Un nadador, especialista en grandes distancias y aguas abiertas, se propone cruzar el Atlántico, después de muchos sufrimientos y luchar durante meses contra: corrientes, resacas, remolinos, oleajes, tormentas, el frío y hasta con tiburones…, cuando tiene ya a la vista la antorcha que la Estatua de la Libertad tiene en su mano derecha, grita: «No puedo más, ¡me vuelvo!» y comienza a nadar en dirección a Europa.
Tras una gran discusión sus ayudantes: médico, psicólogo y el piloto que le marcaba la derrota desde los botes de apoyo, le hacen ver que a estas alturas lo mejor es seguir, le convencen y de nuevo bracea hacia la Isla de la Libertad. Deja a los pies de la estatua las gafas, el traje de neopreno y las aletas , junto a las cadenas que ahí se encuentran (recuerdo de los esclavos al ganar su libertad), y empieza a disfrutar de lo conseguido.
ꟷ«En la vida como en el deporte unas veces se gana y otras…se aprende»
El hechizo de superar lo imposible en toda disciplina deportiva, siempre radicará en el esfuerzo de una “voluntad” y en la exaltación de una “libertad”. Nuestro nadador al colocarse delante del gran océano, sabía que estaba al límite de sus posibilidades físicas, pero que tras sacrificios de años de entrenamiento, exigiéndose mucho a él mismo y esperando poco de los demás, exaltó su voluntad a cimas ciertamente elevadas y por eso logró pasar a nado, al final y debido al gran cansancio con un estilo poco ortodoxo, al otro lado del Atlántico, y es que siempre:
ꟷ«La belleza del trance de superación, fundamentalmente anímica, fue en el plano deportivo muy superior a la belleza física de la forma».
Como en la canción, la covid-19 nos ha robado el mes de marzo, el de abril, el de mayo…, pero ahora, cuando parece batirse en retirada, toca contar, entre otras cosas, el homenaje que desde los balcones y ventanas dimos al personal sanitario.
Después del toque de las campanas de nuestra parroquia, a las ocho de la tarde, sonaba el «resistiré»; luego venía la pausa que antecedía al Himno Nacional que ponía otro vecino, y al final de nuevo sonaban los últimos aplausos. Las ventanas se iban cerrando poco a poco, pero quedaba el recuerdo de la admiración y de la gran lección de solidaridad dada por el barrio (aunque algunos se fueran antes de acabar sin pagar la deuda del apluso), hacia todo el personal sanitario…, un poco más tarde, pasa una ambulancia y pienso que en ella puede ir ese enfermero que merece el calificativo de héroe por vivir a diario con el diccionario del dolor… y vuelvo a aplaudir. Ahora estamos en este luto nacional necesario, pero ningún luto acalla el dolor íntimo de las familias de las víctimas.
Aunque la trinchera nunca fue buen observatorio, pues se ve poco y mal, desde ella repasaremos los diferentes diagnósticos que se han empleado y algo de lo que se ha recetado. Abandonando la idea, por no tener sentido, que la pandemia era consecuencia del deterioro ecológico y que la preservación del medio ambiente actuaría como vacuna, y me centro en las tres grandes familias de medicamentos con los que me han dicho se ha combatido al coronavirus,ꟷperdón por los palabrosꟷ los retrovirales y los anticuerpos monoclonales e inhibidores del sistema inmunitario.
Antes de todo esto, el sabio aragonés Ramón y Cajal, premio Nobel de Medicina en 1906 sobre los trabajos relativos a la estructura del sistema nervioso (algo así como los hilos telegráficos del pensamiento) decía, en oposición al confinamiento, que para tratar una pandemia implantar el «miedo» no era el mejor «medio», y nos recomendaba que los:
ꟷ «grandes médicos son el sol, el aire, el silencio y el arte.»
Años después se lamentaba cuando el honor del descubrimiento de su vacuna contra el cólera se lo llevaron los bacteriólogos estadounidenses. La publicación de Cajal fue en castellano y nadie la leyó. El español entonces era una lengua desconocida para los sabios. Hoy tengo mis dudas.
Como dato curioso, el que nos ha proporcionado Donald Trump en rueda de prensa, en inglés claro, cuando nos contó que inyectarse desinfectante contra el coronavirus o que el tratamiento antimalaria que tomaba era buena idea…, aunque a renglón seguido, su equipo médico dijo que no servían para nada, e incluso podían tener gravísimos efectos secundarios. La realidad fue que de inmediato, el Presidente acabó acusando a los medios de comunicación por distorsionar sus palabras.
