caballería ® Ángel Cerdido Peñalver.

  1. Mi respetado y muy querido CORONEL CERDIDO,

    La MAGIA DE TAN BELLA Y PROFUNDA EXPOSICION «COCHES, COCHEROS Y CABALLOS» PLASMAN EL PASADO Y PRESENTE DEL ALMA HUMANA EN SU TRIPLE SENDA «TIERRA, MAR Y AIRE» COMO NADIE.
    EL MATIZ GRECORROMANO CONTIENE LA TRANSCENDENCIA DEL ECO FRONTERIZO DE UN NUEVO AMANECER.

    HOY «DIA DEL ESTUDIANTE CAIDO», BRILLA LA ENTREGA VIBRANTE DE UN ESTUDIANTE DE MEDICINA VENDIENDO EL F.E Y ACRIBILLADO POR LOS ENEMIGOS SOCIATAS DE ESPAÑA. ¿QUÉ LECCIONES VAN A DAR A LOS ESPAÑOLES TALES ELEMENTOS?.

    REITERO CON SILVINA OCAMPO:

    Recordaré en un cielo anaranjado

    caballos en la sombra iluminados,

    uniendo ansiosamente a los amantes

    en grutas apacibles de distancia.

    ENHORABUENA Y GRACIAS MI CORONEL.

    (Gracias a HERVIAS GARRIDO)

    A la orden de V.I

    A la orden de V.E

    CAMARADA MATIAS MONTERO Y RODRIGUEZ DE TRUJILLO : ¡PRESENTE!

    VIVA EL REY

    VIVAN LOS EJERCITOS , LA ARMADA Y LA GUARDIA CIVIL

    VIVA EL HURACAN IMPARABLE DE LA CABALLERIA

    VIVA Y ARRIBA ESPAÑA

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  2. Precioso Mi Coronel. Muchas gracias por tanta sabiduría puesta al alcance de personas como yo, que somos profanas en este tema. ¡Ojala este «desgobierno» estuviese a la altura de todo su escrito! pero se ve que no. Saludos para todos.

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  3. Ay, mi Coronel. Qué placer leerle, y más hablando de caballos. Qué yegua más femenina esa de color castaño. Y qué porte el del tordo, con esa seguridad en sí mismo y esa suficiencia y dominio del paso.

    Y qué más señorío se puede soñar que el de llevar con naturalidad y elegancia las riendas de ese tronco, yendo tan bien acompañado por una dama señorial. Para gritar de emoción por mis años en Sevilla y mi trato con criadores de caballos y haber tenido ocasiones de probar caballos, que al igual que el simpático y tierno burrito Platero con Juan Ramón Jiménez, llevaron por momentos sólo mi alma, pues sobre ellos me sentía ingrávido para que no sintieran mi peso.

    Y el disfrute imposible de expresar en palabras al presenciar el nacimiento de potrillos. Un año, por la Feria, se llenó el Palacio de Congresos y Exposiciones, de caballos y yeguas, que muchas de ellas parieron allí, a la vista de todo el mundo, orgullosas y sin ruborizarse, y fueron unos días inolvidables.

    Y qué decir de la elegancia de los caballos por la calle, dando color al paisaje ya de por sí incomparable. Eran días que se vivían muy intensamente.

    Ah, el rebujito, que lo tomaban las señoras. Cierto día fui invitado a entrar en una caseta de la que un familiar era miembro o socio, y un señor que allí hacía de maestro de ceremonias, con la botella de manzanilla de Sanlúcar (Zanluca) en la mano, me ofrecía un vaso, y yo le decía, señalando la jarra con rebujito, que prefería agua. Y el hombre, aguantando la risa, me contestaba que cómo me iba a ofrecer agua. Me llenó un vaso hasta arriba, y pasé las de Caín mientras lo bebía por no desairarle. Al final terminamos todos a carcajadas, a mi costa.

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