La Asociación Nacional de Veteranos de Bandas de guerra me pidió una colaboración escrita para su revista que acaba de ser editada. Para mí es un grito al deber, un ¡A mí la Legión! que no puedo dejar pasar porque además en este caso viene de los Veteranos de mi querida Banda de Guerra.
La Legión entra por la música y la música de la Legión es de guerra, es una danza para el combate, el preludio del duelo y el sonido del dolor después del combate cuando con tus propias manos recoges al compañero herido o le das sepultura al muerto. Sin música, sin Banda de guerra no hay lucha ni combate, no hay boda más allá de la muerte. La Legión sin Banda de guerra no es nada, no es Legión ni es unidad ni el Credo tiene sentido. La Legión empieza por un toque de corneta y termina con un pasodoble sin letra, solo con tambor y corneta.
Himnos y canciones de la Legión. Su Banda de Guerra.
Era el deseo de Millán-Astray que La Legión contara con sus propios himnos y canciones «…que abrevian los kilómetros y alivian la fatiga. Todas las noches, a la retreta, se cantarán esos himnos solemnemente, y siempre, siempre, la Legión rendirá el homenaje del recuerdo a sus muertos».
Iba a ser la música la expresión de la mística legionaria. Para entrar en el corazón humano hay que cruzar la antecámara de los oídos. El silencio de la tragedia legionaria sólo podía ser expresado a través de sus canciones o con el rezo conjunto, recio y vibrante de los espíritus del Credo.
Porque en la Legión hay poco que entender o discutir; aquí no se habla, se reza… La oración tiene el sonido lejano de la corneta a la que contesta el tambor. Aquí se habla y se entiende con la música y es por eso que quien lleva el ritmo es la Banda, la Banda de Guerra.
Porque no se habla cuando se va a luchar pero se reza cuando se va a morir.
Así surge la música legionaria que busca la trascendencia, vencer el miedo y la zozobra. Cantando oyes al compañero en compañía hacia la muerte y silencias a los enemigos del alma. La música te hace fuerte, hace legión, cohesiona y acompaña en el recuerdo de las hazañas que fueron y en la esperanza de las que vendrán.
Nace la melodía del combate, la combinación del ritmo del ataque con la armonía de la ciega y feroz acometividad que te arrastra hacia el mayor honor, morir en el combate.
Millán–Astray sabía que sin la música no habría Legión, que sin el sonido de guerra no habría valor, que sin la corneta no habría mando ni victoria, que solo era música su Legión.
En mis años al mando de la Legión cuidé a mi querida Banda de Guerra y siempre que pude iba a visitarles en sus ensayos, allí en un rincón del acuartelamiento, más legionarios que nadie, con su especial color y sonido de legión, unos tipos muy bravos en los que descubrí que eran el motor de la Legión.
Hoy llevo su sonido dentro y en cuanto oigo un tambor y las cornetas sé que allí está el valor, el Credo, la guerra y el honor, porque esa es el referente eso es la Legión.
Gracias amigos por permitirme seguir a vuestro lado y que suene la contraseña de la Legión, esa que despierta el alma cuando el cornetín suena por encima del fragor del combate anunciando el inminente momento del encuentro con la victoria o la muerte:
¡Legionarios a luchar!
¡Legionarios a morir!
Vuestro general de entonces y admirador hoy
General Rafael Dávila Álvarez. General Jefe de la Legión entre 2001-2004
Blog: generaldavila.com
04 octubre 2023