PAZ/GUERRA UCRANIA. General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

 

La guerra ya pasó y el momento de la paz será ahora o nunca. Esta situación es inexplicable ¿o abre las puertas del infierno?

La invasión de Ucrania el 24 de Febrero de 2022, a dos meses de cumplirse los cuatro años, debería haber sido detenida de manera inmediata, en el mismo momento en el que empezó.

¿Pudo ser?

El Ejército ruso se mostró impotente por su escasa preparación a lo que se unió un estrepitoso planeamiento táctico que no soportaba el análisis de la más elemental escuela militar. Analizado por activa y por pasiva en este blog, hoy constatamos lo dicho desde el inicio. A un error estratégico se unió el táctico. Fallaron las hipótesis más elementales bajo el peor de los criterios que pueden pasar por la cabeza de una general y su Estado Mayor: despreciar las capacidades morales y materiales del  adversario. Ucrania plantó cara y lo hizo con valor y decisión. Pero todos sabíamos que la guerra la ganaría militarmente Rusia.

Cuatro años es una barbaridad y son muchos los interrogantes. También son muchos los detractores del presidente de EEUU, pero todo apunta a que la llegada de Trump ha sido una esperanza para la paz. No hay más que repasar lo que ocurría antes de su presidencia.

¿Y si la invasión no se hubiese producido? Estaba prevista y pudo no ser.

¿Y si Ucrania no se hubiese defendido? La Inteligencia estadounidense fue decisiva en los primeros momentos.

¿Y si se hubiese llegado a un acuerdo, aquel que pudo ser, el de Estambul? Tendrán que contestar algunos «líderes» europeos.

¿Y si se hubiese ayudado a Ucrania en aquel momento que pudo ganar la guerra? ¿Quién  no lo quiso? ¿Sabe Europa lo que le espera? ¿Qué pinta el Reino Unido en esta guerra? Todo responde a una sola hipótesis.

¿Habrá paz? ¿será pronto y prolongada?¿Resolverá los problemas que la provocaron?

Nadie es capaz de responder, aunque hay preguntas que a cuatro años vista tienen claras respuestas que nadie se atreve a exponerlas dada la manifiesta culpabilidad.

¿La ONU? Bien gracias.

¿Ha sido una guerra económica, política, social, religiosa, étnica, geográfica…?, ¿ o de estudio y tanteo?

Desde el primer momento dijimos que la guerra en el campo militar sería ganada por Rusia. El hecho es contrastable. Pero hay otros aspectos analizables antes de hablar de victoria total.

¿Alguno de los contendientes ha logrado su objetivo? ¿En qué medida? Este análisis es complejo porque se sale de lo comúnmente llamado victoria militar para adentrarse en un mundo cargado de influencias de otros tipos de conflictos que, aunque no guerreros, son tan analizables como el número de victorias, derrotas o tanques destruidos.

¿Cuál era el objetivo estratégico de Putin? ¿Recobrar para Rusia un prestigio perdido? ¿Lo ha logrado? ¿Y el de Ucrania? ¿Defender y conservar a toda costa su integridad territorial? ¿Qué había ocurrido años atrás en el Donbás y en Crimea? ¿Conoce(n) (mos) los antecedentes?

¿Ucrania pretendía integrarse económica y militarmente en Europa?

¿Qué interés tenía en ello Europa? ¿Sus recursos? ¿Qué papel ha jugado la Unión Europea en esta interminable guerra en la que ha consumido un dinero que ni tiene ni le pertenece? ¿Se habrá al fin dado cuenta de que no hay unión económica si no está sustentada por un poder militar?

Es indudable que la dirección de la guerra pertenece a la política.

La guerra no es la destrucción del Ejercito enemigo, sino la victoria retórica, la del relato que, a pesar de un ejercito destruido, da la razón al derrotado.

Con el tiempo, el que se impone con las armas acaba imponiendo su relato porque es fácil comprar desde el poder  al relator. Esa será la victoria. Los cañones mandarán en el resultado, aunque este no sea exclusivo éxito de ellos. El concepto guerra ya no queda limitado al choque militar. El fenómeno guerra ya no es militar, solo su ejecución.

