Viniendo de Boadilla del Monte y ya entrando en Majadahonda se puede observar a la izquierda de la carretera como se eleva enhiesta una cruz situada a las espaldas del cementerio. La cruz se ubica en el centro de un monumento erigido allí en recuerdo y homenaje a dos rumanos, Ionel Mota y Vasile Marin, caídos en combate el 13 de enero de 1937.
Acercarse al monumento supone un ejercicio no fácil toda vez que se encuentra rodeado de escombros y ruinas por un camino embarrado que le deja a uno perplejo del abandono en el que se encuentra. A lo largo del año es zona de encuentro de toda clase de “yonkis” y demás gente afín a la bebida y al mal botellón. Es normal encontrar el monumento lleno de toda clase de “grafitis” y pintadas anarquistas llenas de odio y rencor para lo que la cruz significa.
El 12 de enero de cada año todo cambia pues ese día desde hace muchos años un grupo de jóvenes rumanos voluntarios, y venidos expresamente algunos desde la propia Rumanía, proceden a su limpieza y adecentamiento para dejar la cruz limpia y lista para el homenaje que siempre tiene el día siguiente. Ese día, el 13 de enero, ese monumento, erigido a la intemperie, bajo el cielo estrellado de Castilla, cercano a las cumbres nevadas de Guadarrama, es punto de reunión de rumanos, franceses y españoles que acuden allí rendir sentido homenaje a dos jóvenes rumanos que allí cayeron luchando por sus ideales de Dios y Patria.
Agustín de Foxá denominó a Rumania como país de frontera y punta de Europa y de ahí vinieron en 1937 Ionel Mota y Vasile Marin según sus propias declaraciones “porque en España se ametrallaba la faz de Cristo y se bamboleaba el fundamento cristiano del mundo. ¿Podíamos permanecer impasibles? ¿No es un gran triunfo espiritual para la vida futura haber caído en defensa de Cristo? Así he comprendido el deber de mi vida ¡He amado a Cristo y he marchado feliz a la muerte por él!”
Ion Mota justificaba su presencia en el frente por el deber que sentía de alzarse donde fuera en defensa de la Cruz.
Mota y Marín no vinieron a España y murieron en el frente para sumarse a una guerra civil, a la que eran ajenos, porque no eran españoles; vinieron como defensores de la Cruz, porque eran cristianos, porque querían una Europa de fe y de cultura cristianas, fiel a sus raíces.
Así, se incorporaron a la 21 compañía de la VI Bandera de la Legíon para dar señales de vida y de muerte. Necesitaban el martirio para que la Cruz continuase erguida y su estirpe dacioromana no sucumbiera a la barbarie.
“Yo juro delante de Dios, delante de vuestro sacrificio por Cristo y la Legión, alejar de mí todos los placeres del mundo y por la resurrección de nuestro pueblo estar siempre dispuesto a morir. Lo juro.” Estas son palabras que Mota dejó escritas en su testamento.
Hoy una Cruz en Majadahonda aviva nuestra memoria y nos hace reflexionar sobre la necesidad de perseverar en la defensa de de Dios y de la Patria, de mantenerse en la idea sublime del sacrificio por ideales superiores hoy en crisis en una Europa donde impera el relativismo moral que hace estragos en nuestra sociedad.
Y así en una fría mañana del pasado día 13 de enero un grupo de personas venidas desde Rumanía y Francia se unían a un reducido grupo de españoles en una sencilla ceremonia religiosa , rito ortodoxo, para recordar a los valientes rumanos.
En una España en la que la indiferencia de muchos descendientes de los que lucharon y murieron por la pervivencia de una Europa cristiana es asunto sumamente preocupante, otros, firmes en su objetivo de destruir todo signo de referencia a cualquier signo de la fe sobre la que se construyó nuestra Patria no cejan en su lucha. Y así, en una Proposición de Ley para reformar la denominada LMH que leemos en el Boletín de las Cortes del pasado día 22 de diciembre vemos como en su artículo 28 se establece la retirada de lo que llaman exaltación de la simbología de la guerra civil requiriendo, incluso, a la Iglesia Católica, la de las cruces a los caídos.
Desconozco cuál será el recorrido de esta Proposición de Ley presentada por el PSOE, una Ley que yo denominaría de venganza histórica más a la vista del reciente pasado uno se teme lo peor dada la actitud de una sociedad dormida y relativista, cobarde.
El objetivo no es sólo la anulación de la verdad histórica sino en su fondo la de la destrucción de lo que simboliza y significa la Cruz por la que lucharon y murieron Ionel Mota y Vasile Marin.
Multurmesc Mult ¡Por Cristo Rey! ¡Viva Rumanía! ¡Arriba España!
Juan Chicharro Ortega
General de División de Infantería de Marina (R.)