Otro diagnóstico para no echar en saco roto ꟷhoy va de mañosꟷ fue el que recomendaba en el Siglo de Oro el jesuita bilbilitano Baltasar Gracián y Morales, lo advierte en el «Criticón» al recomendar,con su lacónico lenguaje, el vino contra la pestilencia. Cuando la peste llegó a Zaragoza en el siglo XVII, los «físicos» ya la curaban con un jarro de caldo de Cariñena, pero ¡Cuidado! decían:
ꟷ«Andar con tiento que puede asesinar a los que abusan»
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Pero sinceramente pienso que sería más dulce morir de una tajada, si el antídoto del morapio no surtía efecto, que con un respirador mecánico para la ventilación pulmonar asistida, en la posición decúbito prono de una unidad de cuidados intensivos (UCI). Hay que tener cuidado donde te pille, pues de sobra es conocido el hecho, que eso de las melopeas, como decía Gracián, tienen distintos tratamientos según el país donde la cojas.
ꟷ «Aunque en España nunca llegó la borrachera a ser merced, en Francia sí a ser señoría; en Flandes, excelencia; en Alemania, serenísima; en Suecia, alteza; pero en Inglaterra, majestad»
De forma súbita, ha cambiado la forma de vivir y de morir. Aunque en los últimos días, muchas familias han vuelto a verse y a sentirse, costará recuperar la sensación del tacto y de los abrazos y cuando todo acabe, todavía quedará por limpiar lo más difícil, la higiene mental de parte de la población. No saldremos más fuertes como algunos pronostican, entre otras cosas, porque seremos menos.
Dicen que a partir de ahora la cultura volverá a refugiarse en los libros y en la prensa, parece ser que al virus no le gusta el papel y no lo contamina . De toda la vida, los bocadillos de sardinas se envolvieron en papel de periódico.
Y mientras esto acaba, las broncas del Congreso se trasladan a las calles. A sus señorías, avezados en apagar incendios con gasolina, les recuerdo que no conviene jugar con fuego cuando el «virus político de la intolerancia» amenaza con enfrentar de nuevo a los españoles.
Puede ser. En estos momentos, todo puede ser. Cualquier cosa: la manipulación,la chapuza, el acoso, la mentira, los escraches, la dimisión de dos Generales y el cese de un Coronel de la Guardia Civil (tres tiros en el pie en una semana)… en fin, una desescalada que nos lleva a enfrentarnos, y a escupir consignas… ¡ justo ahora que las babas son más peligrosas que nunca !
El cuadro es desalentador. España vuelve al pelotón de los torpes en Europa, por favor, acierten en algo: ¡convoquen elecciones generales ya!
Mientras tanto, a los jóvenes les diría que si a los 15 o 20 años no son inconformistas es que no tienen corazón, y si los de 40 o 50 buscan la revolución, les diría que no tienen cabeza. Estamos a tiempo de apagar la tele o la radio cuando salgan, y es que ya estamos muy cansados. Lo que no puede ser no puede ser y además es imposible… pero
ꟷ«Yo tengo un sueño»
Ese fue el tema del discurso más famoso de Martin Luther King Jr., pronunciado en la Marcha en Washington por los Derechos Civiles. Habló de un futuro en el cual la gente de tez negra y blanca pudiesen coexistir armoniosamente como iguales.
El mio es, que nuestros políticos sean todos mayores de 45 años, números unos de sus carreras universitarias o actividades profesionales, con una gran experiencia en todos los campos, que sepan lo que es una empresa y el mundo real, con verdadero espíritu de servicio a los demás y que no mezclen a la «Patria» con su patrimonio; en una palabra, que demuestren que su sentido de la responsabilidad sea muy superior a los de la actual clase política que nos ha tocado en suerte.
Quizás no sea un problema de banderas , ni de ideologías, más bien puede que se trate de una cuestión de humanidad y de categoría personal… Y los sueños sueños son.
De aquí en adelante mi duda será si habremos sido capaces de trasmitir nuestros escasos valores a los más jóvenes… creo que la Madre Teresa de Calcuta la despeja:
ꟷ«Les enseñarás a vivir, pero no vivirán tu vida; les enseñarás a volar, pero no volarán tu vuelo; les enseñarás a soñar, pero no soñarán tu sueño; les enseñarás a nadar, pero no nadarán a tu estilo. Sin embargo, en cada vida, en cada vuelo, en cada sueño y en cada brazada quedará siempre la huella del camino enseñado».
Cuando «votando» se alcance la Libertad «Ni una brazada atrás».
Así es, y así debe ser.
Ángel Cerdido Peñalver. Coronel de Caballería ®
Zaragoza junio 2020.
P.D.-Debido a las sucesivas prórrogas en en el estado de alarma, a estas alturas sigo sin poder desplazarme a Teruel y aprovecho para escribir estas notas.
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