La guerra hay que acabarla, no de manera temporal, con ruta de futuro.

Nunca sabremos que ocurriría si esta guerra se hiciese interminable. No lo será. Hay que detener la guerra. ¿Cuándo y dónde? ¿En qué condiciones? No habrá una derrota clásica bajo el concepto de destruir al enemigo y obligarle al cumplimiento de nuestra voluntad. ¿Qué voluntad se impone?

Todo combate se debilita en el avance… Ya ninguno avanza, o lo hacen a ninguna parte.

¿Vencedor? Entre Irán y Estados Unidos después de doce días de guerra hay un claro vencedor, pero ¿ hasta qué grado ha terminado esa guerra con la imposición de la voluntad del vencedor? No está claro.

Debemos dejar la indefinición momentánea de victoria o derrota. Todos pierden. Todo es transitorio.

En este periodo tan largo de guerra, parece que nadie se ha planteado seriamente: ¿por qué esta guerra?

Es fácil señalar al invasor. Difícil justificarlo. Pero si nos cerramos a ello nunca podremos redactar un tratado de paz duradero, porque no habremos solucionado el porqué por muy injustificable que todo ello nos parezca.

Hay un conjunto de hechos, se mezclan desde hace años, que relatan una enorme e inesperada transformación de una compleja nación, Rusia, que quiere salir del indeterminismo y del trato injusto que se le da como amenaza a Occidente.

Hay en esa amalgama motivos espirituales más fuertes incluso que los materiales y razones que no son fáciles de entender para quien está alejado de las diferencias que produce la historia, la geografía, el idioma, la religión, los orígenes y los vientos, la situación en definitiva. Hay siempre razones, justificables, o no, casi siempre entendibles.

Deberá de ser  una paz ventajosa y si lo es solo en lo económico no lo será. La única forma de una paz que se conserve en el tiempo llegará si se adentra en las razones profundas, históricas, sensibles de unos pueblos que tienen un origen común. Ellos tienen la palabra más allá de la que otros firmen.

Deberíamos estar preocupados por alcanzar la finalidad de la guerra: ganar la paz.

Aquí no hay dos contendientes, sino muchos intereses. Sobrevuelan sobre el campo de batalla buitres hambrientos que hasta socavarán la tierra. El río Dniéper cambiará de nombre: baja rojo de sangre.

Hemos leído muchas propuestas de paz. Seguridad, territorio, promesas… Ninguna será respetada sin que Rusia tenga el poder, todo el poder, en los mares Azov y Negro. Esto tan concreto será el abstracto de la negociación y si no se da tendremos que llevar la acción más al Norte. La salida al Mediterráneo debe quedar asegurada para Rusia. Odesa en el punto de mira, será internacional o rusa. Tiempo al tiempo.

Pero todo son palabras. Nadie me ha concretado lo que se aprobó en Alaska. Eso es lo único que cuenta.

¿¡Y han pasado cuatro años de muerte para esto!?

Hemos logrado que cada vez se mate más y mejor, desde más lejos.

Una distancia tal que no la percibimos cuando está llamando a nuestra puerta. La guerra si no se negocia la paz será pronto más cercana; no se hará esperar. La paz está ahora más cerca que nunca. Eso le debe Europa a Trump. Estate quieta Europa, debería ser ahora el mandato.

La culpa de estos cuatro años de guerra, ya que somos muy dados a señalar culpables, podría ser del cambio climático, aunque yo me inclino por Aquiles.

Ya solo espero que quede en pie un Homero que inicie un nuevo mundo con una escritura que nos traspase.

Trump lo ha conseguido. Todo será cuestión de que Europa no intervenga demasiado. Cuidado con las tonterías de última hora y los mensajes que Zelenski llevaba de algún líder europeo.

«Estas acciones imprudentes no quedarán sin respuesta» dijo Lavrov al supuesto ataque ucraniano con drones a una residencia de Putin.

Seguiremos esto último muy de cerca.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

30 diciembre 2025