30 julio 2018
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General, a pesar de que apenas escribo ahora sigo con atención los artículos que se publican. También avanzo bastante en el trabajo sobre Tarsis (incluso Sefarad me empieza a ayudar). El problema, aparte de mis frentes médicos y jurídicos, es que quiero hacerlo bien, pues la situación lo requiere. No sólo buena voluntad, que es fundamental, sino también acierto, sobre todo en el cimiento de la unidad. Por eso quiero pedirle un favor, usted escribió un artículo sobre los sucesos del 11 de marzo; aquel día yo estaba en el Santuario de Fátima, y como el resto de los españoles normales sufrí profundamente los sucesos, y nunca he creído en la versión que se dio. Me gustaría que usted me indicase como encontrar su artículo, pues probablemente sea mi impericia la que me impede encontrar su artículo.
Afectuosamente, Carlos Manuel.
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La infame «ley de memez la histórica» y su proyectada ampliación, es la prueba más evidente de que la izquierda, rencorosa y revanchista, nunca quiso la reconciliación.
Si en un principio pudo parecer que también la anhelaba, es porque su soterrado y eterno rencor se ocultaba bajo la vil máxima que dice «lame la mano que no puedas morder» y en cuanto se han sentido suficientemente fuertes, han trocado la falsa reconciliación por las babeantes fauces abiertas que se disponen a morder la mano tendida.
Este vil comportamiento debe alertar de lo que será capaz, esta izquierda revanchista y cainita, si nuevamente se dueña de los destinos de España en un nuevo «Frente Popular»
«Rey don Sancho, rey don Sancho, no dirás que no te aviso, que a la Moncloa un alevoso ha accedido»
¡¡¡Elecciones generales YA!!!
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Me parece que el odio, le ha dado un giro de 180º a lo que tanto costó conseguir .
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¿Alguien cree que de la realidad política que tenemos delante puedan salir soluciones a los gravísimos problemas que tienen España o los españoles? Pues que se vaya desengañando. Estamos en un estanque, como lo hemos estado en otras etapas de nuestra historia. Las más aciagas, por cierto. Políticos mediocres, sin ideas y sin ganas de hacer nada que no sea permanecer en el cargo dominan los resortes del poder. Sin contrapesos institucionales que los limiten. Y si no ocurre un milagro, o un desastre, así vamos a seguir.
Si fuese más joven y pudiese me iba a encontrar un buen destino, a buscar un país en el que reine el civismo, sin odios, sin ideologías antivalores, un país agradable, en el que muchas lenguas convivan en una misma nación sin intentar pisotearse entre ellas, en el que sus gentes no miren al prójimo por encima del hombro si pertenece a una clase social o ideología con valores, y un país en el que uno pueda labrarse un buen futuro con su propio esfuerzo, sin tener que mantener al político parásito y a su red clientelar. Con esto me basta.
No soy tan capullo como para pretender arreglar la situación de todo un país con mi iniciativa. Lo que sí pretendo es demostrar que arreglar la situación de un país no depende de nadie más que de uno, de lo que nosotros hagamos y de las decisiones que tomemos. La realidad de un país no depende de un milagro o de un superhombre, sino de lo que hagan con él y por él cada uno de sus ciudadanos, empezando por uno mismo.
Necesitamos un gobierno de la nación mucho más contundente. El patriotismo no puede estar supeditado a la estrategia política. Igualmente creo que desde la educación y desde las instituciones a nivel nacional, no se hace nada por imprimir en la gente el amor hacia España. Sufrimos una falta de amor por la patria, sobre todo en la gente más joven. Los medios de comunicación se empeñan en diferenciar. Somos españoles y así nos gusta que nos llamen. Nuestro amor a España va mucho más allá de una constitución.
Lo peor es el odio hacia España. Han llevado un discurso basado en el odio y en la confrontación. Han creado dos bandos, los buenos y los malos y eso ya sucedió en la segunda República y desencadenó una guerra Civil que tanto daño ha echo a España.
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Soy de la misma opinión que D. Lorenzo Fernández. Julio de Felipe
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Y recordar que en 1976 estaban vivos muchos de los que «fumaron la Pipa de la Paz» y eran excombatientes de ambos bandos que se disparaban entre sí; si ellos tuvieron la grandeza de perdonarse unos a otros, ¿quienes son estos Niñatos de la Memoria Histórica, para avivar rencores pasados?. Digna descendencia de estos sacrificados excombatientes, desde luego que no.
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